Posesión
GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel
Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse
Parejas: Stony, Cherik, Thorquill, Winterwidow como principales
Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee y los abogados. Yo solo soy un gusanito.
Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la serie "The Rain".
Gracias por leerme.
***
Posesión.
"De la rivalidad no puede salir nada hermoso; y del orgullo, nada noble."
John Ruskin.
Una de las tantas ventajas de las constantes lluvias es que había agua por doquier, si había tanta agua por todos lados, sus deslizadores podían entrar a prácticamente todos lados. Una preciosa ventaja al momento de estarse robando las cosas. Quill levantó su mentón en alto, sonriendo al ver un nuevo amanecer en su Milano, una nave que podía aterrizar en el agua como volar cual halcón en el cielo, algo que nadie tenía, excepto ellos, los Guardianes. Eran llamados así por cuidar de una enorme muralla que corría por todo el Norte, dividiendo al Colmenar -como le llamaban a todo ese territorio lleno de locas comunas con desquiciadas normas- de Nova, su hogar. Como parte del gran plan que estaban trazando sus adorados Alfas, la intrusión al Colmenar estaba siendo un éxito. Debían cuidarse de los Comandos Aulladores porque eran unos bastardos sin sentimientos, nada que asustara al Omega de ojos verdes y cabellos rizados rubios.
-Mami, ¿ya podemos salir?
-Meredith, ¿qué dije sobre levantarse antes de tiempo?
-Esa regla ni tú la aplicas, Peter.
-Rocket, no estaba hablando contigo, estás malcriando a mi hija.
El descarado Alfa chasqueó su lengua, sentando a una chiquilla de rubios cabellos peinados en dos altas coletas y ojos azules que abrazó un peluche contra ella, mirando acusadoramente a Quill.
-Le prometiste enseñarle a "extraer".
-Cuando avanzáramos en aquello de terminar las comidas sin tirarlas a las mascotas.
-¡Eso no es justo! -se quejó la niña con un enorme puchero- ¡Tú no le dices eso a Papi!
-Nadie le dice nada al Triunvirato, Mere.
-Rocket, nombre completo.
-Mere.
-Grrr, te odio.
-Como sea, ¿ya vamos a salir? Me arrugo acá dentro.
-En cuanto los drones terminen su ronda, si mi hija va a salir, no quiero esos Aulladores tras nosotros. Que fastidio.
-Les hace falta que alguien se los co...
-¡Rocket!
-Ven, Mere, vamos a cambiarte antes de que le dé un infarto a tu madre.
-Tenemos que hablar tú y yo sobre liderazgo, Rocket.
-Como ordenes... Capitán.
Quill se puso de pie, buscando su traje que colocarse. No era para la lluvia porque a diferencia de esas abejitas locas viviendo en sus comunas, ellos vivían alegremente libres y sin estar enfermando por el agua. Sus trajes eran más de camuflaje e invisibilidad. Buscó en todo el desastre que era la mesa de planos y pantallas un objeto de colores que le hizo sonreír, metiéndolo en uno de los bolsillos con cierres de su traje, colocándose el casco junto con su arma.
-¡Rocket! ¡Meredith! ¿Están listos?
-¡Sí, mami!
Tomaron sus deslizaron que bajaron de la Milano, Rocket en el suyo, Quill con su hija sentada tras él, muy emocionada de "extraer" cosas de las comunas menos cuidadas. Viajaron por los anchos ríos que corrían sin ser cubiertos por el hielo. Mirando en una pantalla digital el mapa que los guio hasta donde se encontraba la comuna que asaltarían ese día. Recién había sido víctima de un motín entre esos locos Omegas que asesinaban por comer esas rancias cosas empaquetadas en bolsas metálicas o latas que según eran alimentos. Tenían costumbres muy raras a su modo de ver. El Omega era de esos nacidos fuera del Colmenar, un auténtico y sano Omega que aprendió el fino arte de la piratería para mantener a Nova de pie, puesto que, al estar en el Norte bien oculta por la cadena montañosa, no tenía los privilegios de los bosques del Colmenar.
