Magia

GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/DC

Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse

Parejas: de los arcos anteriores, con una sorpresota.

Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, DC y los abogados. Yo solo soy un gusanito.

Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas, tomando malísimas decisiones. Yo pensando mil locuras con eso. Este crossover es un completo gusto mío.

Para entender la historia hay que leer primero el Arco Marvel y el Arco DC. Ops.

Gracias por leerme.



***

Magia.

"Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo."

Víctor Hugo.



-Gracias por haberme ayudado, Bucky.

-No es nada.

-Sí que lo es, te enfrentaste a una Metahumana.

-No lo hice solo.

-Oh, vamos, ¡estoy tratando de halagarte!

Bucky miró a Dick, ambos caminando por el hangar más amplio hacia una nave que revisarían juntos.

-Está bien, no es necesario tanta... alegría.

-Bien que te hace falta.

-Hey, ¿cómo están? -Sam Wilson apareció frente a ellos- Me preguntaba si alguno de ustedes tendría un poco de tiempo libre, necesito ayuda con el mapa de este bosque para tener un buen reconocimiento del terreno. No queremos estamparnos en pleno vuelo.

-Oh, me temo que eso corre a cargo de Bucky. Yo también soy nuevo aquí -sonrió Dick, palmeando la espalda del otro Omega casi empujándolo- Es tu llamado. Yo seguiré con lo de la nave, si terminas a tiempo te espero ahí.

-Gracias, en verdad.

-De nada, ¡buena suerte!

Wilson le sonrió, despidiéndolo con una mano antes de volverse hacia Bucky sin perder esa sonrisa amplia y tranquila.

-¿Listo?

-El mapa.

-Oh, es verdad -Sam tomó un dispositivo de su cinturón para mostrar una simulación holográfica de todo el Triunvirato- Quisiéramos saber en particular por alturas y peligros del relieve. Este es un tipo de terreno desconocido para nosotros. Solía volar en planicies.

-No hay problema. Por cierto, gracias por ayudarnos, no había tenido oportunidad de decirle, Señor Wilson.

-Sam, llámame Sam. ¿Yo te puedo llamar Bucky o es mucho atrevimiento?

-Está bien.

-¿Siempre eres así de serio o es solo conmigo?

-¿Qué? -Bucky levantó su vista del mapa hacia el Beta.

-Tienes esa expresión como si alguien te hubiera robado tu osito para dormir.

-¿Qué tiene que ver un oso con dormir?

-Ya sabes, los ositos... -Sam se dio cuenta de que no sabía de qué hablaba- Creo que necesitaré mostrártelo luego, pero entiendes mi idea, ¿no es así?

-No.

-¡Oh, vamos! -rió Wilson sin dejar de mirarle- ¡Estás bromeándome!

-No. ¿Quieres o no saber?

-Sí, bueno, está bien.

Bucky rodó sus ojos, concentrando su atención en el mapa para explicarle aquel piloto extraño lo que debía saber sobre las alturas como diferencias desde el Norte hasta el Sur del Triunvirato. En un momento dado sintió la mirada de Sam de manera muy insistente, mirándole con una ceja en signo de interrogación. Wilson amplió su gesto, señalando el mapa con su mentón y luego a él.

-Vaya que sí sabes bien de esto, eres uno de esos... ¿Aulladores?

-Sí.

-Creo que me ha tocado el mejor.

-El mejor es mi padre, Tony Stark.

El Beta se rascó su mentón, delineando la delgada línea de su barba.

-Bueno, sí, nada tiene de malo aceptar que eres también bueno en esto.

-¿Te ha servido la información? ¿Crees ser capaz de recordarla?

-¿Eso que quiso decir? ¿Crees que no tengo memoria para recordar tantas cosas?

Bucky se encogió de hombros. -Probablemente.

-Oh, ¿con que así nos llevaremos eh?

-¿Tú eres Samuel Wilson, cierto? -la voz de Nathaniel tronó casi sobre el piloto que respingó al escucharle.

-Ah... sí.

-Tus hombres te están buscando.

Nathaniel le miró esperando a que se moviera, Sam tosió un poco, girándose a Bucky para despedirse con su mano ondeando al aire, silbando después. El Omega apenas si le miró, extrañado de que el Alfa se hubiera acercado a ellos, ni siquiera había notado que estaba donde él. Nathaniel no giró su rostro hasta que el Beta se hubiera marchado del hangar, volviéndose hacia Bucky, quien sintió de nuevo ese tirón doloroso en su pecho.

