Capítulo 47: La marcha sin retorno
En el amanecer del día siguiente. Zoba había sido movida con mucho cuidado a su cuarto y pasada a su cama desde la camilla. Gowther no se había separado de ella, y seguía con su mano tomada, aunque ahora la tenía en su regazo, pues tenía las manos ocupadas pelando unas manzanas. Aunque la veía respirar tranquila a su lado, no podía evitar tocar de vez en cuando su muñeca revisando que su pulso fuera correcto. Tenía miedo del rechazo de su cuerpo al órgano nuevo.
Mientras, miraba por la ventana de vez en cuando, mientras pelaba la fruta con cuidado dejándola en forma de conejito sobre un plato para que ella tuviese de comer algo sano al despertar. Había tenido tiempo en toda la noche de pensar en que ocurriría cuando ella despertara. ¿Notaría algo extraño? ¿Pediría ver a su padre? ¿Notaría en su cara que le tendría que mentir en algunas cosas? ¿Qué cosas podría decirle y cuáles no? Fuese lo que fuese, lo que no quería era hacerle daño...
Además de eso, pensaba mucho en Merlín, pues no sabía si ella se había marchado del Boar Hat puesto que nadie había ido a verles, seguramente no por descortesía, sino porque estaban cansados y debían dejarla a ella también.
Él suspiró. Su cuerpo de marioneta quería descansar también, estar tumbado, pero no se lo permitía. No podía dejar de cuidarla, y para no caer en el cansancio, también pensaba en cosas felices. Tal y como le propuso a Zoba, quería viajar con ella una vez que terminase todo... salvo que esta vez, Escanor no les acompañaría. Ya que ambos serían unos seres longevos en vida, estaría bien aprovecharla juntos en un período de paz. Vendrían muchas cosas buenas detrás de esto... la boda de Meliodas y Elizabeth... la boda de King y Diane... la proclamación de los nuevos reyes de Lyonnes... pero eso, tristemente, supondría la separación definitiva de los pecados capitales.
Mientras todas las cosas buenas en las que quería pensar se acababan volviendo tristes, inciertas y borrosas, notó una pequeña mano escabullirse entre las suyas para entrelazar sus dedos lentamente con los suyos. Gowther le miró y luego a ella rápidamente. Zoba estaba despierta y sonreía levemente.
- Zoba... - él apartó las cosas de su regazo y se sentó a su lado.
- Estoy bien... - le dijo ella antes de nada - ¿Cómo estás tú?
- Bien, bien... ahora incluso feliz - dijo con un gesto algo infantil.
Ella miró alrededor lentamente, dándose cuenta de que estaba en su cuarto.
- Antes de nada... - dijo él - No preguntes nada... suena extraño pero ahora mismo lo entenderás... ¿Qué es lo último que recuerdas?
- Lo último... - ella pensó - Recuerdo volverme débil... dejar de volar y caer... luego escuché a... Howzer, creo... luego muchas voces que no podía identificar... y ya está.
- Te volviste débil porque Merlín cortó la conexión entre vuestros corazones - le dijo él.
- Sí... creo que me acuerdo de esa sensación... - ella miraba al techo.
- Pero no te preocupes... ella al final... - él bajó la cabeza un poco - Consiguió un corazón humano para ti. Ahora acabas de despertar de la operación.
Ella le miró con una sonrisa de felicidad, y él levantó su cabeza dándole otra alegre.
- Lo siento, pero no puedo decirte más. Las emociones fuertes ahora mismo pueden no ser buenas para que se adapte tu nuevo órgano al cuerpo, así que dejemos descansar eso.
- Lo entiendo... - ella sonreía - Si estamos en el Boar Hat y estás conmigo puedo deducir que al final las cosas terminaron bien... me conformaré con eso mientras.
Gowther sonrió, acariciando su mano despacio. Quería decirle que su mejor amiga se iba a casar, que habían derrotado finalmente al Rey Demonio, que Zeldris se liberó de lo que le atormentaba, que Elizabeth ya no moriría hasta acabar su vida humana... pero no quería decirle que a partir de ahora debía vivir sin su padre... y probablemente, de quien consideraba su madre.
