CAPÍTULO 67

ISABELLA

Desperté al sentir un movimiento brusco en mi cuerpo, el cual me hizo golpear con algo duro, lo cual me generó un gemido de dolor. El movimiento no se detuvo y al abrir mis ojos me percate de que estoy en un auto en movimiento.

Trato de sentarme, pero me es imposible, ya que tengo ambas manos sujetadas en mi espalda.

Doy un golpe en uno de los asientos delanteros del auto y un hombre se gira y me observa.

—Has despertado —su tono está lleno de burla.

—No idiota, arrancaste mis putos ojos, por eso te estoy mirando —digo girando mi mirada a la puerta e ideo como salir del auto, pero todo me lleva a la muerte.

Si salto con el auto en movimiento es difícil sobrevivir y si llego a sobrevivir, ellos podrán atraparme nuevamente.

Si intentó herir a uno, él otro me puede golpear y es algo que debo evitar.

Intentar ganar el control del auto sería aún más peligroso y aseguraría mi muerte.

—¿A dónde me llevan? —pregunto mientras ignoro mis pensamientos.

—Con nuestro jefe, quiere verte —habla el hombre que va de copiloto.

—¿Quién es tu jefe? —pregunto, aunque estoy casi segura de que no me dirán.

—Alguien que desea conversar con usted.

Ja. Si quisieran conversar conmigo no habrían hecho esta idiotez, se hubieran presentado en la empresa o con Ronald. Dios. Ronald va a volverse loco cuando se entere de que no estoy en la empresa.

—¿Qué hora es? —pregunto al percatarme de que está oscureciendo.

—Casi las siete.

Jesús. Ronald debe estar como loco, no hay forma de comunicarme con él y menos de que pueda saber dónde estoy.

—¿Puedes levantarme? —pido antes de intentarlo, la posición en la que me tienen no es muy cómoda.

—Ya vamos a llegar, así que no es necesario —el conductor habla por primera vez y tiene un leve acento al inglés británico.

Puede ser que Eric haya cumplido su promesa y esté aquí en Alemania para joderme la vida, pero si es él no la tendrá fácil. Mierda. Y si fue Eric quien envió la comida y no Greta, como lo creíamos con Ronald.

—¿Tu jefe se llama Eric? —tiento un poco mi suerte, queriendo que solo me lo confirmen.

—No estamos en posición de responder a sus preguntas.

«Y tampoco estaban en posición de secuestrarme» pienso.

Mientras el auto avanza me hago más consciente de lo que está pasando. Me acaban de secuestrar. Me llevan a un lugar que no conozco y que nadie sabe que estaré allí y solo Dios sabe lo que me van a hacer.

La realidad me golpea al darme cuenta de que Ronald no tiene como encontrarme, ya que mi teléfono lo deje en la oficina porque no iría muy lejos.

Siento como el auto gira en una curva haciendo que mi cabeza choque con el asiento delantero.

—Suave, sabes que la debemos llevar sin un rasguño.

—Te recuerdo que la golpeamos para poder subirla al auto.

Los hombres inician una discusión y los ignoro. Ahora mismo debo sentarme y observar hacia donde me llevan, ya que los giros que da la camioneta no me indican nada.

El hombre que va conduciendo detiene el auto y gira para mirarme.

—Muy astuta —su mano golpea mi rostro haciendo que caiga nuevamente y aunque pude ver árboles, pero eso no me indica nada.

—Deja de golpear a la mujer, él la quiere para negociar y si el puto alemán le ve un rasguño nos iremos directo al infierno —comenta el copiloto inclinándose hacia donde estoy.

—No creo que sea él quien los envíe al infierno, porque les aseguro que yo lo haré —estoy labrando mi final, pero no se las dejaré fácil.

—Voy a cubrirte los ojos —aunque este hombre hace más una pregunta que una afirmación, el conductor se ríe por lo que acabo de decir.

—Solo tápale los malditos ojos —su voz está carente de gracia, aunque logro ver una media sonrisa en su rostro.

