CAPÍTULO 29

ISABELLA

—¿Quieres que pasemos por tu pastel antes de regresar a casa? —me pregunta Ronald mientras salimos del edificio.

—No —respondo —quiero descansar y creo que con la porción del almuerzo fue suficiente.

Aunque quise dejar atrás e ignorar lo que dijo, no he podido hacerlo. Lo que está pidiendo es algo que me es imposible por muchas razones que si las enumero. Da una lista infinita porque no estoy ni estaré preparada para tener un bebe.

—¿Qué te dijo Charles en la fiesta? —me pregunta haciendo que mis pensamientos desaparezcan por un momento.

—No mucho.

—Quiero que me lo digas —trata de buscar mi mirada.

—Dijo que era muy joven para todo esto —explicó.

—Todos somos jóvenes en sus ojos —habla.

—También dijo que debería correr ahora que podía, que no sería capaz de resistir toda la responsabilidad que conlleva el estar contigo.

Ahora entiendo que significaban sus palabras.

—¿Te dijo algo más?

—Eso fue todo, no tuve mucho tiempo para hablar con él porque necesitaba un baño con urgencia.

—¿Te toco?

—No —respondo con horror —nunca permitiría algo así.

Mientras Oliver conduce hacia nuestra casa seguimos hablando, pero esta vez de diferentes cosas donde no está incluido el tío Charles.

—Aún hay algo que debo decirte —dice Ronald cuando el carro aparca frente a la casa.

—¿Hay más?

—Mucho más, rubia, hay muchas cosas por decir, pero quiero ir una por una —explica.

—¿Es tan importante como aprender a disparar? —le pregunto —si no lo es, puedes decírmelo mañana.

—Es mucho más importante, ya que esa es la razón del porqué debes empezar a practicar desde mañana.

No creí que la práctica fuese a empezar tan rápido —aunque él dijo que debía aprender antes de mis cumpleaños y para eso falta menos de veinte días— ahora mismo empiezo a arrepentirme de haberle dicho que sí.

—Vamos a mi oficina, allí podemos hablar mejor —me indica.

Bajamos del auto y entramos a la casa directo a la oficina de él; no había entrado aquí desde que le hable del secreto que mis padres me exigieron no contarle a nadie.

—Debemos asistir a un evento unos días antes de tu cumpleaños —empieza a hablar —es de alguien que conoces y quiero que te enfrentes ese día a él, que le demuestres que ya no eres aquella niña débil de la cual se aprovechó.

Siento como mi garganta se cierra y mi boca empieza a quedar seca, no puedo creer que haya preparado esto tan rápido.

—¿Quién es? —Sé que es uno de ellos tres, pero necesito saber cuál.

—Fred Miller.

El hombre que me llevó hasta la habitación, el hombre que cubrió mi boca para callar mis gritos y súplicas, el segundo hombre en lastimarme. Ese alguien con el que querían mis padres que me reuniera por una vez sin importar lo que me fuera a hacer.

—No quiero —camino hacia la puerta —no quiero verlo.

De solo imaginar que puede ocurrir lo mismo de esa tarde, de que no voy a ser capaz de defenderme de él como lo hice de otros tipos, mi piel se eriza y me produce asco. ¿Cómo es que puedo defenderme de otros, pero de ellos no?

—Isabella —logra sostenerme del brazo antes de que pueda abrir la puerta —vamos a hablar.

Me hace sentar en uno de los sofás mientras él se inclina frente a mí.

—No me obligues por favor, aún no estoy preparada —empiezo a hablar.

—No te estoy obligando —sostiene mis manos —te lo estoy pidiendo porque ese día empezará nuestra venganza.

—Es mi venganza y te dije que no estaba preparada.

—Es nuestra porque desde que me contaste todo y decidiste estar conmigo se convirtió en mi venganza —me explica —hoy no estás preparada y lo entiendo, por eso vamos a entrenar y trabajar juntos para que cuando llegue el día todo el jodido mundo se dé cuenta de la poderosa mujer que tengo a mi lado.

—Aún no logro entender porque eres así conmigo —no puedo resistirme a acariciar su rostro —no ganaras nada a cambio.

—No sabes cuanto gane desde que elegiste quedarte aquí —confiesa —eres mucho más de lo que merezco.

—Haces por mí incluso más que mis padres—digo.

—Quemaría el mundo por verte feliz e iría a los cimientos del infierno por lo más mínimo que llegaras a necesitar.

Después del abandono de mis padres, seguido por el de André, creí que era merecedora de solo cosas malas, que había hecho algo tan atroz que me hacía acreedora de cada cosa que me estaba pasando.

Que seguramente lastime tan profundo a mis padres que por eso me privaron de crecer junto a ellos, que herí a André que por eso me abandonó. Pero entre más lo analizaba, lograba entender que nunca les hice daño, que fueron ellos quienes lo hicieron conmigo.