Se había unido a los Guardianes hasta que fue joven, más por casualidad que por decisión, había escuchado de ellos, pero nunca los trató directamente, siempre ocupado en aprender a pelear, robar, decir una que otra mentira y por supuesto, lo mejor de todo, bailar esas piezas musicales recuperadas de los archivos antiguos. Quizá era cierto que esos bailes suyos con sus caderas seductoras fueron lo que atrajo la atención de su Alfa, uno de los miembros del Triunvirato, Thor Odinson. Nova se regía por un gobierno a cargo de tres poderosísimos Alfas, uno era su pareja, de sonoras carcajadas, noble al hablar, pero algo tonto en ciertas cuestiones. Su fuerte sin duda era pelear sin descanso. El segundo era Stephen Strange, el mayor de todos ellos, serio, el erudito que siempre tenía una respuesta a la mano y que mediaba a los otros dos más jóvenes. Steve Rogers era el tercer Alfa en el poder, educado con los antiguos valores antes de la Peste del Agua, con una voluntad a prueba de cualquier dificultad y bastante decidido a hacer siempre lo correcto.
Siempre había existido un Triunvirato en Nova, de hecho, Stephen había estado con otros dos Alfas que fueron muertos en un conflicto del que ya nadie hablaba. A veces Quill se preguntaba por qué no simplemente se presentaban en las comunas a causar impacto, pero el problema siempre habían sido los Comandos Aulladores. Los perros cazadores del Consejo que habían causado la muerte de varios de los suyos, y de los pocos fugitivos que los habían conocido para luego buscar unirse a ellos. Él sabía que, si había algo que siempre conmovía a un Omega, era el hecho de saber que podía dar luz a un Alfa, algo que estaba prohibido en el Colmenar para no perder el control sobre sus habitantes que habían ganado lentamente luego de la peste. Acabar con cuanto Alfa libre se toparan era la misión principal de los Aulladores, por eso eran los peores enemigos de los Guardianes, que se encargaban de proteger al Triunvirato.
-Presta atención, Meredith, siempre debes fijar tu vista al cielo y tener encendido todo el tiempo tu mapa visor, si éste se apaga lo único que harás es volver de inmediato a la Milano. ¿De acuerdo?
-Sí, mami.
-Las aves no reaccionan a nosotros, por eso, si ves algo volando que no tenga forma de pájaro, usarás el campo protector y volverás a la Milano.
-¿No hay algo que no sea regresar a la Milano?
Quill rió, deteniéndose en el delta del río. -Extraer del almacén.
-No Aulladores ni Gendarmes, tenemos el camino libre, aunque no habrá mucho que sacar si han sufrido bajas -comentó Rocket, deteniendo su deslizador a un lado de ellos.
-Algo es mejor que nada, este invierno es muy frío.
-¿Quieres ver a tío Rocket en acción, Mere?
-¡Sí!
Los tres bajaron con sus botas enterrándose en el fango, caminando hacia el almacén que solían tener a varios metros de distancia de la comuna, una medida de precaución del Consejo para llamar la atención de los Guardianes a ese sitio y no a sus preciados Omegas o sus niños Alfas. Tal como lo dijo Rocket, no encontraron a nadie cerca, abrir el almacén con sus dispositivos fue pan comido, entrando al casi vacío espacio, mirando todas las cajas, contenedores y bolsas.
-Meredith, busca.
-Sí, mami.
Quill miró a Rocket torcer su boca. -¿Qué pasa?
-Mira este cartel.
-¿Ah?
Ambos se acercaron más, iluminando el rincón donde había un pedazo de papel impreso con la letra de molde típica de los avisos del Consejo. Una advertencia que los dejó confundidos.
"CIUDADANOS DE LA COMUNA B-KLYN, REPORTEN CUALQUIER AVISTAMIENTO DE EXTRAÑOS EN SUS CERCANÍAS. SE TRATAN DE ASESINOS, DESTRUCTORES DE CIUDADANOS SANOS CONTAMIDADOS POR EL VIRUS. ALÉJENSE DE ELLOS Y LLAMEN A GERDANMERÍA DE INMEDIATO."
-¿Asesinos? ¿Cuándo carajos hemos matado a alguien?
-Ssshh, Rocket.
