Capítulo 24 ( Un triste recuerdo)🌹

León Smith 🌹

Amanda me mira con una expresión en su rostro de preocupación, en el se notaba que anhelaba saber quién soy yo en realidad. Sabía muy bien que al abrir mi boca y contar mi terrible y oscuro pasado Amanda de seguro me odiaria, no quería eso pero tenía que hacerlo, ya mi vida era una completa mierda y necesito cambiar, tengo que hacerlo por ella, tengo que volver al principio para comenzar otra vez, pero esta vez seré una mejor persona.

Trago saliva luchando para encontrar las palabras menos dolorosas para mí, no es fácil recordar mi pasado, no es facil volver a aquel terrible día que mi vida se destruyo.

— Amanda, crecí en un hogar donde él abuso y la violencia estaban presente todos los días de mi vida, vi cómo mi padre destruía a mi madre física y emocionalmente, él era un maldito drogadicto y alcohólico que lo único que hizo fue aprovecharse de ella — cierro mis puños para contener la rabia que tengo retenida en mi alma —  Mi padre al principio era un buen hombre, eso era lo que me decía mi mamá cada vez que la golpeaba y se encerraba conmigo en mi habitación a llorar, su cambio, según ella, se debió a que mi padre comenzo a apostar en el casino y andar con personas que no debía, comenzó a ser el monstruo que la golpeaba pero siempre sentí que solo lo justificaba porque lo amaba — no pude evitar soltar una risa irónica al recordar a mi madre tratando de entender el comportamiento de su esposo.

Hago una pausa para respirar y no ahogarme en el mar de llanto que oprime mi pecho amenazando con hacer inundar mis ojos.

—  Un día llamaron a mi madre de la estación de policía, habían detenido a mi padre por haber robado la casa de una familia millonaria junto con sus amigos, por su delito estuvo encerrado apenas un año en prision, fue poco tiempo, Pero fue el mejor año que recuerdo con mi madre. Ella comenzó a trabajar en un pequeño restaurante cerca de donde estudiaba, cada vez que salía del colegio corría hacia aquel pequeño establecimiento donde todos se trataban como familia, apesar que no tenían tiempo conociéndose. Mi madre resplandecía de alegría — cierro mis ojos por un momento para tratar de recordar la bella sonrisa de la mujer que me dió la vida, pero solo lo que pude recordar fue momentos tristes y de dolor —  Lo primero que hizo mi madre al enterarse que su marido no iba a regresar por un tiempo, fue mudarnos, rento una hermosa casita que era pequeña pero perfecta para los dos, mamá le gustaban las rosas asi que llenamos el jardín con muchas de ellas de varios colores, su favorita eran las blancas, ella decía que representaba lo bueno, lo puro, yo solamente la veía como una rosa sin color. Los fines de semana íbamos a pasear y a divertirnos, fue un año de felicidad para nosotros, ya su nombre, ni su gritos y peleas resonaba en mis oidos, al igual que el olar tan desagradable del alcohol y la porqueria que fumaba.

Levanto mi mirada y veo a Amanda con lágrimas en sus lindos ojos que rodaban por sus rosadas mejillas, ella es tan dulce, tan hermosa, es como una rosa blanca, pura, limpia, sin manchas, me va a doler mucho si después de mi confesión se aleja de mí, Continúo hablando mientras ella en silencio solo me observaba sin opinar, ni juzgar y mucho menos preguntar.

— En todo ese año mi madre nunca lo visito en prisión, ella solo se dedico haceme feliz durante ese tiempo. En la cabeza retorcida de su marido comenzo a imaginar que ella tenía a otro hombre y por eso no lo había ido a visitar, cuando salió de prisión se dedico a buscarnos por toda la cuidad, mi madre y yo estábamos inocente que él ya andaba libre por las calles, hasta que una noche bajo una fuerte tormenta que habían pronosticado en la televisión... — sentí que no podía continuar, recordar me estaba afectando más de lo que pensaba, mis músculos se tensaron y en mi mente venían imágenes que he tratado de borrar sin tener excito  — Esa noche nos encontrábamos en casa encerrados por la fuerte lluvia y brisa que abatía los árboles cerca de la casa, mientras preparabamos la cena se escuchó un fuerte golpe en la puerta, mamá me voltea a mirar asombrada, nadie nos venía a visitar y menos a esa hora de la noche con esa tormenta tan fuerte que habia.

Me detengo, al sentir que Amanda se acercaba más a mi lado, ella me inspira tanta paz que tenerla cerca es mi mejor calmante.

— Leo, lo siento por hacerte recordar tu pasado, espero que entiendas que es necesario que lo hagas y que aclaremos todo.

— Lo se Amanda, así duela te contaré todo. Mi madre va temerosa hacia la puerta, ella apesar de lo tranquila que se notó ese año, en el fondo tenía temor de que mi padre volviera a aparecer en nuestras vidas. En la puerta persiste los golpes, era terrorífico escuchar ese sonido en la madera, mi madre preguntó quién tocaba, pero nadie responde, yo solo la observo desde la cocina, el golpe que se escuchaba paso a ser fuertes patadas mientras se dejaba escuchar una voz llena de furia gritar el nombre de mi madre, mi cuerpo comenzó a temblar al dame cuenta que el hombre que gritaba afuera era mi padre que nos había encontrado. Mi mamá me agarra por la mano para esconderme en algún lugar, pero fue en ese momento que mi padre tumbo la puerta y entro a la casa.

— ¡Que horrible! — escucho decir a Amanda mientras tapa su boca con su mano asombrada.

