CAPÍTULO 16
ISABELLA
Cuando mis padres me dejaron en el internado y pase por todos esos sucesos comprendí que no me debía apegar a nadie, que no debía sentir nada por nadie porque me destruirían y me abandonaría.
Cuando tenía quince años conocí a André, un tipo de casi treinta años que en ese entonces podría ser mi padre «si me hubiera tenido joven». Hice cosas ilegales con él, no tanto como piensan, pero si estuve involucrada en cosas raras.
Sus carreras ilegales era lo que más me gustaba, cuando estaba en su moto abrazándolo, sintiendo la adrenalina correr en mí, me olvidaba de todo. De mi familia, el internado, los hombres que destruyeron mi infancia y hasta de las personas del internado.
Un año después de revelarme y sentir que por fin era dueña de mi vida y tener a alguien que se preocupaba por mí. André me destrozó, me demostró que lo que creía desde pequeña era real, que nunca nadie se interesaría por mí.
Luego conoció a Eric, nuestra relación era de amigos que follaban cuando querían, pero que nunca tendrían sentimientos, pero mi mente fallo. Siempre me apegue a lo más mínimo que alguien me demostrara, quería ser querida.
La llamada de Eric me lo confirmó. Me confirmó que las personas están conmigo porque obtendrán algo, por simple interés. Tal como lo hizo él, como lo hizo André y como ahora lo hace Ronald.
Nunca podré ser feliz, nunca tendré la familia que quiero y el amor que deseo, comprendo que estoy sola, que siempre lo he estado.
Madure a temprana edad. Fui independiente en la mayoría de los sentidos y aprendí muchas cosas a la fuerza.
Termino de arreglarme porque la madre de Ronald y Anja están llegando y no me gustaría hacerlas esperar. Aunque Anja habla hasta por los codos, me cae superbien y me divierte.
Con Marga nos encontraremos en el centro comercial y luego elegiremos qué haremos —aunque estoy un 99% segura que esta salida es para hablar de la boda—.
—Buenos días —saludo a las mujeres que están en la sala.
—¡Oh, querida! —exclama la señora Kristin —Soy creyente que cualquier cosa que utilices te quedará perfecta.
—Madre, es que esta mujer no es de este mundo —habla Anja —mira su cabello.
Desvió mi mirada de ella y juro que en ese momento la odie. ¿Soy un alíen o qué?
—No me culpes, pero tu cabello es único. Mira que en Alemania hay gente rubia, pero tú estás a este nivel —hace una exageración con sus manos y ríe.
—Pronto cambiaré el color —insinuó.
—¡Nooooo! —exclama Anja alargando la o —tu cabello es precioso, desearía tenerlo de ese color, no este negro tan común.
—Aunque el negro tampoco es muy usual aquí —digo.
—Por eso haces una hermosa combinación con mi hermano.
—¡Uff!
—Ya que hablan de él. ¿Dónde está? —pregunta mi Kristin.
—Tal vez en su oficina o su habitación —le restó importancia y las invitó a sentarse.
—¿Qué quieres hacer hoy? —pregunta Anja.
—Distraerme un poco, olvidarme de lo mi... —cambio de inmediato la palabra —cansada que estoy.
—Yo tengo el plan perfecto —dice.
Hablamos por un rato y les informo que mi amiga viene, se nos unirá. Creí que no estarían de acuerdo, pero fue todo lo contrario, les gusto la idea.
Me contaron algunas anécdotas de Ronald y algunas me hicieron reír demasiado. Quién diría que esa cara guardaría tantas ocurrencias.
☙❧
El viaje en auto estaba sumido en un silencio muy cómodo hasta que a doña Kristin se le ocurrió preguntar cosas de la boda. Boda que ni siquiera tiene fecha.
—¿Ya escogieron la iglesia y el salón para la boda? —pregunta con entusiasmo.
Si supiera que ese tema no se ha tocado en esa casa.
—Aún no, queremos conocernos un poco más —miento, que me lleve el chucho por mentirosa.
—Eso está muy bien, pero deberían casarse antes de que acabe el año —dice.
—Queremos saber más del otro —insisto en mi mentira.
—¿Para qué retrasar algo que si o si sucederá? —pregunta.
—Madre —Anja llama la atención de la mayor —no hagas eso. ¿Sabes cómo debe sentirse? Te lo he dicho.
Le agradezco con la mirada.
—Sabemos que nos casaremos tarde o temprano, pero queremos llevar todo a nuestro ritmo.
—Eso no le gustará a tu padre —manifiesta.
Esta mujer sabe cómo caer mal en menos de cinco segundos. Todo iba tan bien hasta que decidió mencionar la boda y de paso a mi padre. ¿No es consciente de la relación de mierda que tengo con mi familia?
—Deberíamos gastar unos cuantos miles de la tarjeta de Ronald —dice Anja cambiando el tema.
