Conspiración

GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel

Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse

Parejas: Stony, Cherik, Thorquill, Winterwidow como principales

Derechos: Los personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee y los abogados. Yo solo soy un gusanito.

Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la serie "The Rain".

Gracias por leerme.



***

Conspiración.

"Los ojos se fían de ellos mismos, las orejas se fían de los demás."

Proverbio Alemán.




Winnifred Barnes corría por el bosque, jalando a Bucky de la mano que apretaba tan fuerte que su cachorro juró que iba a romperle los huesos de la mano. Estaban huyendo, con la lluvia a punto de caer. Las nubes arremolinándose sobre ellos. Su madre lloraba desesperada, mirando a todos lados porque no reconocía una ruta o el lugar siquiera, jamás había salido de su comuna, B-Klyn. Volvió a emprender la marcha, pasando por arbustos que golpearon con sus ramas los rostros de ambos. Llegaron hasta un precipicio, teniendo que dar vuelta de inmediato. El cielo tronó, ellos temblaron. Winnifred se irguió como si escuchara algo. Se había rehusado a inscribirse en el programa de nacimientos, nadie le dijo nada, pero Bucky había escuchado a otros chicos decir que los Omegas eran asesinados por los Comandos Aulladores si desobedecían órdenes del Consejo.

-¿Mamá?

Ella sonrió, conteniendo las lágrimas. Limpió su rostro con sus manos delgadas de piel rasposa de tanto trabajar en la fábrica donde armaban transportes para Alfas.

-Escúchame bien, Bucky, quiero que vayas corriendo por ahí, ¿ves ese túnel de ramas y arbustos?

-Sí, pero, mamá...

-Corre, hijo, anda, voy a alcanzarte, es que tu madre ya es grande y necesita descansar un poco.

-Puedo quedarme contigo.

-No, puede llover en cualquier momento.

-¡Entonces...!

-Vuelve a la comuna, si te preguntan por mí, diles que no he regresado de la fábrica. ¿Lo harás por mí, cachorro?

Bucky frunció su ceño, apretando sus puños. -... sí, mamá.

-Ahora, corre, ¡corre, Bucky!

Le obedeció, entrando por la ventana posterior de su pequeña casita para no ser visto por nadie en la comuna. Se metió bajo las cobijas de su cama hasta que golpearon a su puerta. Gendarmes. Preguntaron por su madre, dijo lo que ella ordenó. Los Gendarmes lo dejaron solo, indicándole que no saliera porque la lluvia ya llegaba. Durmió solo en la noche, sin su madre, angustiado por el repiqueteo de las gotas contra el vidrio de su ventana. Winnifred apareció a la tarde siguiente, cuando él volvía de la instrucción para cachorros. Estaba pálida, sus ojos hinchados por un llanto de largo tiempo, sujetándose el vientre. Bucky no dijo nada cuando ella le pidió hacer la cena mientras dormía un poco y se recostó en la cama, notando en su uniforme unas gotas de sangre entre sus piernas que habían traspasado la tela.

El joven Omega se mordió un labio, apretando sus párpados a la memoria. Se aferró a las escalerillas que subían metros arriba, tal como su padre se lo había indicado. Tony había despedido el mismo aroma que su madre cuando le había pedido correr. Siempre correr. Por eso se había hecho Aullador, estaba cansado de huir y tener miedo. Cansado de que uno de los Gendarmes no dejara de llamarlo "hijo" de una manera que le daba escalofrío, sonriendo de una forma horrible a su madre que temblaba al pasar cerca de él. Ese mismo que había tenido el gusto de ejecutar cuando se dio una orden de retiro, culpable de haber contaminado a una adolescente Omega al haberla tocado. Un "gusto" que el asqueroso hombre tenía y que Bucky cortó de golpe, sin sentir remordimiento alguno al verlo caer muerto con un disparo en la frente.

