CAPÍTULO 47
ISABELLA
Todo el día de ayer lo utilicé para asegurarme de que todo fuera tan perfecto como lo planee. Hablé con la planificadora y me confirmó que mi mesa para trece personas se pudo conseguir y aunque creí que con eso mi estrés y nerviosismo se irían, fue todo lo contrario.
Ahora mismo estoy en una de las habitaciones del hotel donde será mi boda dentro de tres horas. Donde me casaré con el hombre que jure odiar por lo que me estaba haciendo, pero que al final me rendí y dejé que todo fluyera hasta el punto de enamorarme de él.
Quise huir y él me dio la oportunidad de hacerlo, pero al final no fui capaz —ni siquiera lo intente— porque lo que él me demostró y el apoyo que me dio estaba segura de que no lo conseguiría en ninguna parte o con otra persona.
—Creí que tu madre estaría aquí —Marga se acerca con mi vestido mientras logra esquivar a una de las chicas que se está encargando de arreglar mi cabello.
—Supongo que vendrá en un rato —he ignorado su falta de interés hacia mi boda, es como si no quisiera que esto sucediera.
—Posiblemente —deja el vestido sobre la cama y se dirige al baño antes de lanzar una última palabra— cuando venía vi a tu hermana, está merodeando por el lugar.
—Estará buscando a quien arruinarle la mañana.
—Estoy segura de que ya se la arruinó a alguien.
También estoy segura de que buscara algo para hacerme sentir menos e intentar arruinar mi día. Pero me prometí que lo que ella o Greta hicieran no me iba a afectar porque les demostraré que este es mi día y ellas no son nadie para arruinarlo.
—¿Crees que puedas poner menos sombra? Por favor —siento que es mucho maquillaje el que me está aplicando.
La boda es al medio día y ya son las nueve de la mañana y aún nadie de mi familia se ha acercado a esta habitación para preguntarme o saber si necesito algo. Las únicas personas que he visto han sido la hermana y madre de Ronald, aparte de Marga, quien ha estado conmigo desde la noche anterior.
—Aún no comes nada —Marga sale del baño y se une nuevamente a mí—. Voy a decirle a José que nos traiga algo.
—No tengo hambre —mi apetito me abandonó desde ayer muy temprano.
—Yo tengo hambre e imagino que las chicas también —señala a las mujeres que se están encargando de mi peinado y maquillaje.
—Podemos llamar y pedir algo, José debe estar ocupado.
—José no está haciendo nada productivo, así que puede traernos algo de comer —insiste.
Marga no tiene remedio.
—¿Ustedes quieren algo en específico? —Marga se dirige a la puerta y desde allí espera respuesta de las dos mujeres.
—Puedes traerme frutas o solo fresa.
—Fruta está bien —mencionan ambas al mismo tiempo.
Cuando Marga abre la puerta se choca con la presencia de mi madre, la cual hace un recorrido por todo su cuerpo «qué fea costumbre de la señora Hilda». Pero Marga le dedicó el mismo gesto antes de salir.
—Esa niña necesita modales —me mira y luego suspira con resignación—. No tuvo el suficiente dinero para educar sus modales.
—Madre —la detengo, sé por dónde va esto— el dinero no te paga los modales.
—Si lo hace, pagó los tuyos —si supiera mis modales, no estaría diciendo esto.
—Creí que venías a saber como voy, no a darme clases de como aprender modales.
—¿Estás lista? —sé que tenía otra cosa por decir, pero ahora va a callar. Cosa rara en ella.
—Casi —susurro.
—Yo no quería esto para ti —menciona de inmediato.
—Pero no lo detuviste —le recuerdo.
—Y me arrepiento todos los días —sus ojos cafés conectan con los míos.
Soy tan diferente a mi madre, aunque trato cada vez que la veo de descubrir algo que podamos tener en común nunca lo encuentro.
—Hubiera preferido que Ida estuviera en esta posición y no tú.
—No te estoy entendiendo.
—Si él la hubiera escogido, ella sería quien se estuviera casando hoy.