Ahora mismo veo a Ronald y escuchó atentamente lo que dice y todo se oye tan sincero que mi corazón se agranda y algo en mí me dice que confié porque él es todo lo que siempre he buscado.

—Ahora necesito que me escuches atentamente y sepas cada cosa que estaremos haciendo a partir de mañana.

—No perderé ni un detalle —doy un largo suspiro para reprimir las lágrimas que se estaban acumulando en mis ojos.

—Mañana iremos a un campo de tiro mientras adecuamos el espacio aquí —empieza a hablar —practicaremos en las mañanas y luego de almorzar iremos a uno de los depósitos donde terminaremos con él.

—¿Qué vamos a hacer con él? —pregunto.

—Quería torturarlo por mucho tiempo, quería que tuviera una muerte lenta y dolorosa. Pero debemos hacerlo rápido —me estremezco al escucharlo, habla sin una pizca de sentimientos, como si fuese nada lo que estamos a punto de hacer —será torturado y por último serás tú quien termine con él.

—¿Soy quien le va a disparar? —preguntó con horror.

—Seremos los dos, dulzura, yo tiraré del gatillo junto a ti.

Me convertiré en una asesina, pero ellos pagarán por lo que me hicieron, por hacerme crecer con este miedo, por lastimarme de aquella manera.

—¿Haremos todo en el evento? —

—No, el evento es para que puedas enfrentarte a él, cuando toda esa fiesta termine uno de mis hombres lo llevará hasta la bodega donde lo estaremos esperando.

—¿Y si se enteran de que fuimos nosotros? —pregunto.

—No lo harán porque no volverán a ver su cuerpo, será como si Fred Miller jamás hubiera existido.

—Gracias —susurro —gracias por hacer lo que mis padres no pudieron. Gracias por salvarme.

—No tienes que agradecerme nada —aclara —entonces después de todo dicho considero que deberíamos descansar.

☙❧

Nos levantamos lo suficientemente temprano para poder desayunar y marcharnos al campo de tiro.

—Estaremos en el campo hasta las once —habla mientras conduce.

—¿Luego iremos al depósito? —pregunto

—Iremos a almorzar primero porque será una tarde larga.

Mientras él se concentraba en conducir yo me concentré en observar cómo sus músculos se marcan en la camiseta que lleva puesta, sus manos resaltan en el volante del carro. Se ve tan jodidamente sexual con ese simple acto.

—Tal parece que te gusto más de lo que dices —habla mientras gira en una calle.

—Solo te observo —digo —¿Cuándo me devolverás mi moto? —cambio rápidamente la conversación. No es el momento ni el tiempo para confesar todo lo que siento por él.

—¿Me creerías si te digo que la vendí? —habla, pero no me mira.

—Si hiciste eso, estrellaré uno de tus carros —lo amenazo.

Ríe sonoramente haciendo que su pecho vibre, pero a mí no me parece divertido.

—Puedes hacerlo, compraré otro —afirma.

—Necesito mi moto.

—Puedes utilizar uno de los autos si quieres salir —dice.

—Quiero usar mi moto, gaste muchísimo dinero en ella —confieso —es lo más caro que he podido comprar.

—¿Qué estás dispuesta a hacer para que te la devuelva?

—Nada porque es mía.

—Tendré que pensarlo.

No respondo nada a su —tendré— pues esa moto tiene un gran valor, pues invertí casi todos mis ahorros en ella.

Cuando llegamos a un campo amplio que está alejado de la ciudad nos bajamos del auto. Todo alrededor está rodeado de árboles.

—Buenos días, señor —un hombre se acerca saludando a Ronald.

—¿Tienes listo lo que te pedí? —pregunta él sin preocuparse en responder el saludo.

—Tenemos la sapa de tiros preparada —asegura —el campo se lo adecuamos para la próxima semana.

—¿Y qué pistolas tiene? —Ronald sigue hablando mientras caminamos.

—Preparamos cuatro incluida la que usted nos pidió.

—¿Cuáles?

—La Walther P99, Smith & Wesson MP 9, H&K USP Compact y la que usted pidió la Glock G19 Gen5.

No estoy entendiendo nada de lo que dicen, los nombres son algo extraños. Espero que disparar no sea tan difícil como pronunciar todo lo que el hombre acaba de decir.

¿Cuánto tiempo tenemos? —pregunta Ronald.

—Todo el lugar está a su disposición hasta que usted decida marcharse.

—Muy bien.

Entramos por un pasillo hasta llegar a un cuarto rectangular donde al final se veían algunas siluetas de personas, pero todas en papel, algunas llevaban líneas, mientras que otros círculos donde marcaban según yo debería ir la bala.

—¿Estás lista? —me pregunta.

—No —respondo con sinceridad —pero voy a intentarlo.

—Ves lo que está al final —señala las siluetas —se llama tiro al blanco y debes disparar a los puntos que están señalados.

Ronald empieza a cargar de balas las cuatro pistolas que están alineadas en una mesa.

—¿Dispararé con todas? —le pregunto mientras él sigue en lo que está.

