CAPÍTULO 32
ISABELLA
Hace veinte minutos llegué y como cosa rara en Marga me toco esperar. Oliver está sentado a dos mesas de la mía tal como me lo dijo, Arno está afuera del lugar y la camioneta que nos siguió se estacionó en la esquina «no creo poder acostumbrarme a esto».
—Mi queridísima y hermosa amiga —habla Marga mientras se acerca.
Pongo los ojos en blanco al escucharla, no debo enojarme, pues siempre ha sido así.
—Veinte minutos, Marga. —digo mirando el reloj en mi mano.
—Un tráfico terrible —dice mientras se acomoda.
—Ni estando las calles vacías llegarías temprano —digo —un día de estos me cansaré de esperar y me marcharé —le digo lo mismo de siempre.
—Llevas siete años diciendo eso y aún sigues esperándome.
—Te juro que un día te dejaré plantada.
—Lo dudo, pero lo tendré en cuenta —se ríe —yo pagare todo hoy.
—Es lo mínimo —digo —además mi tarjeta le falta poco para quedar en cero.
—Eres la prometida del hombre más rico de la ciudad, no, del país entero —comenta —y dices que tu tarjeta estará en cero, dudo mucho eso.
—Él es quien tiene dinero, yo necesito trabajar para poder obtener el mío —revelo.
—Hablando de trabajo —mueve el anillo en su dedo con nerviosismo —hay algo que debo decirte sobre eso.
—No me digas que ya ocuparon el puesto, esa era mi oportunidad —menciono con tristeza.
—Lo que pasa es que la esposa del hermano de José ocupó ese puesto —dice —pero estamos tratando de buscar algo para ti.
—Tenía esperanzas —hablo —necesito ese trabajo.
—Aún puedes pedirle trabajo al alemán —insiste.
—No quiero.
—Deberías dejar de ser tan terca y aceptar ayuda de otros —manifiesta.
—No quiero que digan que obtengo las cosas por él.
—Pero eres su prometido, casi esposa. Tienes derecho a todo lo que el tenga y pueda tener.
No quiero que todos piensen que conseguí un trabajo por Ronald o mis padres, quiero que todos vean de todo lo que soy capaz.
—Lo pensaré, ahora hablemos de ti. ¿Qué era eso que tenías que contarme?
—Creo que José me engaña —dice casi que en un susurro.
—¿Por qué crees eso?
—Su camisa estaba manchada con labial y yo no uso ese color —se le entrecorta la voz al hablar.
—¿Estás segura de que no era tuyo? —pregunto.
—Más que segura —responde. —Cuando le pregunté dijo que fue un accidente.
Los conozco a los dos hace mucho tiempo y no logro creer que José haya hecho algo así, pero las personas cambian.
—¿De quién supones que es el labial?
—De su secretaria, últimamente están juntos en cada momento.
—¿Cuándo sucedió todo? —pregunto.
—Ayer.
—Deberías hablar nuevamente con él y preguntarle si ya no quiere nada contigo —sugiero.
—Le pregunté si quería terminar conmigo, pero, ¿sabes que respondió? —niego a su pregunta —que lo que quería hacer era casarse conmigo.
—Pero eso es bueno, ¿no?—digo.
—No, porque me está engañando. ¿Opinas que eso fue un accidente? —pregunta.
—No lo sé.
—¿Si el alemán llega con maquillaje en su ropa qué harías?
«Le disparó y luego lo hago con Greta», pienso. Es la única mujer que conozco que está tan cerca de él.
—Hablaría con él, todo tiene una justificación.
—¡Dios Isa! Eres tan comprensiva, si tu hombre llega con maquillaje en su ropa debes decirle que le cortaras la polla —habla en un tono de voz alta haciendo que todos a nuestro alrededor nos miren.
—Baja la voz, por favor —le pido —no puedo hacer eso porque sufriremos los dos —revelo.
—Es obvio que no se la cortaras, pero con esa amenaza revelaran la verdad —dice.
—Entonces si sabes la verdad. ¿Por qué dices que él te engaña?
—Porque no debo confiar en él.
—Yo soy terca y tú una insegura. José te ama.
—¿Eso crees?
—No lo creo, estoy segura.
—¿Qué debería hacer con la secretaria? —pregunta.
—Demostrarle que eres una mujer segura y que José es solo tuyo y no estás dispuesta a compartirlo —le sugiero.
—Tienes los mejores consejos —dice —ahora cuéntame ¿Cómo vas con el alemán?
—Más que bien —sonrió al recordar todo lo que hemos hecho estos últimos días.
—Se te nota. ¿Cuándo es la boda? —hace una nueva pregunta.
—No lo sé, no hemos hablado de eso —revelo.