Le suplico con mi mirada que no lo haga. Con mis brazos sujetados en mi espalda y mi visión vendada no puedo hacer nada. Solo esperar a lo que ellos van a hacer conmigo.

—Por favor —antes de que pueda acercarse le suplico —no me levantaré, pero no me tapes los ojos.

—Nena, no quiero, pero debo seguir órdenes de este idiota —acusa a su acompañante y no puedo hacer nada más que forzar mis brazos y moverme desesperadamente para que es no me vende.

Mis intentos de forcejeo fueron en vano y el hombre logra taparme los ojos con un trapo que desciende hasta mi nariz generando un desespero en mí. ¡Dios! Por favor, que Ronald me encuentre pronto, en la situación en la que estoy no puedo defenderme y poner en práctica lo aprendido este tiempo.

Además, mi arma y mi cuchillo se quedaron en la oficina. Soy y fui una tonta al salir sin nada y con solo un hombre siguiéndome.

Siento como el auto se detiene y las puertas se abren —Dios, permíteme salir viva de esta— unas manos se posan en mis pies e intento retroceder, pero es en vano porque me saca del auto casi que arrastrada.

—Quiero regresar a Inglaterra lo más pronto posible —uno de los hombres me tiene sobre su hombro como si se tratara de cualquier bulto.

Dicho esto, no me cabe duda que es Eric quien regreso, pero es un tremendo idiota.

—Mi familia me espera, estoy harto de estar en este país de mierda —siguen hablando mientras caminan —espero que el jefe sepa lo que hace.

Mi cuerpo es tirado a algo esponjoso de una manera poco delicada.

—Idiota —menciono sin poder ver quienes hay junto a mí y si los hombres siguen estando ahí.

—En un momento viene el jefe —susurra el hombre que fue más gentil.

Pero ni así podré salvar su vida.

—¡Dile a Eric que se prepare porque daré guerra y se arrepentirá de haberme traído aquí!

Escucho risas y la piel se me eriza. ¿Si estos hombres quieren algo que no puedo darles?

—Extrañaba esto de ti, tienes potencial para dirigir mi país conmigo —mis ojos pican al momento que quitan el trapo de ellos.

La voz se escucha profunda y fuerte y aunque aún no enfoco el rostro del hombre, sé quién es, jamás me olvidaría de su voz.

—Aunque ya eso no se podrá, escogiste un hijo de puta como marido —la voz de André me hace estremecer, sus ojos verdes escanean mi cuerpo mientras sonríe.

—Ese hijo de puta te va a matar —aseguro.

—No lo hará, tengo a su preciosa mujer —el convencimiento en su voz me sigue haciendo estremecer.

—¿Crees que él no me encontrará antes de que tú cometas una estupidez?

—Claro, con todos los rastreadores que tenias, seguramente ya lo tuviéramos aquí —mis ojos se abren de una manera sorprendente. ¿Rastreadores? —Tu marido es inteligente, aunque yo te hubiera puesto uno en el coño, nadie lo descubriría.

—Eres un maldito bastardo.

Rastreadores. Coño. Inteligente.

André es un jodido imbécil.

—Debes estar consciente que si me sueltas alguno de los dos terminará muerto.

—Nena...

—¡Tengo un jodido nombre, deja de llamarme así! —me pongo de pie, pero este me empuja haciendo que caiga nuevamente a la maldita cama.

—Eso lo sé, fui yo quien te entrenó —ignora mi petición.

—André, no sabes nada de mí, lo que fui hace seis años desapareció junto a ti —le recuerdo.

—Sé que no puedo volver a mi país porque el jodido alemán se comunicó con mi padre —ignora mis palabras —quiero dos cosas —su mirada recorre mi cuerpo y me produce repugnancia.

Hace años añoraba esa mirada y su toque, pero ahora solo genera asco y desprecio en mí.

—No debiste secuestrarme —digo —Ronald te va a matar.

