Desconcierto

GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/DC

Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse

Parejas: de los arcos anteriores, con una sorpresota.

Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, DC y los abogados. Yo solo soy un gusanito.

Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas, tomando malísimas decisiones. Yo pensando mil locuras con eso. Este crossover es un completo gusto mío.

Para entender la historia hay que leer primero el Arco Marvel y el Arco DC. Ops.

Gracias por leerme.



***

Desconcierto.

"El medio más fácil para ser engañado es creerse más listo que los demás."

François de La Rochefoucauld.



-Jason... J-Jason... ¡Jason! ¡JASON!

-Sigue así, lindura.

Dick golpeó la pared junto a ellos, salpicándola de agua por la regadera aún bañándoles con agua caliente en acto reflejo de sostenerse de algo ante las embestidas de Jason, sintiendo su espalda comenzar a dolerle por los choques contra la pared donde lo había estampado aquél. Se arqueó ya sin poderse contener como sus labios que dejaron escapar un gemido sonoro cuando su Alfa dio certero contra ese punto de placer, haciéndole ver estrellas. Su mano libre fue a la espalda de Jason que rasguñó, frunciendo su ceño antes de estremecerse, sus piernas alrededor de las caderas del otro joven apretándolas entre temblores por el orgasmo que le provocó, su miembro eyaculando entre sus cuerpos con ligeras palpitaciones. Se suponía que debían estar preocupados y serios mientras Alfred despertaba, pero a Jason eso no parecía importarle mucho.

-Maldita sea... Jason...

-Te gusta -rió este, moviendo en círculo sus caderas, haciendo jadear a Dick.

-Bájame ya.

-¿Crees poder estar de pie?

-Tampoco te sientas tan especial, ¿eh?

-¿Eso fue un reto?

-No, ya, Jason fue suficiente. Tenemos que ir con Alfred.

-Él no se irá a ningún lado. Estamos a cientos de metros bajo el mar.

-Jason...

-¿Qué?

-¿Tomaste algo, verdad?

-No, Dick, así soy yo.

-Claro que no.

-Claro que sí.

-Has pedido algo, me lo dice mi instinto.

-Tu instinto no es confiable. Y la respuesta sigue siendo no.

-Jason, hablo en serio, ya fue suficiente.

-¿O qué?

Dick jadeó, boquiabierto. Le dio unos golpes en el pecho a Jason quien solamente rió más, pero sin dejar de estamparlo contra la pared con un miembro que volvía a endurecer en su interior.

-¡Jason!

-Música para mis oídos.

Ambos saldrían del baño más tarde, uno cojeando y el otro sonriente canturreando una de las melodías que había escuchado a los Atlanteanos. Vestidos, arreglados con Dick habiendo descansado un poco entre las risas de Jason, fueron al ala médica. Su estancia era agradable considerando que casi no veían a nadie en esa parte donde vivían ahora, algunos médicos que les comentaban sobre el estado de Alfred, uno que otro guardia que tampoco hablaba mucho, además del rey de Atlantis que iba a visitarlos con cierta regularidad. Estaban rescatando lentamente a todos los náufragos de Nueva Metrópolis, pero estaba llevando su tiempo para ocultarse de HYDRA, no podían exponer las ubicaciones de las ciudades submarinas, por lo que los viajes a la superficie eran escasos.

Las heridas de Alfred habían sanado, los médicos de Atlantis lo mantenían dormido para que su cuerpo pudiese recuperarse mejor y permitir que la medicina de su pueblo obrara su magia. Solo esta cuestión de días para que el mayordomo despertara, algo que los muchachos estaban esperando porque necesitaban muchas respuestas a sus tantas preguntas que nadie parecía querer responderles. Alfred estaba en una habitación muy amplia con un ventanal por donde se paseaban curiosos seres marinos que no conocían, además de los drones submarinos que siempre rondaban todas esas ciudades. Ya solo tenía el collarín y una mano vendada, incluso los moretones y rasguños habían desaparecido de su piel. Dick se sentó a su lado, tomando una mano como siempre lo hacía cada vez que lo visitaban, mirando ese rostro sereno dormir bajo los efectos del medicamento.