—Deben casarse rápido —dice —, escuche que él necesita casarse.
—¿Dónde escuchaste eso? —pregunto.
—Eso se rumorea, que le están exigiendo una esposa y si no se casa podría perder muchas cosas —explica.
—¿Cómo es que sabes todo eso? —pregunto.
—Revista, noticias, periódicos. La noticia está por todas partes —saca su celular y me enseña una nota.
"El magnate Ronald Richter tiene los días contados para contraer matrimonio con Isabella Benz, de lo contrario perdería muchas cosas"
Esa noticia debería decir «El mafioso mas temido de Alemania deberá contraer matrimonio»...
—Vivo debajo de una piedra —digo —no estaba enterada de nada.
—Déjame configurar el celular para que recibas noticias de aquí —intenta agarrar mi teléfono, pero lo impido.
—Estoy mejor así.
—Como quieras, pero te enviaré todas las noticias donde aparezcan ustedes.
—No es necesario —digo.
—Es más que necesario, debes estar al tanto de lo que se hable de ustedes —insiste —además puedes saber con quién sale cuando no está contigo.
—¿Cómo puedo saber eso? —pregunto con interés en lo último que mencionó.
—No lo sé —se ríe —es obvio que esto último no lo sabrás, pero te intereso.
Pongo los ojos en blanco, creí que si podía saber dónde se encontraba cuando sale de casa, aún estoy interesada en saber dónde se encuentra hoy.
—Necesito más detalles de todo lo que has hecho en este tiempo con él.
—No te daré ni un detalle.
—Deberías, yo te cuento todo lo que hago con José hasta te dije que me está engañando.
—Piensas que te engaña, pero no lo hace. ¿Qué quieres saber? —le pregunto.
—¿Follaron?
—No —me carcajeo al dar esa respuesta.
«Marga me conoce muy bien y posiblemente descubra que estoy mintiendo».
—¡Oh por Dios! —levanta la voz. —Tú...
—No quiero que todos los presentes se enteren de mi vida sexual, así que baja la voz —la interrumpo antes de que pueda hablar.
—¿Cómo estuvo?
—No te diré nada, pero te aseguro que es un experto en comer coño —le susurro esto último.
—Mujer suertuda —ríe.
—Tú también lo eres —digo.
—Mi José es muy bueno en todo —habla con picardía.
—Lo mencionas cada vez que tienes oportunidad.
Hablamos un rato más, sobre su viaje con la familia de José, mi estadía con el alemán y algunas cosas que posiblemente podamos hacer en el futuro.
Terminamos los cafés con galletas que pedimos y yo me como un muffins de chocolate que estaba increíblemente delicioso —opté por llevar unos cuantos para la casa y compartirlos con Ronald—. Nos detenemos cuando se empieza a oscurecer afuera.
—Hemos hablado mucho —digo mirando mi reloj.
—Necesitamos otra salida de estas —dice cuando nos levantamos.
—Pero deberás ir a mi casa, no puedo seguir esperándote por veinte minutos en un lugar yo sola —digo.
—No estabas sola —dice —ese chico nunca despegó la mirada de ti —Señala a Oliver.
—Como digas —digo para evitar una discusión donde posiblemente ella quede como ganadora sabiendo que tengo toda la razón.
—¿Nos vemos el fin de semana? —pregunta.
—No, los padres de Ronald nos invitaron a su casa —digo —algo familiar, supongo.
—Entonces no desaparezcas, háblame más seguido —dice.
—Lo mismo te digo.
Me acerco a ella y le doy un abrazo antes de despedirme y subir al auto.
Arno inicia a conducir mientras yo reviso los mensajes de mi celular, tengo algunos de mi padre y otros de un número desconocido —aunque intento odiar a mi padre y tenerle todo el rencor que merece, no soy capaz—.
"—Debemos reunirnos, necesitamos hablar de algo importante".
"—Espero no le hayas contado nada a Ronald".
"—Responde mis mensajes. Isabella, tenemos que hablar".
Es lo que está escrito en los mensajes de mi padre, pero no estoy lista para reunirme con él a solas, posiblemente intente lo de la última vez; además, ¿Qué espera que no le haya contado a Ronald? Que quería que me acostara con el viejo que me lastimo, con la única razón de que obtendría más dinero.
«Necesito odiarlo, detestarlo tanto que cuando llegue el momento de que ellos paguen, no me duela en lo absoluto».
"—Necesitamos hablar, quiero disculparme contigo e intentarlo nuevamente. Estoy muy arrepentido de lo que te dije en ese hotel".
"—Isa. Mi amor, hablemos. Podemos arreglar todo esto y tener algo estable, estoy dispuesto a estar contigo sin importar que".
"—¿Ese hombre impide que hables conmigo? ¿Te ha hecho algo? Háblame por favor".
