Por curiosidad surgieron sentimientos
Los días solían ser monótonos en la montaña. La cascada que quedaba a poca distancia del templo era su lugar de descanso y meditación favoritos. Sentía que un lugar tan natural y tranquilo era lo más adecuado para él, pues su mente y cuerpo agradecían la soledad; aunque también apreciaba la presencia de su maestro, muchas veces el anciano era un tanto hostil y complicado de tratar.
Él era el discípulo de un monje que dirigía y cuidaba el templo de la montaña. Su función principal era como ayudante, sin embargo, gracias a que el monje era un sabio, Meng Hao también aprendía hechizos y artes marciales desde pequeño. El tiempo en guerra era complicado, pero si la batalla lejana se volvía difícil, al menos podría defenderse.
No importaba si sus días eran monótonos, Meng Hao, este joven de veintiún años, intentaba hacer que no fueran aburridos. Trabajar en un templo significaba estar cerca de los dioses, debía esforzarse al máximo para no decepcionarlos. Aunque, en un futuro, su verdadero deseo era viajar por el mundo, no ser un monje como su maestro.
Para esas horas, el sol estaba justo sobre su cabeza. Había realizado las tareas diarias, es decir, entrenar, barrer, ordenar, limpiar la ropa, cocinar, y decorar adecuadamente el lugar.
No era nada extraño que esto hubiera sucedido, pues el día anterior se había dedicado exclusivamente a trabajar en los pendientes acumulados, todo con la idea de tener ese día libre y seguro. La razón era un tanto peculiar, un día en absoluto especial para él. En esa fecha, se realizaba el festival de medio otoño en la ciudad imperial, la cual quedaba justo debajo de la montaña.
Cualquiera creería que su emoción sería por ir al festival, o por comer deliciosos platillos y dulces, pero eso no era para nada lo que estaba esperando.
Resultaba que el hijo del actual emperador siempre subía la montaña para rezarle a los dioses de su templo. Esto se repetía año tras año, sin falta alguna.
Para el emperador, el festival de medio otoño, o también llamado el festival de la luna, era un día de suma importancia. Era un devoto creyente de las historias y los dioses, por ende, muchos años atrás, ordenó que todos los templos cercanos debían ser tomados en cuenta para este día, y el templo de esta montaña llegaba al rango que el emperador había establecido.
Era natural que enviara a su heredero a realizar las oraciones pertinentes, él tenía otros asuntos que atender, pero al menos, le demostraba a los dioses que realmente los recordaba en ese día.
Meng Hao era un chico que admiraba mucho a la clase alta. Todos los años venían con esos trajes extravagantes, repletos de joyas y adornos, intocables y poderosos. Era hermoso a sus ojos, jamás se cansaría de verlos, como si fueran tan inalcanzables y perfectos como los mismos dioses.
Pensándolo bien, hacía ya quince años que esto se repetía, con sus propios ojos fue espectador del crecimiento de ese príncipe que venía a rezar. La primera vez que lo vio, tenía cinco años, edad en la que llegó al templo para ser cuidado por el monje.
Nunca se perdía este evento, y es que ese príncipe era en verdad una belleza, cada paso que daba era perfecto, cada sonrisa, cada rezo, cada incienso que encendía; todo se hacía más bello y deslumbrante si lo hacía él, todo se tornaba perfecto cuando él venía.
Una vez, una única vez tuvo la oportunidad de verlo de cerca. El príncipe se había escapado, tenía apenas unos once años de edad. A causa de una rabieta ocasionada por razones desconocidas, se había escabullido de todos, incluidos sus soldados. Al escapar y dirigirse hacia la cascada, el príncipe se topó de inmediato con Meng Hao, el ayudante y aprendiz del monje; ambos tenían aproximadamente la misma edad, aunque Meng Hao era un poco mayor.
En esa ocasión, Meng Hao estaba tan impresionado por verlo de frente, que solo quedó congelado en el lugar; sentía tanta vergüenza que quería que la tierra lo tragara, ¿cómo un príncipe podía pararse siquiera a mirarlo?
Estaba sucio, desarreglado, con una desordenada cola alta en el cabello, incluso había montones de ropa sucia que estaba limpiando, era una vergüenza total.
No obstante, cuando el príncipe lo notó, le sonrió, esa expresión fue tan cálida y sincera que el otro no sabía qué hacer. Su mente de once años pensó en simplemente arrodillarse con sumo respeto, hasta que su frente tocó el suelo con brusquedad.
