Orígenes
GOTAS DE LLUVIA SOBRE MI CABEZA
Autora: Clumsykitty
Fandom: DC
Género: AU -Sci-Fi/Omegaverse
Parejas: Superbat, JayDick, Halbarry como principales.
Derechos: Los personajes pertenecen a DC y los abogados. Yo solo soy un gusanito.
Advertencias: Pues esto no será agradable, hay mucho dolor, sangre, sufrimiento como lo propio de un Omegaverse. Gente mala haciendo cosas malas. Yo pensando mil locuras con eso. Inspirado en la saga "Injustice".
NOTA CLUMSY: Por las dudas, esto que leeréis aquí no es una oda al canon, hay cambios de hechos y circunstancias para mi complacencia pura y vil. Si no estáis cómodos con eso, os invito a partir en busca de mejores historias que os hagan sentiros a gusto.
Gracias por leerme.
***
Orígenes.
"Cuando se tiene cierta moral de combate, de poder, hace falta muy poco para dejarse llevar, para pasar a la embriaguez, al exceso."
Marguerite Duras.
Bruce se paseaba de lado al lado del balcón del ventanal, siendo de noche ya con las estrellas apareciendo en el firmamento. Aquella comezón no se iba, al contrario, aumentaba sin que hubiera nada que pudiera hacer para detenerla por más esfuerzo que hiciese por mantenerse tranquilo. Simplemente parecía un animal salvaje que no podía ser contenido, sin alivio alguno. Una inquietud no resuelta que picaba bajo su piel, mientras conocía la Atalaya. Dividida en tres grandes secciones, residencias, laboratorios y armería, trabajaba día y noche para el Régimen: nuevas armas, nuevos descubrimientos genéticos o de medicina. Siempre vigilada por soldados, junto con un sistema de inteligencia artificial que tenía ojos y oídos en prácticamente todos los rincones de la Atalaya, sin un recoveco o punto ciego. Todos siempre fieles como temerosos sirvientes del Alto Consejero.
Las puertas de la habitación se abrieron, dejando pasar a un Clark que traía nuevos regalos que dejó en una mesita que iba llenándose de ellos. Obsequios para él, con un aroma específico cada uno. La comezón se calmaba por cierto tiempo con ese Alfa, era el único remedio para su ansiedad, desafortunadamente para Bruce, no para el Alto Consejero que parecía disfrutar aquello. Se acercó a él, pegándole contra los vidrios, olfateándole antes de desatar su bata para descubrir su cuerpo desnudo, ronroneando al levantarle y acomodarse entre sus piernas, lamiendo su cuello. Los brazos del Omega rodearon su cuello como sus piernas sus caderas, gimiendo al escozor de su penetración, sintiéndole abrirse paso en su interior una vez más, reclamando de nuevo su cuerpo. Era lo único que funcionaba, lo único que lo hacía deshacerse de esa comezón, sentirle dentro, moviéndose con frenesí hasta terminar con un gruñido, vaciándose en su interior.
-Bruce...
Entonces podía descansar, dormir las horas que no podía cuando Kent estaba ausente, sin ningún sueño ni pesadillas, envuelto en esos brazos que le sujetaban a un pecho firme. A la mañana siguiente esa comezón estaba latente, pero con menor intensidad, parecía que conforme avanzaba el día iba avanzando. Tal estado febril de su mente y su cuerpo había comenzado desde que Clark le hubiera marcado y reclamado para sí. Los primeros días no había podido controlarse en su estado agresivo, conforme los días pasaban llegaba a mantenerse ligeramente tranquilo, pero aquella irritabilidad no desaparecía y no tenía certeza de que fuese a hacerlo. No lo sabía. ¿Cómo, siendo constantemente vigilado? Luego del desayuno junto al Alto Consejero, revisó los obsequios de la noche, olfateándolos, memorizándolos. Hubo uno que llamó su atención, levantándolo para mostrarlo al Alfa quien sonrió.
-Oh, vaya, has reconocido a Lex. Vendrá esta tarde para comer con nosotros.