-¿Hay... algo que necesites? -preguntó apenas en un murmullo, apretando sus puños.

Por respuesta, el pelirrojo se giró apenas, señalando con un brazo extendido hacia los almacenes de las armas de los Aulladores. Bucky tomó aire, caminando hacia el sitio con Nathaniel a su lado. Sus ojos no pudieron evitar mirar la mano cercana a la suya metálica, casi queriendo rozar esos dedos relajados. Cerró unos segundos sus ojos, tranquilizándose.

-¿Ese Beta es tu amigo?

-¿Qué? -el Omega abrió sus ojos, sorprendido por la pregunta- ¿Amigo?

-Charlaban de manera amistosa.

Bucky parpadeó confundido, su corazón dando un vuelco. ¿Nathaniel estaba...?

-No, no tan amigos. Solo le ayudo con información.

-Hm.

El castaño miró al frente, no queriendo sentirse ilusionado. No más de eso. Recordó las palabras del pequeño Jason. Llenar como una canasta vacía. Tragó saliva, pensando en ello. ¿Cómo podía lograr algo así, cuando ya lo había intentado antes con un rotundo fracaso que le había costado el rechazo abierto? Llegaron al almacén, entrando a la parte de las armas especiales que requerían un código de alta jerarquía para tener acceso. Hubo una expresión de desilusión en Bucky al darse cuenta de que el Alfa solamente quería entrar a esa sección, colocando su mano derecha sobre el tablero para la lectura de su código de ADN, bajando su mirada ignorando la mirada de Nathaniel sobre él.

-¿Sucede algo?

-No, estoy bien. Adelante.

-Ven conmigo.

Los dos entraron por los cortos corredores donde estaban guardadas esas poderosas armas. Bucky ya sabía que el pelirrojo estaba enterado de que poseía armas con su nombre inscrito en ellas, era lógico que las buscara si ya podía manejarlas sin tener problemas locomotores. El Alfa se detuvo frente a un cañón ligero de largo alcance, sacándolo de su estuche para mirarlo. Se giró hacia el Omega, ladeando la parte donde estaba el gatillo.

-Tu pulgar.

Sin mucho ánimo, el Omega pulsó el seguro del gatillo que encendió el arma. Nathaniel la activó, armando y desarmando sus partes y probando su peso. Un gesto que muchas veces le había visto hacer de ojos cerrados. Algunas de aquellas armas tenían su código de acceso por un capricho del Alfa, bajo el pretexto de que así nadie podría robarle su arma ni usarla. Nathaniel volvió a desactivar el arma, mirando a Bucky al guardarla de nuevo en su estuche.

-¿Crees que tu padre pueda hacerle mejorías?

-¿Ah? ¿Padre...? Sí, suele hacerlo para todos los Aulladores.

-Que sea más ligera y el cargador más rápido.

-Le diré.

-¿Cuántas armas mías tienen tu código?

Bucky apretó sus labios, tragando saliva al bajar su mirada. -Solo una docena. Removeré...

-No.

-¿Qué? -el Omega levantó su rostro hacia el pelirrojo.

-Estas armas son sumamente peligrosas, si yo te pedí que tuvieran tu código es porque confiaba lo suficiente en que sabrías guardarlas o desactivarlas -Nathaniel clavó su mirada en él- Confiaba en ti para esto y más, ¿no es así?

-... sí.

-Lamento si me marché tan bruscamente, no era nada contra ti -el Alfa dio un par de pasos hacia él- No podía ya estar en un lugar del cual no recordaba nada, lastimándote. Sé que no fue la mejor decisión porque eso te hirió más.

-Yo no...

-¿Estaré demente si te dijera que extraño el desayuno que me preparabas?

Bucky sonrió, sintiendo lágrimas en sus ojos, negando en silencio al no encontrar voz para hablar. El pelirrojo asintió, mirando las armas y luego al castaño. Una sonrisa quieta apareció en su rostro.