Tian Yi, el príncipe, sacó una tela en la que guardaba un par de caramelos, y ayudando a levantar al discípulo del templo. Le preguntó si le gustaban ese tipo de dulces, alegre al notar que Meng Hao asentía confirmando, se los entregó junto a la pequeña tela.
Uno de esos caramelos fue devorado de inmediato, pero el otro aún lo conservaba, pero no como un dulce. Era el único objeto que guardaba como una joya, incluso le había realizado un par de hechizos simples, todo con el objetivo de que no se estropeara jamás.
Luego de ese encuentro no volvieron a entablar una conversación, Meng Hao solo observaba desde las sombras. Disfrutaba que el príncipe cruzara por los lugares que él mismo había limpiado e iluminado con faroles de papel y linternas. Aquello provocaba un sentimiento de satisfacción para él.
De hecho, esas linternas y adornos los hacía a mano, tardaba meses en terminarlos, y siempre se inspiraba en el diseño de las ropas que el príncipe había traído el año anterior. De esa manera, las ideas nunca faltarían, además de que el decorado sería sin dudas lujoso.
Ahora estaba tan ansioso por verlo que podía esperar en la entrada hasta el anochecer, pero, ¿no sería un poco raro eso? Lo mejor era controlar su corazón, la hora llegaría, no importaba lo que hiciera. No tenía forma de adelantar el tiempo.
Debía aguardar a que la luna estuviera tan alta como pudiera, solo allí él aparecería con sus soldados.
Si no se equivocaba, ese año se cumplirían los veinte años del príncipe, ¿por qué sentía tantas expectativas? Quizás por ser un año especial, se vería aún más apuesto, ¿no era algo lógico?
—Todo saldrá a la perfección, ya verá, Su Alteza. El camino hasta la cima será lo mejor que verá en años, lo prometo. No dejaré que se arrepienta de haber subido —pensó en voz alta, sonriendo mientras observaba la fina cascada caer y las hojas marrones danzar con la brisa.
Su cabello negro se mojó con algunas salpicaduras. Se alejó un poco y volvió a sentarse, su piel estaba algo morena por el trabajo al sol, sus ojos eran color café, delgado y alto, sin dudas un joven entrenado y saludable.
—Su Alteza, ¿no piensa escaparse alguna otra vez? —Sonrió en tono burlón—. Sería divertido ver correr a todos esos soldados detrás de usted una vez más.
Desde el interior de sus ropas sacó esa pequeña joya, esa pequeña piedra que antes era un caramelo de color rojo. Admiró el objeto a través del sol con una sonrisa que nunca abandonó su rostro.
—No estaría mal volver a probar uno de estos, ¿los seguirá comiendo? —se preguntó, luego soltó una corta carcajada—. Es un príncipe, ¿cómo seguiría comiendo estas cosas?
Sabía que el príncipe Tian Yi tenía un año menos que él, haber visto su crecimiento hasta ahora era algo satisfactorio, pues le gustaba mucho, y cada vez que aparecía en la montaña se veía aún mejor que el año anterior; pero no sabía nada de él realmente, solo algunas pequeñeces que escuchaba cuando bajaba a la ciudad imperial. Aun así, a menudo fantaseaba con que volviera a escapar, incluso si fuera algo imposible, lo esperaba con ansias.
—Algún día seré yo el que baje, cuando usted sea emperador iré a verle. En cada cosa que haga, iré —sonrió, colocando sus brazos por detrás de la cabeza como si fueran una cómoda almohada.
Pasaron las horas. Para cuando cayó la noche, ya se había cerciorado de que todas las linternas de papel y faroles estuvieran encendidos.
El camino de siempre estaba preparado.
La luna estaba en su punto máximo. No debía faltar mucho para que el príncipe llegara, mejor dicho, ya debía estar allí arriba. Se estaban demorando más de lo usual y no quería preguntarle al monje algo que no debía, o que resultara extraño.
—¿Acaso se han perdido? No... eso no es posible. He colocado las linternas justo en el camino, siempre es igual, ¿cómo es posible perderse?
Si lo vieran caminar en círculos como ahora, cualquiera pensaría que estaba intentando invocar un fantasma o algo así, pero solo eran los nervios y la incertidumbre que no lo dejaban permanecer quieto.
—¿Se habrá enfermado? Pero, ¿no vendría alguien más a rezar en ese caso? Su Alteza... —pensó en voz alta, entristecido.
