CAPÍTULO 71
RONALD
Casi ocho meses han pasado desde lo sucedido con mi mujer, hemos pasado días de mierda y otros no tanto, pero hemos avanzado paso a paso como lo dice Violeta.
Estos últimos meses fueron caóticos —mucho más de lo que ha sido mi vida desde que supe como mi familia se ganaba la vida—, mi mujer terminó las terapias diarias con Violeta, a quien le agradezco estar ahí cada que Isabella la necesita.
Aunque no creo que supere todo tan fácilmente. Vive con ellos día a día y entiende que todo lo que ocurrió nunca fue culpa de ella, que sus padres y los hombres que la hirieron siendo una niña han sido los únicos culpables de todo y que lo que sucedió con André nunca más ocurrirá.
Tuvimos nuestra luna de miel en el sexto mes de las terapias de Isabella, ella le comunico a Violeta que se sentía lista para seguir avanzando junto a mí y joder, me sentí super feliz y orgulloso y no solo porque fuésemos a tener sexo o algo así, sino porque ella estaba superando y dejando toda esta mierda atrás.
Nuestra luna de miel fue maravillosa y el lugar que escogió mi mujer fue rotundamente lo que necesitábamos. Un espacio para olvidarnos de lo que hemos sufrido para poder llegar hasta ahí.
Allí le hice el amor como me lo pidió y como se lo prometí el día que me confesó que me amaba. Cada día de mi vida hasta que ya no esté en este plano, recordaré lo increíble que fue.
—¿Me estás prestando atención? —me pregunta la rubia un poco irritada, lleva hablándome y cada tanto me distraigo con mis recuerdos.
—Siempre —miento un poco, mis pensamientos me siguen distrayendo y no solo nuestra luna de miel y lo que hemos vivido, sino su regalo de cumpleaños.
Mi mujer está a dos semanas de cumplir sus veintidós años y me estoy debatiendo en que puedo regalarle, aunque estoy inclinado en darle un modelo más nuevo de la motocicleta en la que andaba cuando la traje a la mansión.
—No me estás dando la atención que requiero, llevó preguntándote si te gusta este color, pero me has ignorado —se pone de pie y trata de salir de la oficina, pero la detengo de inmediato.
Cuando regresamos de nuestra luna de miel, ella decidió volver a la empresa y volver a estar al frente de los hoteles que están a punto de inaugurarse.
—Lo siento, hay algo que me tiene distraído —confieso restándole algo de verdad.
—¿Va algo mal? —esta vez su rostro se torna preocupado y aunque suene jodidamente cursi, me da satisfacción que ella se preocupe hasta de lo más mínimo.
—El padre de Greta está jodiendo, sigue con que debemos darle algo más por el daño que le hicimos —no estoy pensando en esto, pero es algo real.
Gregorio sigue indignado por cómo le devolvimos a su hija y joder, debe estar sumamente agradecido de que Isabella le haya perdonado la vida, aunque prefiero estar muerto a estar en el estado en el que quedo Greta.
—Debería agradecerme que no la mate.
—Lo mismo le dije, pero insiste en que paguemos los gastos de su permanencia eterna en el hospital —Greta quedó casi como un vegetal y como nadie quiso hacerse cargo de ella, deberá estar en un hospital de por vida.
—Solo quiero que sufra, pero si Gregorio sigue exigiendo no me temblará la mano en asesinarla.
—Estoy contigo, aunque debiste hacerlo cuando estaba en el depósito.
—Es mejor que esté así a que haya muerto y no pueda ver como sufre, igual que yo lo hice todo este tiempo.
Así es, mi mujer sufrió por culpa de André y Greta, así que no me importa lo que está pasando con esta última.
—Bueno, ¿ahora me prestarás atención? —vuelve nuevamente a la conversación de los hoteles.
—Puedes utilizar cualquiera —agrego antes de que inicie una discusión —aunque me gusta más el rojizo y blanco, creo que combinaría bien —su mirada se ilumina y estoy seguro de que di en lo justo.
—Me gusta, amo que estemos conectados en todo —me da un casto beso para luego alejarse —terminaré en mi oficina, cuando te vayas a ir me avisas.
