Tres Cosas
GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel
Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse
Parejas: Stony, Cherik, Thorquill, Winterwidow como principales
Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee y los abogados. Yo solo soy un gusanito.
Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la serie "The Rain".
Gracias por leerme.
***
Tres cosas.
La primera, la Peste del Agua que exterminó tres cuartos de la humanidad, el primer cuarto en los primeros días de contacto, los otros dos conforme los infectados sobrevivientes iban muriendo.
La segunda, el nuevo orden, porque casi se extinguieron los Alfas, así que los abundantes Omegas ayudados por los siempre serviciales Betas protegieron con uñas y dientes los Alfas restantes.
La tercera, Anthony Edward Stark preguntándose cómo habrá de explicar al Consejo que había fallado en su misión al enamorarse de su peor enemigo.
***
Temerle a la lluvia se hizo tan normal como temerle a tocar el fuego con una mano desprotegida, la Peste del Agua trajo la fobia generalizada en la población que sobreviviera a tal extinción humana que por casi los borró de la faz del planeta. Fue claro que la culpa la tuvieron los gobiernos jugando a ser niños experimentando en sus laboratorios con virus que no fueron capaces de controlar y que hallaron en la molécula del agua el medio ideal para contagiar a los débiles seres hechos de carbón, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, entre otros elementos. La avaricia del poder costó la vida de millones de inocentes, en las primeras horas de la exposición nadie atinaba a la causa de tantas muertes hasta que las lluvias intermitentes, inundaciones y desbordes tan recurrentes hizo que la gente comenzara a huir a donde no existía agua, lo cual fue imposible porque aquel error bacteriológico cambio el clima del mundo y no hubo lugar en la Tierra donde no lloviera por días.
¿Cuál fue la solución a largo plazo de los humanos sobrevivientes que necesitaban agua para vivir, pero le tenían pavor al mismo tiempo? Comenzar a trabajar plantas de destilación, métodos más refinados de esterilización del agua para asegurar su consumo humano sin contagio. Tales cosas requerían infraestructura, trabajo y protección, así fueron formándose las comunas alrededor de las plantas de purificación que luego vieron construirse a su lado los laboratorios especializados para salvar las vidas de los Alfas remanentes. Fuese una broma del destino o simple casualidad, el virus del Agua era mil veces más dañino en esta casta dominante y fuerte en tiempos anteriores, que en otras. Los Omegas fueron los menos afectados, multiplicando su número conforme las lluvias menguaron y el salvajismo se aplacó. ¿Para qué salvar a los siempre altivos Alfas? Porque las primeras comunas que osaron vivir de tal suerte vieron su muerte en un par de décadas cuando el gen Alfa se perdió y los nuevos descendientes carecieron del sistema inmunológico fuerte heredado por un sano Alfa para vivir en el nuevo mundo.
Se creó el Consejo, un grupo de científicos a cargo de las investigaciones y logística de las plantas de purificación como de los laboratorios que se convirtieron más tarde en ancianos cuya palabra era la ley, adoctrinando a las nuevas mentes a cargo, generalmente Omegas cuya paciencia y dedicación eran ideales para los avances que la nueva sociedad requería. Los Alfas que nacieron en estos tiempos eran incubados en los laboratorios, limpios de toda mancha genética que luego eran enviados a las respectivas comunas donde hicieran falta. Su misión principal era ser "polinizadores" como se le nombraban, preñando Omegas cuidadosamente seleccionados y así asegurando que el material genético de la humanidad no se perdiera al ser tan pocos miembros. Cada vez fueron mejorando las técnicas de crianza Alfa, hasta llegar a su mejor versión, Príapo. Los Alfa Príapo eran educados, entrenados y preparados en los centros de crianza llamados Arcas hasta que alcanzaban la adolescencia, momento en el cual eran transportados a la comuna donde serían los padres de varias generaciones de sanos y fuertes humanos hasta su muerte.
Resguardar el gen Alfa para ser incubado, proteger los centros de crianza y escoltar a los nuevos Alfas a sus nuevos hogares era una tarea que muchas veces los Beta hacían, pero había Omegas bien dispuestos a trabajar también en ello. Tony era uno de esos Omegas, aún le había tocado en sus primeros años de vida las trifulcas como masacres que aún aparecieron en ciertos puntos del continente, huyendo con su madre, María, a zonas más seguras, donde la lluvia no fuese tan abundante ni tampoco las personas fueran desalmadas al punto de sacrificar un niño para verificar que el agua no tuviese el virus. Su padrastro o padre criador, Howard, le enseñó a pelear, usar la ciencia, uno que otro modal de buen ciudadano de comuna y el amor por los libros que pocos tenían en tiempos donde las páginas de papel servían para hervir agua y no para cultivar mentes. También era hijo de algún Alfa que seguramente ya estaba muerto. Para elevar la población y no caer en números rojos, el Consejo ordenó que los Alfas tuvieran Celos inducidos con mayor frecuencia para tener mejor vigor y la más alta fertilidad al preñar Omegas incluso si éstos no estaban pasando su período de Celo. El lado malo de aquello era que el corazón del Alfa se agotaba por muy fuerte que éste fuese, no solían pasar la treintena de años mientras que la expectativa de la población ya superaba los sesenta años.
