Capítulo 23: Mi tesoro sagrado
Hacía frío y estaba oscuro. Demasiado oscuro. Con el cuerpo entumecido y débil, Zoba no veía nada a su alrededor tirada en el suelo de fría piedra porosa. No tenía nada de energía, ni dentro de su cuerpo, ni dentro de la joya de su pecho, que ahora estaba apagada. Sus ojos de reptil podían tener visión térmica, pero estaba tan cansada y demacrada que prefería cerrarlos y descansar.
No sabía dónde estaba, no tenía fuerzas ni para recordar qué sucedió después de que Estarossa la agarrase del cuello. Sólo... lo último que recordaba era haber visto morir a Meliodas por no ser suficientemente fuerte y salvarle. Era algo que la hacía sentir tremendamente culpable e impotente.
Un enorme escalofrío doloroso nació de su espalda y recorrió todo su sistema nervioso como si todas sus venas recibiesen un calambrazo que la dejó sin habla. Una nueva mutación iba a comenzar, pues estaba expuesta a un lugar con muchísima magia y poder: las mazmorras de la capital de Camelot, la ahora base de los 10 mandamientos.
No podía mover sus orejas de conejo, sus pezuñas estaban un poco blandas, y sus colmillos algo sueltos. Sólo era cuestión de tiempo que estas deformidades se desprendiesen de su cuerpo para que ahora mutase con la energía del lugar.
El tiempo pasaba muy despacio cuando no tenía la medicación de Merlín para el dolor o la distracción de las imágenes que creaba Gowther para ella en su mente, y el dolor no la dejaba soñar con tranquilidad.
A veces notaba un brillo a su alrededor, similar a los colores del arcoíris, pero apretaba los ojos para que no le doliese a la vista. Gloxinia estaba a su cargo el primer día, pues él y Drole se habían quedado en la fortaleza descansando mientras el resto se encargaba de buscar a los pecados capitales y atacar Lyonnes. Al ver el dolor de su rostro, sus alas se oscurecieron para no molestarle tanto.
Le apartó el pelo de la cara, observando el dolor de la mutación en un humano con curiosidad. En todos sus años de existencia, no había visto nada así. Tenía un rostro sereno y curioso observando a la chica, que jadeaba sudorosa. Pensó en descansar un poco más, y sanar su cuerpo con Basquias, pero era algo de lo que no se sabrían los resultados. Tal vez podría regenerarse, pero su mutación volvería a comenzar. Parecía una maldición.
- No puedo hacer mucho por ti - susurró - Pero no somos tan malos como tú piensas... es mejor que estés a cargo mío y de Drole que de Estarossa.
Gloxinia le dio la espalda para irse caminando, mientras su mente viajaba 3000 años atrás.
- Sé que esto no espía mis errores, pero no quiero entrometer a gente ajena a esto. Más a ti, que tienes tus ideales claros, que no te arrepientes de tus decisiones, y sobre todo... - dijo con una triste sonrisa - Que no nos odias...
Gloxinia abandonó las mazmorras caminando despacio. Arriba, Drole estaba sentado en el suelo meditando.
- Zeldris no nos ha dicho nada que hacer con ella - dijo el gigante calmadamente.
- Porque le da igual, pero si se diese cuenta de lo que ese tesoro sagrado esconde, no dudaría en hacerlo saber a Estarossa y encontrar la forma de usarlo en favor de los demonios - Gloxinia se sentó en un escalón.
- ¿No se ha vaciado del todo atacando a Estarossa? - preguntó el gigante abriendo su ojo.
- De poder sí, pero parece que absorbe algo más que poder - Gloxinia dio una pequeña sonrisa - Que esto quede entre nosotros.
Drole le miró un momento antes de asentir y volver con su meditación.
- La pequeña debe volver con ellos. Aquí corre peligro.
- Sí, por eso mañana te toca a ti cuidar de ella - dijo recostándose el hada.
- Yo no entro en las celdas - dijo el gigante.
- En el pasillo sí, no tienes que entrar, sólo asegurarte de que pasa la mutación. Las escamas de su cuerpo se están desprendiendo, sus pezuñas se caerán y sus orejas se pudrirán. Sólo espero que no acabe siendo un demonio...
- No será así - Drole no se movía - Puede que tenga apariencia, pero no será un demonio. Son cosas muy distintas. Ella es un mutante, sólo copia la apariencia, a veces bien, a veces mal.
- Sólo tenemos que cuidar que su tesoro sagrado permanezca con ella. Para quitárselo, hay que arrancarlo del pecho, no es un collar normal - el hada miraba el cielo nocturno por el agujero del techo.
*
En otra mazmorra muy alejada de donde estaba Zoba, Gowther había terminado de leer todos los libros que Merlín le trajo. Habiendo pasado una semana, tenía tiempo de sobra para leer, y mucha paciencia, pues el libro de Zoba, el titulado Violet Evergarden no lo había terminado. Se quedaba siempre en la página donde estaba el marcapáginas de Zoba, en el comienzo de uno de los capítulos.
Miraba tranquilamente las hojas pasándolas despacio, pero paraba en el marcapáginas. Cogió otro de los suyos de los libros terminados y lo puso al lado del marcapáginas de Zoba. Luego, sentado en el suelo, se abrazó despacio al libro cerrando los ojos.
- Zoba... - susurró - esperaré hasta encontrarte para acabar de leer el libro juntos... quiero saber el final a la vez que tú... quiero entenderte... quiero que me entiendas...