Una presión se instala en mi pecho. Yo sabía los pensamientos de Ida, pero no creía que mi madre pensara igual.
—Pero soy yo, madre. Él me eligió y yo a él —confieso, debe entender que Ida no tuvo, tiene o tendrá alguna posibilidad con Ronald.
—Ese es mi problema, princesa —en este preciso momento estoy odiando su maldito apodo.
Me pongo de pie con un poco de frustración.
—¿Odias que tu hija menor sea feliz? —suelto esas palabras—. ¿O me odias a mi madre?
—Cómo puedes pensar eso —tres pasos son suficientes para que esté junto a mí.
—Porque eso parece.
—Dije todo esto porque eres muy joven y mereces ser feliz —no veo sinceridad en sus ojos, aunque me estoy obligando a encontrarla—. Quiero que tengas la felicidad que te negamos.
—Ahora estoy muy feliz al lado de un maravilloso hombre.
—Te hará daño.
—También se lo puede hacer a Ida.
—Ella es fuerte.
—¡Madre!
—Le disparó a tu padre.
Sé eso, él no me lo ocultó y aunque me molestó que lo hiciera, al final tuve que aceptar que así es él. Que lastimara a las personas que me lastimen.
—Mi padre quería que me acostara con ese hombre.
—cállate —su mirada se dirige a las mujeres detrás de mí.
—Debo terminar de arreglarme, puedes volver cuando me haya puesto el vestido o nos veremos en la ceremonia.
—Piénsalo, tienes aún tres horas para que elijas tu libertad —insiste—. Ida está dispuesta a tomar tu lugar.
—Hace mucho tomé una decisión y por eso estoy hoy aquí.
Mi madre sale de la habitación sin mencionar una palabra más. Con lo que me dijo dejó claro algo y es que me alejaré de ellos.
Definitivamente, cumpliré lo que vine a hacer a Berlín. Alejarme de mi familia y el daño que me hacen.
☙❧
El vestido me queda perfecto y no hay duda de que no hubiese podido encontrar algo mejor o que se amoldara a mi pequeño cuerpo con tanta precisión.
Es un vestido blanco estilo sirena; tiene bordado flores blancas y algunas perlas lo decoran en diferentes partes. Como lo dije antes, es perfecto y es el vestido de mis sueños.
De accesorios llevo unos pendientes que me regaló la señora Kristin. Dijo que son una herencia que le dio su madre y aunque quise rechazarlos porque le pertenecen a Anja más que a mí, ella insistió y lo agradezco porque me lucen de una manera espectacular.
La pulsera que adorna mi muñeca derecha fue el regalo que recibí de mis amigos en mis cumpleaños y el collar que llevo fue el que me regaló mi esposito el día de mi cumpleaños cuando regresamos del restaurante.
—Te ves jodidamente sexy y perfecta —declara Marga desde la cama.
—¿Lo crees?
Me pongo los tacones para estar completamente lista.
—Ese mafioso querrá matar a todos los hombres que se atrevan a mirarte.
—No quiero la muerte en mi boda.
—No sabemos qué pueda pasar —tan linda mi amiga, con sus palabras aumenta mis nervios.
Debería decirme que todo saldrá bien, que la boda será como la planeé. Que Greta e Ida quedarán en ridículo si intentan hacer algo —aunque las palabras que les daré serán más que suficientes para avergonzarse por un rato—.
—Tal vez tu hermana termine muerta —la tranquilidad que desborda al mencionar eso es preocupante—. Con eso de que anda seduciendo al novio.
Iba a preguntarle sobre lo que acababa de decir, pero mis padres interrumpieron nuestra conversación en el peor momento.
—Estás lista —menciona mi padre antes de acercarse a mí.
—Quiero hablar con ella antes de que nos marchemos —dice mi madre—. A solas.
Marga me mira y aunque quiero decirle que no se vaya, mi padre la lleva de su brazo hasta que ambos salen dejándome sola con mi madre.
—¿Pensaste en lo que te dije?
—Si quisiera dejar todo, Ida no tendría como sustituirme.
—Hicimos un plan B, ella está lista para bajar como la novia —la sonrisa que tiene nunca antes la había visto.