Un deslave mató a sus padres cuando era adolescente, de suerte que una familia lo adoptó al huir de aquella zona de desastre, los Jarvis. Ann Jarvis consiguió trabajo como criadora Beta en un Arca, viendo la oportunidad de que Tony fuera parte de los grupos de protección, los Comandos Aulladores como les apodaron porque usaban aullidos para comunicarse entre sí a largas distancias cuando no podían usar sus dispositivos por las lluvias que igualmente traían tormentas eléctricas que freían todo aparato electrónico. Edwin Jarvis se opuso porque deseaba que fuese más un científico al notar su mente voraz de conocimiento, pero lo cierto era que la dificultad de cada día para ganarse las raciones de comida doblegaba a la voluntad más férrea, así que Tony entró siendo adolescente a los Comandos Aulladores. No tuvo que preocuparse por sus Supresores, Celos y esas cosas pues fue neutralizado como parte del requisito de admisión luego de la llamada Presentación, cuando se confirmaba la casta de la persona al soltar sus primeras feromonas en la pubertad.
-Tony, a las tres en punto.
-Blanco en la mira.
Habían pasado ya tres décadas desde entonces. Ahora era uno de los mejores Aulladores que las comunas peleaban por contratar, el Mercader de la Muerte.
-Confirmación para disparar.
Sería una completa mentira afirmar que todo estaba ya en paz, la tecnología para los Alfa Príapo comenzó a diferenciarse conforme las comunas fueron más estables y cada Arca tuvo menos ataques para investigar sin problemas. Los robos de Alfas fueron más comunes que lo reportado usualmente al Consejo, por eso los Comandos Aulladores se volvieron de vital importancia en el transporte de un Alfa a su comuna final.
-Permiso otorgado.
Tony entrecerró su ojo al pegarse a la mirilla de su arma de largo alcance, viendo por la lente a una mujer correr histérica hacia el transporte que iba por el camino del bosque que estaban atravesando como desviación cuando les reportaron un bloqueo en la senda usual. Conteniendo su aliento, apretó el gatillo escuchando el silbido apenas perceptible del cañón disparando con alta velocidad hacia la cabeza de la mujer que cayó de espaldas, convulsionando. Sus piernas manchadas de lodo eran motivo suficiente para considerarla infectada por el virus. Durante sus años con los Comandos había aprendido la dura lección, creer que la persona no estaba infectada había costado la vida incluso de una comuna completa. Ahora ya no dudaba porque estaba en juego la salud no solo de gente inocente sino de su preciado paquete: un asustado por más entrenamiento dado y adolescente, Alfa Príapo.
-Blanco eliminado. Felicidades, Tones.
-¿Dónde está mi alimento gratificante?
-No presiones, imbécil.
-También te quiero, Rhodey.
-Príapo en camino despejado. La siguiente parada es en el búnker Triskelion, tenemos pronóstico de lluvias toda la noche.
-Haré la primera guardia.
-Sabía que dirías eso.
Ann y Edwin Jarvis eran parte ya de la Tierra, con una lápida común con sus nombres en alguna parte lejana de donde ahora solía vivir. Tony no tenía un hogar estable, viajaba mucho en compañía de su amigo, James Rhodes, y su guía de camino, Pepper Potts. Entre sus múltiples viajes, se había hecho de un dron pequeño en forma de disco que les ayudaba en las misiones a quien había apodado FRIDAY, nombre que tenía pintando en un costado el robot cuyos chillidos de queja por los regaños de Tony eran la delicia de Rhodey. Sus amigos Beta eran con mucho los únicos amigos que tenía en su vida, porque no confiaba en los demás. Otra regla aprendida en los Comandos Aulladores si deseaba vivir largo tiempo. Rhodes apareció durante un intercambio entre protectores, haciendo migas enseguida. Pepper poco tiempo más tarde al visitar un Arca que había sido atacada por infectados desesperados por vacunas. Eran un gran equipo, a ellos les debía parte de su fama bien ganada como certero y algo egocéntrico protector de mocosos Alfa.