-Me siento como si estuviera tumbado en un desierto donde por más que corro, grito, no llego a ninguna parte. Todo siempre es lo mismo. Sé que hay algo, pero no sé dónde. En Atlantis descubrí una pista por donde comenzar, ¿quieres saber qué fue?

El Omega asintió.

-Dejar de correr y comenzar a excavar -rió Nathaniel- Suena como una locura, pero me dije que estaba queriendo hallar en el horizonte lo que posiblemente yacía a mis pies.

Bajando su mirada a un bolsillo de su pantalón, el Alfa extrajo una pequeña concha que brilló a la luz de las lámparas del almacén. Le dio vueltas entre sus dedos, observándola un poco antes de tomar la mano del castaño y colocarla en su palma, cerrando su mano. Bucky se quedó muy quieto, esperando por sus palabras para confirmar lo que estaba sospechando, casi queriendo llorar de resultar cierto.

-Hice este mismo gesto en algún momento, ¿no es así?

-Fue la forma de decidir qué día sería... -Bucky tomó aire- Qué día sería nuestra boda. Contaste las líneas y a partir de ahí contaste las semanas porque no podíamos elegir una fecha. Tomaste una concha al azar en la playa, me la diste y me pediste que contara. A veces hacías cosas así, sin sentido.

-Ahora las hago todo el tiempo.

-Sólo... sólo estás perdido.

-Ya me cansé de eso, Bucky. Me cansé de no reconocerme en el espejo, de no poder recordar a mis padres o mis amigos. De tener estos vistazos y faltarme la memoria de ellos. Atlantis es maravilloso, en verdad, pero me sentí muy solo ahí. Todo me gritaba que no era mi hogar, en cambio... -la mano del Alfa alcanzó la de Bucky que sostenía la concha- Si hago esto, todo está mejor. Hoy entiendo que, si me enojada no era contigo, contra ti. Era conmigo mismo porque algo en lo profundo de ese desierto donde estoy atrapado me gritaba que era importante y no sabía qué hacer para sentirlo así de importante. Tuve que estar cientos de metros bajo el mar para darme cuenta de que solamente he estado rabioso conmigo mismo y en el camino, te lastimé a ti.

-No importa, yo lo entiendo, de verdad que lo hago.

Nathaniel sonrió, levantando el mentón del Omega y limpiando una lágrima con sus nudillos.

-Veo tus ojos y en todo mi ser escucho como una melodía que canta la misma palabra: hogar. Tuve que estar fuera para poder darme cuenta. Debes odiarme en estos momentos.

Bucky negó con fuerza, sus manos sujetando la de Nathaniel.

-No te odio.

-Pero estás herido por mi culpa. Eso es también algo que sé no debe de ser. Sería demasiado egoísta de mi parte el pedirte que vuelvas a mi lado...

-Nat, tú y yo hemos sido... podemos volver a ser pareja.

-Espera, espera. Te necesito a mi lado, te necesito cerca, pero te he perdido. Y aquí -el pelirrojo señaló su pecho- puedo sentir que ahora soy yo quien debe luchar por ti.

-Nathaniel.

-Lloraste demasiado por mí, es justo que ahora yo me esfuerce. No te puedo prometer que haré lo que solía hacer ni tampoco que pueda darte lo que una vez te di porque no hay nada en mi mente que me guíe para ello. Lo que si tengo es este fuego dentro que dice "pelea". Quiero pelear por ti, ser digno de ti una vez más. Al menos me sirve de algo estos instintos de Alfa, lo que quiero pedirte es que me dejes hacerlo, y si algo no te gusta, si no estás a gusto, dímelo de inmediato.

-No podría -rió desganado Bucky, limpiándose un ojo.

-Tendrás que hacerlo, porque eso me haría feliz. Que no sea fácil, que deba esforzarme al máximo. No por lo que fuimos, pero sí por lo que eres. Bucky Stark, el hijo de Tony Stark. Eso impone. Y si lo consigo, mi desierto dejará de estar vacío.

-Lleno como una canasta.

-¿Qué?

El Omega negó, abrazando a Nathaniel con fuerza. -Está bien. Solo... ya no te vayas, ¿quieres?

-Estaré aquí, Bucky. Cuando me necesites, siempre voy a estar ahí.

-Gracias.

-No ha sido un favor.

Bucky le soltó, respirando más tranquilo con una sonrisa que alcanzó a sus ojos.