En sus primeros "paseos" por la Atalaya, había notado que todos sin excepción hacían una reverencia al Alto Consejero cuando pasaba o llegaba a una habitación. Ahora solamente lo hacían Diana o los otros Metahumanos. Todos los demás solían poner una rodilla en el suelo, inclinando sus cabezas para no mirarle. A él. Si alguien osaba levantar sus ojos hacia Bruce, era lo último que pasaba en su vida. Varios soldados y ayudantes de laboratorio habían perdido la vida en las manos de Kent, para horror de Bruce quien le tomó por sorpresa aquello. Diana solía acompañarle de vez en cuando, cercana del Alfa, la única haciéndole escolta casual. Los otros dos, Hawkgirl y Yellow Lantern solamente le saludaban, pero le evitaban en mayor medida. Probablemente porque habían sido quienes lo habían capturado en primer lugar y Bruce no guardaba buen recuerdo de ellos.
El tercero, Shazam, había sido el segundo en conocer luego de Diana, por accidente más que una presentación planeada. Estaba merodeando por el resto de los aposentos de Clark cuando vio a un encapuchado en una sala de juntas, sin poder evitar el instinto de querer atacarle. Lo único que lo frenó de no hacerlo fue que al acercarse su olfato le detuvo pese a que su vista le decía que no estaba viendo una ilusión. Cachorro. Un hombre fuerte con una esencia de un niño que le recordó mucho a su Tim. Shazam tartamudeó algo, haciendo una reverencia y llamando a Diana que pronto apareció para tranquilizar las cosas. Más tarde, Clark estaría divertido de escuchar la anécdota en la comida, asombrado de que su Omega hubiese doblegado a un Metahumano tan poderoso como lo era Shazam, si bien entendió la charla. Tenía su lado gracioso que a todos ellos solamente los conociera de vista, a lo lejos, y ahora cuando estaban frente a frente no podían tocarle.
Lex Luthor llegó puntual a la Atalaya como era su costumbre con todos sus negocios, elegantemente vestido, saludó cordial con un abrazo al Alto Consejero antes de ser presentado ante Bruce, quien mantuvo su rostro neutral al saludarle con un asentimiento de su cabeza. Nadie le podía tocar, otra lección que había aprendido por el bien de los demás. Luthor también mantuvo su fachada de estar asombrado de "conocerlo" e intrigado del giro en los planes de Kent, quien los guió al comedor para seguir con la plática de negocios que tenía con aquel otro Alfa y que Bruce escuchó sin mucho ánimo, la comezón se hacía fuerte para esas horas, comenzando a inquietarlo, pronto tendría que volver de nuevo a la recámara donde nada le molestaba, cosa que sucedió una vez que terminó el postre, disculpándose de la mesa para retirarse. Clark le observó, volviéndose a Lex con copa en mano.
-¿Y bien?
-Asombrado. Realmente asombrado. Estado Feral.
-Hasta Diana quedó atónita.
-Pero ¿no es peligroso?
-¿A qué te refieres, buen amigo?
-Se puede percibir desde que uno entra en la Atalaya esta... agresión, rechazo. No es que esté mal, sin embargo, creo que te va a causar problemas.
-Bueno, se tuvieron que cambiar las credenciales de acceso, porque hubo varios incidentes de personal que estuvo en zonas que no le agradaron.
-Y dices que intimidó a Shazam.
-Así es.
-Date cuenta, Clark, de que Bruce Wayne ha sido líder de la resistencia por muchos años, ese estado Feral tan conveniente a tus planes se te saldrá de control a menos que reafirmes tu posición como su Alfa.
-¿Reafirmar mi posición?
-Es algo que te concierne solo a ti -Luthor se encogió de hombros, casual- Sabrás cómo puedes tú intimidar a tu Omega de tal suerte que jamás olvide que le agradeces la creación de un Nido fuerte y prácticamente invencible, pero quien sigue gobernando eres tú. Por el bien de tu propio Omega, esto también mantiene sana su naturaleza.
-Siempre dando buenos consejos, Lex.
-Y más obsequios, con ayuda de Diana hemos atrapado al fin, al Guasón.
La mirada del Alto Consejero se tiñó ligeramente de rojo, sonriendo lentamente como quien ya saborea una venganza. Lex asintió, terminando su copa.
-¿Dónde lo harás?
-Isla Stryker. Pero antes quiero que le saquen toda la información posible.
-Así será. Debo retirarme, hay un nuevo embarque que debo recibir. ¿Te veré mañana en la cena?
-Sí, y gracias por tus obsequios, amigo mío.
-Un honor servir al Régimen.
