Capítulo 4 - El tiempo dice que sí
Ambos salieron fuera encontrando al resto de los chicos. Se notaba un mal ambiente, pues Meliodas estaba enfadado. Era muy raro, y sobre todo peligroso.
- Diane... ¿Podrías...? - Meliodas miró a la giganta.
- Si, claro, pero os dolerá un poquito... - ella agarró a Meliodas, Ban y Gowther - Agarraos fuerte, os lanzaré a la capital.
Diane lanzó al grupo como si fuera una jabalina acabada en una fugaz estela, quedándose solos ella con Zoba y King.
- ¿Dónde está Hawk? - preguntó Zoba.
- Ha desaparecido junto con Elizabeth. Una caballera sagrada se la ha llevado con algún tipo de teletransportación.
Ella bajó la mirada. Seguramente hoy si que tocaría luchar. King silbó, haciendo aparecer a su amigo Oslow, un ser parecido a un gran perro con capacidad de teletransportación en su boca, que los llevaría más rápido que Diane corriendo.
Zoba pasó primero, entrando a un sótano gigante y oscuro. Empuñó su arma e intentó acostumbrarse a esa oscuridad mientras Diane pasaba poco a poco. Seguramente, King tendría que empujarle el culo.
Escuchó unos ruidos de pasos y se puso alerta, viendo llegar ni más ni menos que dos Caballeros Sagrados. Oh, venga, no ha peleado nunca en serio, la primera vez contra Guila y Jericho no...
*
Los tres pecados se estrellaron en las afueras del castillo de la capital, levantándose y sacudiéndose el polvo. Entraron corriendo a gran velocidad, sorteando Caballeros Sagrados y caballeros normales, aún más con las ilusiones cariñosas que creaba Gowther entre ellos, esperemos que no se pasase mucho y no acabe mal la cosa. Una vez dentro, el capitán pareció relajarse un poco.
- Oe, Gowther... - dijo corriendo y mirando hacia atrás - ¿dónde estuviste anoche durmiendo? No tenía más habitaciones en la taberna.
- Iee... - Ban lo miró con su sonrisa de lado - conmigo sólo durmió el hada... ¿te has pasado la noche leyendo como hacías hace años?
- No del todo, estuve leyendo un poco, pero también dormí, sentado en una silla.
- Uuaahh... eso es malísimo para la espalda... - dijo Ban golpeando a un Caballero.
- Sobre todo para una persona tan alta como tú - Gowther esquivó a uno con elegancia - Yo estoy bien.
- No te preocupes, no hay mucho espacio, pero podemos poner en lo alto de torre más paja junto a Zoba y al tener más dinero, poner camas en condiciones - Meliodas dio un golpe que hizo salir volando tres caballeros.
- Con la paja que hay, hay suficientes para dos personas de mediano tamaño - dijo la Lujuria rompiendo de un puñetazo la armadura del caballero.
Meliodas y Ban se giraron cuando se quedaron sin enemigos.
- ¿Tú como sabes... eso? - Meliodas lo miró con curiosidad.
- Dormí en una silla al lado de la paja donde descansa Zoba - dijo con naturalidad.
Ban sonrió metiendo las manos en los bolsillos.
- Que pringado... - dijo sonriendo.
- ¿A que te refieres? - dijo Gowther subiéndose las gafas.
- Déjalo, Ban. Si Gowther quiere dormir ahí y no molesta a Zoba, no pasa nada - Meliodas sonrió mirando el castillo - A mi no me importa, pero pregúntale a Zoba antes.
Gowther asintió. Se lo preguntaría cuando la viese. Ahora sólo quedaba ir a buscar a Elizabeth... y a Hawk, claro.
*
Dentro del castillo, el culete de Diane pudo por fin entrar por la boca de Oslow seguido por el rey de las hadas.
- Zoba, déjame a mi los Caballeros Sagrados - dijo Diane con una sonrisa - Tú ve a buscar a la princesa, seguro que está en las mazmorras.
- O encerrada en lo alto de una torre - contestó Zoba.
- O ya estará siendo usada de llave - King pasó por su lado flotando.
- ¡No seáis así! ¡Hacedme caso por una vez!
Zoba empezó a caminar ligero por los pasillos con la advertencia de su amiga. Pero... ¿Y si aparecía un caballero sagrado? Zoba no era rival para eso, ni mucho menos... ya ni hablar de alguien del tamaño de Dreyfus, por ejemplo, aunque podría escaparse si es ese caballero rubio guaperas de la competición.
Intentaba hacer memoria sobre su nombre mientras caminaba entre pasillos oscuros, sin saber que fuera del Castillo, sus amigos empezarían a sufrir.