—No servirá de nada, seré yo quien se case.
—¿Por qué eres tan egoísta? —su sonrisa se borra de su cara.
Camina hacia mí y sostiene mi brazo de una manera dolorosa.
—Tú eres la egoísta, madre.
—Tu hermana lo ama, deja que ella sea feliz.
—¿Dónde queda mi felicidad, madre?
—Puedes reunirte con Eric, sabemos que tenías una relación con él.
—Tú lo has dicho. Tenía— su mano me sujeta aún más fuerte hasta el punto donde no puedo aguantar más—. Debes soltarme.
—Si te casas me alejaré de ti.
—Lo hiciste cuando tenía ocho años. ¿Lo recuerdas? Dijiste que serían un par de años y me visitarías siempre —le recuerdo—. Y no cumpliste, tampoco me defendiste cuando ellos me hicieron daño.
—Eso es cosa del pasado.
—Cuando regresé porque creí que me extrañaban... ¿Qué hicieron?
Siento como mi mirada empieza a ser nublada por mis lágrimas.
—Me vendieron a un mafioso.
—La idea fue de tu padre.
—Tú no lo detuviste e incluso quisiste que pasara la tarde con uno de los hombres que me lastimó.
—¡Calla! —sube la voz demasiado alta, lo cual llama la atención de las personas que había afuera.
—Hilda, deberías bajar —le dice mi padre al entrar.
—Igual ya terminé —sus suspiros de resignación son evidentes—. Te deseo lo mejor, princesa.
—Tú también deberías bajar —le digo a Marga— yo bajare con mi padre.
La puerta se cierra al momento que ellas salen y mi padre se gira.
—Te ves tan preciosa —me adula mi padre mientras me recorre con su mirada.
—Gracias.
—Si tu... —corta lo que iba a decir girando su mirada hacia un lado.
—Si tu. ¿Qué padre?
—No es nada. Deberíamos bajar.
—¿Tú también crees que debió ser Ida?
No quiero bajar hasta que mi padre me diga que él también prefiere que Ida esté en mi posición, con eso bastará para eliminar cualquier compasión que tenga hacia ellos.
—No.
—Cuando me case pasaré a ser parte de la familia Richter.
—Lo sé.
—Me alejaré de ustedes.
—No te detendré.
—Mi comunicación con ustedes será nula. No quiero saber nada de ustedes después de este día.
Las palabras de mi madre calaron en mi interior, me hizo saber que si ellos no se preocupan por mí. ¿Por qué debo preocuparme por ellos?
—Solo espero que seas feliz.
—Lo soy, con él.
Me alejo de mi padre para poder guardar el pequeño cuchillo en la cinta que hay en mi pierna. No puedo llevar mi pistola por el peso, pero debería asegurarme de que tengo algo con que defenderme.
Aunque estoy segura de que no pasara nada más que una maravillosa boda.
Bajo junto a mi padre hasta quedar en la puerta que nos dirige al jardín donde se celebraba la ceremonia.
—Perdóname por todo —menciona mi padre antes de que las puertas se abran.
El lugar está lleno de personas, todas de pie haciendo honor a mi llegada. Al final se encuentra el arco con el que soñé todas las noches, llenos de flores.
Mi hombre se encuentra a un lado con su mirada dirigida a mí. Desde lejos no puedo apreciar lo hermoso que está, pero lleva un traje gris oscuro que marca cada parte de su cuerpo haciendo que lo desee y ame aún más.
NOTA DEL AUTOR
Un capítulo corto, pero tenía muchas ganas de publicarlo.
Espero de corazón hayan disfrutado lo que pude darles hoy y que sigan ahí conmigo y disfrutando de lo que se viene en el libro.
Comenten mucho, porfis (inserto gato de ojos tristes) siempre los leo y me emociono como ustedes.
Gracias a todos los que me escribieron por Instagram para decirme que amaron los capítulos.
Otra cosa :) en mi Instagram deje cajita de preguntas para que vaya y pregunte hasta lo que ya sabe. :)
Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro.
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