CAPÍTULO 14

RONALD

Antes de conocer a la rubia podría decir que lo único que me preocupaba era una parte de mi familia, mi negocio y llegar hasta donde estoy. Todo eso cambió cuando me enteré de la existencia de Isabella, desde ese entonces todo giró en torno a ella.

Cuando llegamos a casa y cerciorarme de que ella entró y estaba medianamente segura, salí nuevamente. No iba a hacerme el idiota y dejar pasar todo esto. Tocaron su rostro y la hirieron, las manos de las personas que hicieron esto nunca más estarían en su lugar.

—¡jefe!, todos están donde nos indicó —menciona uno de mis soldados.

—Quiero a uno en la sala de torturas —digo —que Néstor se encargue de los otros. No quiero a ninguno vivo.

Me dirijo hasta mi oficina con Evans siguiéndome, él no está muy de acuerdo que mate a toda la banda, pero no dejaré a ninguno vivo. Suficiente con dejar a sus familias vivas.

—Cuando la barbie se entere serás tú el muerto. —empieza a caminar por toda la oficina.

—Posiblemente, muy pronto se entere, pero no puede hacer nada.

Es verdad, aunque no deseo que ella se entere este lado oscuro mío, de mi familia y en un futuro la suya. Debe saberlo, tener el conocimiento que requiere este mundo porque estará en constante peligro.

—Deberías solo encargarte de quien la golpeó —insiste Evans.

—Me encargaré de toda la banda, todos ellos deben pagar.

Luego de que me avisaran que ya el tipo se encontraba donde lo quería, no pedí tiempo, necesitaba acabar con esto y llegar lo más pronto a casa.

Desde afuera se escuchaban los gritos y es satisfactorio. Él cree saber lo que pasará, pero está más lejos de saberlo. Cada una de mis víctimas tiene un destino diferente.

—Tus gritos son placenteros. —camino hacia donde está el tipo sentado.

—Le juro que no sabíamos quién era.

—Ese es el problema de todos, justificarse. —sujeto su cabello y le hablo más cerca de lo que deseo —Tu ignorancia te puso aquí.

—Perdóneme la vida, hago lo que quiera. —insiste.

—Sabes cuál es mi lema y no lo voy a desechar por una basura como tú.

Perforó su espalda con uno de los cuchillos que había en la mesa. Luego de esto cortó uno de sus oídos y la sangre brota tan rápido como sus gritos.

—Mi familia me espera, mis hijos esperan por su padre —cree que con esto me ablandara, pero no.

En este mundo debes tener un corazón que no sienta y una mente que no te domine.

—Deberías agradecerme que deje a tu familia viva.

Camino hacia donde está la mesa con todos los accesorios requeridos para lo que voy a hacer. Desde este punto lo observo y me debato entre cortar sus dedos con las tijeras o arrancarlos uno a uno con las pinzas.

¿Por qué no hacerlo más divertido? Que él mismo escoja el accesorio para quedarse sin dedos y de paso la inmovilización de sus pies.

—¿Derecha o izquierda? —preguntó mientras acaricio una herramienta antigua que me regalaron en mi último viaje a Rusia.

El hombre no responde, veo un charco debajo de su silla y me causa risa, con solo dos cortes se orinó. Con lo que sigue posiblemente su cuerpo no lo aguante por mucho tiempo.

Me acerco nuevamente a él y pongo en su cuello la herramienta que estaba acariciando, con ella su cuello queda inmóvil, no puede mover su cabeza, ya que esto le causaría una herida que lo haría morir de manera lenta y muy dolorosa.

—¿Derecha o izquierda? —le pregunto de nuevo —agradece que te estoy dando una oportunidad.

—I-izquierda —dice en medio de sollozos.

—Buena elección —agarró las pinzas y sonrió mientras me acerco a él.

Apenas ve lo que llevo en la mano, su cuerpo se retuerce. Grita y maldice a la vez, pero ya firmó su final.

—¡Maldito loco de mierda! —su voz sale perfecta mientras acomodo algunas pinzas en sus dedos.

Me alejo y jalo la pequeña cadena y uno de sus dedos llega hasta mis pies y la sangre ensucia mis zapatos. Repito esta sesión exactamente diez veces.

Introduje la daga un número de tres veces en cada pierna y la sangre brota como si acabara de abrir la llave de un lavado. Imagino que el dolor es tanto, ya que no logró sostener su cabeza por mucho tiempo. El tenedor que llevaba en su cuello se introduce en su cuello.

Sus ojos se abren más de lo normal y de su boca sale sangre.

—Nos vemos en el infierno de todos, cuando yo termine el mío.

Salgo de aquella habitación y me encuentro con algunos de los que me sirven, uno de ellos se acerca y me informa que el psicoloco de Néstor terminó hace un rato con lo que le solicité.

—Quiero que limpien todo para cuando regrese —les informo y salgo del lugar.

No creí que hubiera demorado tanto. Igual cuando llegué ya estaba pasando la madrugada, pero no pensé que cuando saliera lo que me recibiría sería la luz del sol.