*
Pasó un largo rato, y ella seguía caminando por las oscuras mazmorras. Escuchaba fuera los sonidos de las peleas, gritos y explosiones, una de ellas detrás de ella que abrió un boquete en el muro dejando entrar algo de luz.
Tus garras hacían un curioso sonido en el suelo al caminar. Suspiró tristemente. Estas garras... si aparecía de sorpresa algún rival temible no podría correr rápido por su culpa... al igual que esas molestas alas de sus lumbares... ¿Para qué quería unas alas si no podía volar como King? O al menos moverlas... estaban mal formadas, como una mariposa inversa, y naciendo de sus lumbares sólo eran un adorno, además de ser frágiles y pequeñas. Un asco.
Lo único que era útil era sus esponjosas orejitas, que empezaron a moverse cuando escucharon un ruido. Ella se movió torpemente como un buitre caminando hacia un callejón oscuro intentando no hacer ruido con las garras. Y si alguien pregunta, sí, parecía tonta.
Poco después apareció una Caballera Sagrada, flotando en el aire, con un vestido color burdeos y un raro yelmo, llevando un bastón con una garra negra. Iba riendo en voz baja y sumida en sus pensamientos, por lo que no notó ninguna presencia extraña.
Cuando ella se aseguró de que el enemigo marchó, salió de su escondite suspirando. Demonios, esa mujer parecía muy poderosa... y ella o mejoraba o sería una cobarde toda su existencia. Pero su hacha estaba más bien de adorno...
Siguió caminando hasta encontrar otro boquete más grande en la pared, y ningún rastro de celdas ni menos de los dos secuestrados. Se asomó a la pared destruida para ver un campo de batalla desolado, del patio del castillo.
La muralla que lo defendía estaba rota y se veía parte de la ciudad, por lo que Zoba pudo identificar en la distancia, entre los edificios, a su amiga la giganta tirada sobre unas casas, mientras un gran tornado de fuego aparecía a su lado. Se le subió el corazón a la garganta. ¡Su mejor amiga podía morir!
Apretó el mango de su hacha y no se lo pensó dos veces en saltar por el boquete a las rocas derrumbadas. Correría todo lo que pudiese, con ayuda de sus alas a ayudar a lo que más le importaba, pudiese hacer algo o no, aunque tuviese que usar su cuerpo para defender a Diane, no le importaba. Su vida no valía nada en comparación.
Conforme se fue acercando, vio que su amiga estaba peor de lo esperado, pero la situación era muy distinta a la esperada. Los caballeros sagrados no la estaban atacando, sino protegiendo.
- ¡¡Diane!! - le gritó a su amiga.
Ella abrió uno de sus bonitos ojos violetas a mirarla con una sonrisa. Su cuerpo herido sangraba, y al estar tan cerca Zoba pudo ver que su energía había bajado muchísimo. No podía hacerlo a distancia como ellos, pero si de cerca.
- ¡Diane, aguanta!
Ella tuvo una idea por el camino. Tal vez sirviese para algo, pero si podía intentarlo... La giganta tendió una mano hacia ella y subió a la chica hasta su cara. Estaba herida y derrotada.
- Diane, deja que te eche savia de mi mano en tus heridas... no se si funcionará, pero... no quiero que mueras...
Diane la miraba con ojos pesados sin quitar su pequeña sonrisa y miró hacia arriba. En el cielo, King peleaba contra otra hada, algún conocido suyo, con dificultades. Luego volvió a mirar a su amiga, que, con una gran cara de preocupación, masajeaba sus dedos para sacar gotas de savia.
Detrás de ella, a lo lejos, tirado en el callejón, había un chico pelirrosa bañado en un charco de sangre. Diane se dio cuenta que Zoba no había visto a Gowther en ese estado, y viendo a King en problemas por protegerla, no iba a desmoralizar a Zoba dándole esa visión del chico que... le empezaba a gustar.
Asintió tranquilamente dejando que ella echase ese líquido espeso en sus heridas, para viajar por el torrente sanguíneo e intentar salvarle la vida. Así mientras experimentaban con eso, Zoba no veía a Gowther en mal estado.
En el cielo, las dos hadas se miraban fijamente. King estaba mal herido rodeado de varios cuchillos, una forma de su querida lanza mágica.
El hada, Helbram en su verdadera forma, miró hacia la giganta.
- Oh, que bonita escena... ¿Ese bicho raro que tenéis por mascota se está despidiendo de su dueña? Que lindo, ya habéis domesticado humanos...
