𝐕

─────────•❦•─────────


V. SPEAK SPOILED LITTLE GIRL !


                                  ESTAN INCOMODO llevar esposas en las muñecas, el metal de estas le apretaban. No le dolía sentirlas en su piel, pues al cabo de unos minutos se acostumbro a aquello.

Estaba detrás de los asientos, 2 policías a sus costados mas otro policía conduciendo. Se sentía bastante incomoda, pues los policías la aplastaban y estar en medio de estos no ayudaba.

—Disculpen, ¿Me pueden hacer un favor?—. Habló en un susurro, haciendo que los presentes tomaran su atención.

—¿Qué quieres—. Preguntó un policía en un tono de fastidio.

—Estas esposas están muy apretadas, ¿Esta bien si me las aflojan un poco?

—Ya casi llegamos, no sera necesario.

Se acerco a el pecho de aquel, donde provenía una tarjeta con su dicho nombre más una foto de el. Rio por lo bajo al ver como se llamaba.

—Rafael, un gusto Rafael. Te extendería la mano pero ya sabes, tengo estos instrumentos metálicos lastimándome las manos...

—Si sigue hablando yo seré quien la lastime—. Habló otro policía que se encontraba a su costado derecho.

—¡Hey! ¿Por que tanta violencia? Si de por si me siento apretada tanto de las manos como físicamente, tu obesidad no ayuda. Mejor dedicate a bajar peso antes de querer lastimarme, ¿Quieres?—. Añadió molesta, tratando de moverse con el objetivo de poder sentirse comoda.

El policía antes insultado estaba por reaccionar al comentario de esta, paro su inquietante coraje al ver que el auto se detuvo frente a el departamento de policía. Salió del vehículo con estos a sus costados, tomándola de sus delgados brazos con un agarre brusco.

Al entrar diviso una severa cantidad de policías y detectives quienes la observaban avanzar, entre estos estaba James Gordon junto a su compañero Harvey Bullock. La llevaron a una pequeña celda, recordándole involuntariamente la ves que despertó en una, en un laboratorio.

Se sentó en una pequeña silla, mirando a sus alrededores. Algunos no le quitaban la mirada de encima a la joven castaña, preguntándose a si misma que era lo que les impresionaba. Tal ves era su edad, físicamente era alguien bastante joven para estar encarcelada por quien sabe que crimen. Les guiñaba el ojo a aquellos que no dejaban de mirarla, haciendo que involuntariamente estos apartaran la mirada.

Observo a Jim que de lejos hablaba con una dama tez morena, cabello rizado. Sin duda alguna hablaban de ella pues frecuentemente el detective posaba su vista en esta. Al recorrer su mirada por todo el lugar, su atención cedió a la de un tipo piel blanca, de anteojos y tan alto que graciosamente le recordaba a un poste, imposible no notarlo entre todos pues su altura resaltaba entre estos; seguía a una mujer pelirroja como un perro en celo. La dama se poso delante de la celda de Olipia, deteniéndose incomoda girando sobre sus talones observando al tipo quien al captar la atención de esta, sonrió como un sol.

—Soy blanco como la leche y negro como el carbón, soy dulce como la miel y agrio como el limón. ¿Qué soy?

Olipia trato de no reír en aquel momento, pues que manera de iniciar una conversación con un acertijo. Esta claro que el castaño le gustaba pues era muy obvio como la miraba, le sonreía y la manera de captar su atención. La pelirroja se veía incomoda y al parecer molesta, imposible no notar el fastidio en su rostro.

—Sr. Nygma, estoy trabajando. ¿Podría dejar de hacerme acertijos tontos?—. Dicho esto, le dio la espalda para después seguir caminando.

El chico borro al instante su sonrisa, luciendo avergonzado por la reacción de la pelirroja; agacho su cabeza para luego girarla hacia los costados con el objetivo de que nadie notara lo sucedido, percatándose que solo una persona se dio cuenta de aquello, era Olipia quien lo miraba con pena.