-Te necesitamos, Alfred.

Jason solo se cruzó de brazos, recargado en la pared que miraba de frente a la cama del mayordomo sin decir nada. Era su rutina de visita. Dick le contaba lo poco que sucedía en sus vidas, hacía algunas bromas y luego se despedía para marcharse con él, prometiendo volver al día siguiente.

-Necesito algo que beber -pidió Dick, mirando a Jason.

-¿Tengo cara de sirviente?

-Estoy cansado y es tu culpa.

-¿Son antojos?

Dick entrecerró sus ojos. -No, hablo en serio, Jason. Quiero algo de beber.

-De acuerdo.

Lo poco que sabían era que Nueva Metrópolis ya no existía, lo que quedaba en su lugar era una enorme isla desierta llena de radiación. Cyborg y Green Arrow seguían desaparecidos igual que Flash y el casi muerto Hal Jordan. Nadie había visto o sabido de Tim hasta el momento, tampoco de todos los que habían estado viviendo en la Atalaya, desconocían el paradero de Bruce. Dick suspiró, jugando con los dedos del mayordomo pensando en su padre. Habían terminado separados sin saber ni estar seguros si seguían vivos. ¿En dónde podría estar? ¿Cómo encontrar a Tim? Recargó un codo en la cama, luego dejando caer sobre el brazo su frente. No sabía ni por donde comenzar, los habitantes de Atlantis eran muy recelosos para compartir información.

-Alfred... -llamó como cuando niño.

-¿Sí, Joven Dick?

-¡ALFRED!

Dick levantó su rostro al escucharle, encontrándose con una mirada serena y una sonrisa. La mano que sujetaba alcanzó su rostro para acariciarlo.

-No eduqué a mis jóvenes amos para entristecerse ante las dificultades.

-¡Alfred! -el joven Omega le abrazó, riendo con lágrimas en los ojos- ¡Estás de vuelta!

-Tanto como pueda, Joven Dick. ¿Por qué tenía esa cara tan larga?

-Alfred... lo siento... nosotros no pudimos hacer nada. Perdimos a Tim, no sabemos nada de papá y... todo desapareció.

-Todo no, o estoy alucinando bajo una droga poderosa.

-Je, Alfred -Dick recostó su rostro en el regazo del mayordomo quien cepilló sus cabellos- Perdóname, no pude rescatarlos.

-¿Estamos vivos, cierto?

-Pero...

-Se hace todo lo que se puede hasta que no se puede más.

Jason entró en esos momentos, casi tirando la jarra y vaso que traía consigo al ver que Alfred estaba despierto. El mayordomo le sonrió palmeando el lado contrario de su cama.

-Joven Jason.

-Alfred... -aquel se sentó lentamente, dejando las cosas sobre una mesita antes- Hola.

-Me alegra tener a mis dos jóvenes amos conmigo. Espero que no hayan deshonrado el nombre de los Wayne con sus andanzas.

Dick se sonrojó, Jason bufó con una sonrisa torva.

-Ya veo. Las juventudes de hoy son tan liberales.

-Alfred... -Dick apretó la mano que cepillaba sus cabellos- ¿Padre está...?

-A salvo, igual que su pequeño hermano Damian. Ambos están en un lugar donde nadie los encontrará tan fácilmente.

-¿Tú sabes dónde es?

-No tengo una certeza, pero sí una idea, que es más de lo que nuestro enemigo sabe.

-¿Por qué tuvo que ser así, Alfred?

-Joven Dick, era necesario. La vida del Amo Bruce como del pequeño Damian corren peligro en cualquier otro sitio, incluso aquí en Atlantis.