-Esto no es obra nuestra, Quill.
-Trata de despegarlo, debemos llevarlo al Triunvirato. Iré por mi hija.
Caminando aprisa, el Omega llamó a su hija, sacando su arma por precaución pues el silencio que primero le había parecido apropiado para una primera expedición de Meredith, ahora le inquietaba cada vez más. Su primogénita estaba inspeccionando muy contenta un contenedor, ya había sacado de ahí granos empaquetados, junto con medicamentos.
-Meredith, es suficiente.
-Okay, mami. ¿Lo hice bien?
-Más que perfecto. Ahora vámonos.
Devolviendo el contenedor a su posición original, Quill tomó la mano de su hija mientras ella cargaba en su mochila sus trofeos extraídos, brincoteando a la salida. Rocket también ya tenía sus armas listas, echando su cañón de mano sobre su hombro al verlos, abriendo la entrada una vez más. Salieron corriendo directo a sus deslizadores cuando se detuvieron ante un silbido conocido para ambos hombres que intercambiaron una mirada antes de activar sus campos de invisibilidad. El Omega cargó a su hija en brazos, ocultándose tras un arco de piedra a punto de caerse. La sombra del dron inspeccionando el área cayó sobre ellos, seguido de unos pasos que no podían ser sino de los Comandos Aulladores que seguramente estaban esperándoles. Peter le hizo una señal a su hija para quedarse callada y quieta en su lugar.
-M-Mami...
-Recuerda tu lección, Meredith. Es como a las escondidillas. ¿Rocket?
-A tu señal.
Salieron aún cubiertos por sus campos, disparando a los Aulladores que estaban dándoles la espalda, algunos de ellos evadiendo a tiempo las balas. Otros no teniendo la misma suerte, cayendo al suelo con piernas o brazos inutilizados. Quill miró sus insignias, con algo de alivio. Había un solo grupo que realmente le pesaba y era el que dirigía el famoso Mercader de la Muerte, un Omega veterano, el azote de todos ellos. Rocket disparó al dron, luego al resto de los protectores que se desconcertaron al no poder detectarlos, atacando sin mucha disciplina. Un grupo de novatos a los que Quill venció en cuestión de minutos, jadeando al terminar.
-Eso fue rápido.
-Vámonos antes de que lleguen refuerzos.
-A la orden, Capitán.
-M-Mami... -Meredith llamó con una voz que dejó pálido al Omega.
Al girarse, se toparon con un Aullador que no pertenecía al grupo que habían derribado. Rocket y Quill tragaron saliva casi al mismo tiempo. La insignia era del Mercader de la Muerte, aunque no era éste, tenían un retrato de él. El Beta de piel oscura los miraba con profundo odio, apuntando su arma a la cabeza de la pequeña niña que estaba muerta de miedo.
-Tú no quieres hacer eso -gruñó Peter.
-¿Crees que es la primera niña que mataría?
-M-Mami...
-Tranquila, cielo.
-¿Qué deseas? -preguntó Rocket, bajando su arma.
-Su compañero se ha llevado algo que me importa mucho.
-¿Qué compañero? Necesitas decirme su nombre -Quill tembló ligeramente, meditando su plan de acción para liberar a su hija. Thor iba a romperle el cuello a ese Beta atrevido.
-El pelirrojo.
-¿Nathaniel? -Rocket bufó, alzando sus manos en son de paz al ver que Rhodey presionaba la punta del cañón contra la sien de Meredith- Hey, hey, el asunto es con nosotros. No hemos visto a Nathaniel desde... no lo sé, hombre.
-Suéltala y te daremos mejores respuestas.
Rhodey torció una sonrisa. -Tan idiotas.
-¡MAMI!
