Capítulo Final - La leona del orgullo

Es la segunda historia de fanfic que termino con un "10 años después".

El caso es que me gusta mucho este método para ver y comparar cómo han cambiado los personajes, y aprovechando que el último capítulo del manga es así, se basará en este para el final de casi todos los personajes :3

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Era un día muy señalado en el reino de Lionnes, pues hoy era le cumpleaños del heredero al trono: Tristán. El hijo del demonio y la diosa era un chico algo inquieto y fiel defensor de la justicia, y lo que no sabía es que hoy iba a conocer a los legendarios traidores del reino: Los Pecados Capitales.

En el jardín del palacio se habían reunido Diane, King, Ban, Gowther y Meliodas, a la espera del hijo de este último, que su madre había ido a buscar.

 - Oh, parece que fue ayer la última vez que nos reunimos todos juntos en la boda de Zoba y Gowther... - dijo Diane sentada en el suelo, sin que su aspecto hubiese cambiado nada.

 - Para mí si han pasado 10 años - aseguró Ban.

 - El paso del tiempo se vive de otra manera - King flotaba con sus brillantes alas extendidas.

 - En estos 10 años ha pasado de todo, debemos ponernos al día - Gowther sonrió, sentado al lado de la giganta.

 - ¡Y que lo digas! - Diane le miró con algo de enfado - ¿Os parece bonito que sólo habéis ido Zoba y tú al bosque de las Hadas cuando nació mi hijo? ¡Una sola vez en 10 años!

Gowther dio una suave risa.

 - Sí, tienes razón... pero todo tiene una explicación.

 - Una explicación que ahora mismo me vas a contar - Diane se puso en jarras.

 - Serás después - Gowther se levantó - Ahí viene nuestro cumpleañero.

Por el gran portón de palacio apareció la reina Elizabeth, llevando en su mano la pequeña mano de su hijo, que se sorprendió de ver la compañía de su padre.

 - ¡Ah! - gritó - ¡Vosotros sois los pecados capitales! - comentó señalándolos - ¡Papá, no puede ser!

 - Así es, pequeño mocoso... - Meliodas sonrió ladinamente - Nos has descubierto...

 - ¡No estoy solo! - gritó escondiéndose detrás de su madre - ¡Howzer y Hendrikson están conmigo, lo saben también!

 - Meliodas... ¿en serio no le has dicho la verdad? - King se puso a su lado.

 - Así era más divertido - Meliodas sonrió, y Ban rio a su lado.

 - No es bueno reírse de la reacción de los niños inocentes - Diane le regañó.

Mientras ellos discutían, Elizabeth le contaba a su hijo.

 - Tu padre Meliodas es el dragón de la ira; tu tío Ban el zorro de la avaricia; la señorita Diane es la serpiente de la envidia; King el oso de la pereza y Gowther la cabra de la lujuria.

 - ¿Qué es la lujuria, madre? - preguntó Tristán mirándola con sus ojos bicolores.

 - Algo que aún no necesitas saber - su madre acarició su cabello con una sonrisa.

 - Pero entonces... faltan dos - dijo el niño mirándolos - Aquí solo hay cinco...

 - Merlín es el jabalí de la gula - contó su madre - Ella lleva años desaparecida...

 - En realidad... - Gowther habló - Nosotros nos la encontramos hace unos años. Bueno, ella nos encontró a nosotros.

 - ¿En serio, Gowther? - Meliodas se giró a mirarle.

 - En serio, ahora os lo contaré - él sonrió.

 - Pues Merlín y... Escanor... - Elizabeth dio una triste sonrisa - Escanor era el león del orgullo, pero él falleció hace tiempo.

 - ¿En serio, madre? - preguntó el niño con rostro inocente.

 - Sí, el falleció para que su hija y todos nosotros tuviésemos un futuro feliz - ella sonrió - Y hay una historia que dice que el corazón del león del orgullo ahora está en el pecho de su hija.

 - ¡Wow! - él sonrió con los ojos brillantes - ¡Entonces ella puede ser la leona del orgullo!

 - En realidad Zoba no es nada orgullosa - Gowther sonrió agachándose al lado del niño - Es mi pareja, la conozco bien. Aunque últimamente llevamos un tiempo que... se siente muy orgullosa de ciertas cosas. De todas formas, se alegrará si le dices ese halago.

Gowther también acarició el cabello de Tristán con una sonrisa.