Bruce ya le esperaba como siempre, ansioso y con esas energías que parecían explotar desde su interior hasta que finalmente quedaba agotado. Estaba extendiendo rápidamente su dominio, ese territorio inconscientemente creado. En pocos días la Atalaya ya se había convertido en el Nido, su grupo de élite estaba más decidido que nunca, igual que los ánimos de los científicos trabajando en los laboratorios. Un claro efecto de aquel estado Feral que podría continuar si lo manejaba bien como lo había afirmado Luthor. Clark acarició una mejilla aún rojiza de su Omega durmiendo tranquilamente a su lado. Bien podría someterlo usando de carnada a sus cachorros, pero era un arma de doble filo que podía romper el dominio que tenía sobre él al rebelarse para salvarlos. En cambio, tal como estaba ahora, ansioso porque no los tenía a su lado y era claro que estaba angustiado por su bienestar al dejarlos solos, estaba provocando que su estado Feral siguiera, expandiéndose como una respuesta innata hasta alcanzar a sus cachorros.
Cosa que no iba a permitir que sucediera. No hasta que todo estuviera listo.
La mañana siguiente fue para Bruce como todas las demás en rutina, despertar sin Kent a su lado, desayunar a solas, merodear por ahí para no aburrirse luego de leer un libro o mirar el sol que le relajaba un poco. Diana le llamó para mostrarle algo que pensaba iba a gustarle tanto o más que ese balcón donde solía pasar las horas. Era en la zona de laboratorios, donde hacían sus experimentos genéticos en celdas secretas. Le llevó hasta una con varios mecanismos de seguridad. Bruce encontró en una pequeña sala llena de algunos juguetes y golosinas a un muchacho casi de la edad de Tim, tan similar a Clark, pero adolescente. Alfa. Sin embargo, al contrario del Alto Consejero que tenía una esencia agresiva, la del chico era más bien... dulzona.
-Te presento a Conner. Conner, él es Omega Kent.
Conner le sonrió como un cachorro, bajando de la camilla donde estaban examinándole para ir a abrazarle sin que se lo hubiera pedido. Diana levantó una mano creyendo que lo atacaría, pero Bruce no lo hizo porque Conner traía consigo una pulsera con un aroma que le hizo quedarse de una pieza. Tim. Tal vez era un aroma muy diluido por la esterilización que seguro hacían en el muchacho, sin embargo, ahí estaba. No lo podía confundir. Bruce palmeó su espalda, empujando de vuelta a Conner para que volviera con los médicos que aún no terminaban de revisarle. Un Duplicado. Sabía que podrían ser capaces de las peores cosas, pero nunca imaginó que ya hubieran llegado a tanto. Una réplica del Alto Consejero. Aquello le hizo preguntarse cuál era su función exacta ahí.
-Continuemos -Diana volvió a llamarle.
Salieron de ahí, él con la ansiedad disparándose. Tim. ¿Cómo era que conocía a Tim? ¿Por qué traía su pulsera favorita? Los ojos de Bruce captaron otra cosa, caminando a un pasillo con Diana llamándole preocupada. Se quedó en la entrada de lo que pareció ser un paraíso. Eran celdas enormes y altas, cada una contenía un ecosistema diferente. Selva, desierto... bosque. Fue el bosque el que llamó su atención, entrando a la celda para internarse, aspirando el aroma a húmedo, todas aquellas plantas, árboles e incluso algunos pequeños animales que le observaron con curiosidad desde sus escondites. Un bosque. Estaban replicando los ecosistemas de la Tierra, con algún propósito en particular, no le cupo duda alguna. Un hombre en traje de protección salió de entre los árboles, quedándose quieto al verlo ahí, de inmediato hincando una rodilla, casi tirando las muestras que llevaba en manos.
-Omega Kent. Disculpe, no le reconocí enseguida.
-Es hora de irnos -Diana le había alcanzado.
Ahora no se quedó paseando de un lado a otro del balcón, estaba sentado en una esquina del suelo pegado al ventanal, mirando el sol ocultarse y llegar la noche. ¿Cómo era posible que Conner hubiera conocido a Tim? ¿Acaso sabría que estaba bien? Tim. Su pequeño. ¿Dick estaría cuidando de él? ¿Qué estaría haciendo el mayor de sus hijos? ¿Jason estaría de nuevo en problemas que esta vez no podría resolver? La comezón fue más fuerte, abrazando sus piernas para no comenzar a moverse como una bestia enjaulada. Tenía que verlos, pero no había manera de bajar de la Atalaya. No cuando el sistema de seguridad lo seguía de forma específica. No cuando tenía a Diana o a Shazam tras él. No cuando el único acceso estaba fuertemente vigilado.