Me deja solo en mi oficina donde trabajo las siguientes dos horas. Hago el pedido de la motocicleta y quedo satisfecho, ya que es un modelo que estoy seguro, le fascinará, es una obsesa con esos aparatos —aunque yo soy igual con los carros—. También le pido a Evans que me envié la información del tercer hombre que daño a mi mujer cuando era joven, quiero darle la muerte del bastardo como regalo, pero antes de que ella se vea con él debo preguntarle a Violeta si es adecuado que ella lo vea.
No quiero joder su proceso.
—No sé qué ha pasado en los últimos meses, pero Benno ha reforzado su anillo de seguridad —me informa Evans a través de la línea.
—¿De cuántos hombres hablamos?
—En su mansión tiene quince y cuando sale se lleva a siete de esos quince.
Debe haber aumentado su seguridad porque se está lanzando a la alcaldía de una de mis ciudades, pero no puedo descartar que sea por la desaparición de sus amigos. Últimamente, se ha hablado del petrolero multimillonario que lleva más de un año desaparecido junto a su amigo.
—Habla con él, infórmale que me gustaría reunirme con él este fin de semana —digo.
Antes de reunirme con él puedo hablar con Violeta y mi mujer. Si a ninguna le parece adecuado, yo mataré al hombre sin que la rubia tenga que verlo, pero le daré pruebas de que el hijo de puta ya no tiene oportunidad de seguir lastimando a las mujeres.
Antes de salir de la empresa paso por la oficina de mi mujer.
—No salgas sola por nada del mundo —me da una mirada mordaz antes de responder.
—No podría ir muy lejos, me encontrarías en segundos —me recuerda, eleva su antebrazo y señala dónde está el implante de rastreo.
Después de lo que sucedió con André y de que él me dejará con los brazos atados quitándole todos los dispositivos de rastreo a Isabella, decidimos implantar dos en su cuerpo, ninguno será detectado y su señal será encontrada hasta en el peor hueco del planeta.
—Oliver estará afuera y antes de que salgan de la empresa me lo hará saber —digo —si me necesitas me llamas.
Miro a Amelia, la cual aparta su mirada de inmediato —cobarde— siempre he derrochado amabilidad con la mujer y aun así me teme porque le grite cuando no hizo los recados de mi mujer.
—Nos vemos en la mansión.
—Tu madre me invito a su casa —dice antes de que yo pueda salir —creo que iré con ella.
—Mi madre me está robando a mi esposa, es más lo que pasas con ella que lo que estás conmigo.
—¿Puedes dejar el drama? Solo he ido con ella dos veces esta semana.
—¿Y te parece?
Pone sus ojos en blanco mientras me hace una señal para que salga de su oficina.
—No demores allí o iré por ti y le prohibiré a mi madre volverte a ver.
—Estás loco —su sutil risa me hace reír.
Arno me acompaña en el auto mientras nos dirigimos al depósito del norte y a la vez me va dando la información sobre mi primo. Desde que Antón lo dejó ir no hemos podido dar con su paradero.
Busque a sus mujeres y nunca llegó a ellas, seguramente haya muerto o esté en algún lugar escondido, aunque me inclino más a la primera opción.
—Encontraron un cuerpo a las afueras de Berlín, pero no se sabe si sea Axel —me informa.
—Que la ley haga los análisis, pero que no se relacione conmigo si llega a ser él —menciono —sabes a quién dirigirte.
Hemos encontrado más de seis cuerpos con las características de Axel, pero ninguno ha sido él.
Cuando llegamos al depósito, Evans me está esperando y tal parece es para informarme sobre Benno —qué buen servicio— camino junto a él hasta llegar a mi oficina.
—Que rápido te comunicaste con él.
—Hermano —hago una mueca de disgusto y él se ríe, sabe cuánto odio que me diga esa palabra —estás hablando con tu hombre más eficiente.
—Cuéntame, ¿Qué dijo?
Siento esto como un Deja vu. Como cuando le solicité una cita a Fred y terminó invitándome a su fiesta donde nos topamos con Kurt y pudimos matar dos pájaros de un solo tiro.
—Él sabe que no puede negarse a reunirse con la persona que lo puede posicionar en la alcaldía de colonia —la voz de Evans tiene algo de sarcasmo y claro, él sabe que Benno nunca llegará a gobernar algún lugar aquí en Alemania.