 - También aprenderás algún día toda nuestra historia... la historia de amor de tus padres a lo largo del tiempo, nuestras luchas contra seres que ni imaginarías, aquellos compañeros nuestros, la historia del reino... esos recuerdos son realmente hermosos y valiosos, así que presta mucha atención cuando te lo vayan a contar. Los recuerdos son algo maravilloso... y es una de las muchas cosas que he aprendido con el tiempo.

Tristán le miraba atentamente, y terminó por asentir. Ya no se sentía incómodo junto a los pecados capitales, pues a varios de ellos los conocía bien. Elizabeth miró a un lado, viendo a su padre acercarse acompañado de Slader.

 - Tristán, ve con el abuelo - pidió ella - Nosotros vamos a hablar de algunos asuntos importantes antes de los fuegos artificiales.

El niño puso una mueca, pero se limitó a obedecer a su madre. Luego, Elizabeth se acercó a ellos.

 - Gowther... tienes que contarnos lo de la aparición de Merlín... - pidió ella.

 - Sí, es cierto. Zoba y yo lo hemos estado ocultando todo este tiempo - él volvió a sentarse - En realidad me gustaría contarlo cuando ella llegase, pero os puedo decir que ella se presentó delante de nosotros la noche de la boda, cuando ya no quedaba nadie.

 - ¿En serio? - Diane se sorprendió - ¿Qué quería?

 - Zoba dijo que ella no dijo una palabra... yo no pude verla - Gowther dio una sonrisa triste, recordando ese día - Al cabo de varios meses, ella volvió, esta vez delante de ambos... y bueno... el resto lo contaré y lo explicaré cuando venga Zoba, es de mala educación.

 - Jo, está bien... - Diane dio un puchero - A todo esto, ¿dónde está Zoba?

 - Ha ido a saludar a sus antiguos amigos - él sonrió - Esperemos un poco, debe estar al llegar.

Después de eso, hubo unos breves instantes de un silencio sepulcral, hasta que Ban lo rompió.

 - Me falta mi maestro diciendo tonterías por aquí...  - dijo mirando alrededor - Le echo algo de menos.

 - Oh, Hawk también se dedicó a viajar con su hermano después de todo - Gowther sonrió - No tenían por que quedarse en el purgatorio. A saber dónde estarán...

 - Esos cerdos seguro que están en un lugar donde puedan comer hasta la indigestión todos los días - Meliodas dio una pequeña risa.

Mientras hablaban de cosas banales, surgió el tema del hijo de Diane y King, que se había quedado con su primo Lancelot y si tía Elaine en el bosque mientras ellos iban al palacio.

 - No dudo en que Tristán sea un niño adorable y precioso - dijo Diane - Pero no supera a mi hijo - comentó orgullosa.

 - Hey, hey, mi hijo es mucho mejor que el vuestro - Ban les miró alzando una ceja.

 - El tuyo el que menos, aunque también lo es - Diane le sacó la lengua.

 - Lo siento, Diane, pero Tristán es más adorable que vuestro hijo - Elizabeth sonrió.

 - Tranquilidad, dejemos que elija alguien que no sea alguno de sus padres - King se acercó a Gowther - Dinos, Gowther, ¿quién es más adorable de todos?

Gowther sonrió mirándole. Su respuesta era clara.

*

Mientras tanto, entrando al reino, Zoba paseaba. Miraba el reino con cariño y ternura, pues hacía 10 años que no caminaba por sus calles, por sus plazas, veía a su gente, sus colores y sus sonidos. Hoy era un día hermoso y perfecto.

Llegando a los patios traseros del palacio donde los caballeros sagrados entrenaban, se detuvo al ver tres figuras conocidas para ella. Se trataban de Howzer, Guila y Jericho, imposibles de olvidarles. Ella sonrió tiernamente acercándose, viéndolos entrenar.

 - ¿Eso es todo lo que tenéis, chicas? - preguntó un adulto Howzer - ¡Necesito más de vosotras, no os contengáis!

 - Uf... ¿Cuándo te has hecho tan fuerte? - preguntó Jericho frustrada.

 - No podemos quedarnos atrás - Guila sonrió, poniéndose en guardia.

Cuando iban a atacar de nuevo, las dos chicas se detuvieron al ver caminar a Zoba detrás de Howzer, por lo que abrieron los ojos retirando su guardia. Howzer alzó una ceja.

 - ¡Venga, no os distraigáis! - pidió.

 - Es... es Zoba... - señaló Guila.

 - ¡No me vais a engañar! - Howzer sonrió.