-Bruce.
Respingó a la voz del Alto Consejero, entrando despacio, mirándole muy serio. Sus dedos tamborilearon sobre la mesita que rodeó.
-Diana me dijo que has estado muy alterado.
-No es así.
-Bueno, lamento haberte dejado todo el día.
Bruce no se movió, conteniéndose. Rabia. Desesperación. Frustración. Apretó sus labios para que su traicionera lengua no suplicara que le dejara ver a sus cachorros. No. Eso era fatal. El Alfa bufó, buscando el tablero de control.
-Desciendan la Atalaya a la siguiente comunidad. Mantengan la posición hasta mi aviso.
-Como usted ordene, Alto Consejero.
La Atalaya comenzó a descender lentamente entre las nubes, entrando a una tormenta ligera que empapó el campo de protección que la rodeaba. Bruce frunció su ceño, sin entender que trataba de probar aquel Alfa.
-Dime, Bruce, ¿qué supones son las características de un Metahumano? Has conocido a varios para responderme adecuadamente.
-Fuerza sobrehumana, rapidez, factor de curación acelerado. Inmunidad al virus del agua.
-Todo lo primero, sí, lo último no. La curación acelerada ayuda a resistir.
-Eleva las capacidades natas de cada Metahumano.
-Bien, bien. ¿Por qué dirías que me nombran Súper Alfa?
-... tienes mejores poderes.
-Oh, vamos, Bruce, eres mejor que eso.
Éste le miró de arriba abajo, algo no le estaba gustando.
-Recibiste la fórmula original.
-Ah, ahora sí estoy hablando con mi brillante Omega -Clark torció una sonrisa, acercándose al ventanal, presionando su mano en el cristal que leyó su huella digital- ¿Y qué crees que me hizo?
-... Inmune.
Kent rió cuando el ventanal mostró una puerta hacia el balcón exterior, caminando hacia él. Ofreció una mano para que se levantara que Bruce no quiso tomar, poniéndose de pie por su cuenta.
-¿Qué tratas de hacer?
Sin decirle aún nada, el Alto Consejero pescó su mano para jalarle fuera. El campo de protección tenía ríos de la lluvia azotándose contra el escudo, pero se percibía el claro olor de la humedad. El ventanal se cerró y el Alfa llevó una mano a su comunicador en su pecho.
-Retiren el escudo de mi balcón.
-¡¿QUÉ?!
El instinto de protección de Bruce se disparó, soltándose del agarre de Clark, buscando donde refugiarse cuando el campo comenzó a abrirse, dejando entrar a la lluvia. No había ningún recoveco o techo para refugiarse. Mirando a todos lados con el corazón latiéndole a mil por hora, rasguñando prácticamente el grueso vidrio del ventanal.
-¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! ¡¿TE HAS VUELTO LOCO?!
-No solo soy inmune, Bruce. Soy un dios.
Para horror del Omega, la lluvia alcanzó a un tranquilo Kent recargado en el grueso barandal del balcón, cruzado de brazos. Quedó empapado sin que se molestara en moverse o protegerse. Fue su turno al seguir avanzando. Bruce se giró, dándole la espalda para tratar de abrir el ventanal, hacer algo con el miedo invadiendo su cuerpo, erizando su piel al sonido de la lluvia golpeando el suelo del balcón y luego, a él. Lanzó un grito entrecortado al roce de la lluvia, sus dedos arañando el cristal y apretando sus dientes ante lo que iba a ser lo inevitable. Recordó a sus padres, los padres de Dick, o los de Tim, muertos por bajo la lluvia, por la lluvia. Un frío se coló a sus huesos, no por la muerte causada por un virus sino por la simple agua fría empapando sus ropas sin que absolutamente nada le pasara. Bruce jadeó, mirándose, sus manos y tocando su rostro antes de volverse al Alfa que reía despectivo sin moverse de su posición.
-Hubo un tiempo en que el virus estuvo en el agua, pero vamos, eso fue hace ya mucho. No podía sobrevivir algo que no fue creado para azotar solamente a una especie. El agua en sí ya no puede dañar a nadie -la sonrisa de Kent se oscureció- Pero yo sí.