-¿Tiene nombre el lugar a dónde se largaron sin decirnos nada? -quiso saber Jason.

-Yo no poseo el nombre, pero no importa. El Señorito Tim debe haberlos alcanzado.

-¿Cómo puedes afirmar eso?

-Porque el Señor Curry me dio su palabra.

-¿Estás confiando la vida de Tim y de padre al rey de Atlantis?

-Confiar es lo mejor que podemos hacer para que los demás confíen en nosotros, Joven Jason. Ahora, si pueden ayudarme con este collarín, es bastante molesto una vez que no se necesita.

Dick le ayudó con eso, dedicando una mirada a Jason por sus preguntas. Una vez que le quitó el collarín al mayordomo, escucharon los pasos inconfundibles de Arthur Curry al hacerse presente en aquellos aposentos.

-¡Alfred Pennyworth! Los siete mares aún claman por verte.

-Su Majestad.

Arthur sonrió alegre, ofreciendo una mano que el mayordomo tomó, estrechándola.

-El océano me dijo que despertabas. Vine tan pronto como me enteré.

-Gracias por su visita, aunque me temo que debemos ponernos en movimiento lo más pronto posible.

-Tus cachorros han estado inquietos con eso, y se han distraído...

-Gracias por cuidar de Alfred, Su Majestad -cortó Dick, carraspeando un poco.

-Creo que he estado demasiado tiempo en cama, algo imperdonable para un buen mayordomo. Permítame estar presentable, Su Majestad y discutiremos los temas pendientes.

-La casa de Atlantis se honra de tener como invitado a un Pennyworth.

Jason solamente hizo caras al escuchar semejante conversación, sintiendo la mirada acusadora de Dick que ignoró, prefiriendo ayudar para que los tres pudieran terminar sentados alrededor de una larga mesa, en otro de los edificios de la ciudad.

-¿Cómo es eso que el agua le habla? -gruñó Jason.

-El poder de Arthur Curry está ligado al agua, puede manipularla a su antojo, pero también entiende su dinámica como la vida que en ella vive. Está conectada con ella y por eso es un Metahumano a temer y respetar -explicó Alfred.

-A Jason le molesta su poder Alfa -bromeó Dick.

-Eso no es cierto.

Les sirvieron un banquete que los dejó bastante asombrados, mientras el rey de Atlantis volvía. Dick casi se ahogó con su bocado cuando aquel entró trayendo consigo a nada menos que Conner. Se le veía todavía algo pálido, pero no tenía ya ninguna herida en el cuerpo. La mirada del adolescente se llenó de alegría al verlos, buscando por toda la sala una figura ausente.

-¿Tim?

-Lo siento, él no está aquí, Señorito Conner -Alfred le invitó a sentarse a su lado, mirando a Curry- Gracias, Su Majestad.

-Recién le encontramos flotando a la deriva, estaba deshidratado y herido. Ahora que estabas despierto me pareció prudente traerlo con ustedes.

-¿Tim está bien? ¿Está vivo? -insistió Conner.

-Lo está -asintió Arthur, despeinándole- Tanto Bruce Wayne con su cachorro como Timothy han llegado a su destino, lo sé. HYDRA no pudo rastrearlos.

-Debemos aprovechar ese tiempo -comentó Alfred- Majestad, por favor, únase a nosotros en la mesa y despejemos las dudas de estos cachorros.

-No soy un cachorro -gruñó Jason recibiendo una patada debajo de la mesa de parte de Dick.