"—Viajaré a Alemania en una semana, por favor reúnete conmigo".
No tengo que ser adivina para saber que estos últimos mensajes son de Eric, lleva semanas escribiéndome de diferentes números. No entiende que no quiero verlo nunca más, me lastimo demasiado con las palabras que dijo.
Elimino todos los mensajes y bloqueo el número desconocido. Si Eric continúa insistiendo, tendré que cambiar mi número.
—El jefe no vendrá hoy —habla Oliver cuando estacionan el carro.
—¿Por qué? —pregunto.
—Tiene algo que resolver —responde —no quiere que lo espere.
—¿Sabes dónde está?
—Posiblemente en uno de los depósitos, pero no estoy seguro.
—¿Sabes con quién se iba a reunir? —Trato de sacarle información a Oliver.
Arno lo mira antes de que pueda hablar y niega con su cabeza, es obvio que no me van a revelar su ubicación y mucho menos con quien se reuniría.
—No tengo conocimiento —responde.
—Gracias por ocultarme algo que necesito saber —digo antes de bajarme del auto.
Camino hacia la casa, pero me desvió antes de entrar, necesito traer a los perros y llevarlos adentro conmigo, si voy a pasar la noche sola, ellos serán mi compañía.
—¡Oh mis bebes! —exclamó cuando estoy junto a ellos —deben tener mucho frío.
Ron está cada vez más grande y peludo, —eso creo— aunque no considero que alcance a Eike porque ese perro es enorme.
—Esta noche serán mi compañía y podrán dormir conmigo —ellos saltan y ladran cuando intento colocarles el collar para sacarlos.
Pasado unos minutos logró ponerle el collar a Ron y por último a Eike. Salgo con ellos y esta vez atravieso el jardín para poder entrar a la casa.
—Deben esperar aquí —les hablo cuando llegó a la sala —voy por algunas cobijas porque nos quedaremos en este lugar hasta que llegue el narcisista.
Les quito la correa antes de subir las escaleras; entro a la habitación y agarro dos de las cobijas que hay en la cama, me cambio de ropa y bajó de nuevo donde deje a los perros.
Acomodo las cobijas en uno de los sofás y enciendo el televisor —debo buscar algo para distraerme mientras lo espero— ron se sube al sofá y Eike se acomoda en un lado donde lo puedo ver perfectamente.
El tiempo empieza a correr rápidamente y la llegada de Ronald se hace más imposible, «tenía esperanzas de que pudiera llegar temprano». Me levanto y voy hacia la cocina para prepararme algo de comer, no me importa que esté tan tarde —en este momento muero de hambre—.
—¿Tienes hambre? —le pregunto a Eike quien me siguió.
Siempre les hablo esperando una respuesta que jamás llegara, pero le doy una de las galletas que estoy comiendo, «estuve tentada a comerme uno de los muffins, pero ya tienen dueño».
Me como tres galletas más y me tomo la taza de leche que herví —según son efectivas para poder dormir, aunque creo que haré de todo, menos dormir—.
Me dirijo nuevamente hasta el sofá donde estaba, pero me detengo en el pasillo que da a la oficina de Ronald. Pareciera que hay alguien en ella, pero puede ser mi imaginación, ya que aquí dentro de la casa solo estoy yo con los perros porque los trabajadores de Ronald no tienen permitido ingresar sin autorización.
Continuo mi camino hasta llegar al sofá. Ya estando allí miro mi teléfono con la esperanza de que haya un mensaje de Ronald, pero lo único que encuentro son más mensajes de números desconocidos.
"—Sé que podemos arreglar todo esto".
"—Contesta, quiero saber que estás bien".
"—El dinero de tus padres no me importa, eres tú la que lo hace".
Por más que bloquee todos los números de donde me escribe, no se detiene, debo hacer algo para que lo haga.
Luego de confirmar que es pasada la medianoche, decido recostarme un rato y aunque no lo quería hacer, me quedé dormida como un tronco.
☙❧
La luz que daba directo a mi rostro me hizo levantar y me reprendí por haberme dormido y no esperarlo como le dije, pero al parecer él no llego porque de lo contrario estaría junto a mí o mejor aún, estaríamos en la cama.
Me levanto del sofá y me dirijo hacia la salida, debo hablar con Oliver y que me diga donde está Ronald, como sea le sacaré las respuestas que necesito.
—Buenos días, señora —dice uno de los hombres que está custodiando la puerta.
—Buenos días. ¿Sabes dónde está Oliver? —pregunto.
—Está en el jardín —responde.
Camino hacia donde me indico con la intención de encontrarlo allí, estoy segura de que algo paso y que Ronald no está bien.
