Invierno

GOTAS DE LLUVIA SOBRE MICABEZA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel

Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse

Parejas: Stony, Cherik, Thorquill, Winterwidow como principales

Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee y los abogados. Yo solo soy un gusanito.

Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la serie "The Rain".

Gracias por leerme.


***


Invierno.


"Para despertar y vivir plenamente la vida que nos ha tocado, debemos estar dispuestos a enfrentarnos a la catástrofe." Jon Kabat-Zinn.




Bucky despertó al día siguiente, sin rastro alguno de contagio ni de heridas. Tony se había debatido esas horas en que había permanecido inconsciente en si debía o no matarlo por haber sido mordido y expuesto a la saliva de aquel Alfa, pero los análisis que con ayuda de Rhodey no arrojaron ni un solo signo de enfermedad. Solo tuvo una fiebre cuya causa fue esa mordida ahora con ese tatuaje de araña en lugar de una cicatriz normal, luego de eso, volvía a ser el sano Omega que conocieran en circunstancias tan adversas. Cuando abrió sus ojos, Tony seguía preguntándose por qué lo había dejado vivir pese a que en lo profundo de su ser estaba agradecido de que ese Aullador primerizo estuviera sano y salvo.

-Bienvenido al mundo de los vivos, Bucky.

El joven se llevó una mano de inmediato a su cuello, recordando aquella dolorosa mordida que le dejó inconsciente, mirando alrededor en la sala médica donde se encontraba.

-¿Qué me pasó?

-Ese Alfa te noqueó. ¿Tienes hambre?

-Sí...

Las pocas muestras de material genético que pudieran recolectar del búnker fueron enviadas al Consejo para su análisis, omitiendo por supuesto lo sucedido con Bucky y ese tal Nathaniel. Rhodey también fue de la idea de que hacerlo saber en los altos mandos solamente terminaría en una directiva de ejecutar al Omega y ambos habían discutido hasta el cansancio los pros y contras de aquello cuando su nueva FRIDAY confirmó de nuevo que estaba libre de todo contagio o enfermedad. Simplemente era como si no hubiera ocurrido nada con esa mordida, hasta donde pudieron investigar y luego verificar con sus propios ojos una vez que Bucky se sentó a comer con ellos con un apetito voraz. Esa experiencia como Aulladores les dijo que habían hecho lo correcto.

-El Consejo ha dado la orden de mantenernos libres, no hemos encontrado cadáver alguno ni tampoco los rastreadores lo consiguieron, se sospecha que ese Alfa anda aún por ahí -dijo Rhodey.

-No puede ir más al sur porque es terreno difícil incluso para él, seguro se moverá más al Norte.

-¿Usaremos tu refugio del centro?

-La mejor posición.

-¿Yo iré con ustedes? -preguntó Bucky al escucharlos.

Ambos hombres se miraron, Tony fue quien asintió al joven. -Sí.

-Gracias... por todo.

-Solo mantén la boca cerrada -pidió Rhodey.

El refugio en el centro del territorio era una cabaña de piedra maciza con techos de madera reforzados con protecciones para la lluvia y la nieve. Estaba oculta en una zona de abundantes árboles que obligaban a ir a pie debido a la cercanía entre ellos. Poseía un sótano con salida lejana de la cabaña para una emergencia. Llegaron cuando llovía sobre ellos, pasando al pasillo de esterilización igual que en los búnkeres, avisando a Pepper de su estadía ahí en espera del llamado del Consejo, mientras arreglaban sus armas y se recuperaban. Aunque tenían medicamentos y equipo médico que ayudaba con sus heridas, el cansancio era otro asunto, sobre todo porque seguían con preguntas sin responder, además de saber que ese pelirrojo andaba paseándose sin que nadie pudiera detenerlo. Esperaban que atacara una Comuna o algún otro Omega, pero en los siguientes días en que estuvieron ahí no tuvieron noticias de él.