En ese momento, se escuchó abrir su celda, entrando los soldados que lo habían encarcelado, exceptuando Denzel, que en paz descanse. Gowther cambió su cara rápidamente a su estoica de siempre y se levantó del suelo, dejando el libro sobre el resto.
- Por orden del rey Bartra de Lyonnes y de Merlín, quedas libre de la celda, pero tus cargos como sospecha de tu pertenencia a los 10 mandamientos siguen sin ser denegados. Dame tus manos, soltaré tus grilletes - dijo un hombre apuesto de largo pelo plateado y pequeños bigotes.
Sin embargo, Gowther no podía mostrarse decaído ni desanimado. Él era como era... un caso.
(Siempre divo, nunca indivo)
- Eh, si... se quien eres... - dijo soltando sus grilletes el caballero - Ahora sal de aquí, vamos.
Gowther salió de la celda llevando sus libros bajo el brazo, vestido sólo con su camisón de prisionero. Dándole la espalda a sus enemigos, dijo...
Los caballeros abrieron los ojos mirándoles sorprendidos y con algo de temor, pero el muñeco se giró hacia ellos con una cara tranquila.
- ~Kyupiiin~
*
- Por eso os digo que es de vital importancia que Zoba aparezca pronto - Merlín les comentaba a sus compañeros con gran seriedad en su rostro - Debemos estar alerta a cualquier movimiento y o información que den sobre ella, y estar listos en todo momento.
- Ya, y por eso estás tan tranquila bañándote, ¿no? - preguntó Ban con los hombros caídos.
- ¡Merlín-sama está agotada de su gran trabajo ahí fuera con el Mandamiento del Pacifismo! - la defendió un delgado Escanor sonrojado.
Tanto como ellos tres más Elizabeth y Meliodas estaban en el cuarto, viendo a Merlín relajarse con un baño mientras leía un libro y les comentaba los siguientes movimientos. Hawk apareció haciendo sonar sus pezuñas.
- ¡Uf, por fin pude defecar a gusto y sacar de mi cuerpo ese demonio rojo chillón! - dijo con felicidad.
- Mira el otro que fino hablando - Meliodas le dio un golpe en la cabeza al puerco.
- Bueno, dejando a un lado vulgaridades, ya os he explicado lo que haremos - Merlín metió los pies en la bañera, haciendo amago de levantarse.
Escanor dio un grito interno y corrió a por una toalla para taparla.
- ¿El qué, el qué? ¡Yo no me he enterado, estaba cag-!
Meliodas le dio otro golpe en la cabeza. Merlín suspiró.
- Está bien, lo diré de nuevo - dijo sin salir aún de la bañera - Por lo que sabemos, Zoba sigue viva y está con los 10 mandamientos.
- ¿¡Zoba sigue viva?! - dijo levantando las orejas - ¿Cómo sabes eso?
- Son cosas que debería saber una - dijo con una sonrisa - Bien, el caso es que el tesoro sagrado que le regalé a Zoba, no sólo sirve para acumular energía de poder...
- Un tesoro sagrado con efectos secundarios, uno defectuoso - Ban se rascó la oreja con un dedo.
- No son defectos, son efectos secundarios. Es lo que tiene haber sido mi primer tesoro sagrado creado mediante un proyecto muy ambicioso - la maga sonrió orgullosa - Por eso a Zoba le iba que ni pintado. Pero ella no sabe que es un tesoro sagrado, o al menos eso creo.
Ella se levantó por fin de la bañera llena de espuma y Escanor corrió a taparla con la toalla escondiendo su cara tras la tela.
- ¡Que no mire nadie! - dijo rodeándola con la toalla.
- Escanor, no es necesario - dijo ella con su sonrisa tranquila.
Escanor se asomó tembloroso con la cara roja como... un demonio rojo. Merlín ya estaba seca y vestida. Él dio un suspiro de alivio, o de decepción tal vez, quitando la toalla de su cuerpo.
- Se llama "Pandorium". Es una gema que absorbe cualquier golpe con energía mágica que puede liberar cuando el usuario lo desee, ya sea el poder absorbido o siendo mezclado entre sí. Pero además de ello, guarda la rabia, la furia, el dolor y cualquier otro sentimiento puesto en el ataque, que almacena al igual que la energía.
- Yo no se que utilidad tiene eso - dijo Hawk - Sea lo que sea, ya lo expulsó todo intentando salvar a Meliodas.
- No del todo, mi querido puerco - dijo con su voz relajada, dejando su libro - Esos sentimientos no se guardan en la piedra. La piedra está arraigada a ella, y esas emociones las guarda su propio cuerpo. Por lo que he podido observar, no le molesta ni le cambia el humor, así que todo está bien.
- ¿Y ese poder... "emocional" se puede sacar también? - Hawk le miraba interesado.
- Esa información no es relevante aún, Hawk - dijo con una sonrisa - Sólo tenemos que encontrarla antes de que decidan quedársela o arrancarle el tesoro sagrado. Y creo saber donde está... - dijo con una de sus sonrisa malvadas.
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Y con esto se acaba el anime, lo que lleva de momento.
La próxima publicación de este fanfic será en octubre, cuando saquen la siguiente temporada, esperad hasta entonces :3
Pues si claro, ya me estoy leyendo el manga y por ahí vamos a seguir :3
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