Erik
GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel
Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse
Parejas: Stony, Cherik, Thorquill, Winterwidow como principales
Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee y los abogados. Yo solo soy un gusanito.
Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la serie "The Rain".
Gracias por leerme.
***
Erik.
"Procuremos olvidar lo que traído a la memoria nos entristece."
Lucio Anneo Séneca.
El primero en notarlo fue Drax porque había limpiado los motores de la Milano y deseaba que Rocket hiciera una prueba de vuelo, fue cuando se dio cuenta que la nave no estaba. Dio aviso a Gamora, quien a su vez fue a buscar a Rocket para saber quién había tomado la Milano si todos ellos estaban en Nova descansando, en espera de la instrucción del Triunvirato para recuperar a Quill.
-¿Quién tomó la nave, Rocket? -Gamora estaba consternada.
-¿Qué voy a saber yo? ¡Ustedes estaban cuidando de ella!
-Pues eso hice -replicó Drax, está como nueva, le puse los nuevos motores que me pediste, pero cuando fui a encenderla, no estaba ya.
-Okay, estamos de acuerdo que no hay nadie además de los Guardianes que pueda encender la Milano porque tiene un código de acceso basado en lectura de ADN. Así que debieron moverla o algo así, tenemos que buscar.
-Rocket -Gamora abrió sus ojos conteniendo el aliento- ¿Quill ingresó el ADN de Meredith?
-...
-¿Rocket?
-¡ESTAMOS JODIDOS! ¡THOR NOS VA A MATAR!
-No perdamos la calma -sugirió Drax- Ella no puede haber ido tan lejos, además jamás dejaría solo a su hermanito. Lo cuida mucho y... ¿Rocket?
-Antes que vinieran a gritarme estaba buscando a los cachorros por orden de Thor.
-...
-¿Drax?
-Quiero que pongan flores en mi tumba.
Kilómetros sobre un mar embravecido, una pequeña Meredith Odinson navegaba emocionada como nerviosa con su hermanito bebiendo de un vaso con pivote su leche tibia. Podía ser aun una cachorra, pero Quill ya le había enseñado la Milano desde que tuvieran que ir por ella al bosque sola en su deslizador porque era demasiado inquieta para solo los juguetes y juegos de Nova. Meredith conocía de memoria todos los controles, si bien algunos todavía eran complicados para él, tenía activado el sistema de ayuda inteligente que completaba esas tareas por ella. Conocía los ronroneos de la nave, la sensación de los mandos, como leer todas las pantallas. Eso sí era entretenerse y no estar pateando una pelota por horas. Si tienes miedo no puedes pensar, y si no puedes pensar entonces sí estarás en problemas, había siempre el consejo de su progenitor Omega.
Ahora lo estaba poniendo en práctica y la adrenalina que corría por su tierno cuerpo la llenó de la valentía necesaria para sortear los tornados de agua, los relámpagos azotando el océano y las furiosas corrientes de aire que trataban de desequilibrar la nave. Justo como en los simuladores. Jason reía al sentir mariposas en el estómago por los giros de la Milano, pidiendo con una manecita en alto que se repitiera, sacudiendo sus pies que apenas alcanzaban la orilla del enorme asiento a donde estaba sujeto con todos los cinturones de seguridad que su hermana mayor le había puesto. Toda una aventura para ir por mamá, ya se había tardado demasiado. Meredith tomó aire al ponerse de rodillas en su asiento, usando el peso de su cuerpo para tirar con fuerza del mando y hacer que la nariz de la nave subiera hacia las nubes chocando entre sí. Los nuevos motores los lanzaron como esa despreciada pelota por encima de la tormenta hacia la parte de la atmósfera libre de todo aquel caos, mirando un hermoso y amarillento sol.
-¡Ooooooaaaaauuuuuu! -aulló Jason, escupiendo un poco de leche- ¡El shooooooool!