Le dejó comer la manzana con forma de conejitos que él peló, y ella lo aceptó con una alegría propia de una niña pequeña. Él dejó pasar el día, lentamente, mientras ella se veía capaz de levantarse de la camilla, viendo la cicatriz en su pecho por debajo de su pijama, y caminar despacio por toda la habitación bajo su atenta mirada dorada.
- Gowther, ¿de verdad te encuentras bien? Si has estado toda la noche despierto, deberías dormir un rato...
- No te preocupes - contestaba él - Sabes que mi cuerpo no es igual al de los demás, me encuentro bien.
- Por cierto... ¿Merlín no va a venir a verme? - dijo sentándose con él a ver la puesta de sol.
En ese momento, se le hizo un nudo en la garganta al pelirrosa.
- ¿Por... qué? - preguntó él.
- Porque estoy seguro de que ha sido ella la que me ha operado, además, debo agradecerle por mi corazón nuevo - contestó sonriendo.
Gowther la miraba callado, con sonrisa fingida, intentando que no viese a través de ella. Ella movía las piernas felices mirando esconderse el sol.
- Merlín está ocupada - dijo él - La batalla ha causado muchos destrozos y está ayudando a arreglar el reino con su magia - mintió sin mirarla a la cara - Por eso yo no me separo de tu lado, debo cuidarte.
- ¡Claro, que egoísta soy! - dijo ella dándose cuenta - Hay gente ahí fuera que la necesita mucho más que yo, gente sin hogar, heridos, huérfanos...
- ¿Mucho más que tú? - preguntó Gowther.
Ella es tu madre, así la consideras, eso pensaba Gowther. ¿Cómo ahora estando al borde de la muerte por segunda vez puedes decir que hay personas anónimas a las que prefieres que ayude Merlín antes que a ti, su creación? ¿Acaso... sabes algo?
- Claro, ellos la necesitan - contestó ella mirándole - Sólo ella tiene esa magia para devolverlo todo a la normalidad, es egoísta pedirla para mí. Además, yo te tengo a ti ahora, que cuidas genial de mí.
Él sonrió enternecido, mientras ella dejaba apoyar su cabeza sobre su hombro descansando.
- Muchas gracias por cuidar de mí, siempre estás ahí cuando necesito a alguien... - confesó ella.
- Eso lo he aprendido de ti... - él dejó un pequeño beso en su abultado cabello y luego apoyó la cabeza junto a la suya.
- En realidad... sí que siendo un poco egoísta, me gustaría ver a Merlín, aunque sólo fuera un momento... quiero agradecerle que me ha dado un corazón genial y fantástico. Me siento... realmente bien.
El nudo de la garganta del muñeco iba en aumento, junto con una angustia que se empezaba a generar en su vientre. Todas las cosas buenas no iban a hacer que esa tan mala tuviera menos peso.
- ¿Te sientes... bien de verdad? - preguntó.
- ¡Sí! ¡Ahora mismo tengo fuerza suficiente para mover una montaña! - admitió.
Gowther miró al horizonte, donde el sol se ocultó por completo. Ya que Merlín no iba a estar aquí para decirle cuándo podría decirle las noticias y ella se encontraba muy bien, podría... decírselo con tacto...
- La batalla contra el Rey Demonio terminó finalmente - empezó - Él murió, definitivamente, terminando con la maldición de Elizabeth, que ahora continúa su vida como humana y como princesa de Lyonnes. El hermano de Meliodas, Zeldris, también está bien, reunido con su pareja, al fin.
Zoba sonreía sentada a su lado, y encogió las piernas esperando a que él siguiera.
- Ban ya no es inmortal... se sacrificó para devolver a Elaine a la vida... y ambos están bien ahora, de nuevo. Y King y Diane... bueno... King le pidió a Diane que se casara con él si conseguían derrotar al Rey Demonio.
Zoba abrió bien los ojos mirándole.
- ¡¡Pero...!! - exclamó en voz alta - ¡¡El Rey Demonio está muerto!! ¡Eso significa que...!
Gowther asintió con una sonrisa, y tras eso Zoba dio un gran chillido de felicidad moviendo sus piernas rápidamente. Esa era una gran noticia para ella, ¡maravillosa! ¡grandiosa!
- ¡Por fin! ¡Por fin! - ella se levantó para dar saltos de alegría por el cuarto - El rey de las hadas con la reina de los gigantes... ¡Es algo único! - luego corrió delante de Gowther a mirarle con ojos brillantes - ¿Qué día se celebrará? ¿En qué lugar? ¿Cómo tienen que ir vestidas las damas de honor?