—¿Entonces qué dijo? ¿Vendrá a Berlín?
—Estuvo precavido mientras hablamos, pero aceptó reunirse contigo este fin de semana.
Bueno, ya di el primer paso, ahora me queda hablar con mi mujer y con Violeta.
—Le pediré a Anja que haga una reserva en algún restaurante donde pueda hablar con Benno —digo —también quiero que me acompañes junto a Arno.
Mis dos hombres más leales y todo esto se ha demostrado a lo largo de los años y aunque dudé por un instante de Evans. Ahora mismo puedo jurar eterna confianza en él, no me traicionaría, sabe que mi hermana está de por medio y la ama tanto que no se atrevería a lastimarla, por otro lado, Arno, ha demostrado lealtad a la familia y a la mafia que no sería capaz de dudar de él.
Pero bueno, en este mundo de mierda nos podemos levantar al día siguiente descubriendo que tu mano derecha acaba de traicionarte.
—No te acompañaré toda la noche y si quieres asesinar al tipo no presenciaré eso.
—Aun con tu ridícula fobia.
—Me da asco ver tanta sangre y además odio ensuciar mi ropa y terminar oliendo a muerto.
—Como digas, además solo quiero hablar con Benno hasta que pueda decidir qué voy a hacer con su vida.
Y es así, le demostraré que lo estoy apoyando en su candidatura, pero luego lo golpearé por la espalda y arrebataré su vida como el arrebato la inocencia de mi mujer.
—¿Te dijo Arno que encontramos un hombre?
—Dijo que tenía algunas señales de que fuese Axel, pero seguramente pasará como los seis anteriores.
—Tiene el mismo lunar que tenía Charles.
De todos los hijos de Charles, los únicos con ese lunar en su hombro son Cristal y Axel, así que posiblemente este hombre sí llegue a ser mi primo.
—¿Tienes fotos?
—Siempre, aunque odie ver tanta sangre y como los mates, a menudo guardo las fotos como evidencia.
Lo mismo hizo cuando mi mujer asesinó a Antón y a Charles. Pero en ese entonces fue porque Isabella se lo pidió.
—Envíamelas todas por correo, quiero asegurarme de que sea él, además en cuanto la ley tenga los resultados dile a Arno que me los haga llegar —digo poniéndome de pie.
—Estoy en eso.
Teclea algo en su celular y el mío no demora en vibrar.
—Que buen servicio, cuando Anja tenga listas la reserva te lo haré saber —digo —aunque estoy seguro de que lo sabrás antes que yo.
Anja empezó a trabajar a principios de este año conmigo y aunque al inicio me negué, terminé aceptándola. Ella quiere involucrarse y saber más del negocio familiar y aunque sé que puede ser peligroso, también sé que Evans estará ahí para protegerla al igual que yo.
☙❧
Después de debatirme por tres días completos y haberle preguntado a la psicóloga si lo que estaba a punto de hacer era correcto, decido hablar con mi mujer. Quiero contarle lo que planeo, pero omitiendo que esto es parte de un regalo de cumpleaños.
Y aunque Violeta me dijo que lo pensara muy bien antes de tomar una decisión, ya que esto puede ocasionar que el proceso con la rubia retroceda, quiero arriesgarme y hacerle saber que poco a poco los peligros del pasado van desapareciendo.
—Te veo impaciente, algo nervioso —asegura la rubia mientras saborea el dichoso pastel que le acabo de dar.
Ahora resulta que no solo quiere pasteles de fresa, sino que también debo traer uno más de una fruta diferente. A este paso estoy seguro de que traeré al repostero para que cada que ella pida un pastel lo tenga enseguida.
—Quiero hablar algo delicado contigo, pero no sé cómo empezar —mis manos sudan y me maldigo porque nunca había estado nervioso, bueno, desde que conocí a mi mujer me mantengo nervioso.
—Debe ser algo importante.
—Es sobre ti —abre sus ojos como plato e imagino que estará pensando lo peor —es sobre los hombres que te hicieron daño.
Traga todo el pastel que tenía en la boca para poder hablar.
—Ya eso quedó atrás, nos deshicimos de ellos —asegura y me siento tan orgulloso porque no hay miedo en sus ojos.