Meredith sonrió, casi gritando. Lo había logrado. Giró la Milano en dirección sur, hacia el Colmenar. Llegarían pronto. Con el piloto automático puesto, bajó de su asiento para ir con su hermanito y limpiar su boca, ayudándole a bajar para comer algo porque la emoción los tenía hambrientos. De suerte que ella se había fijado muy bien en las tareas de su madre para memorizar qué llevarse, donde ponerlo, qué hacer en cada ocasión. Preparó unos trocitos largos de embutidos con un poco de verduras para que no les regañaran por solo comer carne y golosinas. Jason tomó jugo ahora, cantando las melodías que solía escuchar junto a Quill, apoyado por Meredith quien corrió a encender el reproductor de música para comer cantando. Todo parecía una gran aventura.
-Tengo shueño.
-Vamos a dormirte.
Fueron a la cama que ocupaba Quill, tenía su aroma así que Jason se quedó dormido sin problemas, abrazando una almohada que babeó. Meredith fue a revisar los controles. Todo estaba en orden, estaban volando sin problemas por encima de las tormentas, el mar loco y cualquier ojo indiscreto porque además había activado el campo de invisibilidad de la Milano por toda precaución. Así estaba en el manual de los Guardianes. Se quedó pensando un poco en acompañar a su hermano menor en la siesta, la esencia de su madre en la habitación le hacía extrañarlo mucho más, pese a que no lo demostraba frente a los demás, menos con su padre porque no quería verlo más triste. Thor era muy fuerte pero su voz había perdido ese timbre alegre que solía tener, ni siquiera reía a carcajadas como siempre. Se la pasaba mirando por la ventana que miraba al sur en su casa, en silencio.
Luego de divagar un poco, la niña decidió dormir con Jason. Un sueño que duró más de lo debido, porque cuando despertó, una alarma sonaba. Bajó corriendo sin despertar todavía a su hermanito, mirando los controles, primero desesperada y con miedo, recordando no desesperar. Todo estaba en orden con los motores y la Milano, la alarma era que habían pasado el punto en el mapa que Meredith había señalado. Por mucho. Amplió el mapa para ver por dónde estaban ahora, notando que sobrevolaban un bosque negro, muy extraño que parecía de ésos que Quill solía leerle donde vivían brujas con unos monstruos. Iban a mitad de aquel bosque, casi a punto de pasarlo. Meredith se preocupó al ver que la aguja del lector de reconocimiento estaba volviéndose loca conforme se aproximaban a una barrera.
-J-Jason... ¡Jason!
Fue por su hermano que no quiso despertarse ni soltarse de la almohada con la que tuvo que llevarlo al asiento y así sujetarlo. Ella se trepó en el suyo, tomando los mandos para descender. Había hecho mal cuentas porque olvidó la nueva velocidad por los motores recién puestos de Rocket. Jason bostezó, abrazándose entre refunfuños a la mullida almohada.
-Mami...
Tomando aire, la pequeña hizo descender la nariz de la Milano, bajando entre nubes muy oscuras, pero sin tormentas. Se tuvo que tapar su boca para no asustar a su adormilado hermanito al ver que fueron directo hacia una barrera multicolor. Si frenaba dañaría la nave, tenían que estrellarse contra esa cascada de colores tan alta como la muralla. Cerró sus ojos, con sus manos aferradas a los mandos para empujar cuando fuese necesario. Meredith abrió un ojo al ver que iban pasando como si estuvieran dentro de un enorme malvavisco lleno de todos colores que escurrían alrededor de la nave como una baba multicolor. Eso jamás le habían contado que existía y se preguntó dónde estaban exactamente. ¿Sería un país de maravillas o un escondite secreto de un gigante?
La Milano salió de ahí, dejando a la niña sin palabras ante el hermoso paisaje de cuento de hadas que tenía frente a sí. Larguísimos campos verdes con flores de todos colores meciéndose a un suave viento. No nieve, no lluvias largas. El sol brillaba cálido, reflejándose en un lago de aguas serenas. Sin perder tiempo, preparó el aterrizaje, el terreno era liso, no lleno de montañas y valles como en Nova o el Colmenar. Aquello era completamente diferente, un sueño de princesas fue lo que se dijo, bajando lentamente sobre el campo de esas plantas delgadas y verdes que se sacudieron de forma graciosa ante los motores de la Milano al descender cual pluma. Meredith se quedó pensando en su siguiente acción. Podrían bajar a ver, pero no tenía ni la más remota idea de qué iban a encontrar ahí, no tenía datos de nada sobre el lugar. Mandó un mensaje a su pesar hacia Nova, ignorando que no llegaría por la barrera que acaba de atravesar. Ella preparó el vehículo de exploración que sabiamente había metido, que usaba con Jason en la nieve, pero ahora serviría para esos campos.