-¿Por qué te inscribiste a los Comandos Aulladores? -preguntó una tarde Rhodey a Bucky, preparando la comida en la cocineta de la cabaña.

-No tenía otro lugar a donde ir.

Tony arqueó una ceja, limpiando a FRIDAY en su regazo. -¿Tu comuna?

-Imposible -Bucky negó- No ahí.

-¿Sucedió algo malo?

-Yo no tuve padre criador, mi madre estuvo sola conmigo. Pero la comuna no tenía muchos habitantes y los Omegas no eran tan fértiles... muchos no daban cachorros, aunque trajeran nuevos Alfas. Mi mamá... fue obligada a tener otro cachorro más.

-Tenía entendido que eso está prohibido. No se expone a ningún Omega a una segunda gestación.

-Pues sucedió y mamá murió en el parto junto con mi hermanita.

Rhodey se quedó quieto unos segundos, sirviendo la comida en los platos sobre la mesa, haciendo un gesto para que fuesen a sentarse.

-Lo siento mucho, Bucky.

-No quise quedarme por eso, todos estaban esperando a que llegara mi edad fértil para inscribirme al programa... no quise. Entré a los Comandos Aulladores, me neutralizaron y jamás tuve que volver a preocuparme de servir de... eso.

-Un joven Omega entrando con los Aulladores, eso ya lo había escuchado antes.

Tony pateó a Rhodey, probando la comida. -Lo siento mucho, Buck, sabes que el Consejo presiona a las comunas para mantener cierto ritmo de crecimiento en la población, de no tenerlo...

-Los castigan con las raciones de comida, lo sé.

-¿A qué división entraste?

-La 107, Señor Rhodes.

-Rhodey.

-Rhodey. Ellos me enseñaron muy bien, el líder de la división me recomendó para otras misiones y así fue como llegué al nivel élite -murmuró el joven, mirando de reojo a Tony.

-Pues bienvenido. Sin duda tu primera misión ha sido memorable.

-¿Qué... qué va a pasar conmigo?

-Bueno -Tony tomó aire- Si puedes mantener el hocico cerrado estarás bien. Te hemos revisado de pies a cabeza y luces sano. Estarás con nosotros un tiempo más para asegurarnos que no te brotará otra cabeza, luego puedes hacer lo que te venga en gana.

-Gracias... de nuevo.

-Vamos a concentrarnos en encontrar al bastardo, ¿quieres?

La estación otoñal comenzó, lo que significó más lluvias, frías de mayor duración. Un obstáculo para rastrear al Alfa pelirrojo una vez que tuvieron el primer avistamiento de éste. Seguían preguntándose cómo era que podía andar tan libremente bajo la lluvia sin morir, uno de los tantos misterios que encerraba su persona. Tony no estaba muy preocupado por eso, sino por aquel joven Omega que los acompañaba. Más de una vez lo encontró mirando a la nada entre los árboles, quedándose quieto de repente como si alguien lo llamara, si notaba que él lo estaba observando, Bucky se excusaba diciendo que había creído ver algo. Mitad verdad, mitad mentira. Una corazonada le decía que algo más estaba pasando en la mente de ese joven Aullador al que debía aceptarle que sí era bueno para las misiones, con una puntería envidiable.

Su primera pista fue un día que perseguían el rastro de aquel Alfa, perdiéndose en las faldas de una montaña que decidieron rodear para cortarle el paso. Nunca lo encontraron, pero Tony descubrió por primera vez a Bucky mirando algo en un tronco alto. Le espió a lo lejos, observando como el Omega se acercaba al tronco para tomar un curioso objeto de color rojo oscuro sobre unas hojas, como si fuese una clase de ofrenda. Bucky estaba tan desconcertado como él sobre la naturaleza de aquel objeto, pero algo debió tener porque el joven lo olfateó y para sorpresa de Tony le dio una mordida. Sorpresa mezclada con temor se desprendió de aquel Omega que escondió esa cosa en uno de sus bolsillos. Jamás supo si lo comió todo o lo tiró o que hizo con él.