Zoba llegó a sus espaldas, y sonrió.

 - Howzer... - le llamó.

Al caballero sagrado se le cambió la cara al escuchar su hombre con esa voz que conocía tan bien. Se giró rápidamente sorprendido, viendo a esa chica delante de él. Se había cambiado el peinado y su ropa era muy diferente.

 - Zo-Zoba... - dijo dando un pequeño sonrojo.

 - Cuánto tiempo, líder de los caballeros sagrados - ella dio una sonrisa algo coqueta, lo que hizo ampliar el sonrojo del rubio.

 - Yo... yo... oh, maldición... - él escondió su barba de tres días con su mano con algo de vergüenza - Sabía que tendría que haberme afeitado hoy...

 - Pero ibas apurado de tiempo, seguro - ella sonrió - Nunca cambies, querido...

Él dio una sonrisa incómoda mientras se rascaba la nuca. Zoba saludó también a las chicas, a quienes no veía desde su boda. Estaba feliz de verlas tan bien, pues ellas de verdad habían madurado y eran hermosas mujeres fuertes ahora. Estaba muy feliz de ver a sus viejas amigas, aunque claramente, notaba un poco de incomodidad en ellas.

Tras saludar a sus viejos amigos a los que seguía queriendo con el alma, ella marchó al castillo a reunirse con su pareja y con el resto de sus amigos.

*

 - Tranquilidad, dejemos que elija alguien que no sea alguno de sus padres - King se acercó a Gowther - Dinos, Gowther, ¿quién es más adorable de todos?

Gowther sonrió mirándole. Su respuesta era clara.

 - ¿Quién me parece más lindo de los hijos? La respuesta es clara - él sonrió felizmente - Obviamente... mi hija es la más linda.

La feliz respuesta de Gowther hizo que todos abrieran los ojos como platos a la vez que la boca.

 - ¿¡Como como?! - gritó Diane con fuerza - ¿¡Que Zoba tiene una niña?!

 - ¡Pero si tú no puedes reproducirte! - King le miró impresionado - Y dijeron que Zoba probablemente tampoco...

 - ¿Habéis adoptado? - preguntó Elizabeth emocionada - Oh, deseo conocerla...

Gowther se sentía muy emocionado ante tanta atención y preguntas, pero no quería decir nada hasta que no llegara su pareja... con la niña.

 - Oh, Zoba ha llegado - dijo feliz levantándose.

Todos giraron la cabeza como relámpagos hacia el portón principal, donde dos guardias permitían el paso de la chica acompañada de una niña pequeña. Caminando hacia ellos con la niña pequeña de la mano, acaparaba todas las miradas del palacio. Zoba no podía disimular su sonrisa de felicidad y orgullo al pasear con su niña de la mano, que sonreía también, llevando en su otra mano un enorme libro marrón. Sus amigos los miraban, viendo que realmente Gowther no mentía, y mientras a Diane le brillaban los ojos y se tapaba la boca, temblaba de la emoción.

 - ¡Kyaaaa! ¡No puedo más! - gritó levantándose del suelo y corriendo hacia ellas, haciendo que sus pasos resonaran con fuerza - ¡Pero que cosita tan absolutamente linda!

Zoba se detuvo con la niña, mirando con cariño a su mejor amiga abalanzarse hacia ellas, acabando de rodillas en el suelo, observando a la niña. Ella, lejos se asustarse, rio señalándola con el dedo.

 - ¡Una chica gigante, gigante! - gritó feliz.



 - ¡No se puede ser más linda! ¡No se puede! - gritó la giganta tendiendo sus manos hacia ella.

La niña miró a su madre, que soltó su mano con una sonrisa. Luego ella corrió hacia las manos de la gigante, subiéndose encima con cuidado. La giganta se la acercó a la cara, emocionada y alegre.

 - No me lo puedo creer... - comentó lagrimeando - De verdad tengo... una pequeña sobrina...

 - Oh, la giganta... - la niña se sentó en su palma, abriendo su enorme libro en su regazo - Mmm... ¡Diane!

 - ¡Pero si te sabes mi nombre! ¡Me muero de amor! - ella no podía estar más emocionada.

La niña sonrió girando su libro. En él estaba dibujado al estilo de un niño y con colores de cera un gigante con dos coletas y un body naranja, llevando un martillo.

 - ¡Diane! - ella sonreía señalando.

 - Sí, cariño, esa soy yo... - ella se secó un ojo de la emoción.