-Jason, Jason, despierta.
-¡Mami! ¡Nu! Mami.
Su pequeño hermano despertó, no quiso soltarse de la almohada que tuvo que ir con ellos dentro del vehículo, una motoneta con un asiento adherido cubierto donde Jason se sentó, llevando otro vaso con leche que demandó. Meredith se puso su uniforme y el equipo de exploración, manejando por el terreno tan lindo que cruzaron.
-Emanita, ¿qué esh echo?
Meredith se detuvo a ver unas cositas amarillas que bailoteaban en el aire, como si fueran a caer, pero no caían. Pedacitos de papel en forma de pétalos sacudiéndose. Le pareció que las había visto en algún libro, no estuvo segura, sonriendo cuando cruzaron sobre ellos. Una de las cositas se posó en su mano, abriendo y cerrando sus papelitos. Tenía en medio un cuerpo tan delgado como un clavo, unas patitas finas como hilos. Salió volando de nuevo, con los demás papelitos danzantes. La pequeña no podía creerlo, ¿qué era ese lugar? Siguió su marcha, a veces deteniéndose cuando ambos llegaban a ver otra cosa, como un animal peludo con cara triangular y una cola que parecía un enorme pincel que brincoteaba entre el pasto y corrió lejos de ellos cuando escuchó el motor del vehículo. O cuando vieron árboles con comida. Era otro tipo de fruta que Meredith se atrevió a probar porque con todo se le había olvidado meter una mochila de comida para Jason.
-¡Ame ame, yo puebooo!
Terminaron con el estómago lleno de tanta fruta rica que probaron. Todo estaba increíblemente bueno ahí con muchas cosas nuevas y de colores. De buena gana, la niña se quedaba ahí, de no ser porque tenían que volver para rescatar a su madre, pero necesitaba saber cómo.
-¡Melediiii ashaaaa un hombeee!
Creyó que era el gigante porque de lejos se veía muy alto, más al irse acercando notó que no lo era, pero si tenía una buena altura. Meredith detuvo el vehículo, sacando a Jason con todo y su almohada para ir caminando a donde el hombre sentado sobre una banca hecha de piedra que brotaba del suelo, blanca. No tenía duda que era un hombre, un Alfa, por su aroma, pero le inquietó lo que tenía en la cabeza como en las manos. Llevaba algo blanco, no era metal. Una garra pálida sujetando su cabeza hasta la nuca y dos enormes manotas blancas como si fuesen guanteletes. Parecía mirar cómo se mecían unas flores que soltaban polvito al viento, sin girarse a verlos cuando caminaron hacia él, sus pasos eran demasiado obvios para no ser escuchados.
-¿Hola? ¿Señor Alfa?
Nada. Meredith frunció su ceño, con su hermanito en brazos, acercándose sin temor ya al hombre con su uniforme gris, tenía un escudo en el hombro izquierdo muy raro.
-¿Señor?
Hasta entonces el hombre de ojos azules cercanos a un verde, muy tristes y perdidos se giró, lentamente, como si apenas se diera cuenta que no estaba solo. Sus cabellos castaños claros cortos escapando de entre los espacios que dejaba esa garra blanca sobre su cabeza. Los guanteletes eran de un material desconocido para la niña, pero definitivamente parecían como máquinas porque reconoció los cables y conexiones que la garra también tenía.
-¿Charles? -fue lo que dijo, adolorido.
-Am... no, señor, mi nombre es Meredith y él es Jason, mi hermanito. Estamos perdidos, señor. ¿Usted sabe dónde estamos? El mapa no dice nada...