- Tranquila, tranquila... - dijo sentándola con una sonrisa - Ahora todos estamos descansando, hay mucho tiempo para que se casen, ya nos dirán algo...
- Sí, es verdad, me he emocionado demasiado - dijo calmándose sin apartar su sonrisa - Continúa, por favor...
- Bien... esto... - él pensó, buscando más buenas noticias que darle, sin encontrar ninguna más, pues era el momento de la verdad - Sabes que... después de todo es una guerra, ¿verdad? Y en las guerras... hay muertes...
- Sí... - admitió ella con una sonrisa triste - Seguro ha fallecido mucha gente inocente a mano de los demonios... espero que sus almas descansen en paz y su muerte sirva para ahora tener un futuro mejor...
- No es sólo gente anónima... - dijo él volviendo a ver el cielo - Esa pobre gente no tiene culpa de nada, pero han muerto... yo ahora... me refiero a... participantes activos de esta guerra...
- ¿El Rey Demonio? - preguntó ella - Sí, así es... ¡Ah, eso me recuerda! ¡Papá!
Gowther dio un sobresalto mirándola acongojado.
- Él le dijo que derrotaría al Rey Demonio definitivamente, ¿fue él el que dio el golpe final? No quería que fuese con él... quería que le esperase como una niña buena... y así he hecho. Cuando regresase, me lo contaría todo, ¿sabes que mi padre, aparte de esos poemas tan buenos que hace, es el mejor contando historias? Cuando vuelva a verme, le pediré que...
- Zoba - la voz de Gowther cambió de tonalidad, a una más oscura y resentida - Tu padre no va a volver...
- ¿Cómo que no va a volver? - preguntó ella deteniéndose - ¿No va... a volver a verme?
Gowther negó, incapaz de mirarla a los ojos. Ella seguía mirándole fijamente. El ambiente de la habitación había cambiado por completo.
- Pero... ¿de dónde no va a volver? - preguntó en voz baja y acercándose con mucha lentitud - ¿A dónde ha ido... para no poder volver conmigo?
Gowther levantó la mirada al cielo. El viento de la noche le ponía el pelo en la cara, escondiendo sus ojos.
- Al único lugar a donde iremos todos algún día... pero no podremos volver nunca más... un lugar... con una marcha sin retorno.
Zoba miraba a Gowther mientras las cosas en su mente comenzaban a encajar, indicándole a su corazón lo que estaba sucediendo, cuando preferiría que se quedasen sin encajar para siempre. Luego, con las pupilas titilantes, retrocedió lentamente sin apartar la mirada de él, como si ahora viese a un monstruo en vez de a su pareja.
- No... - dijo con un quejido - Eso es mentira...
Gowther apretó la mandíbula. Ese tono triste y roto de voz que tenía ella le hacía mucho daño, y se giró a verla. Su rostro le aseguraba que no era una mentira.
- No puede ser... - ella retrocedió hasta la pared mientras empezaba a lagrimear fuertemente - Él... me dijo que siempre estaría conmigo...
- Y lo ha cumplido... créeme... - él se levantó mirándola.
- No está... - sus piernas le fallaron y se dejó caer apoyada en la pared - Mi padre no está...
Gowther se arrodilló a su lado, tomando sus manos temblorosas entre las suyas, que empezaban a helarse.
- Yo... noto... - ella le miraba temblorosa, sin parar de llorar en silencio - Noto su presencia... le siento... él está conmigo...
- Sí, eso es cierto. Él nunca te va a abandonar... esté donde esté...
Gowther se movió lentamente contra la pared para poder abrazarla y poder hacerla sentir protegida contra su pecho, intentando que su abrazo fuese lo más embriagador posible, cosa que sólo hizo que la chica empezase a llorar con más ganas.
- No... - seguía negando - Quiero abrazarlo si está aquí... necesito abrazarlo... necesito a mi padre conmigo...
- Él no querría que lloraras en esta situación... - Gowther cerró los ojos - Estaba convencido de lo que hacía... y sabía las consecuencias... ya sabes lo importante que es el futuro para Escanor... prefería... un futuro feliz para todos nosotros incluyéndote a ti, que un final trágico con él entre los vivos...