No fue la única vez que vio a Bucky hacer eso cada vez que aparentemente estaba solo, lo que dio por sentado que era alguna clase de alimento, apareció así, siempre sobre algún tronco o roca con musgo en hojas verdes para ese Omega que se volvió glotón de tal regalo. Tony no era ningún idiota para no darse cuenta de que cada vez que recibían una directiva de ir tras el Alfa, esas escenas se repetían. Y empeoró para su poca paciencia con ese ingenuo Aullador. Un día el aroma tan distintivo del pelirrojo les fue más que claro, dividiéndose necesariamente para triangular su posición y atraparlo. De nuevo quedaron frustrados al no encontrarle pese a todas las precauciones, sin embargo, Bucky tardó un poco más en reunirse con ellos. Cuando lo hizo, tenía sus mejillas rojas, jadeando demasiado para una simple carrera que regularmente no le agotaba.

Tony no le dijo nada a Rhodey, conocía muy bien a su amigo para saber que, de enterarse, tomaría su arma para volarle los sesos al Omega. Él mismo se preguntaba por qué no lo hacía. Quizá era la mirada melancólica de Bucky o su amabilidad que rayaba en lo inocente, recordándole viejos tiempos perdidos en su memoria. Pero decidió vigilarlo de cerca, casi estaba seguro de que esas desapariciones o retrasos del joven llevaban un maldito nombre inscrito. Sus pesquisas dieron fruto un día que los vio juntos, Bucky murmurando algo con angustia a una figura vestida completamente de negro de bandas rojas en un uniforme desconocido para Tony, pero cuya mano enguantada acarició la mejilla del Omega, levantándole por sus caderas y estampándole en el árbol más próximo para unir sus bocas una vez más en ese gesto extraño y antihigiénico que no apagaron del todo los gemidos brotando de boca del joven Aullador cuyas piernas se aferraron a la cintura de ese Alfa.

La rabia se apoderó de Tony, queriendo tomar su arma y matarlos a ambos. Claro que lo intentó, pero sus manos no obedecieron a su mente. ¿Sería acaso porque Bucky se notaba tan feliz? El Mercader de la Muerte se enfrentó a una duda que no tuvo respuesta. Cuando el joven Omega volvió a ellos, le preguntó sobre su retraso y una especie de moretón en su cuello que Bucky cubrió enseguida, su rostro encendiéndose por su acusación. Sabía que estaba haciendo muy mal, pero no dejaba de hacerlo como si hubiera algo que le empujara a verse con el jodido pelirrojo a sabiendas de que ello podía costarle la vida por traidor. Rhodey le bromeó más de una vez, haciéndole ver su actitud cada vez que el joven se perdía de su vista, gruñendo, estando de malas como si fuese su propio cachorro desobedeciendo a su madre.

-Púdrete, Rhodey.

-Alguien ya se encariñó con el chico.

A veces observaba dormir a Bucky, preguntándose qué estaba pasándole por la cabeza para comportarse así. Tony hizo sus escenarios probables de lo que en un futuro iba a suceder. Todos fatalistas porque era claro que una situación así no iba a terminar bien. La actitud evasiva del joven, su insistencia en tener siempre su equipo preparado trajo otra sospecha en Tony. Bucky iba a escapar con el Alfa. Las primeras nevadas comenzaron a caer cuando lo pensó, ya tenían más de un mes corriendo por todos lados tras el estúpido fugitivo que se reía en sus caras. El que hubiera apagones en las comunas o caídas de la red en el Triskelion no ayudó a su mal humor. Los bosques tuvieron sus suelos blancos el día en que calculó el idiota Omega escaparía, muy a propósito le había dicho a Bucky que Rhodey y él lo dejarían solo en el refugio para ir al Triskelion a entregar un reporte.

Rhodey sí había ido al Triskelion, pero él no.