El Alfa juntó apenas sus cejas. -¿Meredith?
-Sí, señor, es mi nombre -ella torció su boca, ese hombre estaba mal- ¿También está perdido?
-Yo... no sé...
-Hemanita, le lele musho su cabesha. Cosha fea latima.
Okay, todo estaba patas arriba y Meredith debía ponerlas en su lugar. Aún era de día, habían comido muy rico, pero tenían que volver. Se acercó al hombre, dejando sentado a un lado a Jason.
-¿Puede cuidarlo un poco? Voy a ayudarlo, señor. Regreso. Jason, cuida del Alfa.
-¿Cando musho como mami?
-Sí, cántale.
Ella regresó corriendo al vehículo, para ir a traer de la Milano las herramientas de Rocket y quitarle al hombre esa cosa blanca que tenía en la cabeza y las manos. Si eso era lo que lo tenía como ido, seguro cuando lo liberara estaría decente para ayudarlos. Y se sentiría mejor. También a Meredith le había sido claro el dolor de aquel Alfa. Como si le hubieran quitado algo importante. Una vez que dejó encubierta la nave, fue tan rápido como pudo de vuelta hacia donde su hermanito y el hombre desconocido, sonriendo al escuchar la vocecita de Jason cantar alegre, moviendo de un lado a otro su cuerpo sin soltar esa almohada. Al volver a estar de frente, notó que una débil sonrisa había aparecido en el rostro del hombre.
-¡Candé musho!
-Bien hecho, Jason. Señor, voy a ayudarle, ¿está bien? Y luego nos ayuda.
Puso la caja en el suelo, tomando las pinzas para comenzar. Todo era muy intrincado, un enredijo de cables y circuitos. Las manos se vieron demasiado difíciles así que optó por su cabeza. Poniéndose de puntitas, Meredith alzó sus manos para comenzar a cortar y quitar los cables con agujas que salieron con un poco de sangre, haciéndola encogerse al ver eso. El Alfa no se quejó en lo absoluto, de nuevo perdido en las flores.
-Tengo shueño.
-Un poco más, Jason. Un poco más.
Sacó una aguja grande, haciendo estremecer al hombre que parpadeó, levantando su mirada a ella como si la viera otra vez por primera vez.
-¿Charles?
-Am... no... um... soy Meredith Odinson, mi...
-¿Odín?
-Sí, él fue mi abuelito.
-La cura...
-No se mueva, señor, todavía me faltan cables.
Estaba en lo cierto, esa garra estaba haciéndolo tonto y prisionero. Meredith buscó otras pinzas porque los siguientes cables eran más duros. Ese material raro no cedía tan pronto a pesar de ser suave.
-¡Tengo shueño!
-Ya voy, Jason.
-Quiero a mami -gimoteó el pequeño.
Aquel gesto hizo que el Alfa girara su rostro al pequeño, mirándole atento. Sus ojos se llenaron de lágrimas, mirando alrededor.
-¿Charles? -llamó, mirando sus manos blancas enormes-¿Dónde... dónde estoy? ¿Charles?
-No conocemos a ningún Charles, señor. Lo siento -Meredith suspiró- Tenga paciencia, pronto le quitaré esa cosa.
-Hemanita, el guigante etá allá.
Meredith sintió un escalofrío al girarse. Otro hombre los observaba. Alto, usando una máscara de metal por donde un par de ojos rabiosos se clavaron en ella. ¡Lo había olvidado! Alguien tenía que haberle puesto aquellas cosas al hombre que no paraba de buscar al famoso Charles. Tiró las pinzas para abrazar a Jason y salir corriendo de ahí. Un rayo cayendo sobre el pasto la detuvo. El enmascarado caminaba a ellos, con un arma extraña en su mano igualmente metálica. Parecía que estaba envuelto en un cuerpo metálico, que cubría con unas ropas similares a las del Alfa que no paraba de mirar sus manos blancas. Ese hombre prisionero del otro se puso de pie, girándose a los niños que observó una vez más.
-¿Strange?
