Esperanza

GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/DC

Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse

Parejas: de los arcos anteriores, con una sorpresota.

Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, DC y los abogados. Yo solo soy un gusanito.

Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas, tomando malísimas decisiones. Yo pensando mil locuras con eso. Este crossover es un completo gusto mío.

Para entender la historia hay que leer primero el Arco Marvel y el Arco DC. Ops.

Gracias por leerme.



***

Esperanza.

"A menudo en los cielos más oscuros es donde vemos las estrellas más brillantes."

Richard Evans.



Lo más difícil fueron los funerales.



Ver los cuerpos de las personas amadas envueltos en sus mantos negros, siendo preparados para su cremación fue con mucho la parte más dolorosa de los siguientes días luego de la guerra. Los refugiados que volvieron, junto con otras personas que al percatarse de semejante conflicto fueron a verlos, se convirtieron en los silenciosos ayudantes como una manera de agradecimiento además de sus palabras por la lucha que habían enfrentado con pérdidas que siempre iban a ser recordadas. Las primeras horas fueron angustiantes, entre los llantos, heridos siendo trasladados, la búsqueda de amigos y familiares perdidos. Después la lenta reconstrucción prácticamente con las manos que no faltaron para remover escombros, limpiar los cuerpos, preparar comidas mientras todos ellos se recuperaban física y mentalmente.

Arthur fue quien se encargó una vez más de ordenar todo, mientras Thor se recuperaba de sus heridas y podía darse el tiempo para llorar por su hijo. El funeral de Jason tuvo probablemente más lágrimas que ningún otro. De no haber sido porque estaban sus demás hijos, Quill hubiera tenido que ser hospitalizado por su estado. Meredith despidió a su hermano vestido en su traje de Robin Hood con una corona de flores en su cabeza, un beso en los cabellos del Patriarca quebrado en llanto, un último abrazo de Peter que tembló de pies a cabeza, no queriendo dejarlo ir. Hubo otros dolorosos por diferentes razones, como no tener un cuerpo del cual despedirse, que fue el caso de Steve y Tony, solamente teniendo un par de nombres inscritos en la muralla que se creó en lugar de aquella que una vez dividiera Nova y el Colmenar y que se llamaría la Muralla de los Héroes. Al famoso Mercader de la Muerte le dolió ver a un roto Sam Wilson poner más flores donde las suyas. Nadie le reclamó a Stark cuando se encerró en su taller por casi tres días enteros luego de eso, no había sido nada fácil de asimilar y al igual que los otros dos, fue su cachorro y su Alfa quienes no lo dejaron caer.

Charles pasó varios días en el hospital, las heridas en su cabeza habían sido severas, no tenían ya las prodigiosas manos de Bruce Banner, pero sí otras que hicieron su mejor trabajo. Erik no le dejó ni un instante, teniendo una camilla a su lado, canturreándole cuando despertaba de las pesadillas que el poder de Darkseid había inducido en él. Cuando su poder se estabilizó al fin pudieron salir de la cámara especial que le mismo Erik creó para no dañar a los demás, acompañando en los funerales a sus amigos. Gamora, Clint Barton, Víctor Stone, James Rhodes, Oliver Queen y otros tantos nombres fueron grabados en la Muralla de los Héroes conforme los funerales iban terminando. Clark Kent estaba con ellos, junto a Diana quien le explicó todo lo que habían hecho en su ausencia. Ambos habían tenido heridas, pero al igual que Arthur, al ser de los más fuertes Metahumanos sus cuerpos sanaron más pronto. Clark había observado a la distancia a Bruce, notando su contrariedad en medio de su dolor, siempre cerca sin invadir el espacio que sabía necesitaba.

-Este es un buen lugar para meditar -le dijo Steve al encontrarlo en una colina que miraba a la muralla- Aire fresco, algo de nieve y un sol cálido.

-Todo esto bien ha sido mi culpa.

-No quisiera destruir tu vanidad, pero se necesita más que un Metahumano enloquecido para haber dejado estos estragos de guerra.

Kent sonrió apenas. -Pero mucho fue a causa de mis acciones.