—Sí, pero quiero que te familiarices con la Glock G19 Gen5 —expone.

—¿Cuál es? —pregunto.

—Esta —levanta una pistola plateada invitándome a que la agarre.

—Es muy linda —la admiro, pero no me atrevo a tocarla.

—¿Te parece?

—Sí.

—Entonces iniciemos con ella —me hace caminar hasta una línea que nos separa unos metros de las siluetas.

—¿Me paro aquí y disparo? —le pregunto.

—No, debemos buscar una buena posición donde te sientas cómoda.

—¿Entonces qué debo hacer?

—Separa las piernas y alinea los brazos con respecto a tus hombros —me indica.

—¿Así?

—Separa más las piernas, todo será mucho mejor si lo haces.

Separo más mis piernas y él me ayuda a alinear mejor mis brazos.

—Vas a llevar tu índice derecho a este hueco y cuando te diga que tires lo haces.

—De acuerdo.

Ronald mira una vez más mi posición y asiente satisfecho.

—Te ves jodidamente excitante —se sitúa atrás de mí —dispara.

No dudo en hacerlo, aprieto mi dedo en ese hueco y el sonido no se hace esperar, si no llevara los protectores el zumbido en mi oído hubiera sido terrible.

—Abre los ojos y mira lo que acabas de hacer —manifiesta.

—¿Dispare dónde era? —pregunto sin la intención de abrir mis ojos.

—Necesitas práctica para hacerlo —su pecho vibra por su risa.

¿Se está burlando de mí?

Abro mis ojos y efectivamente ha sido el peor tiro que alguien haya dado en toda su vida, la bala parece haber rozado un costado de la silueta.

—Debes tener seguridad al hacerlo —retira el arma de mis manos y luego dispara tres veces dando en todo el número que se sitúa en la frente de la silueta.

—No creo que pueda hacer eso —indico —además hay mucha distancia —me excuso.

—Vamos a hacerlo hasta que logres dar en el número siete —señala.

—Probablemente roce nuevamente el hombro —me sostiene de los hombros haciendo que recupere mi posición anterior.

—Voy a ayudarte un par de veces.

Juntos sujetamos el arma y disparamos un par de veces dando en varios números «efectivamente ha sido por la ayuda de Ronald».

Nos la pasamos así por unas dos o tres horas, él ayudándome a disparar y en otras dejando que yo lo hiciera sola. Todo es más complicado de lo que parece —no logre darle en ningún intento al siete— cada vez que lo intentaba sola la bala iba directo a otro lugar.

«Esto tomará más de veinte días».

—Terminamos por hoy. Es hora de ir a almorzar —proclama.

—¡Soy un desastre! —exclamó.

—Te fue muy bien para ser la primera vez, lograste darle en un hombro —dice con burla.

—Esto llevará mucho tiempo —ignoro su burla.

—Aún tenemos mucho tiempo, ahora vamos a comer algo.

☙❧

Almorzamos relativamente rápido, ya que Ronald debía llegar rápido al depósito porque lo estaban necesitando por algo que surgió a último momento, así que me tocó quedarme sola en su oficina, donde hace poco entró la jirafa que no veía hace días.

—Te ves diferente —me habla ella.

—Ronald me sienta bien —digo —creo que dormir con él me da más energía.

—Yo de ti no estaría tan tranquila —sonríe —puede que se aburra de tu coño joven —me provoca.

—No lo considero —sonrió —ya ves que dicen que el coño joven les encanta y es difícil que lo dejen.

—Ronald está acostumbrado a cosas que no aguantaras niña —no me puedo dejar provocar de ella.

—¿Cómo qué cosas? —preguntó con ironía —¿tu coño viejo?

—Deberías respetarme —se acerca hasta donde estoy.

—Aunque seas mayor, no te debo respeto, aquí quién debería respetar eres tú —digo —hay posiciones y yo estoy en la cima.

La puerta se abre dejándonos ver a Ronald junto a su amigo Evans y Antón. Camino hasta donde Ronald con una clara intención que es molestar a Greta.

—Estabas demorando —hablo con una estúpida voz infantil.

—¿Extrañaste a tu hombre? —sonríe con la clara intención de seguir mi estupidez.

—Demasiado osito —miro a Greta sobre mis hombros para luego besar a Ronald.



NOTA DEL AUTOR 

 Un capítulo corto y tarde, pero que espero que disfruten.Considero que es válida la razón por la que Ronald quiere llevar a Isabella a la fiesta del viejo ese. ¿Qué piensan ustedes? 

 Quería actualizar mucho más temprano, pero mis ideas estaban dispersas y luego me ocupe con mi madre y ¡oh sorpresa! Actualice supertarde. 

 Si encuentran muchas fallas en la ortografía se los agradezco si me lo hacen saber de buena manera. 

 Espero poder actualizar mañana o el domingo, todo depende de lo mucho que interactúen con el capítulo. 

 Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando el libro. 

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