-¡Señor, por favor ayúdenos! -exclamó Meredith asustada, Jason comenzó a llorar- ¡El doctor está en Nova! ¡Por favor! ¡Solo queremos recuperar a nuestra madre! ¡Por favor!
-¡MAAAMIIII!
-Nova... -el Alfa se giró al hombre con rostro de metal. Un Beta con aroma muy raro, ácido.
-¡Por favor!
El Beta disparó a los niños, encerrándolos en una burbuja multicolor que flotó. Meredith gritó, golpeando la burbuja que solo rebotó su golpe. El Alfa fue el siguiente, recibiendo un disparo que lo dejó inconsciente, siendo envuelto por otra burbuja que igual flotó tras el enmascarado silencioso. Los llevó así por el camino de piedra que atravesaba un bosque, llegando a un lugar que le dio miedo a la pequeña, sobre una montaña había una construcción que le recordó las casonas y edificios de Nova, pero éste lucía más antiguo. Torres con puntas, un ojo de vidrio y otras cosas irreconocibles para ella. Alrededor había pequeñas naves flotando. Al pie de la montaña, formando una pequeña villa estaban montones de drones, de muchas formas, aunque la mayoría tenían forma humana.
-Quelo a mi mami -lloró Jason entre hipos- Ya no quelo etal acá.
Pasaron por entre los drones a la montaña que subieron por un camino en forma de serpiente, entrando por algo arco de piedra donde Meredith vio de nuevo ese extraño escudo. Había muchas máquinas y drones en los patios y pasillos que recorrieron. Luego de lo que fue un recorrido largo entre los sollozos de su hermanito, terminaron en una habitación completamente acolchada donde cayeron, rodando un poco. Ahí fueron encerrados. Jason lloró de nuevo, así que su hermana mayor lo consoló, pensando bien lo que debía hacer. Si tienes miedo no puedes pensar, Meredith. Y si no puedes pensar no puedes escapar. Había un baño sin paredes en una esquina, una cama estrecha pegada en la pared. Era todo.
-Tengo meyooo.
-No va a pasarte nada, Jason. Te lo juro. ¿Por qué no duermes, eh? ¿Quieres que te cante?
-Ship.
Supuso que estarían vigilándolos, así que se recostó con su hermanito en esa cama, haciéndose la dormida con él. Si hubiera sido más rápida para quitarle al hombre la garra en la cabeza, las cosas hubieran sido diferentes. Había preguntado por su abuelito, muerto cuando protegió a Nova cuando el accidente del Aquelarre. Un cuento de miedo que aún no sabía. Y también había preguntado por el doctor Stephen, así que debía conocerlos, ser de Nova o algo así. Podía ayudarlos. Su puerta se abrió más tarde, con un dron volador dejándoles en el suelo acolchado una bandeja con comida. Al menos había leche para Jason, quien insistía en ver a su madre. Meredith también quería, pero todo aquello tenía que ser resuelto primero. O nunca sería una Guardiana.
Ahí no podría hacer nada, tendría que esperar hasta que los sacaran para actuar. Todo estaba bien forrado con esa colchoneta blanca. Durmieron de nuevo y despertaron para desayunar como supuso era la hora. Otro dron les trajo unos uniformes como el del Alfa prisionero. Meredith obedeció, era feo todo eso, más había que engañar. Un día los iban a sacar, los tenían prisioneros para algo, así fuese ponerles cosas como las de aquel hombre de ojos tristes. Por la tarde de repente se quedaron dormidos en el suelo. Cuando la niña despertó, mareada, se dio cuenta que estaban en un enorme laboratorio lleno de paredes de cristales, muchos drones y robotitos. Jason estaba sobre una plancha metálica, dormido todavía, mientras una máquina lo analizaba. El hombre de máscara de metal lo observaba, escribiendo algo en una pantalla flotante.