-Sí, eso no te lo negaré, si aceptas también las mías. Me confié demasiado. Exagerar y desdeñar son caras de la misma moneda que los dioses de Nueva Génesis hicieron girar al aire según sus caprichos, eso no lo olvides.

-¿Cómo podría? Este lugar era hermoso y ahora...

-Será aún más hermoso, porque volveremos a comenzar. Siempre podemos hacerlo.

-Realmente lamento mucho lo de su hijo.

-¿Puedo confiarte algo?

-Seguro.

-Hay una rabia dentro de mí, porque no quiero aceptar sus razones. Las entiendo, más en estos momentos no quiero aceptarlas. Y al mismo tiempo estoy orgulloso, ambos cumplieron lo que siempre hicieron en toda su vida: proteger la tierra que amaban -el rubio apretó una sonrisa con ojos temblorosos- No podría estar más honrado, solo que su ausencia nos pesará por siempre y en estos momentos eso me enfurece. Cuántas contradicciones, ¿no te parece?

-Tienes razón para estarlo. Ellos no serán olvidados, ninguno de ellos.

El comandante le miró unos segundos en silencio. -¿Todavía no hablas con él?

-No sé por dónde comenzar. Esa clase de dolor me supera.

-Si no sabes qué decir, entonces acompaña. Quédate a su lado, que sepa que estás ahí -Steve se encogió de hombros- Además, estamos hablando de Bruce Wayne, es una coraza cuando se trata sobre sus sentimientos.

-Pero sé que detrás de ella está quebrándose.

-Supongo que estarás en el funeral de Logan.

-Sí.

-Quizá es buena idea que hables con él tiempo después, porque es cuando más te va a necesitar.

-Gracias por recibirme, pese a todo lo que hice.

-Clark -el rubio le tendió una mano para estrecharla- ¿No lo sabes todavía? Somos los Alfas de un club peculiar.

Kent rió apenas, apretando esa mano con un profundo suspiro. Logan fue cremado junto a los restos de la Caja Madre que se destruyó cuando perdió la vida, no sin antes desaparecer de aquel territorio todo rastro de parademonios y dioses, el último regalo que diera aquel peculiar mutante. Tim acompañó a su padre abrazándole por su costado, escoltando por Dick y Jason, Alfred detrás junto a Conner. Aun tenían vendajes y moretones, igual que lágrimas que derramar antes de colocar las cenizas de Logan en la muralla, con todos los demás dejando ofrendas de flores al pie de su nombre, velas y otros obsequios de despedida. Quill intercambió una mirada con Tony al ver a Clark no lejos de ellos, mirando luego a Charles quien negó, los tres viendo de reojo a Bruce, mismo que pareció no percatarse de aquella nueva presencia.

Bruce adoptaría una extraña costumbre que nadie le debatió. Visitar con frecuencia la tumba de Lobezno, llevando esas mismas flores que un día le diera en un ramo maltratado por manos indecisas que cambiaba de cuando en cuando. Clark siempre estaba ahí, a lo lejos flotando en el aire sin decirle o hacer más. También se quedaba cerca cuando todos se reunían para un nuevo funeral o bien en el comedor común que se instaló. A veces el Alfa tenía la sensación de que no podría nunca arreglar las cosas con Bruce, hasta que Steve le hacía unas señas para que se percatara de los gestos del Omega cuando él se alejaba. Lo notó mejor un día que estaban volviendo de otro funeral y se quedaron en los jardines que estaban renovando para una cena ligera frente a una improvisada fogata que escuchó las palabras de los presentes.

Kent siguió el consejo del comandante de moverse lo suficientemente aprisa para que Bruce no lo captara, quedándose alejado, pero frente a él entre los árboles. El Omega al notar que no estaba detrás de él comenzó a buscarlo ansioso con la mirada, aferrándose a la mano de su mayordomo como soporte mientras trataba de ubicarlo de nuevo. Probablemente era un gesto casual o una coincidencia, más el sentimiento que dejó en el Alfa Metahumano fue suficiente para renovar sus esperanzas y seguir con ese hábito de acompañarle en silencio, mientras ambos sanaban no precisamente de heridas físicas antes de poder entablar la conversación que estaba cada vez más cerca, bajo cierta complicidad de un club. En una de esas visitas a la muralla, es que Clark al fin se decidió. Aquella Manada había acompañado esta vez a Wayne, pero notando que caminaba a ellos se movieron cual Comando Aullador. Con discreción, los Omegas fueron llevándose a los hijos de Bruce para dejarle a solas con Kent una vez que todos se retiraron, ayudados por el siempre diligente Alfred.