Ella dio un enorme alarido de dolor que se escuchó por todo el Boar Hat, para después continuar llorando desconsoladamente contra su pecho.
- ¡Yo no puedo aceptar un futuro sin mi padre en él! - gritó en agonía.
Gowther la dejaba estar en su pecho, frotando su espalda, tomando su mano, dejándola llorar y llorar, sacando todo lo que llevaba dentro. Hay dolores para los que no hay palabras, hay sentimientos que todos tenemos que sobrepasar... pero es importante tener a alguien al lado. Entre jadeos y sollozos, Gowther escuchó decir unas palabras horribles.
- Duele... - susurró entre sollozos - duele mucho... - dijo abrazándose la pequeña.
Gowther la miró, queriendo saber si corazón dolía por la operación o era ese sentimiento que te dejaba el pecho vacío, dejándole un dolor que Gowther conocía muy bien: el de perder a alguien que amas. Notó agarrar con fuerza su ropa y verle levantar la cabeza, mirándole fijamente, mientras seguía sollozando y temblando.
- Quiero... olvidar - dijo temblorosa.
- ¿Cómo?
- ¡Duele mucho, quiero olvidar! - gritó llorando más.
Gowther la apegó contra su pecho todavía más fuertemente, rodeándola también con sus piernas.
- No voy a borrar los hermosos recuerdos que tienes con tu padre. Nunca - dijo abrazándola.
- ¿Cómo algo tan hermoso... puede hacer tanto daño?
- Los sentimientos y los recuerdos... son muy complejos... - admitió Gowther meciéndola.
No pasaron largos y largos minutos de agonía y llantos, limpiando su cara, dejándola llorar, dejándola gritar, dejándola sacar el dolor que llevaba dentro, hasta que lentamente, se fue calmando, llegando a dormir sin darse cuenta, también, con un poco de magia del muñeco para calmarla. Cuando su respiración se volvió normal, él se levantó tomándola en brazos y la llevó a su cama, dónde la acostó y arropó. Miró su ropa, llena de lágrimas, a la luz de la luna, y unas lágrimas nuevas cayeron sobre las que quedaba en su camiseta. Ahora eran las suyas.
El muñeco lloraba en silencio, sintiendo dolor como ella. Pero en cambio, él no podía llorar. No podía llorar delante de ella. Ahora era su pilar, su fuerza, lo que le hacía seguir adelante... y si él lloraba y se derrumbaba, ella no tendría consuelo. Él debía aguantar y llorar por su dolor cuando ella no le viese. Se secó las lágrimas con el puño y salió en silencio de su habitación, para no hacer ruido si seguía llorando.
Tras cerrar la puerta en silencio con un suspiro agónico mirando al suelo, vio dos pares de pies más cerca de los suyos, reconociéndolos perfectamente. Detuvo su llanto tragando saliva y levantó la mirada para ver a Meliodas y a Ban delante de él y de la puerta del cuarto de su chica. Ellos le miraba tranquilamente, Ban algo más serio. Gowther se frotó la nariz mirando a otro lado.
- Siento mucho si ella... os ha despertado - dijo en voz baja.
- No venimos buscando disculpas - Ban se metió las manos en los bolsillos.
- Cierto que hemos oído sus llantos y sus gritos, pero sabemos perfectamente a que se deben - Meliodas le dijo en susurros también - Lo sabemos todo, y no es bueno que cargues tú con toda la responsabilidad.
Tras eso, le hizo un gesto con la mano mientras bajaba las escaleras, y tanto Ban como él le siguieron. Llegaron al bar y luego salieron a la puerta, a sentarse en las escaleras de la entrada.
- También sabemos que Merlín se ha marchado - dijo Ban sin sentarse - Esa bruja... nunca se en que está pensando, pero no era momento para dejarla tirada.
- Escanor además, se sacrificó por el futuro de todos - Meliodas se sentó al lado de Gowther - Aunque seas el pilar de Zoba, nosotros también estamos envueltos en esto. Queremos apoyaros a los dos, no estáis solos. Si necesitas llorar, si quieres desahogarte, yo seré tu pañuelo de lágrimas.
Gowther le miró con algo de sorpresa en su rostro triste, y Meliodas sonrió con su Nishishi.
- Es un... detalle... - consiguió decir él con una leve sonrisa.