Quiso llorar, cerrando sus ojos. Aquel Beta iba a hacerles algo muy malo, lo presentía. Giró apenas su rostro para ver en otra plancha al Alfa, dormido también. De nuevo tenía la garra con todos su cables y circuitos en la cabeza. Ella tembló, queriendo llorar. No. Si tienes miedo no puedes escapar. No llores, Meredith. Eres la hija de Thor Odinson y Peter Quill, la nieta de Odín uno de los grandes del Triunvirato, no puedes dejarte intimidar por un horrible hombre con cara de metal. Gamora se decepcionaría, Drax dejaría de pulir sus dagas, Rocket ya no le enseñaría a disparar. Se hizo la dormida, procurando respirar lento como los demás mientras pensaba. Una sola oportunidad, si brincaba de su plancha a donde el Alfa y tiraba con todas sus fuerzas de la araña blanca en su cabeza, así lo lastimara, iba a liberarlo. El hombre malo era un Beta, no podría resistir a un Alfa imponiéndose y menos si se enojaba como esperaba lo hiciera.
Escuchó el sonido de instrumentos quirúrgicos como los del doctor Strange, alertándose. Tenía que hacerlo sí o sí. Recordó como Gamora le enseñó a caer y saltar. Usa el peso de tu cuerpo, Meredith. Eres lo suficientemente pesada para arrancar de golpe la araña. Pitidos de máquinas, los pasos del hombre malo alejándose un poco. ¡AHORA! La niña se giró para caer de costado, cayendo, rodando y tomando impulso para caer en la cabeza del Alfa. Los drones alrededor chillaron, pero ella volvió a dejarse caer, tirando con todas sus fuerzas del material blanco que cedió de golpe a su peso, escuchando el doloroso sonido de piel desgarrándose, el aroma de químicos.
-¡CACHORRA ESTÚPIDA!
Meredith cayó con la garra manchada de sangre entre sus manos, el Alfa aullando de dolor tan fuerte que ni el hombre ni ella se movieron, incluso su hermanito despertó con un respingo, llorando asustado. Una mano tomó a la pequeña por sus rubios cabellos, sacudiéndola.
-¡¿QUÉ HAS HECHO?!
La mano de metal la abofeteó, lanzándola contra un carrito donde rebotó. Meredith gimoteó, llevándose una mano a su mejilla. El Alfa había despertado, levantándose mareado. Ja. Toma esa, estúpido. Ese villano no tuvo más remedio que fijarse en aquel problema, girándose para tomar una rara pistola, lo que aprovechó para ir por Jason, quitando los drones que trataban de sujetarlo y bajarlo de la plancha, escondiéndose bajo una mesa de trabajo. Lo que pasó no le quedó claro, pero fue un alivio momentáneo. Ahora el Beta estaba asustado, lo olió, porque el hombre de ojos tristes estaba iracundo, jadeando de hombros caídos con sus manos aún prisioneras. Pero lo más raro fue como todas las cosas de metal alrededor comenzaron a temblar, unas más delgadas incluso fueron doblándose. Ambos niños brincaron al escuchar el rugido del Alfa, todos los metales saliendo disparados contra el enmascarado, arrojándolo tan lejos que lo perdieron de vista por el hueco de una gruesa pared.
Jason gimoteó, aferrándose a su hermana mayor quien también temblaba, mirando con ojos asustados al Alfa con su cabeza sangrando, cayendo de rodillas. Estaba llorando. Meredith tembló, cargando a su hermanito al salir de la mesa, caminando hacia el hombre que miraba sus manos en su regazo, aullando y gimiendo de dolor. Casi la hizo llorar de nuevo a ella. Acercándose con pasos precavidos porque los metales alrededor del Alfa seguían temblando, la pequeña se atrevió a hablarle en voz suave que dijera que no eran enemigos y terminaran lanzados igual que todas esas cosas alrededor. Los drones se habían alejado, luces de emergencia estaban activadas.
-¿Señor? ¿Me recuerda?
El Alfa levantó de golpe su rostro, gruñendo. Meredith resistió el embate de su inspección, sujetando con fuerza a Jason.
-¡Señor! ¡Ayúdenos por favor! ¡Yo no sé dónde está Charles, pero puedo ayudarlo si nos saca de aquí!
Toda cosa de metal comenzó a bailotear hasta que nombró al perdido Charles. Entonces el Alfa se calmó y los metales también.
-¿Charles?