Bruce notó aquello, sin moverse frente al nombre de James Logan Howlett inscrito dentro de una X. El reflejo de aquella piedra pulida en color negro le dejó ver a Clark llegar a su lado, igual mirando aquel nombre en silencio por los siguientes minutos. Bruce se giró lentamente, volviendo sus ojos hacia el Alfa quien le miró igual, con una sonrisa quieta. De nuevo se quedaron así, en silencio por unos instantes hasta que el Omega tomó aire, mirando sus manos vendadas que acarició entre sí en un gesto de inusual nerviosismo. Kent esperó a que dijera algo, pero notó que estaba teniendo serios problemas para articular una palabra. Despacio, para que advirtiera su gesto, llevó una de sus manos a esas vendadas, tomándolas delicadamente entre las suyas sin dejar de verle a los ojos, sin dejar de ofrecerle esa sonrisa de tranquilidad igual que su aroma.

-Lo siento mucho, Bruce. En verdad. Hay vidas que no debieran perderse.

-¿Crees que él no debía haber muerto? -apenas si un hilo de voz escapó de Bruce.

-Por supuesto, fue un hombre que siempre luchó contra la maldad, aunque ésta lo hubiera atrapado una y otra vez. Le quitó todo de su vida, y a pesar de no tener ya nada, hizo algo por lo que siempre le estaré agradecido.

-¿Qué es eso?

-Logró que volvieras a volar -Clark miró sus manos vendadas que levantó para darles un suave beso por los nudillos- Cuando yo destruí tus alas.

-Clark...

-No sirve negarlo ni evadirlo. Es la verdad. ¿Puedo contarte algo curioso?

-Adelante.

-Mientras estuve en esa oscuridad de la muerte, tuve un sueño. Vaya cosa, ¿no? Teníamos entendido que no existía nada y de pronto estoy flotando en la nada, en el vacío con dos pequeños brillos en cada lado, como si me encontrara en un pasillo y viera las dos salidas. En una estaba un recuerdo que siempre taladró mi mente. Cuando te atrapé cerca de la mansión Wayne, esa expresión tuya al pronunciar mi nombre con asombro. Herido. Tus ojos me vieron de tal forma que en la muerte no pude arrancarme esa imagen, persiguiéndome como un verdugo, no lo entendía hasta que observé del otro lado. Entonces ahí miré algo que había olvidado: cuando nos conocimos por primera vez, cuando te dije mi nombre y tú pronunciaste el mío con tu mano estrechando la mía. Me sonreíste con una mirada brillante porque estabas orgulloso de mí. ¿Sentiste lo mismo que yo entonces, Bruce? ¿Qué al fin todo tenía sentido?

Bruce apretó sus labios, bajando su mirada. -Estabas casado con Lois.

-Y por eso no recordaba cuando nos conocimos.

-¿Qué?

-En la muerte me di cuenta de que parte de mi locura estuvo ligada a la culpa y el remordimiento que me azotaron todo ese tiempo. Porque había encontrado a mi pareja de toda la vida, mi Omega. Lo vi en tu mirada, esa en la que ya no quise desaparecer. Hubo más de una noche mientras dormía al lado de Lois en que deseé que algo sucediera para matarme porque me estaba asfixiando mi vida. Quería encontrarte, quedarme contigo, pero ya tenía una vida que estaba siendo cada vez más pálida, seca, sin sentido. Cuando lloré por ella y el cachorro no fue tanto por su muerte sino mi remordimiento por haber pedido semejante deseo que estaba cumplido. Era libre a costa de sus vidas. Tú no podrías amar a un monstruo así, ¿cierto?

-...