- Bueno, pues os dejo - Ban se giró - Con permiso, me voy a meter en el cuarto de tu novia mientras duerme. Nos vemos - dijo con un canturreo.
- ¡Hey! - Gowther se giró rápidamente a por él, pero Meliodas le tomó por el hombro.
- Deja a Ban - le pidió - Deja que vaya.
- Pero Zoba aún no está desahogada - indicó Gowther - Despertará pronto y seguirá llorando, debo estar...
- Ahora es Ban quien puede ayudarla mejor - indicó su capitán - Siéntate, Gowther. Dime todo lo que te ha dicho Merlín, cuenta todo.
El muñeco miró los ojos verdes de ese comprensivo demonio, y por un momento, llegó a entender por qué Escanor le consideraba su mejor amigo.
*
La manija del cuarto de Zoba se abrió lentamente, dejando ver entrar a una alta figura. Lo primero que notó Ban al entrar era el espeso olor a llanto que había en la habitación, seguido del sonido de un suave sollozo. Sí, el llanto huele, como huele el sexo y como huele la tensión. Huele a lágrimas, huele a saliva espesa, a palabras atascadas en la garganta, a agonía y angustia.
Se acercó despacio a la cama, donde la chica lloraba debajo de sus sábanas y con la cabeza escondida en la almohada, y luego siguió andando hacia el balcón, donde cerró las ventanas por si ella escuchaba a Gowther abajo. Con ese ruido, Zoba sacó la cabeza de su escondite mirándole.
- B-Ban... - dijo sorprendida, pues absolutamente no le esperaba ahí.
Él volvió a acercarse a su cama y se sentó de un salto, apoyando la espalda en la pared y dejando sus largas piernas sobre el colchón. Ella se encogió y se tapó con la manta para que no viese su estado deplorable.
- Ahora... ahora no tengo ganas de ver a nadie... - dijo ella limpiándose.
- Es ahora cuando debes estar rodeada de personas - le corrigió él - Este dolor es grave, es espeso, se clava muy dentro, y la soledad lo alimenta.
Ella le miró tragando saliva, viendo que el zorro ni le miraba, sólo miraba al frente.
- Ven, siéntate conmigo. Vas a terminar por saber la verdad de la historia - indicó.
- No se si estoy preparada... - admitió.
- Es ahora, ya que tienes el corazón entumecido.
- Es demasiado dolor...
- Eres la hija de alguien que ha dado la vida por nosotros - indicó él - Por todo el mundo, por todos los seres vivos, desde el más minúsculo hasta el más grande. Cualquier dolor es soportable si no estás sola.
- Sinceramente... esperaba que fuese Diane la que viniese a verme... - confesó.
- Diane salió de su cuarto corriendo en ropa interior en cuanto escuchó el primer grito que diste, pero la convencimos de que no viniese, pues se pondría a llorar. Pero créeme que nos costó devolverla a su cuarto.
Ella se sorbió un poco la nariz y se sentó como Ban, apoyada en la pared con las piernas encogidas.
- Yo he tenido un padre no biológico como tú, lo sabes - empezó Ban - Un padre que me salvó de un futuro incierto, un futuro donde no podría ni estar vivo, pues me adoptó siendo más pequeño que tú.
- ¿Cómo se llamaba? - preguntó ella.
- Zhivago... - contestó él - Zhivago era un ladrón, un paria de la sociedad, un superviviente, y padre, además. Aunque Zhivago y yo no fuésemos de la misma raza, me adoptó poco tiempo después de que muriese mi hermana menor.
- ¿Zhivago no era humano?
- Era un hombre-zorro - indicó él con una sonrisa nostálgica - Y tenía un hijo, Selion, al que nunca llegué a conocer.
- Era tu hermano adoptivo... - ella se limpió con un pañuelo - ¿Y no lo conociste?
- Zhivago estaba en la ciudad en forma humana para robar y conseguir comida para su hijo, oculto en una cueva. Sólo iba a verle de noche, para evitar que le siguieran y les cazaran. Por eso no me llevaba. Siempre me hablaba de mi hermano, y llegué a quererle sin verle.
Luego él sacudió la cabeza, sabiendo que estaba yendo del tema.
- El caso es que, sé lo que es tener un padre no biológico que te ame, que te cuide y te enseñe. Si mi padre no me llevaba a la cueva, era para protegerme. Si Escanor no te llevó con él, fue por lo mismo.