Con su arma bien cargada y lista, siguió el rastro que Bucky trató de no dejar. Aún le faltaban años para burlar a alguien como él. Lo encontró cerca de un risco, debajo del cual pasaba un río con trabajo, pues sus aguas ya comenzaban a congelarse, los fragmentos de hielo chocando entre sí. Tony preparó su arma, encaramado sobre unas rocas con troncos caídos que lo ocultaron, jurándose disparar esta vez. Con su ojo en la mira, apuntó a la espalda del joven Omega, quien permaneció quieto, esperando como era obvio. Era mediodía, el sol colándose por las nubes bañaba la figura de Bucky, junto con los pocos árboles alrededor. Tony esperó, y esperó, y esperó. El sol ya desaparecía por el horizonte, una nevada comenzó a caer, pero el Alfa no apareció. Se obligó a estirar sus brazos y piernas entumidos por haber mantenido esa posición tantas horas. Cuando apuntó de nuevo, Bucky había caído de rodillas, sus hombros temblaban. Lloraba.

Tony dejó su arma en su regazo, respirando hondo un par de veces. Se levantó, bajando de su escondite para caminar hasta el destrozado Omega, haciéndolo respingar cuando al fin se dio cuenta que estaba llegando a él. Bucky no se movió de su lugar, sus ojos se clavaron en él, llenos de esas lágrimas tan amargas que corrían por sus ojos. Sus labios temblorosos se quedaron callados mientras Tony le rodeó, su arma silbando al prepararse para disparar. No necesitaban palabras, uno sabía lo que el otro entendía. El joven sollozó, apretando sus párpados cuando la punta del cañón estuvo a la altura de su frente, aceptando entre gimoteos la sentencia no dicha. Bucky no llevaba arma alguna, apenas un morral con equipo para acampar, entre otras cosas. Tony apretó su mandíbula, su mano sobre el gatillo. Con un bufido, bajó el arma.

-Ahora seguirás mis reglas, la más importante es NUNCA volver a desobedecerme. NUNCA.

Se giró, caminando de vuelta al refugio. Segundos más tarde escuchó los pasos presurosos de Bucky alcanzándole, quedándose tras él como el cachorro castigado que era, conteniendo esos llantos al apretar sus labios. Tony dejó escapar un suspiro, girándose de golpe hacia él. Lo que fuese a decir se quedó en su boca porque el joven Omega le abrazó entonces, soltándose a llorar de nuevo. Tony miró por encima de su capucha al cielo, rodando sus ojos. Sus manos lentamente subieron para abrazar a Bucky, palmeando su espalda.

-Ahora ya eres un Aullador.

Permanecieron así unos minutos hasta que el llanto de Bucky cesó por completo, aunque no dejó de apretarlo con fuerza en ese abrazo desesperado.

-Lo siento... lo siento tanto...

-Bucky -Tony le llamó, al fin empujándole suavemente para verle- Escúchame bien, eres un Omega, eres un Aullador. Por ambas cosas no puedes dejarte caer, menos por Nathaniel. Ningún Omega jamás nunca derrama lágrima alguna por un Alfa, menos por uno que es un criminal, ¿me has entendido?

-Sí -el otro asintió, respirando hondo.

-Todo lo que pasó entre ustedes, jamás sucedió. ¿Comprendido?

-Sí.

-Todo lo que te hizo sentir, ya no volverá. Lo vas a desechar.

-... sí.

Con otro bufido, Tony optó por pasar un brazo por encima de sus hombros. -Vámonos, el trasero se me ha enfriado.