Jamás vieron al pequeño dron que soltó una descarga sobre ellos, Quill empujó a Rocket quien se salvó del golpe, recibiendo él todo el ataque. Un disparo ajeno rozó el hombro de Rhodey, obligándolo a soltar a la niña que Rocket jaló al correr hacia ella, sin detenerse directo hacia el deslizador que tomó, huyendo a toda prisa. Meredith gritó, con una mano hacia su madre que yacía convulsionándose en el suelo. Gamora apareció en su propio deslizador, tensa, pero escoltando a ambos hasta la Milano lo más rápido que pudieran. Había una orden que el propio Omega había dado a los Guardianes en caso de cualquier contrariedad: sus hijos eran primero por sobre cualquier cosa, incluso su vida. La Milano despegó sin su capitán, que era apresado por los Comandos Aulladores dirigidos por Rhodey. El silencio cayó en la nave una vez que estuvieron lo suficientemente lejos de cualquier peligro, con la niña sollozando por su madre.
-¿Cómo se lo vamos a decir a Thor? -gimió Rocket.
-¿Por qué esos Aulladores estaban en esa zona?
-¡Yo que sé! ¡Jamás habían pisado esa comuna! ¡Al Mercader solo le interesan las comunas con suficiente para costearle!
Gamora pateó los controles, apretando su mandíbula. Decirle a uno de los tres poderosos Alfas que su pareja era prisionero en el Colmenar no iba a gustarle nada. La mirada de la Beta fue hacia una aterrada Meredith, llorando echa ovillo en uno de los asientos abrazando su oso de peluche. Rocket cerró sus ojos, manejando la nave. Gamora se puso de pie, caminando hacia la niña para cargarla y consolarla lo mejor que podía, sintiendo un frío apoderarse de su cuerpo. Eran una Manada, así que todos, incluyendo a Drax iban a percibir el daño sufrido al Capitán. Ni siquiera deseaba pensar en Thor porque siendo un Alfa del Triunvirato, se iba a dar cuenta antes de que la Milano cruzara la muralla. Así llegaron, cabizbajos sin que les sorprendiera que fuesen llamados ante la sala del Triunvirato. Un niño pequeño les alcanzó, tenía un puchero como sus ojos rojizos por un llanto reciente, estirando sus bracitos regordetes a Meredith.
-Hemanita... mama... mama... mama...
Eso renovó el llanto de la niña que abrazó a su hermano menor, quedándose con sus nanas mientras que Rocket y Gamora siguieron caminando hasta el amplio salón, en el fondo de este se encontraban tres sillas de madera tallada donde estaban sentados los tres Alfas. Ninguno de ellos estaba feliz, Thor parecía que iba a destrozar los brazos de su silla. Stephen fue quien habló.
-¿Qué ha sucedido, Gamora?
-Una emboscada, Señor.
-¿Emboscada? -siseó Thor.
-¿No hubo una previsión de esto antes de salir a esa expedición? -Steve preguntó con calma. Él y Stephen estaban conteniendo la furia de Thor.
-Completa, como siempre -respondió Rocket, bajando su cabeza- Pero... el Comando Aullador del Mercader...
-¿Qué?
-Él no estaba -apuró Gamora- Pero sí su equipo, querían saber de Nathaniel. El dron del Mercader los atacó. Lo siento, Thor, no pude llegar antes.
Stephen intercambió una mirada con Steve, quien tomó aire antes de volverse a su amigo Thor, con una mano sobre aquel tenso brazo.
-Vamos a recuperarlo, tienes mi palabra. Gamora, Rocket, pueden retirarse.
Gamora miró a Thor, sentado en medio de los dos Alfas, pero no dijo nada más, haciendo una ligera reverencia a los tres igual que Rocket, saliendo de ahí. Stephen suspiró, haciendo una seña a los demás presentes para que los dejaran solos, levantándose de su silla para caminar hacia el centro de la sala con las manos detrás de su espalda, meditando sus siguientes palabras. Steve palmeó la espalda de Thor, quien se talló su rostro haciendo un esfuerzo monumental por no estallar y romper todo lo que pudiera romperse en esa sala.
-Sería prudente que fueses a calmar a tus cachorros -sugirió Strange, imitando el gesto del tercer Alfa- La ausencia de su madre los tiene alterados, pueden enfermar, sobre todo el pequeño Jason.
-Tenemos al Mercader de la Muerte, podemos negociar, lo están buscando -rugió Thor- Si Nathaniel no hubiera...