-¿Tony?
-Te escucho fuerte y claro, Peps.
-Reporte de armamento.
-Enseguida...
Caminando detrás del transporte automatizado que volaba un par de metros encima del musgo, troncos y arbustos, el castaño fue haciendo su reporte, aullando luego a la distancia para recibir otro aullido de vuelta que le hizo reír. Rhodey y él tenían ya un código de aullidos que solamente entre los dos entendían. El Triskelion no estaba muy lejos ya, en su bien planeado viaje entrarían en él cuando apenas estuviera nublándose el cielo. Ser atrapados bajo la lluvia era de las peores cosas que a cualquier ser humano le pudiera ocurrir, un error para un Aullador. Aquel búnker era grande, un centro de reunión de varios Comandos Aulladores, intercambio de información, armamento, víveres o medicamentos. Pepper le avisó que ya estaba ahí, esperándolos como parte de su función como guía de camino, solía adelantarse para darles planos detallados de los bosques frondosos y húmedos que brotaron luego de las lluvias constantes. Rhodey apareció en un claro, uniéndose al resto de la caminata detrás del transporte con su paquete seguramente siendo ya despertado por la computadora para salir una vez que llegaran al Triskelion.
-Muy tranquilo todo esto, últimamente ha sido así.
-¿Recuerdas esa temporada de bandas de secuestradores?
-Pfff, cómo olvidarlo, Tones, tengo una cicatriz en el costado por sus gracias.
El enorme búnker apareció entre dos colinas, consistía en tres anchos pilares de metal que se hundían varios cientos de metros de profundidad con tres entradas: la principal donde llegaban los transportes, una secundaria para abastecimiento y la tercera de emergencia. Cada una en uno de esos pilares unidos por pasillos subterráneos que Tony ya conocía de memoria, pues el Triskelion era un refugio más que recurrente para todos ellos.
-Escuché que en la comuna cercana al lago tuvieron un motín.
-¿Real?
-Aparentemente los Delegados del Consejo ordenaron retirar varios Alfas.
-Me parece que eso se está haciendo recurrente, Rhodey. ¿Por qué están quitando Alfas ya establecidos en sus comunas si están haciendo bien su labor?
-Extraño, lo sé. Muchos Omegas les toman cariño.
-Ahí hay un error, no deben hacerlo. Son zánganos que cumplen su misión y luego... de vuelta a la madre Tierra asesina.
-Tony.
-Ser realistas los hará menos depresivos.
-Los aprovechados son esos adoradores del gen natural, provocan los disturbios con el pretexto de proteger a sus zánganos, como les dices.
-Que los Omegas preñados deban someterse a la alteración del banco genético es no solo un capricho del Consejo, están evitando que se repitan genotipos y nazcan más idiotas de los que ya hay.
-Tony -rió Rhodey, negando con la cabeza.
-¡Peps!
Una alta, delgada rubia de ojos azules les recibió cuando alcanzaron el pilar más grueso del búnker, cuya compuerta fue abierta por Pepper.
-Bienvenidos al Triskelion, Aulladores. Sus habitaciones están listas. Procederemos con la inspección del Príapo.
-Si todavía está durmiendo le voy a patear el trasero.
-Tony, no puedes dañar un Alfa.
-Bah.
El transporte se detuvo a una orden de FRIDAY volando sobre este, haciéndolo descender una vez que la compuerta se cerró y estuvieron en el piso general del Triskelion, con otros Aulladores haciendo exactamente lo mismo. No había dentro nada más que una enorme incubadora con una colchoneta donde estaba ya sentado un adolescente Alfa en su uniforme blanco sin mangas con el símbolo de su Arca en su brazo izquierdo al descubierto. Rhodey miró la tableta adjunta al transporte que leyó para saber el nombre del Príapo, no solían ser bautizados sino hasta que la comuna que los adquiría otorgaba su nombre a capricho de los Omegas.
-Jonas, puedes salir del transporte.
Tony apretó sus labios con algo de impaciencia al ver ese jovencito salir de su incubadora con una expresión de temor en sus ojos azules. Por modificaciones genéticas, los Alfa solían tener ojos azules o verdes, una piel clara como cabellos rubios. Algunos de sus descendientes llegaban a heredar sus rasgos como era el caso de Pepper, generalmente los Omegas seleccionados eran quienes daban a sus cachorros su físico, como fue el caso de Rhodey con su piel oscura o él con sus cabellos castaños y ojos castaños amielados. Pepper revisó con guantes el estado del Príapo, cuando todo estuvo en orden le mostró el camino hacia su celda donde pasaría el resto de la noche hasta que la lluvia cesara. Las pantallas holográficas mostraron el exterior, el bosque apenas era visible con el torrente que caía sobre el área. Más adolescentes Alfa salieron, todos escoltados por sus Aulladores a los pisos inferiores que les correspondían. Si bien era pena de muerte provocar un conflicto dentro de cualquier búnker, de todas maneras, los Aulladores solían hacer guardias frente a las celdas de los Alfa para asegurar que llegaran intactos a sus comunas.