Ya no supieron más del pelirrojo, no tuvieron más directivas del Consejo para perseguirle. El invierno les trajo sus misiones usuales, ahora con Bucky como un fiel cachorrito obedeciendo toda orden de Tony le diera. Fueron al refugio del sur, donde usualmente los tres, Pepper, Rhodey y Tony solían pasar el invierno al no ser tan persistente las nevadas ahí, las misiones se detenían pues con el clima cualquier traslado era imposible. Durante esa temporada, ambos Aulladores entrenaron a Bucky, refinando sus habilidades de combate como perfeccionando su puntería. Tony le mostró una de sus vistas favoritas, en un mirador en lo alto de una colina que miraba por encima del bosque pantanoso hacia lo que era una capa azul... mar era la palabra, aunque desconocida para él. Le encantaba como el sol formaba otro en un espejismo cada atardecer del invierno. Bucky pareció más animado para entonces, sonriendo al ver aquel paisaje, esperando paciente por el atardecer.

-Es hermoso -dijo cuando admiró aquel paisajismo.

-La vida de un Aullador no es dulce, Bucky, tampoco es nada sencilla, igual que ese sol, tenemos un rostro que es un espejismo ante los demás, una protección que nos sirve para continuar el camino frente a las adversidades. Es bueno que tengas un noble corazón, pero ocúltalo de todos o van a destrozarlo como ese Alfa estuvo a punto de hacerlo.

-Perdóname, Tony. Traicioné tu confianza y ayuda, igual que la de Rhodey.

-Como dije, ahora ya eres un auténtico Aullador.

-¿Me has perdonado?

Tony se volvió a él, mirándole fijamente antes de echarse a reír, despeinando a Bucky con su mano enguantada.

-Te he perdonado. Anda, debemos volver. ¿Sabías que hoy tendremos la noche más larga de todo el año? Es un hecho astronómico curioso, ¿no te parece? Me gusta celebrarlo, solamente por capricho.

-Lo ignoraba. ¿Cómo supiste eso de la noche más larga?

-Por los libros que leo.

-¿Libros? ¿Qué es eso?

-Ah... un día te enseñaré. Como otras cosas.

Bucky caminó a su lado, alzando ambas cejas. -¿Qué cosas?

-He pensado... -Tony tosió un poco- He pensado que sería bueno entrenarte como mi sucesor.

-¿Qué? -el joven casi gritó, brincando frente a él- ¿Sucesor? ¿Y Rhodey?

-Él es mi amigo, hermano. Tan viejo como yo. Eso no es un sucesor.

-Pero... -las mejillas de Bucky enrojecieron- Un sucesor...

-Hablé con el Consejo, al gran Mercader de la Muerte no le niegan sus caprichos por muy extravagantes que éstos sean. Seré tu padre criador... tardío... si estás de acuerdo. Tienes que estarlo, no viajé al Consejo por nada... ¡¿Qué...?!

El joven Omega le abrazó con un grito de alegría, casi a punto de tirarle, lo que hizo gruñir a Tony antes de devolverle el gesto. Bucky corrió de vuelta al refugio para contarles a los demás de aquella noticia, que los demás ya sabían, pero fingieron que no para no echar a perder la felicidad del Aullador tan radiante entonces, ayudando jovial en la cena que prepararon para celebrar la noche más larga del año. Aquella noticia pareció borrar toda tristeza en los ojos de Bucky, como las amargas memorias de su mente. Pareció ser otro al terminar ese invierno, aprendiendo solícito de las lecciones que Tony le dio una vez que comenzaron sus misiones, adiestrándolo en las persecuciones, buscando pistas donde nadie más veía y, por supuesto, en las lecturas de los libros de su biblioteca particular.

-Yo quiero que Bucky me diga tío -bromeó un día Rhodey.

-Gánate ese título.

-Tony, como has cambiado desde que eres padre.

-Ese sarcasmo solamente me sale bien a mí, Rhodey.

-¿Pero me quieres?