Hizo una seña para que un atónito Bruce mirara por el barandal, notando que estaban cerca de una enorme isla llena de diminutos puntos que reconoció como edificios o casas, por la distancia en que estaban era difícil saber, pero ahí vivían personas y aquel lugar no era Nueva Metrópolis. Bruce levantó su mirada, notando que el Alfa sacaba sus colmillos para morderse la palma de su mano izquierda, sangrándola. Frente a los ojos confundidos de su Omega, extendió el brazo como sus dedos, dejando correr su sangre por la lluvia.
-No sólo soy inmune, cariño. Soy el virus mismo. Un verdadero dios tiene un poder ilimitado en su sangre. Como yo ahora dejando caer la mía sobre esta isla en medio del océano, una sola gota contamina a mil personas. ¿Cuántos crees que sobrevivan para mañana?
-¡No! ¡Detente!
Bruce le alcanzó, tirando de su mano realmente asustado ante lo que estaba pasando por su mente. El Alto Consejero gruñó, moviéndose para sujetarle por su cintura, pegándole al barandal al estamparlo con su cuerpo, abrazándole por la espalda, susurrando en su oído.
-Virus latente, como el original, puede que ya estén muriendo en estos momentos.
-¡Eres un monstruo! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué ganas con esto?!
-¿Qué gano yo?
-¡Tú eres quien ha estado...! ¡Todo este tiempo has sido tú!
-Oh, mi amor, no te equivoques.
Con un gruñido, Clark separó de golpe sus piernas, restregándose contra él. Bruce peleó, tratando de alejarse del barandal, jadeando con la lluvia corriendo por su rostro, sus manos buscando liberarse de las férreas que levantaron su chaqueta, tirando de sus pantalones. El Omega gritó a la penetración, apretando sus párpados. Sus manos se aferraron al barandal, temblando a las fuertes embestidas y ese ardor que dejaban. El Alto Consejero buscó los botones de su chaqueta que abrió casi desgarrándola como su camiseta, dejando al descubierto la marca en forma de S en su cuello que mordió sin miramientos hasta sangrarla de nuevo. Bruce gritó con fuerza, casi sollozando al dolor de la herida abierta cuya sangre comenzó a resbalar por su hombro. Una mano de acero empujó su nuca, haciendo que se inclinara hacia adelante.
-Tú también eres un asesino.
La sangre de su marca se perdió en la lluvia cayendo sobre aquella isla, esa gente que no sabría por qué de nuevo los azotaba el virus. Familias separadas, hijos, padres, hermanos. Amigos. Bruce castañeó sus dientes, la posición haciendo las embestidas más profundas hasta que un Nudo se empujó en su interior, haciéndolo arquearse. Sus piernas cedieron, doblándose, pero sin caer al estar tan pegado y sujeto por el Alfa quien rugió complacido, moviendo sus caderas para vaciarse. Le atrajo a su pecho, lamiendo la herida que fue cerrando a su saliva mientras continuaba llenando ese vientre que un día llevaría la culminación a todo ese sueño. Los brazos de Clark rodearon el pecho agitado de su Omega, besando su mejilla mientras permanecían unidos así.
-Es cierto, recibí la fórmula original que no tuvo mejor receptor que yo. Me hizo más fuerte, más rápido, inmune a un virus que bien podría acabar hasta con los Metahumanos. Yo di mi sangre para que los crearan, inventando esa píldora. Pero en todo ese tiempo algo curioso pasó en mi cuerpo, tal vez por ser Alfa o tal vez el destino que me pide traer el orden a todo esto. Ser el dios que rija a la humanidad perdida en sus salvajismos y tonterías. El virus mutó en mi cuerpo. No solo haciéndome inmune a cualquier versión de éste, también contagiando. Siendo el único capaz, has conocido a Conner y te habrás dado cuenta de que es una versión mala de mí. Ni siquiera llegará a adulto. Eso también lo hace el virus, no permite copias artificiales, pero...
Bruce se estremeció cuando una mano fría rozó su vientre adolorido.
-Pero entonces una vez más el destino me puso en mi camino a lo que habíamos estado esperando y probando. Un Omega inmune, la reacción de la naturaleza humana ante un ataque viral como parte de la selección natural. Justo en tu bravía, rebelde persona. Y has probado que eres compatible conmigo, que tu cuerpo supo hacer lo que debía hacer, empatándose con tu Alfa. La naturaleza sabe cómo proceder, Bruce, nos enseñó que es el miedo lo que mantiene a las personas obedientes, que es alguien como tú y yo los que podemos guiarlos a un nuevo mundo. No más guerras, no más muertes ni hambres. Obedientes por siempre con nuestro dominio.