-Y esa fue la mirada que me diste cuando caíste en la trampa, la decepción que me enloqueció. Ya no me veías como cuando nos conocimos en el muelle, ya no me sonreías como esa vez, que estabas orgulloso de mí. No podía sentirme el súper hombre que tus ojos una vez conocieron. Por eso no lo recordaba porque la culpa ahogó ese recuerdo en mi locura. Pero ahí, en la muerte donde no queda nada, estabas ahí, en esas dos imágenes, sosteniéndome una vez más. Entonces esas dos lucecitas que no me dejaban solo cobraron fuerza, llegaron a mí y de pronto estaba en el cielo volando en medio de una bandada de murciélagos con una extraña idea en mi mente: acabar con los dioses porque estaban lastimándote. Ni siquiera me hice preguntas al respecto. Lo hice. Fue lo que la Caja Madre me dijo como parte del deseo de Logan, ¿cierto?

Bruce asintió, mirando el nombre en la muralla. -Era tan idiota.

-Sé lo que estás pensando, supongo que no estamos del todo separados -musitó Clark, tomando su mentón para que le viera- Déjame decirlo en voz alta para que dejes de atormentarte. No, Bruce, yo no me hubiera decepcionado de ti si Logan siguiera vivo. No, Bruce, yo no me siento traicionado porque ahora lleves un cachorro de Logan dentro de ti. Al igual que yo con Lois, ambos hubiéramos seguido con nuestras vidas de no volvernos a ver. Si fue lo mejor o lo peor no te lo puedo decir, solamente estoy seguro de algo.

-¿Y qué es?

-Qué aún te sigo amando, un cariño flotando en el fango probablemente, pero no está manchado de maldad hacia ti.

Wayne bufó, cerrando sus ojos, un par de lágrimas corrieron por sus ojos, tragando saliva.

-¿Aunque nunca olvide lo que siento por Logan?

-No negaré que me pone celoso, soy un Alfa territorial, es raro también. Pero me excuso porque soy un chico de campo -bromeó un poco, limpiando las mejillas del Omega- Pero está bien. Eres Bruce Wayne, y yo... yo quiero ser tu Alfa.

Wayne le miró fijamente con esos ojos llenos de lágrimas congeladas, una de sus manos subió al rostro de Clark, tirando suavemente de un mechón de cabellos largos que habían crecido mientras estaba enterrado en lo alto de la montaña, siendo renovado por unos rayos del sol, despierto por el llamado de una Caja Madre. Los dedos del Omega se pasearon por su barba también, mientras que el Metahumano simplemente le sonrió, dejando caer sus propias lágrimas al sentir ese gesto tan cálido que fue como una real y completa bienvenida al mundo de los vivos. De vuelta a lo que era en verdad, Clark Kent, un simple Alfa de corazón bondadoso que estaba arrepentido.

-Tú también eres un idiota -murmuró Bruce, avanzando a él para abrazarlo con fuerza, ocultando su rostro entre su cuello y pecho- Muy idiota.

-Son cosas de Alfas. Entonces, ¿puedo cortejarte? ¿Podemos volver a intentarlo?

-Está bien -respondió Bruce, con voz agotada, cerrando sus ojos- Pero si te conviertes en un villano, te mato de nuevo.

Clark rió, besando sus cabellos, meciéndole entre sus brazos. -Hazlo.

-No pude salvar a Damian.

-Lo buscaremos, así nos lleve toda la vida, lo encontraremos.

-Estoy tan cansado.

-Déjame a mí encargarme de todo.

Tony esperó en el Triskelion a Bruce, caminando de un lado a otro del pasillo, aunque Steve le dijera que debía parar o haría una zanja en el suelo. Al ver que Bruce regresaba caminando tranquilo al lado de Clark, respiró aliviado, saliendo a encontrarlos para llevarse a su amigo porque necesitaba los pormenores de lo sucedido. Terminaron en un balcón que había sobrevivido a los ataques, sentados uno frente al otro mientras Stark interrogaba al otro Omega hasta quedar satisfecho con sus respuestas, cepillándose sus cabellos con los dedos.

-Bueno, no todo es tan malo.

-Deja tu histeria para alguien más.

-¿Bruce?

-¿Qué?

-Te voy a preguntar algo y quiero que me respondas con la verdad. Me voy a poner realmente muy mal si me mientes en estos momentos.

Bruce arqueó una ceja, cruzándose de brazos. -Pregunta.