King no contestó. Miró a Diane, dándose cuenta de lo que Zoba intentaba hacer en la herida de su pecho con su mano derecha. Esperaba que eso le hiciese resistir a su querida, y dio una pequeña sonrisa. Vio como la cara de Helbram cambió entrecerrando los ojos a una de enfado.
- ¿¡Pero qué...?! ¿Que tiene esa en la espalda?
King abrió los ojos e intentó ponerse en medio para evitar que Helbram se acercase, pero de un latigazo de sus enormes lianas, lo apartó de su camino.
El hada de orejas afiladas y alas de libélula se posó sobre la rodilla herida de la giganta mirando fijamente la espalda baja de Zoba. Diane intentó con un rápido movimiento agarrar al hada, pero recibió otro latigazo en la mano, dando un pequeño gemido. Zoba se giró rápidamente asustada ante la mirada asesina de Helbram.
- Tú... - dijo acercándose y acorralándola contra el pecho de Diane - Eres una humana... ¡Con alas de hada!
A Zoba le dio un enorme escalofrío viendo como esa fría mirada la observaba de arriba a abajo. Cada cez que se fijaba en una parte mutada, el odio de sus ojos se incrementaba.
- Vaya, vaya... garras, orejas, alas... ¿Te gusta arrebatar las partes que te gustan de otros seres para implementártelas con magia? ¿¡Que clase de monstruo eres?! ¡¿Cuántos seres han muerto por este antojo tuyo?!
- N-No... no es así... - ella temblaba intimidada - son mutaciones...
- ¿Crees que me voy a creer esa tontería? - él agarró las alas de su cadera y tiró, haciéndola soltar un grito.
- No la... toques... sus mutaciones... le duelen... - Diane intentó moverse con una mueca.
- Calla y muere ya, giganta molesta...
Zoba se enfadó y levantó una mano para arañar su cara. Helbram se sorprendió ante la dureza de sus uñas retrocediendo en el aire. Tenía tres arañazos en la mejilla derecha.
- ¿Eso es todo lo que sabes hacer, dar zarpazos?
Helbram iba a seguir replicando, pero su herida comenzó a picar y escocer. Se frotó la mejilla para intentar apartar el ácido que le sofocaba, momento que aprovechó King para volver a la carga contra él.
El picor insoportable de su cara empezando a ser devorada por el ácido era algo que desconcentraba mucho al hada, pues no podía ignorar el dolor.
Una gran cúpula de poder del Arbol Sagrado rodeó a Diane y a Zoba, creada por el gran poder de King y la rabia que sentía, llegando a sanar a la giganta y a los dos caballeros sagrados que estaban cerca derrotados. Diane abrió un ojo despacio.
- Has estado bien... - le dijo en un susurro.
Zoba se giró a verla en su rodilla.
- Sólo ha sido un arañazo de nada...
- Con la mano correcta... ahora estoy segura de que King va a ganar este combate... - dijo con una sonrisa cariñosa.
- No hables más, Diane, reposa, por favor. Si se acerca algún enemigo te aseguro que se llevará más que un arañazo.
La giganta levantó una mano despacio y puso un dedo en su cabeza esponjosa, y luego lo apoyó en su hombro.
- No sirves para pelear... no te... ofendas... - dijo cerrando el ojo de nuevo - eres demasiado buena...
- Ya sé que no sirvo para esto... pero necesito sentirme útil. Prometo entrenar más duro.
- ¿Podrías... hacer un favor? - Diane volvió a mirarla cansada - Acerca... su cuerpo a la cúpula... no llega a sanarse...
La mano de Diane se cerró señalando con el índice detrás de Zoba. Ella se giró mirando a donde apuntaba para ver el cuerpo de Gowther tirado en medio de la calle, pasando desapercibido durante todo el tiempo. Zoba abrió la boca. Sus pupilas se encogieron y su tez se volvió más blanca de lo que era.
- No te asustes... vivirá... pero necesita sanarse... su energía es muy baja... aprovecha ahora... - Diane le dio un empujoncito a su espalda incitándola a ir.
Ella dejó su hacha con la giganta y se bajó de su pierna para ir todo lo rápido que sus garras le dejaran hasta el cuerpo de Gowther. Se le clavaron estacas en el alma al ver sus ojos apagados mirando al vacío. Ella recogió sus gafas del suelo y cargó con su cuerpo lo que pudo.
- Diane me ha dicho que se recuperará, Diane me ha dicho que se recuperará... - murmuró ella para sí mientras pasaba su brazo por sus hombros y le rodeaba la cintura.
Llevó el liviano cuerpo del chico sin tocar su herida e intentando que no arrastrasen sus pies, pues era más alto que ella.
- Gowther, ya te pondrás bien... eso no es nada... es un rasguño tonto...