La niña no paraba de sonreír. No sería tan mayor como Tristán o los demás, y su mentalidad era de una niña más pequeña, pero era tierna y cariñosa. Los demás se reunieron alrededor, King volando hacia la pequeña con curiosidad también. Gowther se puso al lado de su pareja, tomando su mano.

 - Al principio no se creían que nuestra hija fuera la más linda... - le susurró él al oído.

 - Todavía no me lo creo ni yo... - ella contestó con una sonrisa orgullosa.

Diane bajó a la niña al suelo con cuidado para que la viesen los demás. Ella los saludaba felizmente, reconociéndolos a todos y abriendo diferentes páginas de su libro, donde todos estaban dibujados.

 - Qué bien dibujas, pequeña - Meliodas se agachó enfrente de ella.

 - Mamá y papá me cuentan historias muy chulas - ella sonrió - ¡Y yo las dibujo! ¡Todas las noches me cuentan un poco de una historia alucinante!

Ella prestó su libro al rubio, y él lo ojeó por encima. Poco a poco se le cambió la cara al ver que la niña tenía dibujadas escenas de la historia de los pecados capitales, algunas incluso de la propia vida de cada uno.

 - Por eso nos conoces... - Meliodas sonrió devolviéndole el libro - Somos los personajes de tu historia...

 - ¡Sí! - ella contestó emocionada abrazándose a su libro.

Por un lado del jardín, Tristán apareció corriendo, huyendo de Slader, que era incapaz de atraparlo.

 - ¡No, no quiero irme ya adentro! - gimoteó el niño corriendo, escondiéndose detrás de un árbol - ¡Slader, por favor!

 - Son órdenes de tu abuelo, pequeño... - pidió él tendiendo las manos.

Pero Tristán lo esquivaba escondido tras el árbol. Elizabeth sonrió y levantó una mano para llamar a su hijo.

 - ¡Tristán, ven aquí! -pidió.

En un instante de despiste, Tristán burló al líder de los Rugidos del Alba y corrió con su madre, mientras le sacaba la lengua al hombre de la máscara. Al llegar con ella, vio también a la niña que era ahora el centro de atención, aunque la giganta hablase con Zoba. Ella se giró a verle con una sonrisa.

 - Hijo, saluda a Zoba, acaba de llegar...

El niño la miró, parpadeando. Ella sonrió agachándose.

 - Tristán, pero qué ojos tan bonitos tienes... eres mitad de mamá y mitad de papá.

Él sonrió orgulloso, con las manos en las caderas y levantando el mentón.

 - ¡Me lo dicen mucho!

 - Es un placer conocerte, Tristán, yo me llamo Zoba. Ah, y feliz cumpleaños - ella sonrió.

 - Gracias... entonces tú... ¿eres la que tiene el corazón del león del orgullo? - preguntó.

Ella se sorprendió ante esa pregunta. Luego terminó por asentir tranquilamente.

 - Así es. Mi padre me dio su corazón para que pudiese vivir más...

 - ¡Eso te convierte en la Leona del Orgullo! - gritó señalándola.

Ella rio un poco, acariciando su cabeza.

 - Eres adorable, Tristán...

 - Hijo... - Elizabeth se acercó - ¿Quieres enseñarle el castillo a la hija de Zoba?

Ella mostró a la niña a su lado, que le miraba con curiosidad. Luego sonrió acercándose al niño, siendo más baja que él.

 - ¿Me llevas? - preguntó tendiendo su pequeña mano.

 - ¡Te enseñaré todo el castillo! - él sonrió convencido - ¡Madre, volveré antes de que empiecen los fuegos artificiales!

 - Tened cuidado, cuida de ella - Elizabeth sonrió, viendo a los dos niños marcharse corriendo, ella sin soltar el libro.

Mientras Zoba veía a su hija marcharse con una sonrisa, la enorme mano de Diane la recogió del suelo, levantándola y poniéndola a su altura. Ella quería parecer enojada, pero por su felicidad, tenía una expresión algo rara.

 - Ahora mismo nos vas a explicar por qué te has guardado ese lindo secreto para ti sola - dijo con el ceño algo fruncido.

 - Oye, para mi y para mi marido - rectificó ella con una sonrisa.

Luego Diane tendió un dedo hacia su cabeza, acariciando su nuevo estilo de peinado con trenzas. Se había dado cuenta que la voz de su amiga era más madura, pero no le había dicho nada de ello.