-¿Qué pasó allá con Darkseid que no consiguió su mentada Ecuación? Algo hiciste.

-Sí.

-¿Ajá?

-La Ecuación era una fórmula... todavía no tengo presente exactamente cómo funciona, pero necesitaba que todo mi ser emitiera una clase de vibración, una decisión.

-Sigue, sigue.

-No la tomé.

-Te estás comiendo la parte central de eso y no me gusta.

-¿Qué quieres escuchar?

-Darkseid le metió imágenes falsas a Charles, ¿acaso no lo hizo contigo para que hicieras eso de la activación?

-Lo hizo.

-¿Y qué viste? ¿Bruce?

-Que podría tener a todos mi seres queridos conmigo, en la Mansión Wayne. Mis hijos como niños sin los traumas por los que pasaron, con mis padres, con Alfred, con Logan y Clark juntos.

Tony le miró quieto, solamente alcanzando una mano de Bruce que apretó con fuerza.

-¿Por qué renunciaste a eso? ¿Bruce? ¿Qué sucedió?

Bruce miró su mano, tensando su cuello al tratar de contenerse, cuando levantó su vista, tenía sus ojos húmedos.

-Porque hubiera sido a costa de tu infelicidad. Lo vi. Tú y Steve matándose, separados... no podía elegir ser feliz sabiendo que mi mejor amigo iba a sufrir para que yo tuviera todo.

Stark parpadeó incrédulo, mirándole fijamente hasta que rompió a llorar, levantándose para abrazarlo con fuerza, ambos sollozando.

-¿Cómo rayos puedes lograr lo imposible, Bruce?

-Quizá... -este rió entre jadeos- Quizá porque soy Batman.

La siguiente reunión del Club de los Omegas con Alfas Peculiares la organizó Bruce, ayudado por Alfred quien buscó al resto para llevarlos a un claro del bosque, de los pocos paisajes intactos. Como en las ocasiones anteriores, primero estuvieron en silencio mirando sus tazas de té, luego rieron nerviosos, después lloraron sintiendo que esas heridas comenzaban a cerrar. Quill se limpió su rostro, dando gracias a Bruce por la reunión, mirando a los demás.

-¿Saben? Zatanna encontró la linterna de Jason, todavía enciende.

-Oh, vaya -suspiró Charles.

-Sí, pero... estuve pensando en algo.

-¿En qué?

-Ahogado en el dolor de perder a mi cachorro, he olvidado que hay dos padres que no pudieron despedirse de él.

-¿Hal y Barry? -preguntó Bruce.

Quill asintió. -Estuvieron hospitalizados mucho tiempo, ahora solo queda esa muralla a la que han ido a visitar. Nada más. Barry no ha querido comenzar su terapia de reconstrucción, Hal no sale de su habitación.

-Están lidiando con el dolor.

-Sí, pero creo que necesitan saber algo, de mí. Y cuando Zatanna me trajo la linterna, bueno, Thor lloró de nuevo me hizo llorar a mí, lloramos una vez más, con la diferencia de que luego los recordé a ellos. ¿Cómo pude olvidarlos?

-No te recrimines por ello.

-Lo sé, Tony, estaba pensando en darles la linterna.

-Jason siempre será la luz que los guíe -sonrió Charles- Debes hablar con ellos.

-Qué curioso, ¿no? Puedes amar hasta morir por tus hijos, los llenas de tanto amor que pueden llenar otros corazones con ese cariño, hacer otra familia. Tener otros padres.

-Yo lo entiendo -dijo Bruce- Tony me robó a Timothy.

-¡Hey! Hey, hey, él vino a mí. Hay una diferencia en eso.

Todos rieron, Quill miró su taza vacía de té. Cuando terminaron la reunión, tomó la linterna y fue a donde Hal y Barry. El piloto había perdido la vista no solo por sus ojos, los rayos Gamma de Darkseid había freído esa parte en su cerebro que le permitía ver. Los huesos de Barry estaban delicados, pero médicos de Atlantis habían asegurado que una terapia larga podría devolverle el caminar e incluso correr, de la misma forma que habían ofrecido alternativas para la vista de Hal. Sin embargo, ninguno de los dos había aceptado, rechazando toda ayuda, quedándose prácticamente encerrados en su recámara en silencio. El Omega tocó a su puerta para avisar de su llegada, abriéndola sin esperar la invitación. Barry estaba en su silla de ruedas, ojeroso con ojos rojos. Hal sentado junto a una mesa, su anillo restaurado a un lado con vendajes cubriendo sus quemaduras en los ojos. Ambos dirigieron sus rostros a la puerta al verlo caminar, sin decirle nada.