-Jamás contó con el espíritu vengativo del Aullador, Thor. Así como ahora los Guardianes fueron sorprendidos por sus amigos. Y no puedes reclamar algo que es superior a un capricho de nuestro mejor espía, ¿acaso es tu capricho el tener a Quill como pareja?
-Stephen, mi Omega está en grave peligro. Si el Consejo le pone las manos encima...
-La comuna a la que fueron está lejos del Consejo, y por lo que dijo Gamora, el grupo de Tony Stark estaba ahí para buscarlos, no para capturar específicamente a Peter. Tenemos la ventaja de que ignoran a quien han atrapado.
-No por mucho tiempo -musitó Steve- ¿Podemos negociar?
Strange rió desganado, negando apenas. -Richards jamás renunciará a su poder, menos negociará con nosotros. Si hay algo peor que un Alfa clamando justicia... es un Omega rencoroso. No lo hará, tenemos que interceptar el grupo del Mercader antes que lleguen al Consejo, pero tenemos que ofrecer algo para el trueque.
-Devolver a Tony Stark -Thor levantó su rostro- Liberarlo.
-Jamás hubo tantos heridos como con su llegada -bromeó Stephen, mirando a Steve quien se sobó su mandíbula en acto reflejo- Más de uno estarán felices porque se marche.
-¿Con su cachorro?
-No hay remedio, hablaré con Nathaniel sobre ello, pero no le pidan que ceda.
-Para estas alturas, Richards ya debe haberse enterado de que capturaron a un Omega no clasificado cuyos rasgos lo harán deducir de quien se trata -Steve se levantó, caminando hacia Strange- La sola aparición de su mejor asesino no lo calmará, ni hará que liberen a Quill.
-¿Qué estás pensando, comandante?
Steve levantó su mentón. -Seré la carnada.
-¡Steve, no...! -Thor fue a ellos- Lo que ese Omega quiere más en esta vida es acabar con el Triunvirato...
-¿No te entregarías a cambio de Quill?
-... sí. Mil veces.
-Pero no puedes hacerlo porque tienes ya dos cachorros que cuidar, no podemos perder a Stephen, necesitamos de su sabiduría y conocimientos del mundo anterior.
-Y no podemos perder al Alfa más fuerte de todos los tiempos, -rebatió Thor- comandante de un ejército que está a punto de cambiar las cosas.
-De los tres, soy el que menos tiene que perder.
-Thor tiene razón, Steve, sabes que Richards muere por abrirte y usar cada célula tuya. Tenemos que pensar en otra manera de...
-El primer Alfa nacido de la primera mujer Alfa, entregado por la mano derecha de Reed Richards, eso hará que Quill deje de importar -Rogers se encogió de hombros- Funcionará.
-¿Y luego?
-Aún tenemos un elemento sorpresa en el Colmenar.
-¿Clint? -Thor sonrió apenas- ¿Cómo, mi buen amigo?
-Nathaniel y Clint son suficientemente peligrosos para poner en jaque a todos los Comandos Aulladores, su único rival estará demasiado ocupando custodiando el trofeo de Richards... creo que es todo lo que tengo.
-Me parece que el plan de Steve es bueno, no es lo que pensábamos, sin embargo, a veces la improvisación es más oportuna cuando hay crisis.
-Hablas como siempre con sabiduría, hermano Strange, me siento más tranquilo, aunque mi corazón continúa estrujado. Ahora que tengo la mente más clara también hay algo que debemos considerar.
-¿Qué es, Thor?
Éste torció una sonrisa. -Mi Omega.
Stephen rió, posando una mano en cada hombro cercano de sus pares.
-Procederemos así, iré a ver a Stark, espero que el tener a su cachorro de vuelta haya calmado su agresividad. Steve, prepárate. Voy a esperar a que Richards nos envíe un mensaje y le diré sobre este trueque.
-Adelante.