Continuó escalando, encontrando esa alcantarilla dentro de un acueducto muy estrecho. Tuvo que ir a gatas por él, hasta encontrar la salida que daba al bosque. Llovía. Por entre los árboles alcanzó a ver los enormes pilares del Triskelion. Tony no se había quedado solo. Estaba el Alfa de Nova. Pero los Alfas eran todos malos, perversos y salvajes. Como Nathaniel. Bucky se acomodó cerca de la orilla, activando su pulsera que no dio ninguna señal. Se la quitó para revisarla por algún desperfecto, pero no había ninguno. Abrió sus ojos, apretando el dispositivo. Un señuelo. Negó rápidamente, pensando en Steve Rogers. ¿Sería acaso tan vil para abandonar a su padre a su suerte? Se juró matarlo si aquello había ocurrido. Al guardar aquella pulsera, su mano chocó con la armónica que sacó para mirarla. Levantó su brazo para lanzarla lejos porque le pareció que ese Alfa le había engañado, deteniéndose a medio intento, con un profundo suspiro.

La lluvia no pareció cesar y prefirió vérselas con el instrumento musical, soplando de nuevo por esos orificios en la búsqueda de una... ¿cómo lo había llamado Steve? Música. Melodías. Intentó de varias maneras, cada vez más conforme con esos mugidos de la armónica que iban enlazándose hasta que tuvo una melodía extraña que iba primero rápido, luego lento, después más rápido. Así se entretuvo hasta que la lluvia por fin se detuvo. Iba a salir, pero se quedó ahí un rato más. Se suponía que eso era un escondite y escape secreto, no podía llegar tan pronto al Triskelion apenas acabada la lluvia porque le preguntarían cómo era que había caminado tan rápido. Esos pasajes secretos de su padre debían permanecer así, ocultos. Como su cachorro y sucesor tenía que comenzar a recolectar esa clase de secretos.

Estaba por apartar la cubierta hecha con ramas, hojas y musgo que cubría el acueducto cuando sintió y escuchó una vibración. Cerró de nuevo, mirando por entre las ramas alrededor. Había parecido el sonido muy similar a los motores de los transportes, quizá eran más grandes y por eso la vibración. Todo se oscureció unos segundos, confundiéndolo hasta que se dio cuenta que era la sombra de una nave enorme pasando cerca del Triskelion, subiendo por el claro cercano hasta desaparecer por entre la punta de los árboles sin más que se ronroneo que solo agitó a las aves más cercanas. Bucky parpadeó, desconcertado. ¿De dónde había salido la nave? El refugio era lo suficientemente visible para notar cualquiera de sus compuertas abrirse, y sabía que no se hacía hasta que el sistema liberara los candados luego de la lluvia, una precaución.

Bufando por esa pregunta, al fin salió de ahí, cubriendo rápidamente la entrada y asegurándose de no llevar nada de hojas ni ramas en la ropa, desviándose de ahí para ser detectado por otro camino. Ninguna sospecha sobre el paso secreto. Al doblar hacia aquel centro de reunión, una mano negra enguantada cubrió su boca, un brazo sujetándole por la cintura para jalarle detrás de un árbol. Su arma silbó al activarse, pero una pierna ágil la pateó de sus manos, tirándola al suelo. Bucky rugió cuando un aroma conocido invadió su nariz, sintiendo la rabia florecer con toda su fuerza en su interior. Mordió la mano sobre su boca, sin embargo, Nathaniel no le soltó, solamente escuchando que maldecía con palabras desconocidas para él.

-¡Joder, quédate quieto! -siseó el pelirrojo en su oído.

Chasquidos metálicos esfumaron la intención de Bucky de clavarle su codo al Alfa, girando su rostro para tratar de ver, pero el tronco del árbol era demasiado grueso. No tuvo que esperar mucho para notar de qué se trataba. Media docena de arañas metálicas caminaban por entre la maleza, brillantes por ese metal nuevo del que estaban compuestas, del tamaño de una persona. Siguieron el camino que la enorme nave había seguido. Los ojos del joven Omega se abrieron de par en par al notar que llevaban en sus cuerpos al menos tres personas cada una, brazos y piernas entrelazados como si los hubieran hecho dentro de mala gana. No supo si estaban vivos o no, apenas cabían en esa pequeña cámara de las arañas trepando a los árboles, brincando de tronco en tronco mientras ascendían con la misma agilidad que lo hacía una pequeña araña al tejer su telaraña.