Una nueva situación brotó, tan extraña como la aparición del Alfa pelirrojo. Los transportes de Príapos requirieron de Comandos Aulladores numerosos porque aparentemente había ataques en los caminos que terminaban o bien en el robo del Príapo, o en la muerte de éste junto con sus Aulladores que le protegían. Vieron la primera escena sangrienta en el Este, una columna de humo se elevaba al cielo, remanente del fuego que la lluvia no pudo menguar, aunque sí carbonizando los cuerpos de todas las víctimas. El transporte estaba destruido, abierto por su techo donde colgaban los restos del Alfa adolescente cuya cabeza había sido cercenada. No hubo un rastro que seguir, ni pistas de ADN que ayudaran a tener una idea de cómo había ocurrido ese ataque. Solo tuvieron conjeturas nada sólidas, archivadas en la base digital del Consejo.

También hubo varios levantamientos en las comunas más alejadas que padecían de la escasez de raciones de alimentos, negándose a las vacunas de purificación de sus cachorros a modo de protesta, alegando que el Consejo estaba engañándolos con sus hijos. Fue una temporada larga con misiones estresantes para todos, la presencia de Bucky fue de vital importancia, pues Tony no estaba dispuesto a confiar en nadie más con semejante lío. Los levantamientos de las comunas fueron algo de lo que se encargaron los gendarmes que el Consejo tenía para esos casos, mientras que los Comandos Aulladores tuvieron sesiones de planificación. En una de esas sesiones fue que se toparon con los sobrevivientes de la división 107 a la que el joven Omega había pertenecido, ahora eran solamente un puñado de ellos, todos Betas.

-¿Bucky? ¡BUCKY!

-¡Morita! ¡Gunn! ¡Jones! ¡Dernier!

-¡Ven acá pedazo de muchacho, mira que grande y fuerte estás! Aún me parece ayer cuando correteabas por nuestros campamentos persiguiendo ratas.

Bucky rió, sacudiendo su cabeza. -Era un mocoso.

-Sigues siendo un mocoso. ¿Con quienes estás ahora?

-Oh... -el joven se giró, sonriendo a su grupo que se había acercado- Quiero presentarles a Pepper Potts, guía de camino, James Rhodes, Aullador, y mi padre, Tony Stark, Aullador también. Ellos son de la división 107.

El grupo al unísono dejó caer su mandíbula, varios quitándose sus cascos o capuchas, haciendo una reverencia a Tony.

-... el Mercader de la Muerte...

-... señor...

-... qué privilegio...

-...el gran Tony Stark... qué honor...

-No hace falta eso -replicó Tony, alzando sus manos- Son amigos de mi cachorro. Me alegra conocerlos, Bucky siempre habla bien de ustedes.

-Oh, Señor Stark, nada que se compare a usted. Espero que este niño esté siendo un buen hijo.

-A veces no, pero qué le vamos a hacer.

-Padre...

-Vienen de muy lejos -comentó Pepper con una sonrisa.

-Teníamos que entregar un reporte al Consejo mismo, sobre algunas anomalías de los ataques a los transportes de Príapo que descubrimos recién.

-¿Qué anomalías? -quiso saber Rhodey con curiosidad.

-Bueno, encontramos... fue un accidente más bien.

-Por favor, continúen.

-Disculpe, Señor Stark, los nervios de estar frente a usted. Verá, un día que corrimos a una llamada de auxilio de unos Aulladores, vimos el ataque recién ocurrido, los cuerpos aún estaban frescos, tibios... no había Príapo dentro... luego Morita... tú diles.

Éste carraspeó, jugando con su arma en su hombro. -Pues fue una cosa rara, Señor Stark, yo levanté la vista porque me pareció escuchar el sonido de una rama quebrándose. Apunté a la nada, no había nadie alrededor. Entonces... no sabría describirlo, pero me pareció que el bosque se movió.

-¿El bosque... se movió?

-Como si... no lo sé... como uno de esos espejismos... raros... se movió, Señor. Pero de inmediato desapareció. Desde entonces hicimos la rutina de hacer un perímetro amplio alrededor del ataque para buscar más de esas cosas raras.

-Las descubrieron en cada ataque.