Decidió que esperaría. No debían tardar mucho más, pero incluso si su idea era esa al inicio, la ansiedad no lo dejó. Necesitó bajar la montaña para asegurarse, aunque honestamente no pensaba que algo malo hubiera sucedido. Ver el sendero en el que no aparecía nadie, era algo que lo carcomía por dentro.
Corrió por caminos ocultos, conocía la montaña muy bien, y como no quería ser descubierto, fue por entre los matorrales y árboles. ¿Qué pasaría si llegara a obstaculizar al príncipe? Sería una vergüenza.
Al llegar al punto que quería logró divisar el entorno en su totalidad, pero desde la entrada, hasta allí donde estaba él, no se veían las filas de soldados, los adornos o al príncipe caminar, solo un sendero solitario y despejado, decorado con las linternas que había hecho con sus propias manos.
Su corazón pareció hundirse y enfriarse. ¿Ya no vendría? ¿De verdad no lo vería?
No le angustiaba el hecho de que se había esforzado al máximo para que todo quedara a la perfección, solo quería ver a Su Alteza.
¿Qué haría? ¿Había siquiera algo que pudiera hacer? No era más que el discípulo de un monje, ¿qué podía hacer?
—¿Acaso de verdad habrá enfermado? —Su mente era solo un montón de dudas, pero no podía conseguir las respuestas quedándose en un mismo lugar.
Tomó valor y bajó aún más la montaña, faltaba quizás medio kilómetro para terminar de bajar, pero por el camino notó que había alguien subiendo. Probablemente era un viajero que buscaba asilo en el templo, al menos por una noche, y eso no era nada raro, ya había pasado en varias ocasiones.
Sin embargo, si iba con él, solo demoraría más en llegar hacia la ciudad imperial. No quería detenerse por otros, pero tampoco podía dejar a esa persona sola.
Se quejó por dentro, y hasta quizás se enojó un poco consigo mismo por no poder poner sus deseos por encima de sus obligaciones. Con esto, era seguro que no vería al príncipe pronto, pues llevar a alguien hasta el templo tomaría tiempo, y solo luego podría bajar de nuevo para buscarlo o para preguntar por él.
Finalmente, entró en el sendero rodeado de árboles de bambú, las linternas y faroles que había colocado ahora le permitía ver con más precisión a la persona que subía.
Sus pupilas se encogieron al percatarse de que sus ropas no eran las coloridas que solía usar, seguían siendo hermosas y de calidad, pero no eran para nada lo que siempre portaba. La sonrisa del joven parecía permanecer allí, sus labios delgados y rosas simplemente eran maravillosos para él. Los ojos amarillos, afilados, al igual que sus cejas negras; el cabello que danzaba con la brisa, estaba atado en una media cola, sujetado con una corona dorada. Era la persona que más le gustaba en el mundo, ¿cómo podría confundirse? Pero, pensándolo bien... ¿Qué estaba sucediendo?
—Oh... —Se sorprendió el príncipe—. Realmente apareciste, eres como los fantasmas, siempre escondiéndote.
Meng Hao no sabía qué contestar, pero sabía que si veía a esta persona, arrodillarse no era una mala opción. Sus manos temblaron, su mente estaba por completo en blanco. A diferencia de hacía nueve años, no golpeó su frente contra el suelo, sino que su inclinación fue precisa, como si la hubiera practicado cada noche antes de irse a dormir.
—Está bien, puedes ponerte de pie. No es necesario que me saludes así ahora —declaró con amabilidad, estirando su mano para ayudarlo a subir.
Claramente, Meng Hao no quería, o más bien, no se atrevía a tocar esa mano pálida y delicada. Sus manos estaban algo sucias por cruzarse entre los árboles y mover arbustos, tenía algunos callos en sus palmas, ¿cómo podría permitirse ensuciarlo? Cuando subió la mirada para ver a Tian Yi, frente a él había dos caramelos, uno rojo, y otro verde.
—¿S-son para mí?
—Por fin dices algo —se rio—. Claro que son para ti.
Meng Hao se levantó y tomó los caramelos, cuando lo hizo, sintió la suave piel ajena, cosa que lo hizo estremecerse. Era sin dudas la piel más delicada y suave que había tocado jamás, sin cicatrices y limpia de cualquier impureza. Sus dedos eran largos, por lo que dedujo que tocaba algún instrumento. El corazón latía al doble de velocidad, pues algo estaba claro, estaba completamente enamorado de este joven.