-Hubieras terminado hecho pedazos si te hubieran visto -murmuró Nathaniel en su cuello.

Bucky recordó que estaba por hacer y lo hizo, aprovechando que el agarre del Alfa se aflojó una vez que las arañas desaparecieron. Sus manos subieron para tomarlo por la nuca y usando su espalda, lo lanzó metros lejos de él, agachándose por su arma que levantó hacia la cabeza del pelirrojo cuando se levantó del suelo de un brinco, tosiendo algo de musgo.

-¡Bucky!

-Ni trates de acercarte a mí.

-Precioso, espera. Tienes que escucharme...

Un disparo que pasó peligrosamente cerca de la cabeza de Nathaniel cerró su boca, levantando sus manos en son de paz.

-No fallé, tampoco fallaré el siguiente.

-Bucky, tesoro, es en serio.

-¡Qué te calles!

El Alfa suspiró, cambiando a una expresión seria. -Si quieres salvar a Tony, no puedes ir al Triskelion.

-Padre me dijo que fuera. Tú no sabes nada, preferiste largarte.

-Alcanza a Rhodey si lo deseas, pero no vayas al Triskelion. No volverás a salir de él.

-¿Qué idioteces dices ahora?

-Rhodey está a veinte kilómetros de aquí, podemos ir... -el arma silbó- Puedes ir a buscarle.

-¿Por qué dices que no volvería a salir del Triskelion?

-Porque no lo harías, dime, ¿cuántos niveles tiene?

-Cuarenta bajo tierra.

-¿Has estado en todos?

-Claro.

-Estás mintiendo, lo huelo en ti.

-Yo sí estuve en el risco aquella mañana de invierno.

Nathaniel entrecerró sus ojos, respirando hondo. Su esencia de Alfa estaba alterada, furiosa, ofendida. ¿Por qué me tratas así? Bucky chasqueó su lengua sin dejar de apuntarle. Notó la fugaz casi imperceptible vacilación en su mirada. El joven Omega no se lo pensó, girándose sobre sus talones para disparar recto. Un jadeo seguido de una caída hizo aparecer a un Beta que cayó entre arbustos. Bucky se alejó de ambos, para tenerlos en la mira. La rubia cabellera de Clint Barton apareció al quitarse su casco, mirando su hombro que tenía una quemadura en su protección.

-¡Casi me das, niño!

-¿Quién eres tú?

-¿Ah? Oh, Clint Barton de Nova, un gusto, estoy con Nathaniel.

-Es mi compañero de trabajo -corrigió el pelirrojo al ver la mirada herida en el Omega.

-¿Ser espías es un trabajo?

-Por supuesto, niño. El mejor.

-No soy un niño.

-Como digas, niño.

-Clint, ya.

Bucky miró a Nathaniel y al rubio por turnos, sus manos bailoteando en su arma, meciéndose sobre un pie y otro al meditar qué hacer, maldiciendo su naturaleza Omega que gritaba que fuese con el pelirrojo pero su deber hacia su padre exigía la lealtad más ciega aunque eso estuviera desgarrándole por dentro. El Alfa se puso de pie, sacudiendo la tierra húmeda de su uniforme igual que Barton se sacudió, tronando los huesos de su cuello.

-¿Vamos a ir con el Aullador Rhodes o qué?

-Clint...

-Ustedes -el Omega se relamió sus labios- Ustedes se van a largar de vuelta a su tierra.

-Bucky...

-¡Voy a llamar al Triskelion ahora mismo si no lo hacen!