Kent sonrió, besando su hombro con un suspiro. El Nudo comenzaba ya desaparecer, lo suficiente para que pudiera separarse de Bruce a quien soltó, girándose hacia el ventanal con su mano en el pecho, dejando caer al otro en el suelo mojado.
-Cierren el escudo. Eleven la Atalaya.
-Sí, Consejero.
Bruce jadeó a la caída, llevándose una mano a su vientre, apoyado en un codo. El Alfa le observó en silencio mientras el campo de protección se cerraba, activando los sistemas de limpieza que secaron el balcón como los cabellos de ambos. Una bota del Alto Consejero levantó el mentón de su tembloroso y adolorido Omega.
-La próxima vez que en tu mente esté pasando la idea de querer escapar, de romper con la estabilidad de nuestro hogar, medita sobre lo que deseas para tus cachorros, Bruce. Hay varias cargas listas para ser soltadas en Nueva Metrópolis. Dime, ¿te gustaría que ordenara liberar nuestra sangre cuando esos niños estuvieran haciendo sus valientes rondas?
-N-No... no...
-Tampoco querrías que borrara de la faz de la Tierra una comunidad.
Wayne negó apenas, estremeciéndose.
-Si lo meditas bien, has salvado a los de tu casta. ¿Cierto?
-...
-En voz alta, mi Omega.
-... sí...
-Vamos a poner las reglas del juego claras, amor mío. Cada desobediencia tuya, cada rebeldía a tu Alfa será castigada con una nueva liberación del virus, si tanto deseas salvar a la humanidad, serás un Omega obediente y dispuesto para que la única existencia del virus seamos tú y yo. Si tu voluntad para proteger a todos es tal, piensa en esto los siguientes días por venir, cariño. Cuando me des un cachorro, habrás obsequiado a las nuevas generaciones una nueva herencia genética libre de ese terror del agua. La sangre de nuestro hijo habrá mutado para hacer parte de su ADN el virus, una evolución en forma de un Metahumano puro, genuino, que reestablecerá a la naturaleza, reconstruirá la civilización con el imperio más fuerte que la historia habrá de contar, guiando al resto a la paz duradera que tanto han ansiado.
La bota abandonó el rostro de Bruce, quien bajó su mirada. Kent se acomodó su pantalón, abriendo el acceso del ventanal.
-Haz todo lo contrario, y lo primero que escucharás serán los gritos de esos cachorros muriendo por tu propia sangre.
El Alfa desapareció, dejándole completamente solo. Bruce miró el piso que reflejaba su figura. Cerró sus ojos, tumbándose por completo en el suelo, haciéndose ovillo. Sería la primera vez desde que comenzara siendo un justiciero anónimo que sentía en carne viva el amargo sabor de la derrota. Imágenes de gente inocente cayendo muerta por el virus inundaron su mente. La mano cortada de Clark dejando caer gotas en la lluvia. Dick, Jason, Tim, convulsionando en el suelo empapado. Él gritando desesperado, mirando sus manos llenas de sangre. Sus padres. Recordó el mapa que la lluvia se llevó, deshaciéndolo. Las joyas de su madre perdiéndose entre el amasijo de infectados que peleaban por devorar su cuerpo todavía tibio. Ellos lo sabían. Se habían dado cuenta que su hijo era un Omega inmune al virus, por eso debían llevárselo lejos. Por eso los habían asesinado. No había sido un accidente, estaban persiguiéndolos, por eso la prisa pese a la lluvia por venir.
Bruce encogió por completo sus piernas que tocaron su frente, abrazándose a sí mismo con un frío recorriendo su cuerpo. Nadie dispara al azar y mata solamente a dos adultos, dejando a un niño que era un blanco fácil. Lo habían dejado vivo, esperando atraparlo, pero la lluvia había impedido que dieran con él cuando Alfred le encontró, salvándolo de haber terminado siendo quizá una incubadora o algo peor. ¿Qué podía ser peor que su situación actual? El agotamiento junto con el dolor fueron demasiados, prefiriendo perderse en la oscuridad de la inconsciencia en medio del recuerdo de los gritos de gente muriendo por la lluvia. Una isla donde gente inocente estaba muriendo bajo una noche de lluvia sin entender por qué.
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