—No he podido dormir nada, espero una remuneración por esta noche —habla Evans mientras entramos al auto.

—No te dije que te quedaras, tu trabajo terminó cuando encontramos a la rubia.

—Solo quería acompañarte, pero veo que fue un gran error —se baja del auto y me deja atónito con su acto —me voy en mi auto, nos vemos en la mansión y para que sepas, solo voy a ver cómo está la barbie y por mis cosas.

—Si quieres te envío tus cosas.

Veo como sube a su auto y arranca. Hago lo mismo y lo que más deseo es llegar a casa y ver cómo está la rubia, si hay alguna marca en su rostro y de paso hablar con ella.

☙❧

—Te dije que había alguien que te supera —habla Evans —ese demonio por poco le arranca el antebrazo a la barbie.

—Uno, Eike no es ningún demonio y dos, deja de exagerar. —camino hacia mi perro mientras le hablo a Evans —Eike solo dejó un poco de baba en el antebrazo de la rubia.

Yo conozco cada cosa que tengo y Eike no ha atacado a nadie sin que se lo pida y estoy casi que seguro que la rubia hizo algo para que el perro reaccionara así.

Término de acercarme al perro y este comienza a lamer mi brazo y dejarlo lleno de su baba. Él no es ningún demonio, puedo apostar que es más gentil y tierno que ese pulgoso que la rubia trajo.

Cuando llegué lo primero que hice fue entrar a la habitación de la rubia y ese peludo mugriento me atacó con solo verme.

—Bueno, ahora que ya tienes tus cosas y sabes que la rubia está bien, puedes irte —le digo a mi amigo cuando llegamos a la sala.

—¿Me estás echando? —pregunta con dramatismo.

A veces no lo entiendo. Es mi amigo, pero es todo lo opuesto a mí; Él es gracioso mientras yo soy lo opuesto, él es hablador mientras yo solo digo cuatro palabras en un encuentro.

—Voy para la casa de tus padres —me avisa antes de salir.

—Sabes lo que hablamos ayer —le recuerdo.

—Sí, sí. No voy a ver a mi flaca.

—No juegues conmigo, Evans.

—Voy a hablar con tu padre de algo.

Sale y me deja con la palabra en la boca. Estoy seguro de que va a mi casa para poder ver a Anja y estoy seguro de que ella sabe que él se dirige hacia allá.

Dejo esos pensamientos de lado y me dirijo a mi oficina, necesito hablar con Novikov. Tengo un viaje programado para Rusia, es el compromiso del ruso y necesitamos que mi seguridad y la de mi reina aún más que la de los mismos rusos, no quiero que esté en peligro en ningún momento.

—Sabes que eres mi invitado de honor, ni tú ni tu mujer están en peligro. —insiste después de un rato.

—Eso espero ruso.

—Los israelíes han estado causando muchos problemas últimamente —informa —se han apoderado de varias fronteras que eran mías, espero que tú no me falles.

—Primero hice negocios contigo y tengo palabra —digo —ahora espero que no seas tú quien dañe los acuerdos.

—Jamás —ríe al hablar —no quiero un hombre tan despiadado de enemigo.

—No soy todo lo que dicen, solo me hago respetar.

Aunque al principio ninguno quería ceder, terminamos teniendo un buen negocio, los dos ganamos y ahora tenemos un negocio muy próspero.

Toda la tarde la pasé metido en mi oficina, Blanca me trajo un poco de comida y se lo agradecí, no había comido nada desde el día de ayer y mi cuerpo ya necesitaba una dosis de alimento.

Un poco somnoliento me levanto, para mi mala suerte Blanca no dejo agua en la mesita al lado de mi cama como lo hace todas las noches, con cansancio me dirijo hasta la cocina.

Mi visión se incrementó en cuanto la vi ahí sentada. Lleva un pequeño pantalón que le llega a la mitad de los muslos y una camisa que no deja nada a la imaginación, «en estos momentos agradezco que ninguno de los chicos tengan acceso a esta área».

Le hablo, pero toda mi atención sigue en su cuerpo, juraría que en este momento ella está teniendo los mismos pensamientos que yo. Muerde su labio inferior y recorre todo mi cuerpo con su mirada.

Deseo follarla en todas las habitaciones de esta casa, quiero arrancar esa camisa y probar sus tetas, lamerlas hasta quedar extasiado y sin ganas de seguir, pero mi mente me dice que nunca me cansaré de sus tetas.

Probar el sabor de su coño y hundirme suave, lento y luego como una bestia hasta saciar mis deseos.

Sus pezones se marcan tan perfectos y me invitan a acariciarlos, chuparlos y apretarlos hasta que ella me ruegue que haga algo más.

Cuando se pone de pie mis pies reaccionan y caminó hasta donde está, mi miembro se instala en su espalda y estoy seguro de que ella está disfrutando de eso, pero se resiste.