-Whoa, tranquilo cachorro. Ah, ya sé. Necesitan hablar. Iré a recoger unas cerezas por allá mientras arreglan sus dilemas de pareja, ¿de acuerdo?

-¡No tengo nada que hablar con ninguno de ustedes! ¡Largo!

-Precioso, cálmate, respira hondo. Estás alterándote de más.

-¡Tú no me digas que hacer! ¡Mentiroso! ¡Traidor!

-Uy.

-Clint.

-Okay, modo serio. Pronto saldrán Comandos Aulladores del Triskelion y nos veremos muy lindos peleando acá en el bosque.

Nathaniel cerró sus ojos, girándose al castaño. -Ve con Rhodey, lo que has visto no se lo debes contar a nadie. A NADIE, Bucky. Hablaremos luego.

-Nunca.

-Joder.

-¡Clint!

-Larguémonos, Nat.

El pelirrojo gruñó, sus ojos clavados en el Omega que levantó un poco más su arma, no bajándola hasta que se perdieron de vista, los terceros en hacerlo en menos de una hora. Escuchó ese siseo del escudo protector del Triskelion, anunciando que abrirían las compuertas para las misiones que debían partir. Corrió lejos antes de ser detectado por los drones exploradores, siguiendo la indicación que el arquero había dado sobre la ubicación de Rhodey con los demás Aulladores. No pensó en nada más que en seguir corriendo, saltando obstáculos, esquivando charcos de agua o ramas húmedas hasta que al fin estuvo lejos, sentándose sobre una roca para descansar. Hasta entonces fue que las lágrimas corrieron por sus mejillas. Le había dolido más de lo que hubiera mostrado el ver de nuevo a Nathaniel, su aroma picante, el calor de su cuerpo... y recordar ese atardecer de invierno cuando le dejó solo.

Bucky jadeó, quitándose un guante para limpiar su rostro del llanto, respirando en pausas para tranquilizarse. Había hecho un juramento a su padre, quien le había perdonado lo que bien le valía la muerte y el desprecio. No lo echaría a perder. Eso no. Unos pájaros trinaron en lo alto, buscándolos con la mirada sin encontrarlos, quedándose quieto hasta que volaron a otra parte. Una mínima porción de él había saltado de gusto cuando el Alfa hizo gala de su estupidez al tratar de secuestrarlo, llevándoselo tan rápido como pudiese para que Tony no lo matara. Casi lo había logrado en su último disparo antes de que le perdieran de vista. Nathaniel le llevó atado cual prisionero hasta Nova, presentándole su hogar como el suyo a partir de ese momento. El Omega le dio una patada en un costado apenas le quitó los amarres.

Ese doctor, Strange, llegó con otros hombres en uniformes para averiguar qué estaba pasando, y luego mencionando que el Mercader de la Muerte había pisado Nova. Bucky pidió de inmediato verlo en cuanto supo que estaba herido, culpando de ello al pelirrojo que estaba quejándose de la patada que le había dado cuando sabía que un Alfa como él podía resistir más que eso. Solo había querido llamar su atención, provocar una lástima que no recibió como tampoco más palabras de su parte, marchando a la celda de su padre. Pero dolía hacer eso. Era como sentir que algo rasgaba dentro de su pecho, arrancándole algo en su corazón. Con un suspiro desganado, el joven se puso de pie para continuar su marcha, no había avanzado mucho cuando notó un uniforme que le hizo detenerse y luego, correr hacia la alta figura esbelta que parecía medir con un dispositivo el terreno que estaba frente a ella.

-¡Tía Pepper!

-¿Bucky? ¡Bucky! ¡Por las comunas! ¡Bucky!

Le abrazó con fuerza, sintiendo alivio de verla ahí, aunque inquieto porque Pepper no solía ser una guía que estuviera fuera. Ella le quitó su capucha para cepillar sus cabellos, revisándole.

-¿Tony? ¿Todo está bien?