Por fin tuvieron una idea más clara de todo lo ocurrido durante el colapso de Nueva Metrópolis, Lex Luthor había dado todo lo que tenía para ayudar a la evacuación, a los Insurgentes y al escape de Bruce con su cachorro que el rey de Atlantis cubrió para que no fuese detectada su cápsula de escape igual que la nave donde Tim fue rescatado. La idea original había sido que los tres hijos de Bruce le alcanzaran, sin embargo, HYDRA se adelantó deseosa de capturar a Damian. Con Luthor destruyendo la Atalaya, cortaban un medio de rastreo poderoso que HYDRA había estado utilizando, igual que desapareciendo todo rastro de evidencias que les alertaran de lo que ellos ya sabían sobre la organización, sobre el experimento con los Metahumanos. Ahora debían ser extremadamente discretos para no delatarse ante enemigos que seguramente estaban deseosos de vengarse. Alfred tenía una inquietud importante que señaló a Curry cuando terminaron de intercambiar información.

-Su Majestad, Clark Kent fue encerrado en la mejor bóveda de Lex Luthor para impedirle su escape, no estoy seguro si la bóveda fue destruida por el cañón de la Atalaya.

-Imposible acercarse, la radiación es alta, HYDRA andaba merodeando. Pero no lo he sentido, si es lo que también me preguntas.

-Ustedes -Dick habló, discreto- Ustedes dijeron que el cañón hundió la ciudad, levantando la plataforma oceánica que la sostenía, ninguna bóveda podría haber resistido eso. Está muerto.

-Más le vale -murmuró Jason.

-No podemos confiarnos, pequeños. Clark ya se había hecho muy fuerte luego de la bomba en la isla Stryker, tengo mis severas dudas respecto a su muerte por el cañón.

-Era como una tercera bomba.

-Joven Dick, eso lo sabemos, lo que desconocemos es el alcance en la mutación del ADN en el Alto Consejero.

-Y tenemos una manera de averiguarlo.

La mirada de Arthur se posó sobre Conner, quien había permanecido callado todo ese tiempo. Levantó su vista cuando sintió los ojos de todos en su persona, sonrojándose y tartamudeando apenas con su mano jugando con el cubierto.

-B-Bueno... puedo... ayudar.

-Señorito Conner, no lo van a lastimar. Lo que le hacían en la Atalaya no se repetirá aquí. ¿Cierto, Su Majestad?

-Por supuesto, solo será un pinchazo fugaz y será todo.

-Um, okay.

-Yo estaré contigo -Dick le animó, jugando con sus cabellos.

-¿Qué?

-Jason, cállate.

-Este joven Alfa es bastante impetuoso.

-No tiene ni idea, Su Majestad.

Tal como lo prometió Dick, estuvo todo el tiempo en que llevaron a Conner a un laboratorio gigantesco para que tomaran una muestra de su sangre. Ya sabían por las narraciones de Tim que a Conner lo trataban como un objeto de experimentación genética, siendo Lex Luthor el único amable con él. Alfred lo entretuvo con charlas sobre un corte de cabello y nuevas ropas como las que usaban Dick y Jason, a la usanza de Atlantis. Con lo que sabían de las armas de HYDRA, esos cañones que una desaparecida Harley Quinn usara, más la muestra de sangre que obtuvieron de Conner, tuvieron una simulación de lo que pudo haber ocurrido con Clark Kent. Según las computadoras del laboratorio, había una alta probabilidad de que aquel Súper Alfa siguiera vivo. La sangre de Conner había conservado su estructura primaria a un ataque simulado del tipo de cañón de energía que poseía el mismo principio del que se construyera en la Atalaya, Conner tenía un ADN más simple que el de Clark Kent.

-Tenemos que estar seguros -el rey de Atlantis estaba tan preocupado como los demás.

-¿Ir ahí? -Dick les observó- ¿Volver...?

-Pensaré en alguien para la misión.

-Yo lo haré -declaró Jason sin titubear.

-¿Qué? ¡Jason!

-Cállate, Dick.

-Acepto tu palabra, joven Alfa. Te prepararemos un traje.

-Jason -Dick le miró angustiado, el riesgo era enorme.

-Estaré bien, pedazo de idiota. Tengo que verlo con mis propios ojos o no estaré tranquilo.