Nygma al notar su reacción, forzosamente sonrió como si no le afectará el rechazo de la mujer mientras se alejaba de la celda. Al instante en que se alejo, Jim se acerco, sacando unas llaves de su bolsillo para luego adentrarlas a la cerradura y abrir la reja.

—Ven conmigo—. Añadió con aquel tono serio que lo caracterizaba.

Olipia se puso de pie y siguió al detective detrás, evadiendo algunas miradas serias de otros policías. Entraron a un pequeño cuarto que solo un foco iluminaba hacia una pequeña mesa de metal, mas unas dos sillas del mismo material. Era la sala de interrogatorio. Olipia se sentó y James delante de ella. El hombre abrió una pequeña carpeta amarillenta que se encontraba en la mesa, para luego tomar aire y leerla.

—Olipia Moregomery, ¿Es con P?—. Volvió a mirarla para poder confirmar que era su nombre.

—Era eso o Patricia...

Ignoro lo dicho de la chica para poder proseguir leyendo sus archivos.

—Tienes 20 años.

—En efecto.

—Estas aquí por...

—Haber interferido en el arresto de Stan Potolsky, no sólo en eso si no también en a ver lastimado a un detective, ¿Aún le duele el cuello, novato?

El semblante de Gordon se volvió aún más serio al recordar el brusco agarre de la chica, así como a verlo llamado de una cierta manera por ser nuevo trabajador en GCPD. Aquella fuerza le recordaba a los efectos secundarios para aquellos que consumían Viper, la droga que aterro la ciudad. El hombre tenso su mandíbula, haciendo que Olipia notara aquello, pues su mandíbula llegó a marcarse más de lo debido.

—No solo eso, mataste a tus padrastros.

Ahora Olipia era imitó la acción del rubio frente a ella. No por nervios, angustia o ansiedad si no al recordar el por qué lo hizo, sus razones. James noto aquello, así que suspiro.

—Se lo merecían.

—¿Se merecían la muerte?—. Preguntó molesto, molesto por las acciones de la chica al quitar dos vidas.

—No preguntes algo que no voy a responder.

Gordon se quedo sin palabras. Olipia aprovechó aquellos minutos de silencio para poder analizar el rostro de este. Era rubio, ojos azules, tez blanca. Era demasiado atractivo incluso para ella. Tenía aquel rostro serio que lo caracterizaba, su voz dominante que sonaba superior y aquel fino porte que toda mujer desearía en un hombre. Suerte aquella dama que este con él.

Así como ella lo miro, él la miro a ella; analizando tanto las facciones de su rostro como su demás cuerpo a excepción de sus piernas que se encontraban debajo de la mesa. Sus ojos miel parecían un bello atardecer que te encaminaba al infierno mismo. Sus párpados desgastados por el cansancio, ligeramente morados por lo anterior dicho.

Un cabello tan corto y maltratado debajo a la altura de su oreja y un rostro tan soberbio, que al hablar se mostraba divertido como si de jugar se tratara. Olipia era igual de hermosa como Barbara, su novia.

Al mirar detalladamente el área de su cuello, exactamente en donde Harvey le dio aquel golpe que la dejo caer. Una marca no tan notable de un punto causado por una aguja se encontraba en esta y sobresalían venas un tanto oscuras en ella. Algo le hicieron y sospechaba que el causante de esas marcas era Stan.

Al ver que Olipia comenzaba a notar que miraba mucho aquello, Jim apartó la mirada para después volver a posar sus ojos en ella.

—Ellos te adoptaron—hablo volviendo al tema—. Te hicieron un favor.

Una risa increíblemente escandalosa fue invadida por todo el cuarto por parte de Olipia. Jim seguía conservando su semblante serio, a pesar de notar que la risa de la joven era bastante contagiosa.

—¿Favor? No me vengas con eso Jay. Me trataban como una bolsa de basura, vivir con ellos me hacían sentir como una escoria.

—Hace 4 años el centro de adopción te llamaron, preguntándote como te encontrabas con tu nueva familia y según aquella llamada respondiste "perfectamente".

—Me obligaron responder con una respuesta positiva hacia sus personas, literalmente estaba controlada tanto como de Triniti como de Rafael—. Se defendió.