Los tres Alfas se separaron, el mayor saliendo por un costado, dejando el edificio de piedra al pie de una de las tantas montañas que rodeaban Nova, caminando hacia las cuevas que servían como almacenes y celdas improvisadas. El mensaje del Colmenar llegó tal como había previsto mientras iba hacia la montaña. Habló con unos guardias, preguntando sobre el estado de salud de los heridos luego de que el Mercader de la Muerte apareciera súbitamente en su territorio buscando a su cachorro. Steve se había salvado de terminar con un hoyo en el pecho de no ser por su escudo que levantó a tiempo cuando Stark le había disparado, peleando con una furia con los hombres acompañando a Rogers, los cuales terminaron con huesos rotos, sin dientes... hasta que Thor llegó, noqueando al indomable Omega. Strange hizo una pausa en su andar, tomando aire para prepararse mentalmente ante el embate a venir.
Para ellos, seres humanos libres del control del Consejo que el doctor Reed Richards lideraba, el débil aroma de los Omegas neutralizados podía ser percibido, y Tony Stark apestaba a venganza. No había mermado desde su encierro, si bien más tranquilo estando en compañía de aquel joven que Nathaniel tuvo a bien marcar en esos misterios del amor y los Vínculos. Ya imaginaba la reacción del pelirrojo al enterarse de que su precioso Omega iba de vuelta al Colmenar del que supuestamente había tratado de salvar al robarlo frente a las narices de quien podía matarlo. Nathaniel tenía una linda quemadura permanente en un costado cortesía del Mercader de la Muerte. El haber llevado siempre consigo al cachorro lo había salvado de algo peor, pero si Stark lo volvía a ver... Stephen dio la orden a los guardias para que le abrieran paso hacia la celda cueva donde estaban aquellos dos curiosos Omegas, caminando muy despacio con sus manos en alto en son de paz. Un rugido vino a ser su saludo, nada extrañado de la esencia que lo rechazaba.
-He venido a revisar su hombro, Señor Stark.
La mirada asesina de éste le dijo que no se acercara más. Bucky estaba a su lado con sus puños listos para atacar. Strange respiró hondo.
-No voy a lastimarlos, necesito ver ese hombro, la herida debe ser constantemente desinfectada. Creo que el Señor Stark sabe la importancia de mantenerse limpio.
Un largo silencio cayó en la cueva, con el doctor contando los segundos hasta que ese aroma bajó un poco, aceptando que se acercara con el botiquín que traía en manos. El Mercader de la Muerte bien podía haber aceptado la revisión, pero a cambio la amenaza proveniente de Bucky era un tema aparte, un falso movimiento y ese muchacho iba a romperle el cuello de seguro.
-¿Algún dolor, molestia...?
-Haz tu trabajo, Alfa.
Probablemente por los largos años como Aullador, Tony Stark poseía la capacidad de resistir e incluso superar el dominio de un Alfa, su manera tan despectiva de hablarles, sin alterarse ante su presencia e intimidar con su propia esencia adiestrada ya por tantas misiones, le tenía bien ganada su reputación. Más de una persona en Nova mantenía una distancia prudente de las cuevas, luego de que el chisme de la aparición del Mercader de la Muerte se regara cual pólvora, causando un poco de caos e histeria entre templados Alfas.
-Sólo debo limpiar una vez más, la piel...
-Muévete.
Con los ojos de Bucky siguiendo cada uno de sus movimientos, Strange tomó las gasas y desinfectante para limpiar los puntos donde había suturado la herida que Clint había causado, sin poder detener al Omega tan decidido a recuperar lo que Nathaniel le había robado.
-Tengo medicamento para el dolor, si desea, Señor Stark.
-¿Ya has terminado?
-Sí.
-Lárgate entonces.
-Vamos a dejarles libres, Señor Stark -anunció el doctor, tomando distancia prudente al recoger sus cosas- Sus amigos le están buscando, a ambos. Tienen a uno de los nuestros, por lo que deseamos negociar.
-No quiero nada de ustedes.
-Pero el doctor Richards sí, le entregaremos un Alfa.
Aquello llamó la atención de Stark, lo había conseguido.
-¿Un Alfa? Tenemos los suficientes.
-No como este, Señor Stark. El doctor Richards ha aceptado el intercambio.
Ni siquiera se sorprendió que el Omega se pusiera de pie estando herido y cansado. Había cruzado el Colmenar sin detenerse por todo un día.
-Si es una de sus trampas...
-No, queremos a nuestro miembro de la comunidad de vuelta con nosotros. Es un Omega que tiene dos cachorros que le necesitan con urgencia.