—No lo hará, porque para cuando te encuentre yo ya estaré en mi país con mi familia y siendo el heredero del gran Harry.

—Él te encontrará —trato de tener seguridad en mi voz mientras le hablo.

—Nena, no lo hizo cuando estuve junto a Charles, mucho menos lo hará ahora.

Escucho sus idioteces y cuando menciona a Charles un revuelo de pensamientos me distraen. el muy maldito estaba trabajando con Charles, eso significa que él también tuvo que ver en todo lo que le hicieron a Ronald.

—Si los planes hubieran salido como los teníamos, ahora mismo tú y yo estaríamos gobernando la mafia en Inglaterra.

—Estás malditamente loco.

—Recuerdo que querías estar conmigo.

—Eso fue hace seis años, cuando no sabía que estabas casado y tenías hijos —le recuerdo —ahora solo siento asco y pena por mí, porque le creí a un hombre que solo quería follarse a una niña.

—Te quería conmigo, pero tenía prioridades en ese entonces, así que no podía llevarte conmigo —se inclina acorralándome entre su cuerpo y sus manos —pero ahora ya podemos estar juntos si eso es lo que quieres.

¿Quiero estar con André? Eso es una pregunta que se responde sola. Ahora y en mi futuro solo puedo ver a un hombre. Solo puedo pensar en Ronald y todo lo que tenemos planeado para hacer.

—Voy a llamar a tu esposo y le diré cada maldita cosa que tiene que hacer —el maldito tiene una jodida sonrisa en su rostro que me produce escalofrío —tendrá que darme mucho para poder tenerte nuevamente.

—Nunca, no recibirás nada de nosotros.

—Lo haré, estoy seguro de que Ronald no se arriesgaría a dejarte en mis manos.

Veo como André marca un par de números en su teléfono para luego ponerlo en altavoz. El teléfono no demora en ser atendido.

—El famosísimo alemán —menciona André sin permitirle a la otra persona hablar —Hay alguien que quiere hablar contigo.

—Si le tocas un cabello a mi mujer juro que te mato —vocifera Ronald.

—No estás en posición de amenazas, yo tengo algo que quieres y tú puedes darle solución a la mierda en la que me metió tu tío.

—No es una amenaza, por cada segundo que sigas respirando al lado de mi mujer, tu tortura se duplicara —asegura Ronald.

—Te daré tres horas, en esas tres horas debes hacer un acuerdo con mi padre donde aseguran mi regreso a Inglaterra.

—No tengo por qué hacerlo, tú escogiste trabajar con Charles, tu ambición te vendo los ojos y es lo mismo que hace ahora, además sabes que encontraré a mi mujer.

—Yo no arriesgaría tanto, mira que nuestra nena es exquisita y no me importaría recordar viejos tiempos —Jesús, la sonrisa de André me sigue haciendo estremecer —¿estás dispuesto a compartirla conmigo? Si no es así, ya sabes qué hacer.

Mierda. No quiero que André me toque y mucho menos de la manera en que está pensando, así que debo ingeniar cómo escabullirme de él.

—Que me asegura que tienes a mi mujer.

Ronald está furioso, no, más que furioso y eso lo noto en su tono de voz, aunque trata de notarse calmado.

André se acerca a mí y pone su teléfono en todo mi rostro.

—Habla, nena —pide, pero no soy capaz de hacerlo —dile a tu marido que haga lo que le pido.

—Ronald —mi voz sale en un susurro.

—No te preocupes, dulzura, estoy rastreando tu ubicación y estaré pronto allí —trata de tranquilizarme.

—Él dice que retiró todos los rastreadores que tenía conmigo.

—¡Mierda! ¿Tienes tu anillo? —acarician mi dedo anular izquierdo donde se suponía debía estar mi anillo de boda y no está.

—Se lo llevó —André escucha nuestra conversación sin mencionar palabra alguna.

—Dulzura, ¿recuerdas el aro que te regale en tu cumpleaños? —pregunta —el que llevas en una de tus orejas.