-Buenas tardes, caballeros -saludó Quill muy seguro, mostrando la linterna que traía escondida tras su espalda y que encendió a la vista de un confundido velocista- He venido a traerles esto, si hay un lugar donde debe estar, es con ustedes.

-Quill...

El Omega dejó la linterna cerca de la mano de Hal quien, frunciendo su ceño, tanteó sobre la mesa hasta encontrarla, recorriendo su forma. Sus labios temblaron, tragando saliva mientras que Allen se llevó una mano al rostro para limpiar lágrimas que brotaron sin poder detenerlas. Quill tomó aire, para no unírseles.

-Él no hubiera querido que sus padres se dieran por vencidos, escondidos en una linda y cómoda recámara cuando son dos héroes con capacidades singulares. Sus héroes -la voz de Quill tembló, pero respiró un par de veces, sin quebrarse- Cierto que es mi hijo, pero también lo es de ustedes, como si hubiera nacido de su propia sangre. Y Jason nunca hubiera estado feliz de verlos caer así por él, porque si algo detestaba con todas sus fuerzas, era la tristeza.

-Quill...

-No, Hal, tú no te puedes dar por vencido. Si realmente amas la luz que este niño te ha dejado, vas a levantarte, vas a tomar tu anillo y seguirás haciendo las maravillosas cosas que a él le hacían gritar de emoción, porque es así como él te amó, es así como como lo debes recordar. Barry, tú fuiste siempre su corredor favorito, siempre dijo que nunca nadie te podría igualar, cuando el viento soplaba le presumía que su velocista era más rápido. ¿Y ahora no quieres dejar esa silla? ¿Qué clase de padre eres?

-No pude llegar a él... no pude...

-Los tres sabemos que eso es mentira, porque Jason siempre tuvo miedo a la oscuridad y a los monstruos. Darkseid era las dos cosas y por ustedes y solo por ustedes se levantó para enfrentarle. No me vengan ahora a decir que no pueden seguir adelante porque voy por mi arma y los mato ahora mismo. Esa linterna jamás se apagará. Ustedes tampoco. No me hagan enojar que soy el Omega del Patriarca.

Tanto Hal como Barry sonrieron, entre lágrimas. Quill les guiñó un ojo, dando un abrazo a cada uno y luego los tres juntos cuando el castaño se puso de pie con la linterna contra su pecho. El Omega suspiró, saliendo de ahí para encontrarse en el pasillo a Thor quien le sonrió orgulloso, llamándole a sus brazos con un beso en sus labios.

-Eso fue hermoso, vida mía.

-Ya me cansé de llorar.

-Las tristezas nunca han sido el fuerte de esta familia.

-Fiestas, música, baile. Es lo que necesitamos.

-Creo que una idea viene a mi inquieto Omega.

-Al que vas a consentir porque está en luto, ¿cierto?

-Tus deseos son órdenes, amor.

Un par de semanas después vino una fiesta comunal que trajo de vuelta las sonrisas y la música que la guerra se había robado. Clark pidió formalmente una audiencia con Alfred y los hijos de Bruce para anunciarles su deseo de cortejar a este, quien le dedicó una mirada por semejante tontería que era una viejísima costumbre sospechosamente recuperada de los archivos de Timely por un genio misteriosamente desaparecido en esos momentos cuando le buscó para reclamarle. Bruce recibió una rosa, crecida en invierno, como inicio de aquel cortejo que Jason se tomó muy a pecho para fastidio de su padre y carcajadas de Tim. Dick estaba agradecido porque recibieron muchos regalos como parte de todo aquel extraño protocolo que en sus vidas hubieran presenciado, el joven Omega reclamando a un gruñón Alfa que no tuviera esa clase de atenciones. Bruce sospechó que Alfred también era cómplice, más al mayordomo no le dijo nada.