Stark entrecerró sus ojos, gruñendo. -Solo un Alfa tiene la bajeza de chantajearme tratando de abogar a la solidaridad.
-Señor Stark, usted llegó aquí buscando a su cachorro.
-¡Porque ese bastardo del Alfa me lo arrebató! ¡Nadie le dijo a su Omega que entrara a nuestro territorio!
-¿Quiere que sus cachorros sufran? -Strange miró a Bucky.
-Tendrán a su Omega de vuelta.
El tono con que el Mercador lo dijo no le gustó a Stephen, pero ya había aceptado llevarse a Steve, así que el trato estaba arreglado. Salió sin decir nada más, llamando a los soldados que les escoltarían hasta la muralla. Con el invierno en todo su esplendor, cualquier transporte moviéndose por suelo o aire era imposible, eso ambas partes lo sabían, los bosques eran demasiado peligrosos y traicioneros, no por el agua sino los pozos llenos de escombros y fosas profundas cubiertas que les podían costar la vida, además de las trampas mortales del Consejo. Así que la única ruta viable era el paso por las ruinas en el lado noreste. Steve ya estaba listo, esperando fuera de las cuevas con sus hombres alejándose lo más rápido posible pues en cuanto dejaran libre a Tony Stark, devolviéndole todo su equipo, volvía a convertirse en una amenaza.
-¿Estarás bien, Steve?
-Lo estaré. ¿Un último consejo, doc?
-Haz lo que Erskine te enseñó, a ser un buen hombre. No hay bala ni mentira que pueda destruir eso. Cuídate mucho.
-¿Nathaniel?
-Thor tuvo a bien ordenarle una misión de distracción, para cuando vuelva su Omega ya se habrá marchado. Hablaré con él después.
-Vaya a resguardarse, este Omega matará a cuanto extraño vea así usted le haya curado.
Steve tomó aire, quedándose solo al descubierto, envuelto en un grueso abrigo con capucha y otras protecciones, sus cabellos meciéndose al viento frío. Las alarmas sonaron. Un breve silencio. Ese aroma cargado de rencor dispersándose conforme ambos Omegas salían. Apretó sus labios ante la mirada despectiva de Tony Stark, murmurando algo a su cachorro que tomó unos grilletes que llevó hacia el rubio, quien tuvo el tino de no moverse ni reclamar, ofreciendo mansamente sus muñecas para ser apresadas por esos pesados grilletes, conteniendo una sonrisa. No iba a decirle al más cruel de los asesinos de Alfas que tenía la fuerza para romperlos. Era parte de las muchas sorpresas que el comandante esperaba mostrar en el Colmenar si sus planes salían como esperaba.
-¿Qué...? -Jadeó, cayendo de rodillas al sentir una descarga en sus muñecas que corrió a todo su cuerpo. Alrededor, el aroma a terror hizo un muro alrededor de los tres.
-Levántate, Alfa, no has muerto... todavía -el castaño torció una sonrisa, su arma apuntándole- Si creíste que soy tan estúpido para no tomar mis precauciones, realmente haces honor a su reputación de hombres soberbios pero débiles. Andando.
-¿Qué me has hecho?
-Solamente te he puesto en el lugar que a todo Alfa le corresponde, de rodillas ante un Omega.
Stark gruñó empujándole con la punta de su cañón para que se pusiera de pie, los tres caminando hacia donde estaba marcado el camino. Los soldados despejaron la ruta, siempre alejados de ellos.
-Buck, adelántate.
-Sí, padre.
El joven Omega miró de reojo al rubio al pasar de largo, perdiéndose en la distancia. Steve ladeó su rostro, notando que el Mercader le alcanzaba con tranquilidad, masticando algo.
-Vista al frente, bastardo.
-Steve Rogers, ése es mi nombre.
-Me vale un cuerno, no eres nada para mí. Disfrutaré viendo como Richards te hace sufrir.
-¿Así que tienes conocimiento de lo que hace?
-¿Qué hace?
Steve entrecerró sus ojos. -Éste será un largo viaje.
-Para tu mala suerte. ¡Camina!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top