—Sabía que estarías aquí —añadió el príncipe—. ¿Puedes llevarme al templo? Quiero ofrecer mis respetos.
—Su Alteza, permita que lo guíe —respondió, con una inclinación menos profunda.
No quería tartamudear, ni quedar como un tonto frente a esta persona, pero es que era muy difícil no sentirse ansioso.
Caminaron unos pasos en silencio, pero Tian Yi no parecía querer que esto sucediera. Él habló primero:
—A partir de este año, mi padre ha ordenado que no es necesario subir hasta aquí.
Meng Hao se sorprendió, ¿eso significaba que ya no lo vería más?
—¿Puedo...? ¿Puedo preguntar algo?
—Claro que puedes, no estamos en el palacio, y no hay nadie al rededor. Por favor, solo trátame como a un amigo.
Definitivamente, Meng Hao no iba a hacer eso, pero al menos esas palabras lo habían animado a hablar con más confianza. Si tenía el permiso, entonces no debía contenerse tanto, ni pensar demasiado en qué palabras usar para no parecer maleducado.
—¿Por qué razón ya no subirá? ¿No es de su agrado la montaña? ¿O es acaso el templo?
—No es para nada algo así. Personalmente me gusta mucho este lugar, pero es algo alejado, y aunque esté dentro del área de la ciudad imperial es complicado venir aquí. Por eso, después de tanto tiempo, y ya habiendo cumplido mis veinte, mi padre ha decidido que no es necesario que suba.
—Entonces... —pensó antes de preguntar—. ¿Por qué Su Alteza ha subido hoy? ¿Por qué nadie lo acompaña?
—¿Por qué he subido? Pues sabía que este lugar estaría así de bonito para darme la bienvenida, ¿cómo podría faltar? ¿Cómo podría dejar que todo este trabajo fuera realizado para nada?
El joven algo más alto quedó estupefacto, ¿de verdad el príncipe notaba su trabajo cada vez que subía? Mejor dicho, ¿estaba al tanto de que era él quien lo hacía?
—No... no sé qué decir, Su Alteza.
—Está bien. Si no sabes qué decir, entonces no digas nada —sonrió—. Pero... Realmente quería venir, este es el templo que más me gusta, y aunque mi padre decida lo contrario, quiero seguir asistiendo. Incluso si no decoras nunca más con estas linternas hechas a mano, hay más razones por las que me gustaría venir. Ahora, estoy feliz de poder hablar contigo.
—Es un honor... escuchar eso.
Incluso si quería parecer serio, su rubor era imposible de ocultar, nunca había pensado que el futuro emperador disfrutara de la montaña, o siquiera que se fijaría en los detalles de las decoraciones que cada año se esmeraba en hacer. Claro que estaba feliz, claro que se moría de vergüenza, pero, ¿cómo expresarlo sin parecer descortés?
Finalmente, llegaron al templo juntos, y como era de esperarse, el monje salió y se reverenció ante Su Alteza. Luego siguieron con el ritual de todos los años. Cada acción fue observada por Meng Hao desde cerca y con cuidado. Nunca lo había visto tan nítido, no quería perderse ningún movimiento, ninguna expresión. Esto era como un sueño hecho realidad.
Al finalizar el ritual, Tian Yi se puso de pie, saludó al monje y se dirigió de nuevo hacia él. Se veía tranquilo como un arroyo, transmitiendo gotas de tranquilidad a quien lo viera.
—¿Me guiarás hasta abajo?
El joven de cabello negro y cola alta se inclinó levemente como respuesta. Posteriormente, comenzó a caminar, siendo seguido de inmediato por el príncipe.
—Tu nombre es Meng Hao, ¿verdad? Qué descortés, hasta ahora no lo había preguntado.
—No es para nada descortés, usted no debe disculparse por esas pequeñeces. Ese es mi nombre, Su Alteza.
—Entonces, Meng Hao, tú y yo, ¿podemos ser amigos?
El joven frenó sobre sus pies, no pudo evitar darse la vuelta y mirar hacia los ojos claros de Tian Yi. ¿Por qué preguntaba eso?
—Soy solo el discípulo de un monje, un cuidador de templos. ¿Qué ganaría Su Alteza con un amigo como yo?
—¿Necesito razones para hacer amigos? ¿No es suficiente con que me gustes?
¿Gustarle? Los hombros de Meng Hao hicieron un tic.