Zoba suspiró y se encogió, abrazando sus rodillas.
- Eso lo entiendo... prometí que esperaría...
- Un día, estaba con Zhivago caminando por las calles... y escuchó a unos soldados decir que habían encontrado a una cría de hombre-zorro en una cueva. Mi padre se tensó, y tuvo que decidir entre cuidar de mi, o proteger a su hijo biológico. Le eligió a él. Fue cuando pasaron años sin que volviese a verle, pero nunca le guardé rencor... porque le quería... a él y a mi hermano.
Ban hizo un descanso en su historia.
- Fue hasta hace poco cuando le volví a ver... viejo, herido, cansado... justo como un padre nunca quiere dejarse ver por un hijo por orgullo. Si así era el pobre Zhivago, imagina Escanor...
Cada vez que su nombre aparecía, Zoba necesitaba limpiarse las lágrimas.
- Mi padre marchó, pero su alma quedaba en el aire, junto con todas las cosas, siempre vigilándonos y cuidando de nosotros y de lo que amamos. Escanor también está en el aire, en el agua, en cada palabra, en la mirada... Escanor siempre estará aquí.
Ella sorbía en silencio, escondiendo la cara en sus rodillas.
- Una vez en la que... casi muero, pues mi alma estaba a punto de ser devorada por un demonio, mi padre hizo acto de presencia.
- ¿Zhivago? - preguntó - Pero.. él estaba...
- Muerto, sí - él asintió con una sonrisa - Su alma llegó de la nada para cambiarse por la mía e impedir ser devorado. Él me miraba desde el cielo, sabía que estaba en problemas, y sacrificó su cielo por darme otra oportunidad de vivir. Me dio el regalo de la vida a cambio de no verme nunca más.
Ella sacó la cabeza mirándole lentamente. Ban miraba al techo oscuro con una triste sonrisa llena de amor.
- Gracias a él, estoy con la mujer que amo, en un futuro próspero, con una vida por delante llena de felicidad... pero también gracias a Escanor, eso tampoco lo voy a olvidar nunca. Hemos tenido padres muy cariñosos... y detallistas... pues a ti también te dejó un regalo antes de irse...
- ¿A mí? - dijo ella con más curiosidad.
- Sí, muy parecido al de mi padre a mi: la oportunidad de vivir.
Tras esto, Ban tendió una mano hacia ella, tocando con la yema de los dedos el lado izquierdo de su pecho, por debajo de la clavícula. Luego retiró la mano a la vez que Zoba ponía la suya en ese lugar.
- Mi padre... ¿me dio mi...?
Ban sonrió lentamente asintiendo.
- Me pidió que se lo quitara antes de morir, pues seguro que pensaba que sería un desperdicio sabiendo que a él no le serviría y que a ti te hace falta uno.
Ella inspiró y expiró con agonía, incapaz de llorar más, intentando seguir adelante con ese dolor. Ban le acarició la cabeza con su gran mano.
- Aprovecha que tu padre vive dentro de ti, y que además, no se ha ido. Su alma sigue viva, mirándote, cuidando de ti y de los tuyos. Aprovecha que él sigue vivo de alguna manera y lo tienes cerca, haz méritos, hazle crecer su orgullo. Cumple su deseo del futuro que quería para ti.
Ella dio una sonrisa triste, agarrando con fuerza la ropa de su pecho. Ban se levantó despacio, sabiendo que había cumplido. Justo cuando iba a salir, Gowther entró rápidamente. Tenía los ojos rojizos de haber llorado también, pero sentía la necesidad de volver con ella ahora que se desahogó con Meliodas. Ban sonrió.
- Ahí la tienes, te devuelvo el relevo.
Y tras esto se metió las manos en los bolsillos y salió del cuarto cerrando la puerta. Gowther la miró luego a ella, mientras se levantaba lentamente de la cama.
- ¿Qué te ha dicho? - preguntó él preocupado.
- La verdad - contestó ella incorporándose - Debo seguir adelante y apreciar lo que tengo, debo hacerle sentir orgulloso...
Gowther sonrió con tristeza, a la vez que ambos se acercaban para abrazarse con fuerza y con ganas. Era un abrazo cálido y fuerte, haciendo sentir el calor del otro, un abrazo que significaba estar siempre el uno con el otro, ocurra lo que ocurra.
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