—Necesito algunas cosas, las compras me vendrían bien —formuló.
El viaje continuó y después de casi una hora llegamos a un centro comercial que triplica lo que era el internado en Inglaterra. Nunca había estado en algo tan grande.
—¿Sorprendida? —pregunta Anja al ver mi cara.
—Un poco —me sincero.
—Todo esto será tuyo —suelta eso.
Me ahogo con mi propia saliva. ¿De dónde sacan tanto dinero?
—Nada es mío, todo es de tu familia —trató de restarle importancia. Aunque sigo sorprendida.
—Tú ya eres de la familia —menciona Kristin desde atrás.
Caminamos hasta donde está Marga esperando. José tuvo que marcharse porque tenía cosas que hacer en la empresa.
Cuando la logro ver corro hasta donde está, pareciera que nos vemos hace un siglo. La abrazo fuertemente y ella hace lo mismo, ella y Damián han sido los únicos que mostraron algo de empatía conmigo.
—¡Isa! —me habla, pero quisiera nunca soltarla —¿pasa algo? —pregunta con preocupación.
—Nada. —me alejo de ella y la miro —solo que ya sabes, mis bajones.
—Vamos a distraernos y olvidarnos un rato de todo esto —sonríe y hago lo mismo.
—¿Con ellas? No lo creo —le señaló a las mujeres que vienen conmigo.
—Las involucramos en esto.
Caminamos las cuatro juntas y empezamos a hablar de banalidades. De temas que generalmente no tienen mucho sentido, pero nos hacían reír, sobre todo las ocurrencias de Anja.
No había caído en cuenta hasta que Marga lo mencionó. Estábamos rodeadas de al menos siete hombres donde reconocí a alguno de ellos. Estaban apartados, pero con los ojos sobre nosotros.
—Eso es mucha seguridad —digo al azar.
—Eso es poco, Isa. ¿Puedo llamarte Isa? —pregunta Anja.
—No tengo ningún problema, aunque considero que ya lo habías preguntado —respondo.
—Isa, acostúmbrate a llevarlos siempre junto a ti —señala a los hombres.
—¿Qué tan importantes son? —ni al presidente lo acompaña tanta seguridad.
—Es el peligro. El peligro nos ronda siempre —indica —somos como un imán para él.
—Qué loco todo esto —digo —en Hamburgo sólo tenía a Axel junto a mí.
—Tu familia también reforzó su seguridad, ahora que se unen nuestras familias lo necesitan.
Cada vez que escucho algo de esta familia o de Ronald, me intereso en saber más sobre ellos. Son muy influyentes en el país.
Recorrimos alguna de las tiendas donde compramos algunas cosas, aunque Anja y su madre insistieron, no quise aprovechar. Compre justo lo que necesitaba, al contrario de Anja que salió con la mitad de la tienda.
Pasadas las dos de la tarde nos dirigimos a un restaurante, ya que era tiempo de alimentarnos. Cada una comió cosas deliciosas, todas comieron algo que incluía pescado y aunque yo lo deseara con todo mi ser, no podía comerlo, mi alergia a los mariscos me lo impedía.
—Qué pena por ti, no sabes lo que te pierdes —dice Anja.
—Apoyo a tu cuñada, estos camarones son de otro planeta —menciona mi amiga.
—¿Desde cuándo sabes de tu alergia? —pregunta Kristin.
No quisiera hablar de eso. Cuando descubrí que era alérgica a los mariscos casi muero.
—Cuando tenía quince años —respondo.
—¿Nunca habías comido marisco a tus quince años? —pregunta madre e hija al mismo tiempo.
—No es una comida recurrente en un internado, lo comí en una salida y de no ser por a... —dejo su nombre en el aire —hubiera muerto.
Ese día después del suceso me reí hasta el cansancio con André, fue de esos momentos donde tuve un susto de mierda, pero André lo arregló con sus ocurrencias.
Lo primero que dijo cuando salí del hospital fue —nena, creí que te había matado. Nunca más vuelvas a comer eso, es más, dejaré de comer todo lo que provenga del mar y río para cuidar tu salud.
—Isabella descubrió sus alergias, de esa manera —menciona Marga.
—Todas —sonrió al recordar cuando casi muero por un medicamento que me dieron para los dolores abdominales.
Marga casi muere junto a mí, se culpó por mucho tiempo.
La conversación se hizo amena y disfruté el momento hasta que salimos del lugar. Todo pasó en un cerrar y abrir de ojos, la multitud era increíble. Parecía como si alguna celebridad estuviera allí. Nunca imaginé que estuvieran por nosotros.
—¿Cómo te sientes al casarte con Ronald Richter? —grita alguien y pone su micrófono en mi rostro.
—¿Matrimonio arreglado o fruto de un amor? —grita una mujer esta vez.
—¿Por qué su familia la escondió por todo este tiempo?