-Tenga mucho cuidado, Joven Jason.

-No te preocupes, Alfred, no voy a morirme. Todos estén tranquilos.

-Eres muy valiente -le dijo Conner observándole con admiración.

-Así es como debemos ser los Alfas.

Jason obtuvo un traje de protección contra la radiación, igual que rastreadores con una nave espía para acercarse a lo que restaba de Nueva Metrópolis. Con un beso furioso a un preocupado Dick, se despidió para subir y navegar hacia la ciudad perdida, siempre enviando todo lo que los monitores capturaban. Tenía una mala corazonada y quería ver con sus propios ojos que era mentira. Atlantis no había mentido respecto al destino de su antiguo hogar, no era más que una enorme placa prácticamente lisa flotando en el océano, de arena arremolinándose furiosa en tornados que desaparecían entre muros de arena radiactiva. Nubes gruesas con tormentas eléctricas terminaban la decoración. Jason no encontró obstáculos ni enemigos a la vista, llegando a la playa donde quedó su nave, caminando tierra adentro con los detectores en mano y un par de armas en la espalda.

Las tormentas y tornados fuero un problema que sorteó con una que otra maldición, afortunadamente el traje que le habían dado podía soportar semejantes inclemencias sin terminar siendo llevado por las fuertes corrientes de aire. Jason avanzó hasta el centro de aquel inmenso desierto contaminado, sin encontrar signo o evidencia de algo que les pudiera servir. Los detectores no encontraron nada, dando varias vueltas en diferentes puntos, quedándose en el centro sin que hallara un hueco, una roca saliente, algo que indicara una bóveda. Todo era arena lisa danzando al ritmo de un viento radiactivo. Su oxígeno comenzó a bajar, hora de volver a la nave. Con un suspiro de frustración, el joven Alfa caminó de mala gana de vuelta hacia la playa. No podía ser posible que Clark Kent hubiera muerto tan fácil, demasiado bueno para ellos y él había aprendido a la mala que eso jamás sucedía. Pensando en ello es que se detuvo cuando observó un tornado formarse a lo lejos, danzando unos minutos y luego desapareciendo en el cielo negro llevándose consigo un trozo de metal de tamaño considerable.

-¿Qué...?

-¿Jason?

Corrió hacia aquel punto, activando de nuevo sus detectores que comenzaron a chillar conforme iba acercándose. Llegó a un hueco en el suelo, cubierto por la arena, pero aún dejando ver lo profundo que era gracias al tornado que había limpiado aquella zona. Tomó una de sus armas para disparar hacia el interior, escuchando el eco sordo de su cañón rebotar en lo que eran paredes reforzadas, enterradas metros abajo. El corazón le latió con fuerza, tomando imágenes de aquel hueco, haciendo mediciones. Se trataba de un pozo abierto que daba a una bóveda que parecía haber sido rota desde adentro.

-Jason, Jason, tu oxígeno está acabando, debes regresar ahora.

Hubiera bajado de haber podido, tuvo que regresar para calmar a un nervioso Dick que le hablaba por su comunicador. Apenas volvió a la ciudad, prácticamente corrió para mostrarles lo encontrado en la zona del desastre, esperando por la recreación holográfica que confirmó sus temores. La bóveda había sobrevivido durante el colapso, y de haberse tratado de una persona normal, hubiese muerto aplastada por el empuje de la placa al subir a la superficie. El hecho de que una pared con triple protección terminara rota como si fuese una hoja de papel, dejó a todos en silencio. Conner los miró a todos, tirando de una manga de Alfred para que le prestara atención.

-¿Qué sucede, Señorito Conner?

-Yo... -el chico se mordió un labio- Una vez escuché a mis médicos decir que... yo no servía porque mi sangre no había adoptado al virus como el Alto Consejero.

-Lo cual es una enorme alegría, Señorito Conner.