—¿Cómo puede alguien como yo gustarle a Su Alteza?
—Si lo haces, ya es suficiente para mí, ¿qué me dices? Realmente no quiero perder mi comunicación con este templo, ni con esta montaña, y aunque sea egoísta, me gustaría que me guíes para rezar el año que viene.
—Su Alteza nunca es una molestia. Si usted seguirá viniendo, entonces estaré encantado de guiarlo cada año.
Esa respuesta provocó que el príncipe dibujara un rostro claramente feliz.
El camino hacia abajo no fue tan silencioso, de hecho, todo lo contrario. Tian Yi había conseguido abrir los pensamientos del joven, se veía muy feliz por poder verlo hablar. Ahora que eran amigos, no necesitaría excusas para verlo otra vez, además, ya no quería que se escondiera de él.
Siempre le había interesado el joven que observaba desde las sombras. Muchas veces sonriente, otras veces no tanto, pero el brillo de los ojos, la sonrisa sincera, la forma de decorar de cada año con tanto esmero, era algo que lo había atraído.
Al principio era solo algo normal, pero cuando se percató de que alguien de casi su misma edad preparaba todas las hermosas decoraciones, no pudo evitar interesarse e investigar. Cuando por fin descubrió quien era, se fijó más y más en él, como si fuera un verdadero misterio que resolver. Algo inalcanzable, tanto, que al final terminó gustándole.
Sentía que lo conocía desde hacía años, era como si supiera que ambos se observaban a escondidas, que ambos pensaban en el otro sin decírselo a nadie, ni entre ellos mismos.
Había desarrollado sentimientos complicados. Este año, al no ser obligatoria la subida a la montaña, estaba de verdad angustiado. Nunca pensó que le afectaría de esa manera.
Pero claro, una orden de "no es necesario" no significaba "está prohibido". Por lo tanto, luego de visitar todos los templos de la ciudad imperial y sus alrededores, se desvió para subir la montaña, pues su corazón estaba ansioso por ver a su "fantasma" Meng Hao. Quería ver cómo había decorado esta vez, ya ahora, caminando a su lado, habiéndole pedido su amistad, no se arrepentía.
Nunca lo dijo, pero cada año, desde la primera vez que supo de él, siempre llevó caramelos escondidos en sus ropas. Tenía la ilusión y la esperanza de poder volver a hablarle, pero siempre se escondía, y él, como príncipe, no podía escapar del ritual. Pero al menos, si ocurría algún imprevisto alguna vez, entonces tendría esos dulces con forma de gotas de agua junto a él.
Habiendo caminado lentamente por la montaña por casi una hora, Tian Yi se comenzaba a sentir cada vez más invadido de curiosidad y felicidad. De verdad le gustaba este chico, y claro que ahora no quería irse, pero tampoco tenía la intención de ser molesto. Sabía que si deseaba obtener el corazón del otro, debía trabajar primero.
Él era el futuro emperador después de todo, llegar a algo más sería complicado. Un largo camino le esperaba, pero no quería que eso fuera una traba, y por más imposible que fuera, quería conocerlo más y más.
La despedida de ambos fue corta, pero Tian Yi prometió regresar a verlo, ya fuera el próximo año, o cuando pudiera escapar del palacio. Siempre podría haber razones para ir a rezar, pero no para escapar del trabajo, ni de la guerra que se estaba cursando.
"Definitivamente, no me rendiré contigo", pensaron ambos en sus adentros, al mismo tiempo que se saludaban con las manos.
Este era, sin dudas, el festival de medio otoño más emocionante de sus vidas.
Fin.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Holiiis, por aquí me aparezco de nuevo jsjs, ¿qué les pareció? Si tienen algún comentario me lo pueden decir por aquí uwu 💖
Espero que les haya gustado, a esta historia la tenía pensada desde algún tiempo, sin embargo nunca me había propuesto escribirla xD Y cuando lo hice fue como si me liverara de algo que tenía pendiente jaja, me alegra mucho haberlo hecho, la verdad :'3 💖
Espero que les haya gustado, auque fue coritita y tiene final abierto jejej xD
¡Muchas gracias por estar siempre apoyandome, los quiero mucho!
Aquí dejo la ilustración sin el título :3
Yyyy... les agrego una ilu que hice (les hablo desde el futuro JSAJSJ) en 2024, wow como pasa el tiempo, espero les gusteee >//< 💖
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top