-De todos modos, gracias. Guardaré esto.

Salieron del almacén, Dick buscando a Bucky con Damian en brazos, aparentemente en una misión repentina que dejó confundido a Bucky, despidiéndose de Nathaniel antes de ir con el otro Omega, cargando al cachorro que le miraba fijamente, usando el chupete de Peter. Parecía que tenían ya la manía de hacer intercambio de sus cosas por una razón que a todos se les escapaba.

-¿Qué sucede?

-Debemos ir por unas flores.

-¿Flores? Dick, no puedes salir.

-Tsk, tu padre arregló el escudo, no pasará nada.

-¿Te gusta meterte en problemas, no es así?

-Ajá, y tú me ayudarás, ven.

-¿Qué no deberíamos dejar primero a este niño con Mantis?

-No, porque Alfred me pidió que lo cuidara, pero tengo que hacer esto.

-¿Por qué?

-¿Por qué?

-No repitas mis palabras -gruñó Bucky.

-Es un regalo, no mío. Me lo pidieron como favor.

-He escuchado muchos pretextos tontos en mi vida, este ha sido el peor de todos ellos.

Dick rió, jalando a Bucky fuera de los hangares, saliendo de los jardines del Triskelion en dirección hacia la parte Este que miraba hacia donde Timely. Damian estaba absorto mirando alrededor, señalando con sus manecitas todo lo que veía, bien sostenido en el pecho de Dick dentro de su portabebés que por supuesto llevaba la marca Stark en su hechura. Obviamente aquel joven había querido la guía de Bucky porque era de los pocos que sabía donde encontrar ciertas flores que se daban entre los árboles, siendo de los Aulladores con mejor memoria sobre el terreno. Bucky simplemente los llevó por el camino menos difícil, dando unos cuantos apretones a la pequeña mano de Damian cuando la extendía hacia él, aparentemente feliz del paseo improvisado si bien Bucky tenía lista sus armas en su chaleco.

-Aquí es.

-¡Oh, Damian, mira!

Era un pequeño campo de unos cuantos metros, flanqueado por troncos caídos y otros más gruesos que hacían de valla natural. Dick cortó con cuidado una docena de ellas, poniendo una flor pequeña en la oreja de Damian, arreglando aquel ramo que luego enredó con un listón rojo. Bucky solamente alzó sus cejas, preguntándose si acaso aquel Omega no habría perdido la razón porque no entendía para qué deseaba un ramo de flores si no eran para él ni para su Alfa. Su curiosidad fue mayor, aclarando su garganta un poco.

-¿Para quién son esas flores?

-Ya te dije que no son para mí.

-Merezco saber para quien son si te he traído hasta aquí.

-Wow -Dick levantó su mirada, terminando aquel arreglo- Algo pasó que pareces más despierto y gruñón como siempre. Nathaniel hizo algo, ¿verdad? ¿Qué hicieron en el almacén?

-Nada que te importe.

-Oh, vamos Buckaroo, puedes decirle a tío Dick tus penas.

-Serías al último al que le dijera.

-¿Insinúas que no sé guardar un secreto?

-Lo afirmo.

-Vamos, hay que volver. Ya sabrás luego para quien fueron las flores, si te digo ahora no conservarán su gracia.

-Estás loco.

-No más que tú. Dile Damian.

Damian gorgoteó, pero no para Dick, miraba detrás de Bucky alguien a quien señaló. Ambos Omegas de inmediato se agacharon al sentir la presencia a metros de ellos. Bucky con sus armas en alto a punto de disparar y maldiciendo su suerte, Dick preguntándose quien era porque sus ropas eran completamente extrañas. Vestida completamente de negro de pies a cabeza, la mujer que les observaba fijamente sin moverse solamente dejaba ver sus ojos azules de expresión alegre, aunque misteriosa. Incluso sus manos estaban enguantadas en telas enredadas en varias tiras. Curiosamente no tenía una esencia como lo olfatearon, o estaba escondiéndola. Se quedaron cada quien en su posición hasta que Bucky lentamente se levantó sin dejar de apuntarle, haciendo un gesto a Dick para que se mantuviera abajo con Damian.

-¿Quién eres tú?