—Me dirás donde está él —digo cuando lo alcanzo a ver.
—No sé donde está —responde de inmediato.
—Deja de mentirme, sabes perfectamente donde se encuentra y con quien está.
—Te estoy diciendo la verdad.
—¿Está con Greta? —pregunto, pero algo dentro de mí me dice que no está con ella.
—No, pero desearía saber donde se encuentran en estos momentos —su mirada está llena de preocupación.
—No me mientas —insisto —ayer sabias donde estarían.
—No te estoy mintiendo —habla —se complicaron algunas cosas y no logro saber dónde están.
—Algo le pasa —susurro —estoy segura de eso.
—¿Cuándo fue la última vez que hablaste con él? —pregunto.
—Ayer, cuando llegamos, él me hizo una llamada para preguntar como estabas. Desde ahí no hablamos.
Es un idiota, debió llamarme a mí.
Intento llamarlo, pero no hay respuesta, la llamada se va a buzón de inmediato.
—Llévame al depósito —digo —debe estar ahí.
—No están en ninguno —explica —pero no nos desesperemos —pide.
—¡Ja! —bufo —para ti es tan fácil decirlo. Necesito saber que él está bien. —tu hermano está con él, llámalo —le pido.
—Tampoco responde.
—Antón, el otro chico, supongo que también iba con ellos.
—Ninguno responde.
—Entonces llama a Greta —aunque la odio, ella es mi última opción, «absurda opción, porque estoy segura de que no está con ella».
—No tengo su número.
Camino de extremo a extremo con nerviosismo. No debería estarlo, él me dijo que estaría bien, pero también dijo que llegaría pasada la media noche y nunca llego.
Me siento en una de las sillas que hay en el jardín y trato de pensar con quién puede estar —es obvio que nunca lo sabré, solo conozco a su familia y a Evans—.
—Posiblemente esté con los de la junta, cuando se reúnen no pueden tener su teléfono —habla Oliver sacándome de mis pensamientos.
—¿Sabes dónde se reúnen?
—Tienen muchos lugares, pero yo no puedo llegar a ellos.
—¿Tienes idea en cuál pueden estar?
—Sí, pero no estoy seguro. Te dije que no sabía donde estaban, esto es solo una suposición.
—Pues confiaremos en tu suposición —digo —me llevarás a ese lugar.
—No —contesta —no puedo llevarla a un lugar como ese.
—No te lo estoy pidiendo, te lo estoy exigiendo.
—No puedo llevarla.
—Listo, solo dime donde es, puedo llegar —me paro frente a él —dame la maldita ubicación.
—Isabella.
—Solo dame lo que necesito, no te molestaré e incluso si lo encuentro diré que te obligue o me escape.
Quiero estar lo más concentrada posible y tener los mejores pensamientos, pero mi superstición de que algo malo le paso no sale de mi mente.
—Si vas sola moriré al igual que si te llevo —no tengo escapatoria —dice. —Te estaré esperando.
Corro hacia la casa sin decirle otra palabra, hacer que me lleve a un lugar donde ni siquiera estamos seguros de que ellos estén es una locura, pero no me importa.
Me cambio a la velocidad de la luz sin importar lo que me haya puesto, lo único que tengo en mente es encontrarlo.
Llego hasta donde se encuentra Oliver y le habló.
—Estoy lista.
—No va a ser necesario —dice señalando un auto negro que va entrando.
—Lo mataré —menciono antes de dirigirme hasta allí.
Camino a toda prisa hasta llegar donde el auto se estaciona. Respiro profundamente antes de abrir una de las puertas traseras.
—¡Eres un jodido imbécil, inconsciente e irracional! —Grito antes de poder verlo.
—Dulzura —susurra.
—¡Oh por Dios! —Cubro mi boca al verlo.
NOTA DEL AUTOR
Infinitas gracias por todo el apoyo que le dan a cada capítulo, cada vez me sorprendo por el poder tan grande que tienen.
Un capítulo lindo a mi parecer, pero con un final intrigante. Comenten que creen lo que vio Isabella.
Yo les prometí publicar un capítulo por día y el viernes dos, pero no estoy segura de poder hacerlo, ya que los siguientes capítulos apenas los estoy escribiendo y verdaderamente tardo en hacerlo y más en corregirlos, pero haré lo posible para publicar uno mañana, otro el sábado, y si es posible y está a mi alcance, el domingo también actualizo. PERO NO ES NADA SEGURO.
En mi Instagram les dejo el link del grupo de lectoras, espero conversar con ustedes por allá y crear posibles teorías. Si no me siguen aquí les dejo el usuario, Leidygm18
Lo único que les pido es que llenes el capítulo de comentarios, muchos comentarios.
Recuerden que con su voto y comentario están apoyando la historia.
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