-Ellos dijeron que cuando el virus en el Alto Consejero terminara de mutar y se hiciera parte de su sangre, el resto de su cuerpo cambiaría a uno nuevo.

Todos se giraron al escucharle, dejando el laboratorio en silencio. Alfred le sonrió, arrodillándose frente a Conner.

-Se le llama adaptación, Señorito Conner. En buena medida lo obtuvo a partir de la sangre de mi Amo Bruce.

-Pero tanto poder lo hará muy malo, ¿no? Se estaba volviendo... muy malo antes de que todo se acabara. Daba mucho miedo.

-No tema, Señorito. Es un ser mortal como todos nosotros.

Conner se mordió el interior de su mejilla, mirando a todos lados antes de volver sus ojos al mayordomo quien arqueó una ceja al verle tan dudoso.

-El Señor Luthor...

-¿Sí?

-Una vez me dijo que mi sangre podía... neutralizar al Alto Consejero.

Arthur abrió sus ojos, intercambiando una mirada con Alfred. Dick y Jason los observaron, el primero adelantándose.

-Le prometieron no volver a usarlo como conejillo de indias.

-Y no lo haremos. Tenemos ya la muestra de su sangre.

-A mí no me importa -musitó Conner, encogiéndose de hombros- Si eso hace... que no lastime a Tim.

-Señorito Conner, quiere que me preste toda su atención.

-Okay.

-Usted es un joven muy valiente que ha soportado una vida bastante difícil, donde otros ya hubieran elegido convertirse en furia por venganza, usted ha elegido ayudar a los demás. Es lo que se llama un héroe, Señorito.

-¿Un héroe?

-Y como uno quiero que sepa que usted es muy fuerte, puede hacer todavía más cosas nobles que ayuden a los demás, como al Señorito Tim. No es una copia ni un experimento. Usted es el Señorito Conner, no es nada más su sangre o lo que le han dicho. Es mucho más.

Conner sonrió tímidamente con ojos húmedos. -Okay.

Alfred le sonrió, extendiendo sus brazos para atraparlo y pegarlo a su cuerpo. El rey de Atlantis asintió, mirando a los otros dos muchachos junto a ellos.

-Clark Kent está vivo, es lo que vamos a asumir. Y posiblemente siendo más fuerte de lo que podamos imaginar. Esperaremos todo de él, así nos prepararemos.

-Su Majestad dijo que no puede detectarle -comentó Dick- ¿Dónde puede estar si el agua no le puede decir de su ubicación?

-Con HYDRA.

-Tenemos que encontrar a padre -Jason gruñó- Tenemos que encontrarlos ya antes que lo hagan ellos.

-Pero antes de que eso suceda, todos necesitan comer un postre -anunció Alfred.

Esa breve pausa alivió la tensión que habían sentido ante semejante noticia, compartiendo de nuevo la mesa con el rey de Atlantis que volvió a su humor habitual. Alfred encomendó a Dick que cuidara de Conner sin molestarlo ni tampoco volviendo a mencionar el asunto de su sangre. Cuando envió a los tres a sus habitaciones, se quedó a solas con Curry en el comedor.

-Caímos en la trampa, Alfred.

-Lo sé, Su Majestad.

-Tres exposiciones, tres fases del virus. ¿Cuáles son las posibilidades que imaginas?

-Si lo viéramos volar no me extrañaría.

Arthur rió apenas. -¿Dices que los cañones tienen igual variaciones?

-Azul para la primera fase, donde están el resto de los Metahumanos, verde para la segunda fase en la que se encontraba el Alto Consejero. Dorada para la final.

-Si pudiéramos hacernos de una Caja Madre.

-El Joven Jason tiene razón en algo, debemos ir con el Amo Bruce.

-¿Crees que ellos tienen una Caja Madre?

-Sí.

-¿Cómo?

-Un hombre la robó de HYDRA, uno de sus tantos experimentos, jamás lo encontraron. Demasiado extraño cuando no hay tanto lugar donde esconderse.