La mujer ladeó su rostro, levantando sus manos poco a poco para quitarse el turbante enredado en su cabeza como el velo que cubría su rostro. Largos cabellos negros cayeron sobre su espalda, sonriéndoles amablemente.

-Mi nombre es Zatanna Zatara. He venido... a pelear con ustedes.

Bucky entrecerró sus ojos, apretando el gatillo lentamente. -¿Perteneces a Nueva Génesis?

-Pertenecí, ya no más. Me di cuenta de que ese camino no es para mí. No hay necesidad de disparar, no los lastimaré.

-¿Cómo pudiste atravesar el escudo?

-Fue difícil, lo confieso, hacia tanto que no recurría a la magia antigua.

-¿Magia?

Zatanna sonrió más, asintiendo. -¿Puedo acercarme?

-Bucky, déjala, de haber querido ya nos hubiera arrancado la cabeza, ¿no crees?

Éste se quedó pensando en ello unos segundos, bajando sus armas todavía desconfiado. La mujer se acercó a paso tranquilo mientras Dick se incorporaba. Zatanna miró alrededor, cerrando sus ojos al aspirar el aroma del bosque.

-¿Cómo es que cambiamos esto por tan poco?

-¿De qué hablas? -preguntó Dick, bastante cómodo con ella para confusión de Bucky.

-Nueva Génesis es... maravillosa, pero no hay tecnología que pueda superar la magia de la naturaleza.

-¿Eres como esas mujeres... las que Tim leía de vez en cuando, um... brujas?

La mujer rió, negando. -Soy una auténtica Homo Magi, cuando no existían Alfas, Betas u Omegas. Me quedé en Nueva Génesis, decepcionada de la humanidad hasta que vi con mis propios ojos a un grupo de ellos buscando vivir libres de dioses y plagas.

-Un cuento demasiado bello para ser verdad -gruñó Bucky.

-Quizá, me lamento mucho el no haberlo hecho antes. Han sufrido demasiado.

-Tú, Zatanna -Dick le señaló- ¿Qué es eso de la magia?

-Se los mostraré.

Zatanna agitó sus manos, haciendo que ambos Omegas se miraran al no ver nada. Fue Damian una vez más quien apuntó con sus deditos hacia el cielo, dos ramas de pino bajaban danzando formando con sus extensiones una figura antropomorfa que descendió entre elegantes movimientos de baile entre ellos, cayendo luego como una rama normal. Dick jadeó, abriendo sus ojos de par en par. Bucky estuvo a punto de apuntarle de nuevo con sus armas, solo fue la quietud y rostro gentil de la mujer lo que lo detuvieron, no llevaba arma alguna consigo. Salvo esas manos que parecían obrar algún tipo de ilusión por lo que pudo observar. Ella miró las flores de aquel pequeño campo, inclinándose para rozar una antes de verlos de nuevo.

-Sé que mi presencia no es bienvenida, acepto si no desean recibirme. Quiero que sepan que los ayudaré. Nada de esto debe desaparecer, el orden natural no debe ser alterado.

-Pues... señorita Zatara, ¿qué tal si viene con nosotros en paz y dejamos que el Patriarca decida?

-¿El hijo de Odín, el nieto de Bor? -ella los miró sorprendida- El tiempo pasa más rápido aquí.

-Dick, ¿crees que...?

-Buckaroo, por favor. Estamos hablando con una Homo Magi.

-Gracias. Entonces, ¿puedo ir?

En su lista de cosas imposibles que pueden ocurrir de pronto, Bucky anotó debajo de un Alfa pidiéndole una oportunidad, la aparición de una mujer sin casta que era de una raza que hablaba de magia y era linda de paso. Se hizo todo un alboroto cuando llegaron, pero la calma como la amabilidad de Zatanna calmaron la furia inicial por su intromisión. Dick se perdió con su ramo de flores una vez que todo se explicó, mientras que Bucky se quedó una vez más en la zona de descanso de los Aulladores, hablando con su tío Rhodey sobre aquella mujer, contando a sus compañeros por milésima vez la manera en cómo la encontraron en el bosque. A ese grupo llegó Sam Wilson, buscando a Bucky, quien ya se visualizaba para volver a contar una historia que estaba por demás conocida a esas horas.

-Me alegra que vuelvas a las aventuras -sonrió Sam- Ya comienzas a meterte en problemas.