La celda de su Príapo ya estaba lista para recibirle, con una merienda ligera, el baño listo por si deseaba usarlo con una cama pegada a la pared donde había mantas, pijama y almohada. Jonas miró todo claramente desconcertado porque en las Arcas todo era diferente, pero obedeció como buen Alfa adiestrado, sentándose en la cama con sus ojos recorriendo ese espacio octagonal con la única entrada de vidrios reforzados. Pepper le mostró su merienda, la puerta del baño y los objetos para su uso personal, activando el reloj que luego apagaría las luces de la celda. El chico asintió sin decir nada, mirando a Tony quien ya se preparaba para hacer su guardia, despidiéndose de sus amigos con las últimas indicaciones de Potts, algunas bromas de Rhodey. Fue éste quien se dio cuenta que Jonas les hizo señas, queriendo hablar, pero aún demasiado tímido para hacerlo. Los tres se volvieron al jovencito, mirándole en espera de que dijera algo.
-Y-Yo... quisiera saber si es bonita la comuna a donde voy.
Tony bufó en sorna, rodando sus ojos. -Bellísima.
-Tony -le reprendió Pepper antes de volverse al muchacho- Te gustará, Jonas.
-Um... gracias.
-Tienes una hora para comer y prepararte para dormir, te sugiero comiences.
Jonas asintió, tomando su bandeja. Rhodey se encogió de hombros, palmeando la espalda del castaño y retirándose junto con Pepper quien le dio una mirada de advertencia a Tony de no asustar al joven Alfa como solía ser su costumbre. Con FRIDAY a su lado, se colocó sus auriculares una vez que la celda se apagó, escuchando los mensajes y noticias transmitidos en la red del Consejo para tomar nota de posibles rutas alternas en caso de algún imprevisto o ataques, cambiando luego a los audios que él mismo había grabado al leer los libros que dejaba en alguno de sus refugios pero que no podía volver a releer en misiones, así que su dron repetía para él sus audios, una manera simple pero efectiva de entretenerse por las siguientes horas de su guardia hasta que llegara Rhodey a cambiarlo, descansando un poco antes de prepararse temprano por la mañana y continuar con el viaje una vez que el mocoso estuviera de vuelta en su incubadora.
-Escuché algo en la red -comentó Tony a Rhodey, caminando varias decenas de metros delante del transporte- Algo sobre una segunda exposición de los Príapos, ¿sabes algo de ello?
-Sólo chismes, nada verificado.
-Bueno, al menos algo, ¿qué es?
-Lo llamaron en alguna comuna el Proyecto Renacimiento, la idea era hacer más fuertes a los Alfas cuando ya están en el cenit de su juventud con el fin de prolongar sus años de vida.
-Ya están la mitad de jodidos y quieren rejuvenecerlos. Es como este... ¿Jonas? Sí, una vez que llegue comenzará su polinización. Cuando un Alfa es ya fértil, de inmediato es presentado a las comunas para su subasta. Jonas vivirá otra década más si tiene suerte. ¿Cómo revierten eso?
-Es todo lo que sé.
-¿Peps?
-Similar a Rhodey, Tony, pero recién supe por otro guía que no es una exposición a las vacunas sino una liberación del gen Alfa.
-¿Eh?
-Es lo mismo que dije.
-Últimamente todo está tan aburrido que hacen chimes muy extravagantes.
El resto del camino no tuvo mayores contratiempos, llegaron a la comuna en tiempo y forma, entregando el transporte a sus muy felices Omegas, recibiendo su remuneración. Ser un Aullador tenía unas enormes ventajas, una de ellas eran los pagos por los Alfas entregados sanos y salvos. Tony se despidió del Delegado que gobernaba la comuna, saliendo con Rhodey de ahí una vez que Jonas estuvo fuera y fue inspeccionado. Aquel joven Alfa los miró con tristeza, pero ellos ya eran puntos diminutos en la distancia.
-Tu alimento gratificante -Rhodey sacó de su traje de Aullador una envoltura larga pero ancha.
-Oh, eres mi gran amigo.
-Soy tu único amigo.