— Sentí mucho miedo al igual que mi madre que se había quedado paralizada del pánico a mi lado, él se le acerca llamándola zorra y le da un fuerte golpe en su rostro haciéndola caer al piso, la comenzó a patear, ella gritara del dolor, al ver como mi madre se revolcaba aguantando los golpes en el suelo, agarro un salten que estaba en la mesa y lo goleo en la cabeza; pense como un niño inocente que mi padre se desmayaría con el golpe, pero no fue así, él levanto su mirada hacia mí, se podía ver sangre bajando por su frente que limpio con su mano mientras reía, me siguió observando hasta que se abalanzo sobre mí y comenzó a golpearme, podía escuchar  mis huesos resonar con cada golpe que me propinaba, mi madre como pudo me lo quito de encima jalando su cabello. Nada más escuché gritos que me insistían que corriera, que me fuera, mi visión borrosa por la sangre que bajaba por mi cara y lo aturdido que estaba por los golpes no me permitió reaccionar a la súplica de mi madre.

Ya no podía más con la presión que tenía en mi pecho, así que dejo que se libere comenzando a llorar, Amanda me abraza hundiendo mi cara en su cuello, dónde puedo sentirme sereno en calma respirando su piel, con ese olor a vainilla que desprende de su suave perfume. Me separo de ella y continuo.

— Trate de defender a mi madre, pero ella solo me gritaba que huyera de ahí, mi padre la habia tirado al piso con un golpe que le dió al estomago para despues sacar una pistola de su cintura, comencé a gritar al ver como le disparó a mi madre en el pecho sin ninguna pena por ser su esposa, me quede inmóvil tenia mucho temor, mi madre con su ultimas fuerzas voltea a mirarme, me pide que corra y hace una pequeña y debil sonrisa que jamas se borrará de mi mente, para despues dar su ultimo suspiro mirándome — la mano de Amanda aprieta mi mano dándome fuerza para seguir contando mi pasado —  Al ver que mi madre estaba muerta me levanto y salgo corriendo hacia la calle, detrás de mi iba mi padre gritando: "Para donde vas, detente". Yo solo corria en medio de la lluvia y la oscuridad. Por culpa de mi miedo no me percate que habia corrido al jardín de rosas, resbale callendo encima de las espinas que traspasaron mi piel enseguida haciéndome sangrar. Mi padre comienza a reir al verme en el suelo, se acercó a mí, tomo unas tijeras de podar y a pesar de mi súplica que me dejara tranquilo y mi llanto, continúo con esa espeluznante risa en su cara que agrando más mientras clavaba las tijeras en mi pecho sin piedad.

— ¿Cómo un padre puede hacer algo así? — musitó Amanda entre lágrimas.

— No todos los padres son buenos, Amanda. A mi padre no le importaba si me mataba o no, más bien parecía que lo disfrutaba. Él al ver que seguía con vida se levantó delante de mí saco otra vez el arma, me apunto mientras reía y hablaba incoherencias por el efecto psicotrópico de lo que había consumido. Pensé que moriría al ver como esa pistola apuntaba mi cabeza, en ese momento un fuerte trueno retumbo en la oscuridad y mi padre cayó a un lado de mi muerto.

Mi corazón empezó a agitarse, sudor bajaba por mi frente, mis recuerdos estaban empezando a despertar a mis demonios, trato de respirar pausadamente pero se me estaba haciendo dificil.

— Leo cálmate, mírame estoy aquí — dice Amanda mientras sujeta mi rostro obligandome a ver sus ojos.

 — Estoy bien Amanda, quiero continuar, necesito continuar contándote mi historia. Pensé por un momento que el trueno lo había matado hasta que me percate del pequeño agujero que tenía en medio de la frente, nuestro vecino era un ex militar había escuchado el alboroto, penso que nos estaban robando, asi que salio afuera para asegurarse que estuviéramos bien, al ver que mi padre me iba a matar le disparo con un tiro certero que apagó su cruel existencia. Mi vision se nublo mientras la lluvia caía fria en mi rostro, la sangre junto con los petalos de las rosas se unió como un rio Carmesí que corria por la calle, esa imagen de la sangre unida con la lluvia quedo grabada en mi alma atormentando cada minuto de mi vida, las rosas blancas que alguna vez eran puras y limpias estaban manchadas con sangre, mientras poco a poco perdía el conocimiento bajo la lluvia en mi mente esa imagen se grabó, convirtiéndome en un maldito demonio. Por más que recibí tratamiento psicológico en el orfanato donde me llevaron, no puedo controlar lo que me sucede cada vez que llueve.

— ¡Leo! — escucho decir a Amanda levantándose nerviosa del mueble donde estaba sentada.

—  Amanda, soy un asesino, he matado a muchas personas que hacen daño a los demás, y no me arrepiento de haberlo hecho porque así evite que muriera gente inocente. En el orfanato hize una promesa de sangre con otro niño que había pasado por una tragedia parecida a la mía, prometimos limpiar las calles cuando las gotas carmesí caigan del cielo, asi es como él y yo vemos la lluvia, como gotas de sangre que nos invitan a depurar la maldad

— Estás loco Leo, tú no tienes derecho a terminar con una vida — Amanda asustada se alejaba cada vez de mí al ver como me levanto del mueble.

— No tengo derecho, pero ellos acaso tienen derecho de matar a inocentes — grité haciendo que ella corriera hacia la cocina temblando — Amanda, solo hacemos un favor a el mundo, no lo mires como si estamos cometiendo un pecado — ella toma un cuchillo y me amenaza, me alegro que pretenda defenderse de mí a pesar que me ama.

— Alejate de mi Leo, no te me acerques.

— De nada te sirve amenazarme con ese cuchillo, aquí la próxima víctima serás tu Amanda.

Los ojos de Amanda se agranda al escuchar que ella será mi siguiente presa, la víctima mas bella que he asesinado.

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