Conner imitó a Kent y eso fue la comidilla del club cuando el muchacho cazó un venado para un Timothy rojo hasta el cuello por semejante regalo. Quill tuvo que huir de Bruce al no poder contener sus carcajadas cuando el segundo se enteró que el rubio había estado aconsejando a Tim sobre relaciones sexuales. Una anécdota que a todos les recordó los tiempos mozos de Charles y Erik con este último apoyando las ideas de Quill sobre lo que Conner debía hacer con el hijo de Bruce. Episodios chuscos que fueron borrando las lágrimas, trayendo risas, una vida de vuelta a la normalidad. Siendo que los obsequios de Conner tuvieron cierta excentricidad porque obviamente el muchacho hacía lo que le parecía más sorprendente para Tim, hasta que Thor picó el orgullo Alfa de Clark diciéndole que un niño lo estaba superando.

Por esa razón es por lo que un día Bruce tuvo por obsequio algo que le dejó anonadado, preguntándose si acaso el bobo Alfa había perdido neuronas cuando murió o estaba volviéndose loco de nuevo. Ayudado por Diana y Arthur, Clark había conseguido limpiar y reconstruir ese desierto radiactivo que una vez fue su hogar, siendo ahora una tierra de campos verdes, esperando a ser una vez más la esperanza de quienes buscaban volver a comenzar. Tony tuvo un ligero episodio de pataletas porque sabía que eso significaba que ellos se marcharían, no queriendo perder la compañía de su mejor amigo. Charles le convenció de que realmente no estarían lejos, que tenían portales y era lo mejor para todos ellos.

-Nuestro murciélago necesita su propio espacio -dijo Charles con toda la calma.

-Me cambiará, lo sé.

-Tony...

-No se irá hasta que nazca Laura.

-Creo que eso ya se había decidido, su último viaje fue a la Fortaleza de la Soledad.

-Y yo haré los planos de la nueva ciudad.

-Recuerda que Bruce no es de cosas alegres y brillantes.

-Por dejarme haré todo blanco con muchos ventanales.

-¿Siempre es así, Steve?

-Hoy está cooperativo.

Buscando el paradero de Damian, siempre ayudado por Atlantis, Clark había encontrado la nave que perteneció a Jor-El. No estaba lejos del antiguo hogar de Bor, en el congelado Norte donde se cubrió de hielo en forma de enormes cristales por la propia estructura de la nave que descubrieron más tarde aún conservaba memorias holográficas del Jor-El, mismas que sirvieron para comenzar toda la reconstrucción de aquel nuevo territorio que Barry bautizó como Ciudad Central, robándole la oportunidad a Tony o Bruce. Nadie se quejó. Al mismo tiempo, la Fortaleza de la Soledad sirvió para darles una idea de la posible nave en la que Ares había escapado con Damian, pues recorrieron cada rincón del planeta sin encontrarlo, no quedando más opción que el espacio exterior, su gran barrera hasta esos momentos. Pero Tony le prometió a Bruce que le haría una nave para buscar allá afuera a su hijo, cosa que hizo sonreír a Wayne, acostumbrándose ya a esas maneras de su amigo.

Ahora que la Tierra estaba libre de toda influencia de Nueva Génesis, incluso el clima estaba cambiando, menos lluvias, primaveras más largas como veranos. Muchos reconocieron que su forma de vida no era la correcta, como si les quitaran una venda de los ojos. Otros se rehusaron a cambiar y no faltaron los conflictos. Volver a vivir libres iba a tomarles tiempo, pero estaban todos juntos, con nuevos amigos apareciendo cuando el Triunvirato estuvo reconstruido y los primeros cimientos de Ciudad Central se levantaron. Seres humanos que habían sido también objeto de experimentos genéticos, otros que lo habían ignorado por temor a represalias. Lentamente, iban a recuperarse, aprenderían de lo que había sido esos tiempos antiguos, trayendo de vuelta lo bueno, aprendiendo de lo malo. Y cuando aparecieran problemas que necesitaran de personas dispuestas a pelear, ahí estarían todos juntos, como una gran familia, una sola Manada protegiendo la Tierra.

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