-Señor, por favor, no tenemos tiempo.
La razón pareció volver al hombre, mirando sus manos y luego alrededor. -Corta.
Meredith se giró a donde señaló con su mentón, viendo una sierra metálica. Dejando a Jason en el suelo, pero tomando su mano, fue por la delgada sierra.
-Jason, quédate atrás.
-Hemanita...
-Vamos a estar bien, él nos ayudará.
Tomando aire, ella miró al Alfa que levantó sus manos. El material era suave así que la sierra cortó como si fuese mantequilla. Llegó a cortarle sin querer, escuchando el siseo del hombre al tocar su piel, pero los guanteletes blancos cayeron al suelo. Meredith fue levantada de golpe por sus ropas. El Alfa olfateándole. Jason aulló asustado.
-Odín... eres su descendencia...
-Fue mi abuelito... señor, no me haga daño, yo lo liberé.
-¿Fue...? -el hombre miró alrededor- ¿Cuánto...?
Se miró en el reflejo de una pared de cristal, soltando a la niña que por nada cae al suelo. El Alfa ladeó su rostro, sus dientes castañeando al llorar de nuevo, tocándose el rostro que por su expresión dio a entender que no se reconocía, no porque ignorara quién era sino por la edad que ahora veía en aquel reflejo. Los metales volvieron a bailar.
-¡Señor! ¡Necesitamos salir de aquí, señor!
-¿Cuánto tiempo ha pasado?
-¡Por favor, señor Alfa!
-¡Quelo a mi maaamiiii!
El Alfa se giró a ellos, las lágrimas atrapadas en sus ojos al arrodillarse. Era tan fuerte como un Alfa del Triunvirato, Meredith lo notó ahora que su mente volvía en sí.
-Por favor, señor, no nos mate. Solo queremos salir y rescatar a nuestra madre. Está en el Colmenar atrapado.
-Colmenar... -los ojos del hombre parecieron perderse. La niña gimió.
-¡Señor!
Éste levantó una mano, todas las cosas de metal de aquel lado salieron disparadas con tanta fuerza que ambos niños se asustaron, notando el hueco que había abierto. Meredith entendió, corriendo por ahí para escapar, quedándose a medio camino.
-¿Hemanita?
No lo podía dejar ahí. Corrió de vuelta al Alfa, tomando su mano.
-Señor, venga con nosotros. Lo ayudaremos.
-Soy un monstruo, pequeña, tengo... no debo...
-No es un monstruo, los monstruos no son tristes ni guapos. Le prometí encontrar a Charles, lo haremos, señor. Vamos, vamos.
Tiró de su mano varias veces hasta que el Alfa caminó con ellos. Meredith no entendía bien qué pasaba con aquel hombre, pero algo podía hacer con los metales. Los drones y robots que salieron terminados hechos puré cuando usó sus manos. Así no hubo nada que los detuviera, saliendo de aquella montaña donde solo quedaron un montón de montañas de metal aplastado. La pequeña lo guio por el camino empedrado que había memorizado, volviendo a donde lo habían encontrado para encontrar su vehículo. Incluso el Alfa cargaba ya a Jason, quien dormía sobre su hombro ahora que se sentía a salvo en su presencia tan fuerte.
-Este lugar... no lo conozco.
-Nosotros tampoco señor, pero creo que podemos salir si me ayuda.
-Meredith... te llamas Meredith, ¿cierto?
-Sí, señor, Meredith Odinson, mi hermanito es Jason Odinson. Somos de Nova, nietos del Triunvirato Odin Borson, cachorros de Thor Odinson, que ahora es Triunvirato. Mi madre es Peter Quill, un Guardián y capitán de la nave Milano... que me traje para viajar, es que lo atraparon, a mi madre y, y, y, queremos salvarlo -explicó aprisa, emocionada de que esta vez sus palabras sí serían escuchadas y recordadas- ¿Usted tiene nombre, señor?
El Alfa asintió, sus ojos siempre tristes pero claros al ser libre. -Sí, mi nombre es Erik Lenhsherr. Y un día... también fui un Triunvirato.
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