—Queda uno y quiero deshacerme de él cuanto antes —suelto las palabras, pero falta lo más importante.
Quiero que sea ella quien le apunte con su arma y acabe con la vida de él y le quite el privilegio a seguir gozando de los lujos terrenales.
—Benno —su mirada se torna oscura, pero sigue sin mostrar miedo en ella.
—Quiero acabar con él, pero quiero que tú estés allí —confieso —que seas tú quien le quite la vida y le haga saber que aquella niña a la que hirió, ahora es una mujer que vino a cobrar venganza.
Hace silencio por más tiempo del necesario y tengo la necesidad de decirle que no la expondré a ellos si le afecta, que yo puedo hacerlo todo y solo enseñarle la evidencia de que este hombre ya no está.
—Si no estás preparada lo entiendo y joder, siempre lo entenderé. Puedo acabar con él y el resto de personas que sean un peligro para ti.
Antes de continuar hablando, ella rompe su silencio.
—No sé qué va a pasar cuando lo vea, no sé cómo reaccione, pero siento que mis miedos y temores acabaron cuando descargue mi frustración y rabia con Greta. Sé que no llevo un año con mis terapias y también sé que lo que viví no lo puedo olvidar de la noche a la mañana, pero también sé que quiero verlo muerto como a los otros, quiero demostrarle que ahora no soy débil y puedo defenderme.
Mierda. Esa es mi mujer. Una jodida diosa.
—Hoy me reuniré con él, cree que lo apoyaré en su candidatura, pero lo que no sabe es que hoy empieza la cuenta regresiva de sus últimos días de vida.
—Quiero ir contigo —pide.
—Antes de darte una respuesta quiero que te reúnas con Violeta, que le cuentes que sientes y que ella nos asegure de que esto no es tan malo como parece.
Su respuesta llega de inmediato. Nos comunicamos con Violeta, quien asegura llegará pronto a la mansión.
☙❧
ISABELLA
En una de las terapias, Violeta me dijo que no temiera enfrentarme a mi pasado y a mis miedos, ya que enfrentándome a ellos los podía destruir y a la vez construir un presente y futuro mejor.
Así que eso estoy haciendo, me enfrentaré al hombre que me destruyo, al que más ultrajo mi cuerpo y mi mente, porque Benno fue quien empezó todo, quién le aseguro a mi padre que yo estaba exagerando, que solo era un juego que yo había malinterpretado. Fue el hombre que terminó de vendar los ojos a mi padre.
Así que como lo dijo Ronald, hoy empieza la cuenta regresiva de los días que le quedan de vida.
—Evans y Arno nos acompañarán durante la cena —no sé si sea capaz de ingerir algún alimento mientras observo la cara del hombre que me ha perseguido desde que tenía diez años.
—¿Lo llevaremos al depósito hoy? —pregunto con gran interés.
Entre más rápido me deshaga de él, más rápido cerraré esa parte de mi pasado.
—Hoy no, para la siguiente semana lo tendremos en el depósito del norte, en la misma habitación donde estuvieron Fred y Kurt. Trabajaremos minuciosamente en su muerte y luego nos iremos a celebrar tu cumpleaños con el siguiente regalo.
La comisura de mis labios se eleva en una sutil sonrisa.
—¿Siguiente regalo?
—Sí, no quería decirlo ahora, pero el fin de Benno es uno de los regalos que obtendrás en tu cumpleaños número veintidós.
Mi esposo me introdujo en su mundo sangriento y yo nunca lo vi mal, al contrario, quise saber más de esto hasta el punto en el que ya estaba más que interesada y trabajando junto a él.
—¿Entonces cuál es el siguiente regalo?
—te va a encantar, es lo único que puedo decirte, te haré feliz y te recordará tu primer mes en Berlín —por más que lo piense no logro descifrar que es.
¿Una noche en el hotel donde lo vi por primera vez? Tal vez.
El viaje al restaurante no fue largo, fue más bien algo corto. Cuando llegamos al lugar y uno de los meseros nos llevó hasta la mesa donde nos reuniremos con Benno, este aún no había llegado y esto nos sirvió para aliviar los nervios que pudiéramos tener.