Tras dejarla en el suelo, ella se sentó al lado de su pareja, y todos se acomodaron a escucharles. Gowther hizo un gesto para que fuera ella quien contase la historia.

 - Bien... Gowther seguramente os habrá dicho que vimos a Merlín un par de veces... la primera tras nuestra boda...

Todos asintieron. Aunque primero querían saber de la pequeña, no les importaba saber de Merlín antes.

 - Esa noche... cuando ni siquiera me había quitado el vestido de novia, Merlín se apareció ante mí, envuelta en su capa morada. Se acercó a mí sin mediar palabra... y usando algo de magia... me sacó el antiguo corazón de Gowther del pecho.

Todos abrieron los ojos impresionados, y Elizabeth se cubrió la boca asustada.

 - Así es... es como si abriese mi vieja cicatriz y lo sacase. Me quedé sin aliento y caí al suelo sin fuerzas, sin poder impedir que se fuese con uno de mis más valiosos tesoros... mi depósito de emociones... - ella dio un suspiro cabizbaja - Sólo tuve fuerzas para llorar y llamar a Gowther... me sentí tan vacía en ese momento...

 - Debió haber sido algo horrible - King se acercó flotando - Ese corazón te ha tenido con vida durante años...

 - Sí... no me sentó nada bien. Después de algunos días de descanso, el corazón de mi padre se hizo cargo de todo mi cuerpo, haciendo que recuperase las fuerzas y retomando mi vida normal. Gowther y yo pensamos que sería mejor guardar lo sucedido para nosotros... pues a mí me daba vergüenza después de todo...

Ella puso su mano sobre la de su pareja, que él entrelazó con la suya.

 - Por eso sólo fuimos una vez al Bosque de las Hadas, un tiempo después - continuó Gowther - Nosotros, tras eso, necesitamos un tiempo de superación y de viajes sin rumbo para asimilar y aceptar lo ocurrido y no queríamos inmiscuir a nadie.

 - Bien, el caso es que... - Zoba sonrió - Un tiempo después, cuando regresamos a la antigua taberna de mi padre... Merlín volvió a aparecer esa noche.

Todos volvieron a tensarse, atendiendo a la historia.

 - Esta vez no venía sola, pues llevaba en sus brazos el cuerpo de una niña pequeña que me entregó en los brazos - Zoba sonrió con nostalgia - Cabellos rosados iguales que Gowther... ojos rosados como los míos... pequeña, alegre, viva... gracias al corazón que me quitó de mi pecho.

 - ¿Merlín os creó una hija? - preguntó Diane impresionada.

 - Sí, así es - Zoba asintió feliz - Ella sabía que nosotros no podríamos tener hijos por nuestra cuenta, y que nuestros compañeros y amigos ya eran algunos padres... y otros venían en camino. Ella nos regaló a nuestro tesoro... y esta vez nos dijo... "felicidades por vuestro casamiento".

 - ¿Sólo eso? - preguntó Meliodas.

 - Solo eso... - Zoba suspiró - Después, desapareció. No he vuelto a verla desde entonces... y me gustaría hacerlo... no tuve tiempo ni de agradecerle, ni de decirle que ya he madurado y de que no le guardo rencor.

Ells suspiró pesadamente, y Gowther la apegó hacia él frotándole el brazo con una sonrisa. Hablar de eso aún le costaba un poco, pues era un gran cúmulo de emociones.

 - Si todo eso está muy bien... - dijo Ban metiendo las manos en los bolsillos - Pero que no nos habéis dicho cómo se llama la pequeña.

 - Oh, es cierto - Zoba sonrió - Pues ella... se llama igual que la mujer que originó todo esto. También la que con su presencia y existencia, hizo indirectamente que nosotros estemos todo lo bien que podemos ahora.

Todos meditaron un segundo.

 - Mmm... ¿le has puesto... Merlín? - preguntó Elizabeth - Puede ser... ella te creó y es la que te ha hecho vivir, te puso al principio el corazón de Gowther y luego te lo quitó para darte a la niña, ¿no es así?

 - ¡No, no! - Diane le gritó emocionada - ¡Yo si lo se! ¡Yo si lo se! ¡Se llama Rosa! - dijo reprimiendo un chillido - ¡Rosa es la mujer que ayudó a Escanor a escapar de su castillo! ¡Sin ella, Escanor no hubiese podido cuidar de Zoba cuando ella nació y nada tendría sentido! ¡Además, ella es toda rosita y huele a flores!