-Salvo en Terranova.

-Así es.

-¿Quién era ese hombre?

-Decía llamarse James Howlett. Mi familia lo ubicó por primera vez en Ciudad Costera antes de que terminara hundida. Luego fue Wakanda, antes de que terminara destruida.

-Pasó por Nueva Metrópolis.

Alfred asintió con un suspiro. -Thomas Wayne lo recibió en su consultorio cuando le pidió medicamento para sus heridas, a cambio Logan le ayudó con su esposa que estaba entre la vida y la muerte.

-¿Embarazada?

-Su hijo nació con inmunidad cero.

-HYDRA desaparece de todo vestigio y memoria el paso de la Caja Madre, y se apodera de todo lo que ella puede crear.

-Lamento mucho el no haber contactado con los Wayne a tiempo, muchas vidas se han perdido por mi descuido.

-¿Dónde crees que estoy varado, Alfred? Dime que las tres explosiones estuvieron cargadas con energía de la Caja Madre.

-Más claro no puede ser. Luthor me lo confirmó antes de morir.

-Terranova ignora el peligro que se cierne sobre ellos.

-Pero tampoco podemos ser tan obvios en advertirles o les diremos a HYDRA donde se encuentran.

-¿Piensas hacer otro viaje, Alfred?

-No soy tan hábil, tampoco tan fuerte.

-¿Jason?

-Para esta clase de misiones, un Alfa es lo mejor. Y un Alfa tan empecinado como él sin duda tiene más probabilidades de éxito que un viejo mayordomo.

-Vamos a preguntarle, entonces. El tiempo apremia.

Jason aceptó luego de escuchar a solas a los dos hombres, ni siquiera hizo preguntas del por qué habían pensando en él o los riesgos que la misión implicaba. Regresó con Dick a su habitación, con una sonrisa torva y abrazándole por la espalda estando el primero recostado ya en la cama, callando sus preguntas sobre su paradero con besos y caricias que subieron de tono. Observó el rostro tranquilo de Dick mientras dormía, exhausto al fin luego de sus actividades, había sido más impetuoso que antes porque no quiso despedirse. Una de sus manos acarició esos cabellos desarreglados, empapados de sudor, bajando a esa mejilla tibia que apenas rozó con la yema de sus dedos. Jason sonrió, levantándose para dejarle y darse un baño antes de ir a reunirse en el hangar donde el rey de Atlantis le había citado. Una esbelta, pequeña pero veloz nave le esperaba con un cargamento de armas como había solicitado, junto a Alfred.

-Vaya, hacen muy bien las cosas por aquí.

-Todo está en orden, Joven Jason.

Éste revisó sus armas, las municiones, el estado de la nave sin responderle. Cuando estuvo satisfecho de su inspección, se giró para tomar el traje que esperaba, junto con el casco y guantes que se colocó bajo la mirada del mayordomo quien le entregó un cañón portátil.

-Hemos tratado de simular la potencia de las armas de HYDRA, nos acercamos bastante.

-Suficiente.

-Jason -Alfred le detuvo al verlo encaminarse a la nave- El Amo Bruce siempre se recriminó el no haber actuado de inmediato. De no haber llegado a tiempo, jamás se lo perdonó.

-Lo sé, Alfred.

-Quería decirlo.

-Está bien, es decir, si lo pensamos de manera fría, de haber llegado a tiempo se hubiera sacrificado para salvarme, Nueva Metrópolis se hubiera quedado sin guardián nocturno y no estaría a punto de subirme a una nave de Atlantis para ir a una tierra desconocida por todos. Todo es mejor así.

-¿Sabes entonces por qué te elegimos?

-Sí, me halagas.

-Igual que el Amo Bruce, sé que posees más potencial del que dejas ver -Alfred le entregó una brújula con un centro brillante- Cuando hayas llegado, debes activarla.

-Bien.