Pero siendo realista y sincera, no tengo nervios.
—Vamos a pedir una botella de vino tinto Mauro del año 1998 —habla Ronald mientras yo me encargo de observar la entrada del lugar.
—Yo quiero un vaso de agua con unas gotas de limón y dos hojas de menta —pido antes de que el mesero se aleje.
—Está a cinco minutos del restaurante —informa Evans llamando mi atención.
—Llega tarde —susurro.
—No, nosotros llegamos temprano —me corrige Evans —¿Qué le ofrecerás al hombre?
—Dinero para financiar su campaña —asegura Ronald —aunque no es del todo cierto, ya tengo mi candidato del cual James se está haciendo cargo.
—¿Crees que caerá tan fácil? —esta vez soy yo quien hace la pregunta.
El mesero se acerca y dejan nuestras bebidas sobre la mesa.
—Tal vez, en tiempos de política todos necesitan apoyo y Benno sabe quién soy yo, así que no dudara en aceptar.
—Ahí viene —murmura Evans.
Tres hombres se acercan a nuestra mesa y se posicionan frente a nosotros. El del centro lo reconozco de inmediato, no es que haya cambiado mucho en estos casi doce años.
—Señor Richter —saluda Benno con su asquerosa voz.
—Es un gusto poder verlo en persona, Benno —Ronald no es muy formal, le habla con su nombre de pila.
—El gusto es mío, cuando recibí la llamada de su trabajador dude que quisiera apoyarme —Ronald le hace una señal para que tome asiento.
—Mi esposa y yo decidimos apuntar nuestro apoyo a otra persona —Ronald me involucra rápidamente en su conversación y lo único que puedo dirigirle al hombre es una sonrisa tensa.
—Es importante cambiar, tal vez nos vaya mejor con usted —mi voz sale ronca y es por el enojo que tengo.
Saber que siguió con su vida y nunca ha sentido culpa por lo que me hizo y ni pensar de cuántas niñas pudieron caer en sus asquerosas manos.
—Había escuchado que tenía gente apoyando la candidatura de Marco y que ha invertido mucho dinero —no escucho mal, Ronald hizo un trato con ese hombre.
—Escucho mal, tal vez estuve pensando en apoyarlo, pero recordé que mis suegros son amigos suyos, así que hablé con mi mujer y decidimos apoyarlo a usted.
Ronald es un mentiroso innato. Cualquier que no sabe sus planes estaría cayendo rendido ante toda esta sarta de mentiras.
—Tenía entendido que Isabella no habla con sus padres desde que se casó con usted.
—Está muy bien informado señor Benno —intervengo antes de que Ronald pueda hablar —no tengo relación cercana con mi familia, pero eso no me impide ayudar a un viejo amigo.
Los ojos de Benno se iluminan.
—Es bueno volver a ver a la pequeña Isabella, hace mucho no nos veíamos —ahora el hombre se siente menos tenso.
—Eso parece, no lo veo desde el viaje que hizo usted, sus amigos y mis padres a Inglaterra —las palabras rasgan mi garganta y mis manos pican por querer arrojarme sobre él y clavarle el cuchillo que tengo enfrente.
—Lástima que las cosas hayan terminado mal en ese entonces, fue una pena todo lo que ocurrió.
Antes de que pueda volver a hablar, Ronald interviene y lo miro. Su cuerpo está tenso y una de sus manos está en puño haciendo que sus nudillos se tornen jodidamente blancos.
—No queremos hablar del pasado —dice mi esposo —solo queremos saber si aceptará nuestra oferta.
—¿Qué tienen para ofrecerme? —su pecho se infla con aires de superioridad al preguntar y joder, me rio porque él no sabe lo que le pasara en los siguientes días.
—Voy a patrocinar el setenta por ciento de su candidatura —ofrece Ronald y a Benno se le iluminan los ojos —¿le parece bien?
—Es una excelente oferta, así que no puedo desaprovechar esta oportunidad.
Los hombres siguen hablando y yo me limito a escuchar y observarlos.
Benno parece estar feliz, pero más feliz estoy yo por lo que se viene.
NOTA DEL AUTOR
Disfruten del capítulo, nos leemos en el siguiente.
Recuerda que con tu voto y comentarios estás apoyando el libro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top