—No te esfuerces, no quedó ni uno, a menos que le hayas puesto uno en el coño, entonces tendré que revisar.

—¡No te atrevas! —el grito que da Ronald retumba a través de la línea.

—Tienes... —André observa su reloj —exactamente dos horas y cuarenta minutos para convencer a mi padre.

—Dulzura, no te preocupes, voy por ti...

André no permite que Ronald siga hablando y finaliza la llamada. Dios, su voz se oía tan desesperada y me aterra escucharlo de esa manera y más en este momento que apenas se está recuperando.

No debería venir, no debe caer en la trampa de André. Estoy segura de que este no querrá solo volver a su país y hacer como si sus planes no hubieran fracasado.

—Siempre has sido tan inteligente —su mano desciende por mi mejilla hasta posicionarla en mi cuello —me atrajo eso de ti y estoy seguro de que también al alemán.

—No deberías tocarme y mucho menos mirarme de esa manera.

Su toque realmente me repudia y él lo puede ver en mis ojos.

—Hace unos años suplicabas porque lo hiciera, ¿qué cambió?

—Todo —digo con seguridad —te fuiste sin darme una explicación, regrese a mi país y me enamore de un hombre que me ve como lo mejor que le ha podido suceder.

—¿Crees que te ama? En este mundo tenemos a nuestra esposa en casa, la cual sirve como incubadora para traer a nuestros herederos, pero en la calle tenemos miles como lo fuiste tú conmigo. Una puta.

Sus palabras me hieren y no porque sienta algo por él, sino porque me está tratando como una basura.

—Pero si quieres convertirte en mi esposa puedes hacerlo —su otra mano acaricia mi muslo interno haciendo que mi vestido se empiece a subir.

—No volveré a ser tu puta —escupo su rostro tratando de retroceder, pero lo único que logro es tumbarme en la cama —y para que sepas, tengo un maldito esposo que es muy diferente a lo que tú describes.

—Entonces hagamos algo —cada cosa que hace o dice me repudia a más no poder —tengo exactamente dos horas para hacerte entender que siempre has sido mía.

—¡Joder! No soy tuya, nunca lo he sido y lo que fuimos hace unos años murió cuando huiste.

Este ignora cada palabra que le digo. Arranca mi vestido de un movimiento haciendo que mi piel arda y dejándome solo con unas bragas —en este momento agradezco haberlas puesto, pero odio estar sin sostén y que él tenga acceso directo a mi cuerpo— su mano acaricia uno de mis pechos.

—No lo hagas —suplico, el miedo me invade e imágenes de años atrás vienen a mi mente.

—Nena eres tan sexy, tu cuerpo se ha desarrollado muy bien —mientras una de sus manos masajea mis pechos, la otra desciende de manera lenta hasta mi entrepierna.

—No lo hagas, André, por favor no me condenes a vivir nuevamente esto —ignorando mis palabras arranca mis bragas de mi cuerpo y mi única reacción es lanzar patadas sin importar donde den.

Él se sube a horcajadas sobre mí inmovilizando mis piernas.

—Por favor —mi cuerpo empieza a tener espasmos y mi voz se vuelve un mar de susurros y súplicas —me matarás si lo haces, no podré vivir con esto.

Y no lo haré, una violación más no la aguantaría. No podría mirar a Ronald a los ojos y mucho menos estar con él sabiendo que otro hombre ultrajo y jugó con mi cuerpo como si estuviera permitido.

—Solo relájate y disfruta —sus caricias en mi cuerpo me queman la piel —vamos a disfrutar como lo hacíamos hace seis años.

No aguanto más. Mis lágrimas nublan mi visión y los temblores en mi cuerpo se triplican. Empiezo a divagar en mi mente para volver a los últimos meses donde he sido verdaderamente feliz, donde descubrí lo que significa ser amado por las personas.



NOTA DEL AUTOR 

Cof, cof... no me digan nada porque estoy muy sensible. 

Comente mucho con demasiado. 

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