-Cuídate, Jason.

-Es lo que siempre he hecho.

Jason saltó a la nave, terminando de colocarse el casco, tomando los controles mientras la nave era conducida fuera del domo protector hasta encontrar la corriente marina. Vino a su mente la sonrisa de Dick, sus ojos azules pícaros, el sonido de su risa. Apretó los controles, preparándose para el impulso que el rey de Atlantis le dará. La nave salió disparada, entrando en un remolino de agua que lo succionó por un túnel acompañado de algunos peces y otros animales que igualmente usaban la corriente para viajar sin tener que nadar, aunque su velocidad fue mayor por ese empujón casi mágico del Metahumano, activando el escudo que lo ocultó de radares y la vista. Fue como viajar por el aire en medio de mil tormentas, la nave girando sobre su eje casi a punto de marearlo hasta poder estabilizarla, subidas y bajones por aquel túnel de agua. Perdió la noción del tiempo entre vueltas rápidas, giros o más de ese zigzag de la corriente, terminando al fin en el punto que habían marcado en su radar, tomando los controles con fuerza para salir de la corriente hacia la superficie y de ahí, aprovechar aún la velocidad para continuar el resto del viaje.

Sus ojos no vieron nada al frente cuando navegó los kilómetros necesarios para acercarse a su destino, solo había más océano meciéndose tranquilo. Estaba a punto de maldecir la falla en los cálculos, pero su escudo comenzó a resquebrajarse y toda la nave tembló como si se hubiera estrellado con algo que sus ojos ni monitores vieron. Jason rugió a la descarga eléctrica que azotó a la nave, sin dejar de dirigirla todavía en la dirección dada, apretando sus dientes para resistir. El tormento pasó como llegó, revelando entonces su premio. Una enorme tierra a lo lejos, de cielo azul con una larga playa que le recibía. Había encontrado un campo invisible que traspasó a duras penas, los controles de la nave comenzaron a humear, más estaba cerca ya. Prácticamente estrelló en la arena su nave, saliendo de una cabina llena de humo, quitándose su casco para tomar aire fresco mirando alrededor. Solo más playa con un bosque muy a lo lejos esperaba.

Sacó la brújula que le dieron, sacando sus colmillos para morder su muñeca que descubrió, dejando caer gotas de su sangre Alfa sobre el dispositivo que serviría para crear una "pantalla" que impediría a un Súper Alfa dar con la ubicación exacta de esas tierras, al menos el tiempo suficiente para advertirles del peligro antes de que se acercara demasiado y la brújula ya no consiguiera desorientarlo. Su esencia Alfa servía. Jason enterró el artefacto en la arena, asegurándose de que quedara bien cubierto al activarlo. Una pequeña vibración se expandió por la isla, suspiró aliviado, mirando hacia el océano en el horizonte. Sus pupilas se dilataron al darse cuenta de una presencia a su lado que no había notado en todo ese tiempo, reaccionando en automático al girarse para atrapar la muñeca que sabía estaba cerca empuñando un arma.

Recibió una patada que esquivó a tiempo antes de que le rompiera la nariz, bloqueando los siguientes golpes, tratando de levantarse y recibiendo a cambio una serie de puñetazos combinadas con patadas en el cuerpo y rostro hasta que un par de piernas se movieron tan aprisa que terminó entre ellas con su cuello a punto de ser fracturado si se movía más, cayendo sobre la arena de rodillas. Levantó sus manos en alto a su atacante para indicar que se rendía , vestido en un traje negro con bandas rojas y una máscara que ocultaba la mitad inferior de su rostro. Unos cabellos castaño oscuro a los hombros. Ojos azules claro le observaron con rabia, un arma silbando en su sien con esos muslos estrujándole otro poco. Jason no lo podía creer.



Un Omega gestando le acababa de patear el trasero.

-¿Quién carajos eres tú? -tronó la voz de Bucky.

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