-¡Sí, Señor Stark! Son tan veloces que no alcanzamos a disparar. Pensamos que era necesario que el Consejo supiera de ello.

-Hicieron bien -Tony se quedó pensando unos segundos antes de ofrecer una sonrisa diplomática- Deberían trabajar con nosotros, ya que están aquí.

-¡¿Con usted?!

-Bucky los conoce, creo que podríamos hacer buen equipo.

-Señor... no sé qué decir.

-Sí es una buena palabra.

Rhodey habló con Tony a solas una vez que se pusieron de acuerdo y solicitaron la adhesión de aquella división a su Comando de Aulladores.

-¿Qué piensas es, Tony?

-Un campo de invisibilidad.

-¿Qué eso no requiere de una fuente de energía grande?

-Lo que me hace preguntarme es cómo lo modificaron para hacerlo portable.

-¿Quién lo está usando, Tones? ¿Para qué atacar?

-Tengo la sospecha de que lo averiguaremos.

En las siguientes misiones, no tuvieron oportunidad de comprobar los avistamientos de la división 107, muchos lo adjudicaron a la presencia constante del Mercader de la Muerte en los transportes. Con Bucky siendo su mejor rastreador, FRIDAY en los cielos, Pepper cepillando el terreno y Rhodey cuidando a la distancia, era imposible colarse sin ser vistos. La demanda de trabajo para ellos subió rápidamente por las comunas temerosas de perder sus Alfas. Una calma llegó, por lo menos lo que fue la mitad del año en que estuvieron viajando a los cuatro puntos. No hubo más decesos ni pérdidas de Príapos, los levantamientos de las comunas fueron perdiéndose como chismes en la red y el Consejo obsequió mejores armas al grupo de Tony, además de sus imperdibles alimentos gratificantes que tanto adoraba. Volvió la estación invernal, la promesa del descanso que ya no habían tenido el resto del año.

Terminada la última misión, Tony llevó a su exclusivo grupo de nuevo al refugio en el sur, con unas cajas de alimentos nuevos como premio por parte del Consejo. Bucky le preguntó sobre un rito que había leído, de cortar un árbol, meterlo en la casa para decorarlo con objetos brillantes. A Rhodey le pareció la broma más genial de todas, pero Tony se lo consintió, su cachorro había sido leal, obediente y trabajador hasta quedar exhausto sin nunca quejarse. Ambos salieron a buscar el candidato ideal para ser el árbol de la noche más larga del año, haciendo bromas sobre meter bichos en las ramas porque a Pepper le aterrorizaban. Estaban a distancia prudente del refugio, FRIDAY les avisó de unos árboles que podían servir, corriendo al punto que les señaló.

-Escoge el que más te guste, Buck.

El joven Omega asintió, adelantándose a un frondoso árbol. Tony sintió un escalofrío al escuchar un tímido silbido, sus ojos abriéndose de par en par cuando el árbol seleccionado por Bucky se estremeció, descubriendo luego algo similar a una motocicleta, salvo que no tenía ruedas, flotaba en el aire. Conduciéndola, estaba una figura alta, fornida cuyo aroma hizo que su sangre hirviera, tirando a tiempo de la capucha de su cachorro al que tumbó sobre la nieve, alzando su daga que enterró en la mano que intentó arrebatárselo. Nathaniel rugió, sacudiendo su mano antes de patearle con fuerza, Tony evadió el golpe, sacando una pequeña arma que disparó a quemarropa. El Alfa desapareció, destruyendo en su lugar el árbol que cayó pesadamente en medio de un fuego que se ahogó de inmediato por la nieve.

-¡Padre!

-¡No!