-Padre me pidió encontrarles, les necesita. No vayan al Consejo, tienen que alcanzarlo.

-¡Tony! No te preocupes, Buck, va a estar bien, ¿de acuerdo? Es el mejor Aullador de todos. Llamaré a Rhodey.

Sonrió aliviado, observando a la Beta comunicarse con Rhodey, notando ese pequeño dron FRIDAY que volaba cerca de sus cabezas. Pepper guardó en su mochila el dispositivo que había sacado, tomando su rostro entre sus manos.

-¿Qué sucedió? Dime todo.

-No lo sé bien, había algo... padre no quiso decírmelo, me envió con ustedes.

-Solo con ese Alfa.

-Lo mantenía bien controlado.

-Por algo es Tony Stark -la rubia entrecerró sus ojos- En realidad te pregunté qué te había sucedido, ¿por qué estuviste llorando?

Había olvidado que, si algo tenía Pepper Potts, era la más astuta mirada para notar detalles que otros no y no se detenía hasta poner las cosas en orden. Sus mejillas se sintieron calientes, tragando saliva. Ella era capaz de oler sus mentiras.

-No quiero que padre muera.

-Oh, pequeño -los brazos de la rubia le envolvieron de nuevo- Calma, sé que esto ha sido demasiado para ti, mira que ese Alfa... pero vamos a encontrar a Tony, te lo prometo. En cuanto podamos llegar a un búnker seguro, quiero que descanses apropiadamente. Tienes ojeras más oscuras que la noche misma, cielo. Anda, Rhodey estará feliz de tenerte de vuelta.

Empujado cortésmente por un brazo alrededor de sus hombros, Bucky caminó al lado de ella, su esencia firme de Beta le tranquilizó, sonriendo un poco.

-¿Por qué estás fuera, tía Pepper?

-Rastreando el camino de tu padre, además de transportar al prisionero.

-¿Prisionero? Ah, ¿el Omega?

-Sí, de hecho, estábamos pensando en desviarnos del camino hacia el Consejo a la ruta que Rhodey sospechaba Tony iba a tomar. Ese paso peligroso por las tierras olvidadas.

-Es muy escabroso.

-Pobrecito de ti, teniendo que pasar por eso tan joven.

-Asusta un poco, pero padre es el mejor para salir adelante.

-Serás un gran Aullador como él. Aquí entre nos, debo confiarte que una vez estuve enamorada de él.

-¿Qué?

-Sí, pero bueno... es Tony. Vive para el doctor Richards. Después conocí a Harold -Pepper hizo una pausa, mirando al joven, pellizcando su mejilla- Luego a ti.

-¿Ya no... te gusta padre?

-Ah, esas cosas que pasan cuando uno tiene tu edad, se enamora de quien no debe, pero el tiempo siempre arregla todo. Eso te lo puedo garantizar. Un tiempo me enojé mucho con él, estuvimos separados, hasta volver a coincidir en este trabajo. Ahora le quiero como un hermano. Igual que a Rhodey. Una familia que también es tuya.

Un canturreo detuvo los pasos de ambos. Bucky frunció su ceño ante semejante sonido que nada tenía que ver con un aullido de señal ni una charla entre personas normales. Rhodey venía a la cabeza del grupo, la división 107 rodeando a un hombre de lo más... ni siquiera podía darle un nombre a lo que era ese Omega de cabellos rubios, ojos verdes, una barba corta, haciendo sonidos mientras se movía como si estuviera convulsionando o algo parecido. Para ser un prisionero estaba de lo más relajado, con sus grilletes en las manos que no detenían sus sacudidas. Dejó esas observaciones para sonreír a Rhodey quien corrió a abrazarle justo como lo había hecho Pepper, revisándolo de nuevo y dando gracias que estuviera sin ninguna herida seria ni tampoco torturado como pensaban que le había sucedido.

-No vuelvas a ausentarte así, cachorro.

-Procuraré no hacerlo, tío Rhodey.