James hojeo aquella carpeta con suma concentración leyendo de esta, para luego posar su mirada en la de Olipia quien solo divisaba los ojos azulados del hombre quien cubría su rostro con dicha carpeta.

—¿Qué hay en el almacén 39?

La castaña rio con impresión

—Qué No hay ahí. Más bien, que no hubo.

—¿Tú que eras de Stan Potolsky? Por como lo defendiste, algo tuviste que ver con él—. Dijo ya estresado por la actitud de la chica.

—Lo siento Jay, no tiene sentido que responda tu pregunta si terminaré en la cárcel.

—¿Esperas a que te deje libre después de lo que hiciste?

—Efectivamente novato, eres muy listo—. Sonrió.

—No terminaras en la cárcel, te iras directo a Arkham—. Habló en un tono molesto, mezclado con un sentimiento de fastidio.

—¡Vaya! Ahora estoy loca—. El peso de sus manos cayo en la mesa de metal, haciendo un ruido en esta.

Para James, estaba perdiendo su tiempo. No conseguía la información que quería, pues, la chica no ayudaba en nada; no obtenía las respuestas que esperaba tener. Sin decir nada más, el hombre se puso de pie, sin antes a ver tomado la carpeta, para salir de la sala que consigo cargaba un rostro de frustración.

—Hey Jim, ¿cómo te fue con la chica? ¿Habló?—. Se acerco su compañero Bullock.

—No—añadió molesto—. ¿Sabes donde esta el doctor?

—Ocupado con los últimos pacientes drogadictos, ¿Para que lo necesitas?

—Quiero un análisis de sangre para Moregomery. Algo me dice que ella consumió Viper. Si estaba cerca de Stan, estaba cerca de la droga.

—Pero si es así, esa loca ya estuviera comiendo lácteos hasta por los codos o peor, muerta—. Dijo aquel en un tono de impresión.

—Dile a Ed que me ayude con un análisis de sangre. Ya que, como puedes ver—alzó su vista hacia las escaleras donde el castaño observaba a su alrededor como si estuviera en un campo de rosas—. No esta haciendo nada.

Harvey se alejo directo a decirle a Nygma que Jim necesitaba un favor por parte de él. James volvió a la sala del interrogatorio donde Olipia se encontraba sentada observando hacia un punto fijo, fingiendo no a ver escuchado la platica detrás de la puerta.

—Olipia, te harán un análisis de sangre. Un policía te guiara hacia la oficina Forense, la enfermería esta demasiado ocupada ahora.

—Si, comprendo que estén atendiendo a los adictos.

El policía entro para luego tomarla de su brazo izquierdo y llevarla a la oficina forense, en donde se encontraba por unos pasillos. Al encontrarse frente a la puerta el policía que lo acompañaba tomo las llaves de sus esposas y las adentro a la cerradura.

—Gracias por hacerme el favor, esto apretaba...

—Si piensas querer escaparte, miles de policías te rodean. Mientras estés aquí, no hay escapatoria—. Habló soltando con un movimiento brusco a la joven, para luego alejarse.

Esta lo miro de mala gana. Se giro para luego encontrarse la puerta, alzo su mano y la toco con sus nudillos en golpes leves, sin esperar respuesta a que la abrieran, tomo el picaporte y giro de este asomando su cabeza por el borde. Al notar que no había nadie entro a la oficina. Observando a su alrededor como si estuviera en un patio de juegos, analizando con su mirada lo más mínimo. En una pequeña mesa que posaba en medio del cuarto de esta diviso unas agujas de diferente tamaño, más un pequeño grueso tubo de ensaye—un vacutainer—le recordó a aquellos programas de televisión que antes miraba de enfermería.

Se sentó en una pequeña silla de madera, se subió la tela que cubría con totalidad su extremidad hasta su antebrazo derecho; las venas de esta se encontraban un poco más oscuras de lo normal, incluso tenia una marca en esta recordando involuntariamente la vez que se inyecto Viper. Tomo la aguja para luego enterrarla en su piel. Cargando consigo la caracterización de una persona impaciente al esperar por un rato al doctor, prefirió hacerlo ella misma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top