 - Es una gran deducción, Diane - Zoba sonrió - Pero... no se llama ni Merlín, ni Rosa.

 - Aunque debemos reconocer que pensamos en esos dos nombres para ella - puntuó Gowther con una sonrisa.

Gowther miró a su pareja, dándole el privilegio de decir el nombre de su hija.

 - Bien, chicos... - ella se puso hasta un poco nerviosa - Nuestra hija... se llama Glazira.

 - ¿Glazira? - preguntaron todos a la vez.

 - Yo he oído ese nombre alguna vez... - Meliodas se frotó la cabeza pensativo - ¡Ah, lo recuerdo! ¡Es el nombre de la amante del padre de Gowther!

 - ¡Exacto! - los dos lo dijeron a la vez.

 - Ella era la demonia que amaba mi padre - Gowther sonrió - Así me creó a imagen y semejanza de ella. Si él no me hubiese creado, Merlín no hubiese sentido la necesidad de igualar y superar en poder a mi padre, por lo que directamente no habría creado a Zoba. Glazira es el origen de todo.

 - Realmente ambos tenéis una historia preciosa - King sonrió - Una historia que estáis contando a vuestra hija, ¿cierto?

 - Cierto, poco a poco - ella sonrió mirando a Gowther - Ella es realmente curiosa y ama las historias como nosotros. También ama las historias que dejó mi padre para mí... realmente parece nuestra hija biológica... ella es increíble.

A ellos, despacio y sin destacar mucho, Slader se acercó hacia Elizabeth, susurrándole algo al oído.

 - ¡Oh, van a empezar los fuegos! - dijo emocionada - ¡Vamos todos al balcón principal a verlos! Slader, por favor, busca a Tristán y a Glazira...

 - Como ordene, mi reina.

El hombre se retiró al interior del castillo a cumplir su orden. Todos subieron mientras al gran balcón del piso superior, llegando justo a tiempo de que empezaran los fuegos. Todos se sentaron y colocaron al lado de su pareja, tomándose de la mano y apoyándose el uno al otro, menos Ban, que se subió a la barandilla apegado a la pared, pensando con una sonrisa en si Elaine podría ver los fuegos artificiales desde el Bosque de las Hadas.

*

Mientras tanto, los dos niños se habían marchado hacia la habitación del príncipe Tristán, donde Glazira le estaba enseñando su libro de dibujos.

 - ¿Tus padres te cuentan historias todas las noches? ¡Que guay, yo también quiero que los míos hagan eso!

 - Mi mamá me ha dicho que tus padres tienen muchísimas historias que contar de ellos - ella sonrió - ¿Quieres que te regale por tu cumpleaños una de estas historias? ¡Te la voy a contar!

Ella dejó su gran libro delante del niño, que abrió por la mitad con altas expectativas. Aunque los dibujos de Glazira no eran muy buenos, dignos de una niña de su edad, tras pasar unas páginas, un personaje le llamó la atención. Era más grande que todos los demás, muy musculoso, con un pronunciado bigote y una enorme hacha.

 - ¿Quién es él? - preguntó señalándolo.

 - ¡Es mi abuelo! - contestó ella felizmente - ¿No conoces la historia del león orgulloso? ¡Es un héroe!

Tristán recordó a la mujer que acababa de conocer, preguntándose si ese era el pecado capital que falleció.

 - ¡Te la contaré! - Glazira sonrió emocionada - ¡En realidad es una historia que él mismo escribió para mi mamá cuando ella era pequeña! ¡Presta atención!

Tristán la miró sentándose, esperando ese cuento para niños de los labios de la niña.


Érase una vez, un reino muy muy lejano, donde habían muchos leones y leonas...


pero leones orgullosos...


sólo había uno...


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Y con esto, mis amados lectores, la historia de "¿Dónde está mi corazón?" Llega a su fin tras más de año y medio desde que salió el primer capítulo.

Después de todo, quería de verdad daros las gracias por vuestro apoyo hasta aquí, pues son 54 partes que eso no lo lee cualquiera... y que espero haberos hecho disfrutar con esto porque no escribo con otro fin.

Me encantaría saber qué os ha parecido esta historia, y también dejar en el aire que si tal vez, cuando salgan Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pueda haber la posibilidad de que haya una continuación de este libro ambientado en ello, pero en vez de que nuestra protagonista fuera Zoba, lo sería Glazira.

Y bueno, no tengo más que decir, que seáis muy felices, cuanto más, mejor ❤

Y gracias, otra vez ❤

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