Una mano semi translúcida rodeó la cintura de Bucky, levantándolo del suelo para echarlo sobre el regazo del Alfa. Tony lanzó un cuchillo, pero éste rebotó en aquel campo de protección que además proporcionaba invisibilidad a Nathaniel. Rugió, cambiando tan aprisa como sus manos enguantadas se lo permitieron la carga que tenía, por una más explosiva que sabía iba a destruir aquel campo. Por algo era el Mercader de la Muerte y eso aquel insolente secuestrador iba a comprobarlo. Bucky pateó y empujó a su captor, pero su posición era vulnerable, así que mordió una de sus piernas con fuerza, desestabilizando el campo al tambalear aquel insólito transporte. Fue lo único que Tony necesitó, levantando su arma que disparó a la cabeza del Alfa. Una vez más, el campo hizo su labor, pero con un silbido, estalló alcanzando parte de la espalda y cintura de Nathaniel quien perdió a Bucky cuando éste salió rodando, cayendo por una ladera. El pelirrojo se quitó su casco negro, dedicándole una mirada. Tony le disparó de nuevo, corriendo a donde su cachorro que ya se había levantado, buscando un arma en su abrigo para defenderse.

-¡Vuelve al refugio, ahora! ¡No te detengas!

Bucky jadeó, más obedeció, trepando por unos troncos que le ayudaron para correr hacia el refugio, mientras su padre disparó, derribando árboles que impidieran el paso al Alfa cuyo rugido de frustración le trajo una sonrisa. Al subir de vuelta, una flecha que salió de la nada le estampó contra un árbol, atravesando su hombro izquierdo. Nathaniel pasó a su lado, alcanzando al joven Omega a quien atrapó de vuelta a su regazo, esta vez aquella extraña motocicleta se elevó hasta rebasar la copa de los árboles. Tony jadeó, tomando aire antes de arrancarse la flecha, corriendo tras aquel zumbido del transporte con Bucky llamándole, luego siendo silenciado. Otra flecha quiso detenerle, pero esta vez la evadió, corriendo tras el pelirrojo, pidiendo a FRIDAY que avisara a los demás que estaba en persecución, que aquel Alfa había vuelto y no estaba solo.

Nunca corrió tanto sin detenerse, ignorando el dolor en sus costillas o de sus piernas, sin perder el rastro de Nathaniel, aún con una nevada encima, la noche que se le antojó eterna o una fría madrugada hasta que reconoció que llegaban al Norte. En su mente solamente vivió el deseo de venganza, imaginando la cabeza explotada del Alfa. Le divisó a lo lejos, avivando su rabia al notar que Bucky había sido amordazado, sus manos atadas alrededor del torso del pelirrojo al que miraba de frente, sentado en su regazo. Su aliento de vapor blanco antecedió al disparo de aquella motocicleta que lo resistió por la distancia, alertando a Nathaniel quien sonrió, acelerando para desaparecer por una montaña. Tony no se dio por vencido, todavía tenía las fuerzas y voluntad que le empujaron a la cueva congelada. Un mal paso le hizo caer por un conducto, resbalando metros bajo tierra hacia una salida por la que fue expulsado con fuerza, estampándose contra nieve dura.

Pasaron varios minutos antes de que consiguiera ponerse de pie, jadeando y bajándose el pasamontaña, subiendo sus lentes para respirar de forma entrecortada, buscando su arma. La encontró justo a tiempo cuando escuchó pasos, casi brincando del suelo listo para disparar. Frente a él no estaba el pelirrojo insolente al que odiaba con todas sus fuerzas, era alguien más. Otro maldito Alfa. Uno de aroma más penetrante. Tony no supo si era por el cansancio comenzando a golpear su cuerpo o en verdad por el domino que despedía aquel Alfa de cabellos rubios cortos, tan joven como Nathaniel, de ojos azules y mandíbula cuadrada. Llevaba en una mano un arma desconocida para él, en la otra, un escudo holográfico que titilaba por los copos de nieve comenzando a caer sobre ellos. Era muy fuerte... demasiado fuerte...

-¿Quién eres tú? -habló el Alfa con una voz gruesa, de mando que erizó la piel del Omega al demandar una respuesta.

Tony disparó.

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