Ella murmuraba cosas en voz baja para autoconvencerse de que el chico estaba bien, queriendo pensar que Gowther la escucharía, aunque sabía bien que no... pero los ojos sin vida se movieron un poco en dirección a su cara al acabar de hablar.
Acostó su cuerpo con cuidado al lado de su amiga dentro de la cúpula. Después, miró al cielo. King había derrotado a Helbram, y bajaba al suelo lentamente a despedirse de su amigo. En el horizonte, ocurrió una explosión que dañó a una torre. Parecía que el capitán se lo estaba pasando bien en una pelea.
Volvió a bajar la mirada hacia Gowther. La herida de su pecho comenzaba a cerrarse y no pudo evitar dar un suspiro de alivio.
- Nee, Zoba... - la giganta abrió los ojos recuperada del todo - ¿Por qué no pones su cabeza en el regazo? Es más cómodo... - dijo con una pequeña sonrisa.
- No... no quiero moverle más y hacerle daño... está sanando... - dijo escondiendo un pequeño sonrojo.
- Gowther tiene un cuerpo delicado, pero no es tan frágil como aparenta... dices eso porque no le has visto golpear al gran Caballero Sagrado Dreyfus...
Zoba observó a su amiga. Sus heridas estaban sanadas, pero aún estaba cansada. Las dos o tres gotas de savia que pudo dejar caer en su cuerpo tardaban en hacer más efecto por su tamaño, pero ayudaron a recuperar fuerzas.
Miró a Gowther y obedeció a su amiga. Le cerró sus ojos oscurecidos y puso su cabeza en el regazo. Cogió sus gafas y limpió las gotas de sangre de los cristales para colocarlas limpias en su cara. Ahora parecía que dormía.
- Me gustaría que pasaras más tiempo con él - susurró Diane - estar cerca de la persona que te gusta es un sentimiento muy bonito... y así puedes aclarar tus sentimientos, pues Gowther no es alguien corriente... y lo mejor es que tú tampoco eres alguien corriente.
- ¡N-no digas eso, Diane! - ella se sonrojó mirándola algo nerviosa - ¡No quiero que él saque deducciones apresuradas de cosas... que no sé que son!
- Él tampoco sabe que son - ella se sentó más cómodamente con una sonrisa - y créeme que no dudará en leer tu mente si quiere saber la verdad. Pero el tiempo decidirá si quiere que os unáis más o no.
Zoba se quedó mirando a la giganta, pues no estaba acostumbrada a que hablaran de esos temas y de esa manera, así que la ojimorada le sacó la lengua. Ella sonrió volviendo a mirar a Gowther, que acababa de abrir los ojos y levantó una mano para ajustarse las gafas. Su herida estaba sanada completamente.
Zoba no sabía que decirle. A lo mejor estaba molesto por la posición, o no se encontraba bien detrás de esa máscara superficial, pero él abrió la boca para hablar.
- ¿Te molestaría que a partir de ahora compartiese cuarto contigo en el Boar Hat? El capitán me dijo que te lo preguntara cuando te viese.
Se miraron fijamente en silencio, Gowther esperando respuesta, Zoba sin saber que decir. El de las gafas se fijó en el ojo rosado de la albina, con una pequeña lágrima en la comisura. ¿Por qué lloraba ahora? Gowther miró en su mente.
- ¿Lloras por alivio? Eso es muy raro - dijo sin quitarse de su regazo.
- No es raro llorar de felicidad... hace cinco minutos pensaba que perdería a dos personas importantes para mí y ahora... estáis bien... - dijo con una sonrisa y su lágrima tembló, amenazando caer.
Gowther levantó una mano y la apartó con un dedo con suavidad.
- Listo - dijo sin dejar de mirarla.
- Esto... gracias... pero no era necesario...
- Si lo hubieras hecho tu te hubieses sacado un ojo y rellenado la cuenca vacía con ácido. No me lo agradezcas.
Ella río suavemente. Tenía muchas gracias de abrazar a quien pudo hacerla reír cuando tuvo miedo, pero se conformó con acariciar su pelo rosa un poco.
Diane sonrió mirándolos mientras King volaba a su lado.
- ¿Que ha pasado con esos dos? ¿Estáis todos bien?
- Sí, King, muchas gracias... ¿No te parecen lindos? - dijo sonriendo.
King los miró un momento y puso una mueca. Pues, una chica mutada con un chico andrógino... si los pones uno al lado del otro.... no, no pegan.
- Prefiero no opinar... vamos a buscar al resto.
La giganta se levantó sin dejar de mirarlos con una sonrisa.
- El tiempo dice que sí, Zoba... - dijo susurrando y empezando a caminar.
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