—¿Es verdad que está embarazada? —qué pregunta más absurda.
—¿No tiene miedo al contraer matrimonio con el alemán?
—¿Cómo la ha recibido la familia Richter?
—¿Qué se siente ser la futura reina de la mafia en Alemania?
Son tantas las personas que se acercan y hacen preguntas que siento que me falta el aire, sus preguntas me desconciertan. ¿Embarazo? ¿Fruto de un amor? ¿Mafia? Esta última me llamó mucho la atención.
—Señora Kristin. ¿Está de acuerdo con la unión de las dos familias? —le hacen la pregunta a la señora, pero esta no responde.
Siento como caminamos rápidamente y los guardias nos rodean. Marga y Anja hablan, pero mi shock es tanto que no me dejó reaccionar hasta que llegamos al auto. Nunca había pasado por algo así, simple, en Inglaterra era una ciudadana común.
—Llama a Ronald y dile lo que acaba de pasar —dice Kristin.
—¿Cómo se enteraron donde estábamos? —pregunta Anja.
—Necesito agua —le susurro a Marga que ha estado junto a mí desde que nos subimos al auto.
Buscan en el carro y me pasan una botella que tenían en la parte de adelante. Mi respiración se regula y formuló nuevamente las preguntas en mi mente, pero la más clara es la mafia. ¿Eso aún existe? Y si es así, ¿Mis padres sabían con quién me estaban dejando?
—Qué loco todo esto —me río con nerviosismo —¿acaso en esta familia hay alguna estrella de Hollywood?
—Querida, más que eso, pero todo lo hablaremos en casa.
No mencionó nada, quiero decirle todo al narcisista, jodido hombre me estaba metiendo en un problema grandísimo.
Mi mirada estaba fija en la ventana hasta que llegamos a la casa. Nadie dijo nada, nadie habló de las preguntas.
Descubrí todo de ti jodido imbécil, repetía eso una y otra vez en mi mente. No tuve que recurrir a nadie, todo llegó hasta mí sin buscarlo.
—¿Por qué las dejaron solas? —grita Ronald cuando los hombres abandonan los carros —tenían un jodido trabajo y era estar pegados a ellas como malditos perros.
Qué conchudo, cínico, caradura, gilipollas, idiota y lo que le sigue. Yo soy la que debe estar enojada y no con los chicos que nos protegieron, debo estar enojada con él. Me expuso a un mundo con el que no soy capaz de lidiar.
—¡No tienes ningún jodido derecho! —bajo del carro gritándole —eres un jodido imbécil, nunca había conocido a alguien con tus alcances.
Todos me miran como si estuviera loca, como si estuviera sentenciando mi propia muerte, pero el imbécil sonríe con lo que le digo.
—¿Cómo te atreves a gritarle y exigirle a esta gente si tú haces todo lo contrario?
¿Puedo gritarle y enojarme? Decirle cuánto odio que no hablara con la verdad, yo le conté algo de mi pasado y él debió contarme esto. Esto es delicado e importante.
—Me iré de aquí y le diré todo a mi padre —digo pasando por su lado.
—Estás tan enojada por un grupo de periodistas, no exageres rubia —freno mi andar y volteo a verlo.
—Cuánto desearía que fuera solo eso —denoto —eres un jodido mafioso, la palabra narcisista te queda pequeña.
Sus ojos se abren como plato y estoy seguro de que no esperaba que dijera eso, su mirada se dirige a su madre y la furia brota de ella.
—No fuimos nosotras, fueron los periodistas —dice esta.
—Ahora entiendo la petición de esos hombres. ¿Los mataste? —pregunto ya sabiendo la respuesta.
—Debían pagar —responde sin importancia.
—Le diré todo esto a mi padre, esto sobrepasa todo lo que he vivido —entró rápidamente a la casa y me olvido de todas las personas afuera.
Camino de un lado a otro mientras espero que mi padre me conteste. Marco varias veces, pero siempre se va a buzón.
—No hay necesidad de que le avises, él siempre lo ha sabido.
Mis padres me vendieron a un mafioso y no a cualquier mafioso.
Todo a mi alrededor gira y mi respiración vuelve a ser errática.
—¡Joder! —su voz se escuchó más lejos de lo que estaba él de mí.
NOTA DEL AUTOR
Me causa mucha risa porque algunas decían que Isabella también era mafiosa. ¿Cómo llegaron a pensar eso? Sinceramente, nunca paso por mi mente.
¿Suposiciones de lo que pasa en el viaje a Rusia? Los estaré leyendo.
¿Se esperaban tres capítulos seguidos? Creo que no. Yo quería publicar más, pero el cansancio y dolor de espalda no me deja.
Espero hacer un maratón grande en estos días.
Ya saben que las actualizaciones son todos los martes.Recuerda que con tu voto y comentario estás apoyando la historia.
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