-Yo no me meto en problemas.

-Si tú lo dices.

-¿Necesitabas algo?

-No, todo lo contrario. Quería darte algo por tu ayuda.

Bucky negó apenas. -Está bien, es lo que hacemos aquí con todos. No te sientas especial.

-Tienes un colmillo para matar ilusiones como ninguno.

-Sobre todo si son necios como tú.

-Wow, alguien se ha afilado las garras el día de hoy.

-¿Qué es lo que deseabas darme?

-¿Ahora sí lo quieres?

El Omega entrecerró sus ojos, dando media vuelta para marcharse. Wilson le detuvo, riendo nada sorprendido de aquel desplante. Un oso algo deforme hecho de retazos de tela peluda apareció a los ojos de Bucky, quien lo miró como si fuese el virus de la Peste del Agua.

-¿Qué es esto?

-Un osito de peluche.

-Es horrible.

-Para ti.

Bucky miró a Sam, luego al osito con ojos hechos de botones. Se notaba a leguas que aquel piloto lo había hecho con sus propias manos porque tenía unos espantosos acabados, mismos que le daban ese aspecto tan particular. Con un suspiro hondo que escapó de sus labios, Bucky lo tomó, sintiendo lo suave de la tela, el relleno que también debía ser de algún material que podía apretarse sin deformarlo. No era muy grande, se le ocurrió de pronto que a su hermanito Peter le encantaría babearlo, aunque eso no sería muy sano.

-Gracias.

-Ahora ya tienes un osito.

-No era necesario.

Wilson negó entre risas, levantando sus manos en son de paz. -Okay, ésta la ganas tú.

-Eres un idiota.

-Lo cual te pone en un predicamento porque te caigo bien.

-Yo nunca dije eso.

-Has aceptado el osito.

El Omega gruñó, empujando al piloto para irse de ahí con el osito contra su pecho. Demasiadas emociones por un día. No le extrañó que, en la cena con la familia, Tony le llamara a solas para saber más sobre Zatanna quien ya se había ganado la atención de los cachorros, especialmente de los gemelos Stefan y Vincent, pero también sobre el osito y lo que había pasado en el almacén con Nathaniel. Bucky le miró fijamente, frunciendo apenas su ceño.

-Padre, ¿estabas espiándome?

-Te protegía, ¿qué tal si el rojo quería hacerte algo?

-Tengo un brazo metálico, puedo protegerme solo. Me has enseñado cómo.

-De todos modos, soy un padre preocupado.

-Entonces de nada sirve que te cuente.

-Oh, vamos, Buck -Tony le despeinó- Quiero saber qué está pensando esa cabecita tuya.

-Que mi padre es demasiado sobreprotector.

-Además de eso.

-Nada... -Bucky se encogió de hombros, mirando por el balcón la noche que ya caía, de las últimas noches tranquilas- Nathaniel quiere comenzar de nuevo.

-Tal vez porque en su interior ya está comenzando a recuperarse. Y tú eres esa luz que lo está guiando de vuelta a casa.

-Dijiste que no me ilusionara.

-Y nada tiene que ver con intentarlo. Una cosa es reconstruir sobre la tierra y otra hacer una casa sobre las nubes. Ahora, ¿qué pasa con Sam?

-¿Qué pasa?

-Cariño, te ha dado un obsequio. Ya estás grandecito para saber qué significa.

-No es nada -balbuceó Bucky, de pronto sonrojándose- Me lo dio en agradecimiento.

-Okay, vamos a decir que es así. Cuidado con eso, ¿quieres? Mi corazón no resistiría un escándalo a estas alturas.

-Padre...

-Me alegra y no sabes cuanto ver de vuelta esta expresión en tu rostro. No la pierdas ni por Nathaniel ni por Sam, ¿tenemos un trato?

-Está bien. Pero no es como lo piensas.

-Mi éxito como Aullador se debió a...

-Que siempre tuviste la razón -rió Bucky- Ya entendí, tranquilo.

-Imposible, tenemos a una fugitiva de Nueva Génesis que no posee casta, pero puede hacer cosas raras con sus manos. Ha confirmado que ellos son muy longevos gracias a la tecnología que han desarrollado, por supuesto a costa de nosotros. Ojalá más de ellos cambien de parecer.