-¿Qué tal la caminata? -sonrió Pepper mirando al prisionero.

-Creo que es uno de esos casos en que el virus hizo trizas su cerebro. Ahora que tenemos cambio de planes, hay que desviarnos. Tomaremos el refugio de Tony en el centro y bajaremos por el valle para acortar distancias, podemos encontrarles. Lo haremos. Sigue bloqueando la señal, me interesa primero encontrar a ese idiota antes que escuchar cualquier queja del Consejo.

-Totalmente de acuerdo, vamos, Buck, debes estar hambriento. Hagamos una pausa para que coma, Rhodey.

-¡Morita! Busca un claro, haremos una pausa.

-Qué bueno porque ya me estaba cansando -se quejó el prisionero.

Comió aprisa para no tener más retrasos, hablando con Rhodey sobre su pulsera que Tony le había dado pero que no servía para localizarlo como había prometido.

-Oh, ese miserable. Quería asegurarse de que lo obedecieras, pero no que supieras donde estaba. Bueno, es una estrategia de protección segura hasta que te puso demasiado estresado eso. Revertiré la señal en cuanto podamos llegar al refugio. Eso nos ayudará.

-¿Él... estará bien?

-Por supuesto, cachorro.

-Si caminamos aprisa, podemos llegar antes de la siguiente nevada -anunció Pepper.

-¿Terminaste, Buck?

-Sí, señor.

Los ojos curiosos del Omega que tenían por prisionero le siguieron, caminando hasta alcanzarle cuando hicieron dos filas por la senda más estrecha que tomaron.

-¿Así que tú eres Bucky Barnes?

No respondió.

-Yo soy Peter Quill, un gusto.

Siguió sin responder. Podía ser otro Omega pero no iba a dirigirle la palabra.

-Ah, ya veo, el trato silencioso de los hombres rudos. Pero tú ni barba tienes aún. También sé que debes estar impresionado de conocerme, como no. Soy Starlord.

Bucky bufó.

-Sí, acá con sus sectas de abejas no tienen cómo saber de mí, pero soy muy famoso en mis tierras, todos me adoran. Nadie puede resistirse a mis encantos.

El joven castaño levantó su arma, haciendo sonar las cargas con una mirada de advertencia al prisionero para que cerrara la boca de una buena vez. Quill hizo una mueca rara, volviendo a canturrear. Por la expresión de todos, parecía que era algo a lo que ya se habían resignado de hace tiempo. Así fueron avanzando hasta ver esa casona de piedra a la que entraron. El frío ya los hacía tener vapor blanco frente a sus rostros. Rhodey le pidió la pulsera a Bucky, mientras el resto de los Aulladores se dispersó para cerrar todo, preparar los alimentos y camas para descansar. Pepper le pidió al joven Omega que cuidara del prisionero mientras revisaban la pulsera. Con un empujón, le hizo caminar a una habitación pequeña sin muebles.

-Que serios son todos aquí.

-Yo no soy tan paciente. Si vuelves a molestar con tus zumbidos...

-Canto. Estoy cantando.

-Pareces un animal agonizando.

-¡Hey!

-De cara a la pared.

Quill ladeó su rostro, mirando por la puerta a todos ocupados para fijarse o prestar atención a su charla. Se acercó un par de pasos largos a Bucky.

-Tú eres el Omega de Nathaniel.

-No soy de nadie.

-Vida mía, puedes tratar de engañar a tu abuelita, pero a mí no. Hueles a él.

-No -Bucky gruñó.

-Lo acabas de ver, ¿cierto? Por eso lloraste. Ah, las reconciliaciones dramáticas.

-Estás advertido, o te callas o te callo.

-¿Steve se quedó a solas con Tony Stark?

El arma de Bucky apuntó al pecho de Quill. -Contaré hasta tres.