Con una risita, Tony abrió aquel paquete, sacando un pan como un tronco que estaba cubierto por dulce, una de las recetas de los alimentos que los seres humanos crearon antes de la Peste del Agua, recuperada por el Consejo, al menos en parte. Para el castaño, la forma del pan era extraña para su sabor, pero no se quejaba cada vez que se lo ofrecían. Las cosas gratificantes eran un auténtico lujo para cualquier persona en ese modo de vida.
-¿Quieres un trozo?
-Deja de ser un mentiroso conmigo, quieres todo para ti.
-Que se haga constancia que siempre te ofrezco, pero me rechazas.
-Que se haga constancia que siempre lo haces únicamente porque Jarvis te dio modales.
-Golpe bajo.
-¿Volveremos al Triskelion?
-No, odio tanto bullicio desorganizado. Iremos al Baxter.
-¿Llegaremos?
-¿Miedo a la lluvia, Rhodey?
-Idiota.
-Soy tu amigo idiota que aprecias incluso por encima del Consejo.
-Calma tu ego, Tones.
Tal como lo había mencionado Rhodes, cuando estaban a pocos metros del búnker Baxter, la lluvia comenzó a caer. Ellos traían sus impermeables y el traje de Aullador estaba hecho para proteger a su usuario de cualquier contacto con el agua. Usando sus máscaras con capuchas amplias, caminaron el resto del trayecto al refugio que hallaron vacío porque era pequeño además de que no todos los Aulladores podían entrar, el búnker pertenecía a un Omega miembro del Consejo, amigo de Tony por su fama de mortal protector de Príapos, otorgándole las credenciales para tener acceso al búnker cada vez que lo necesitara. Bajando al único nivel dividido en brazos donde se hallaban las diferentes habitaciones, ambos hombres enviaron su mensaje a Pepper quien estaba en el Triskelion para recibir la nueva misión. Mientras tanto, ellos se cambiaron, bañaron y desinfectaron antes de cenar esos alimentos siempre enlatados, empaquetados y que debían ser hidratados para su consumo.
-Con lo que nos han pagado podremos comprar más alimentos gratificantes.
-Tony, te gastas tu sueldo en esas cosas.
-Soy un Omega que se merece lo mejor.
-Una patada en el trasero querrás decir -Rhodey bostezó- Iré a dormir.
-Enseguida te alcanzo, solo verificaré que el escudo esté funcionando correctamente y dejaré programada a FRIDAY.
-Okay.
Tony terminó su cena, limpiando todo antes de ir a ponerse su pijama. Se miró al espejo, acariciando su pecho desnudo donde estaba el tatuaje que lo señalaba como Aullador profesional, un círculo en rojo con otro más pequeño dentro y un triángulo atravesando ambos. Cuando uno de su clase se retiraba del trabajo, por sus misiones cumplidas podía hacer una petición al Consejo para revertir el efecto de la neutralización, volviendo a sus funciones de Omega o Beta ordinarias, entonces el tatuaje cambiada de color a uno azul. Muchos lo hacían, porque con unos años trabajando así podían estar en la lista de una comuna que había solicitado a un Príapo para tener descendencia. Varios de los novatos que el castaño había conocido presumían tener los genes de sus madres Omegas. Pero la real meta de una descendencia así era colarse a las filas del Consejo, los puestos más altos donde se decidía el destino de la humanidad. Ser un Aullador era una buena manera porque eran respetados y temidos, pero a Tony no le importaba mucho eso, ni tampoco el tener descendencia. Tenía más de cuarenta años, esas cosas estaban fuera de sus planes, lo que deseaba era vivir y ser un Aullador el mayor tiempo posible antes de retirarse para morir con asistencia. Eso también podía ser cumplido, aunque era poco visto dada la necesidad de repoblar el planeta, más siendo el Mercader de la Muerte, el Consejo nunca se lo negaría.
Siempre dueño de la situación y de su vida, era lo que más le encantaba de ser parte de los Comandos Aulladores. Torció una sonrisa, acariciando su barba rodeando su mentón antes de guiñarse a sí mismo a través de su reflejo y poniéndose la sudadera de pijama, ordenando a FRIDAY apagar las luces del búnker para ir a dormir en una cama junto a la de Rhodey quien ya estaba perdido en sus sueños. Aún se quedó un par de horas escuchando las transmisiones de la red en busca de ese rumor sobre la liberación del gen Alfa pero no encontró nada, quedándose profundamente dormido igual que su amigo. Su dron voló sobre él, apagando sus auriculares para dejarle reposar en paz sin tantas noticias ni órdenes. Afuera volvía a llover, unas gotas que seguían siendo asesinas para los incautos humanos que eran atrapados fuera de algún refugio.
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