-¿Crees que suceda?

-No -Tony hizo una mueca- Pero al menos tenemos un dato que nos puede servir. Sin ese traje armadura que usan, pueden debilitarse. No que los haga caer a nuestros pies, es que pierden esa longevidad y parte de sus poderes que las Cajas Madres les proveen.

-¿Zatanna ha perdido su longevidad?

-Quiere ser como nosotros. La inmortalidad sabe a vacío.

Una onda de choque los dejó petrificados, sus pieles erizándose al sentir un vibración conocida expandirse a gran velocidad. Tony fue el primero en salir corriendo hacia el laboratorio con Bucky en los talones, ambos asustados, perdiendo luego el color en sus rostros cuando vieron lo que Stark estaba temiendo. Bruce estaba histérico golpeando una puerta de metal que sellaba la cámara donde estaban construyendo a Cerebro, mismo que estaba activo con Charles dentro. Erik estaba ahí, tratando de abrir la puerta, pero el poder de su Omega era superior con aquel artefacto en su cabeza expandiendo sus ondas cerebrales. Todos se llevaron las manos a la cabeza, sintiendo un fuerte mareo que los hizo caer de rodillas al suelo.

-¡CHARLES!

-¡BRUCE! ¿QUÉ CARAJOS PASÓ?

-¡Fue él! ¡Entró por sí mismo!

Erik rugió al ver entrar a Zatanna en el laboratorio, parecía igualmente afectada pero no tanto como ellos, solamente escuchando un zumbido agudo de baja intensidad en sus oídos. Les observó, seria, más tranquila antes de dirigirse hacia la puerta que tocó con sus manos. Desapareció a la vista de todos, la vibración les hizo jadear de dolor y luego desapareció. Erik se levantó, abriendo al fin la puerta con su poder, casi destruyéndola. Zatanna abrazaba a un dormido Charles, ambos en el suelo con la mano de la mujer cepillando los cabellos del Omega. Bucky ayudó a su padre a ponerse de pie, caminando detrás del Alfa quien llegó a zancadas al interior de Cerebro, cargando de inmediato a su pareja. Se quedó mirando a la maga, mascullando las palabras que salieron de su boca de mala gana.

-Gracias.

-Despertará hasta mañana.

La pareja se marchó del laboratorio. Bruce, Tony y Bucky se acercaron a Zatanna para ayudarla a ponerse de pie.

-¿Está bien, señorita?

-Gracias, Doctor Banner, estoy bien.

-¿Qué fue lo que hiciste? -preguntó Tony.

-Quitar la ilusión que Charles tenía en su mente.

-¿Ilusión?

Zatanna los miró con tristeza. -Nuestro enemigo está comenzando a medir sus poderes. A quien puede temer más es a ese generoso Omega. Tan solo una pequeña ilusión para hacerlo desvariar. Así de fuerte es el poder del amo.

-¿Atravesando el escudo?

-No hay nada en la Tierra que el poder de Darkseid no pueda atravesar. Mientras esté en Nueva Génesis es así de poderoso. Esto no significa que su protección sea inútil, debes sentirte orgulloso de esa mente que posees, Tony, porque estoy casi segura de que él tuvo que realmente concentrar una gran cantidad de su energía para atravesar tu escudo y enviar la ilusión al inocente de tu amigo.

-¿Por eso apareciste justo en estos momentos? -Bucky alzó sus cejas.

-Sí, le confié parte de mi magia, reconozco mi conocimiento en lo que le hizo al joven profesor. No hay disculpa que pueda dar por ello.

-Bueno, nada pasó -murmuró Banner, mirando a los otros dos- Fue un terrible susto.

-Él estará bien. Asustado, probablemente, pero sin daño. Me gustaría tanto que los demás pudieran ver esto como yo lo hago. Llegamos demasiado lejos, hicimos demasiado daño. Si la Tierra como sus habitantes ahora se rebelan no es otra cosa que la respuesta natural a una idea que no puede florecer. Tarde me doy cuenta de ello.

-No tanto, estás aquí y ahora tú puedes decirnos más de cómo protegernos -Tony suspiró, mirando la cámara- Hay que destruir a Cerebro. Fue una mala idea. Malísima.

-¿Dónde comenzamos? -bromeó Bruce.

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