-Okay... -el rubio levantó sus manos, a punto de alejarse cuando notó algo debajo de esas ropas de niños exploradores, un objeto imposible de confundir. Tan veloz como sus mañas de ladronzuelo se lo permitieron, metió las manos debajo del abrigo de Bucky como si estuviera empujándolo, sacando una armónica- ¡Ajá! Vas explicándome como llegó esto a tu bolsillo.

Bucky jadeó, mirando hacia donde Pepper planeaba su siguiente viaje con Rhodey, gesto que Quill no pasó desapercibido, una sonrisa cómplice apareciendo en su rostro.

-Vaya, vaya, vaya... parece que no has estado diciendo toda la verdad, Cachorrito del Invierno.

-Dame eso.

-Esto le pertenece al Comandante Rogers.

-Él mismo me lo regaló.

Quill jadeó, sorprendido. -¿Cómo...? ¿Por qué Steve te daría la armónica que perteneció a su padre y que a nadie deja ponerle un dedo encima? A mi osote le rompió la nariz por intentarlo. ¿Qué hiciste tú para tener semejante privilegio, eh?

-Dámela.

-Bucky, Buckyyyy, quiero respuestas o llamaré la atención de los tíos.

-¡No...! -el castaño siseó, mirando de nuevo a los demás por la puerta, dando un manotazo queriendo recuperar la armónica- ¡Es mía!

-Canta, pajarito.

-No soy un pajarito, devuélvela, ¡ya!

-¿Qué está pasando con mi amigo Steve?

-Mi armónica, ahora.

-Si me matas, te matarán por desobedecer una orden.

-Ya dámela.

Quill se la echó dentro de su chaqueta, subiendo el cierre hasta el cuello.

-No hasta que hables.

-¡Que me la des!

-Si yo no tengo mis respuestas, tú tampoco tendrás la armónica. Oh, y baja el arma, soy un prisionero gentil y sumiso al que deben llevar vivo ante el Consejo.

Bucky jadeó frustrado. Quill sonrió victorioso. El joven arrojó el arma al suelo, lanzándose contra el otro Omega para estamparlo contra la pared, peleando por la armónica. La pelea hizo que todos giraran sus cabezas hacia ellos. Pepper corrió a la puerta, llamando a Rhodey, quien atrapó a Bucky por la espalda, arrastrándolo fuera de la habitación. Quill le miró burlón, limpiándose su labio roto por un puñetazo de aquel muchacho con la mirada del resto de los Aulladores sobre él.

-Pelea de Omegas, no entenderían.

-¡Bucky, suficiente, contrólate!

Pepper le miró enfadada, buscando luego el botiquín para atender esa ceja cortada, sus ojos mirando todavía al idiota rubio que se sentó muy sereno cerca de la puerta a propósito, palmeando su pecho y guiñándole un ojo. Gruñó antes de callar ante la mirada de Rhodey.

-¿Qué sucedió?

-Sólo... me provocó.

-Ah, todavía no le conoces. No caigas en sus juegos, mira nada más esa ceja, Tony me va a matar, me matará de nuevo y finalmente me matará.

Comió de malas y se recostó igual, dando la espalda a la habitación que servía de celda improvisada al no tener ventanas, rodeada por todos ellos con unas bandas láser a modo de barrotes que impedían que cruzara y escapara. Respingó al escuchar un sonido conocido, sintiendo su sangre hervir, apenas si conteniéndose. Ese bastardo la iba a pagar muy cara. Se tapó la cabeza por completo con la frazada, tratando de sofocar los sonidos que provinieron de la habitación hasta que al fin hubo silencio cuando Quill se quedó profundamente dormido, o eso quiso que pensara. Algo le decía que estaba esperándolo. FRIDAY estaba en modo de hibernación con sus sistemas de seguridad en las paredes igual que algunos de los Aulladores que dormían contra los muros. Bucky se levantó, caminando sin sus botas a donde el rubio, dispuesto a ahorcarlo que los accidentes sucedían. Peter estaba sentado contra la pared al fondo de la habitación, sonriéndole.

-¿Ahora si hablaremos?

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