Todo acto y pensamiento erótico se ve interrumpido cuando menciona a Greta. Si supiera que Greta no genera ni lo más mínimo de lo que ella genera en mí.

Se aparta rápidamente de mí y agarra al pulgoso para huir de mí.

Su rostro pálido se enrojeció en un momento y eso me excitó aún más, me gustaría ver cada parte de su cuerpo con ese color.

☙❧

—Mi madre vendrá con Anja a visitarte —le menciono mientras desayunamos.

—Excelente. —habla con ironía —¿También viene mi hermana?

­—Solo saldrás con mi familia, si quieres salir con tu hermana debes llamarla tú —le digo.

—Ya mismo la llamo —su sarcasmo brota hasta por sus poros —¿a qué horas llega tu madre?

—Antes de las doce —digo.

—Invitaré a Marga, no quiero parecer mosca en leche con tu familia y que solo estén hablando de lo rubio de mi cabello y de la boda —dice.

Terminamos nuestro desayuno y ella desaparece de mi vista. Imagino que estará con el pulgoso que rescato.

De lo sucedido la noche anterior no hemos hablado nada y al observar imagino que decidió hacer como si la tensión de la noche no la hubiéramos tenido, como si ella no hubiera sentido lo mismo que yo.

Me voy a mi habitación para poder organizarme, durante la rubia este con mi madre y hermana, yo tendré que arreglar unos asuntos en la empresa de los hoteles. Los robos aumentaron y esto nos preocupa porque no solo están robando de la empresa, sino que han tomado parte de las ganancias que entran por los negocios ilegales.

Me pongo un traje gris oscuro y lo adorno con la corbata azul que dejó Blanca para mí, «Blanca es esa persona multiusos que debes guardarle respeto porque es capaz de resolverte hasta la vida».

Salgo de mi habitación para dirigirme a mi oficina y arreglar algunos documentos que necesito para la reunión de hoy, pero como se ha vuelto costumbre, la habitación de la rubia llama mi atención. Me acerco a la puerta y escucho un poco de su conversación.

—¡No quiero hablar contigo! —grita —la última vez me dejaste claro lo que querías y bien no que no era yo.

Está hablando con un hombre, eso lo deduje por la forma en la que habla y las palabras que dice.

—Sí, sé lo que dije, pero lo que sentí fue diferente. Me jodiste ese día Eric —su voz se quiebra y mi enojo crece —confiaba en ti.

No quedó feliz con lo que le hice. Debí matarlo en ese momento, ahora estoy seguro de que será un jodido dolor de culo.

—No vuelvas a llamarme. Me voy a casar —dice ella —si lo amo, me hace feliz y me siento segura a su lado.

El latido de mi corazón fue rápido, pero en un instante se desvaneció, no puedo hacerme ideas e ilusionarme. Ella le dijo aquello para que la dejara en paz, para darle una lección.

Cuando lo único que se siente es un silencio, bajo las escaleras, con dirección a mi oficina y con mis pensamientos en lo que debo hacer. ¿Matarlo? Es una opción muy tentadora, pero seguramente la rubia sabría que fui yo y me odiara por matar a la persona que ama.

Después de un rato salgo de la oficina y me encuentro con mi madre y hermana hablando con la rubia. Tal parece que lo que están hablando es divertido, ya que la rubia se está riendo y no es una sonrisa fingida, es muy sincera.

—No creí que un hombre como él tuviera un oscuro secreto como ese. —ríe sonoramente.

—Era un pequeño ingenuo —habla mi madre.

—Aún lo es madre —habla Anja —cree que no estoy...

—¿Considero que no estás qué, Anja? —sorprendida, así la deja.

—Mi querido hijo. —se levanta mi madre y camina para abrazarme.

—Madre —le doy un beso en la mejilla para después mirar a Anja.

—¿Qué me estás ocultando, Anja? —pregunto nuevamente.

—Nada, solo le estábamos contando algo a Isa. ¿Verdad? —le pregunta ella a la rubia tratando de encontrar una ayuda.

—Así es. ¿Estuvo bueno el baño en el balde? —se ríe al decirlo.

¡Dios! ¿Cómo pudieron decir eso? Era apenas un niño ignorante cuando decidí meterme en un balde que estaba en el jardín, me tocó pedir ayuda para poder salir de el, mi madre tiene varias fotos de ese suceso y los que le siguieron. Un niño de solo cinco años hace demasiadas estupideces.

—Nunca te perdonaré esto madre. —camino hacia la puerta —Descubriré que me escondes Anja, sabes que no me puedes ocultar nada.

¿Cómo un hombre de mi nivel está siendo la burla de algo que sucedió hace veinticinco años? 

NOTA DEL AUTOR 

 Tarde como siempre, me da pena con ustedes, pero creo que la inspiración llega a esta hora. Mentiras. 

 Veo que a muchas les gusta cuando narra Ronald y les confieso que a mí también. 

 Gracias por el apoyo que nos brinda. 

 Recuerda que comentando y votando estás apoyando la historia. 

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