Capítulo 21 ( El miedo )🌹

Después de dejar a mi madre en el cementerio junto a las tumbas de mis abuelos, que también estaban enterrados ahí, pensé que por lo menos no iba a estar solita sino con sus padres y eso me reconforto un poco.

Regresamos a la casa mi padre y yo, la tristeza al entra enseguida se hizo sentir, subí a la habitación que era de mi madre y con lágrimas en mis ojos abro con cuidado la puerta, tenía miedo de ver su cama llena de sangre, pero no fue así, estaba todo limpio como sino había ocurrido un asesinato en esa habitación.

— Andrew mando a limpiar la habitación antes de que llegáramos, no quería que pasáramos por ese dolor al ver la sangre de tu madre entre las sabanas — dice mi padre entrando también en la habitación — Hija, ya no tienes porque estar en este pueblo, mañana mismo regresamos a Ottawa.

— Papá, no me voy a ir de este pueblo, si me voy la policía no va hacer nada, se van a olvidar del caso y lo van a cerrar. No permitiré que el asesino de mi madre no pague.... — no termino de hablar ya que mi padre me interrumpe en forma brusca.

— ¡Hija! no te voy a dejar sola aquí, así que arregla todo y mañana nos vamos a primera hora, entendido — mi padre habló con autoridad, él nunca me habia gritado ni regañado, me imagino que su actitud es porque tiene miedo de perderme a mí también.

— No me iré papá, lo siento, pero no puedo, se lo prometí a mamá y voy a conseguir a ese asesino — hable lentamente y calmada, esa era mi decisión y mi padre tendría que respetarla.

Él suspira y agacha la mirada, él sabe que soy muy terca y que cuando hago una promesa no me rindo hasta cumplirla, esa era mi decisión y no iba a cambiar de idea.

— En eso te pareces a tu mamá, cuando se te mete algo en la cabeza no hay ningún poder en este mundo que saque esa idea, solo te pido que te cuides mucho, Amanda tu eres lo único que me queda y no te quiero perder — mi padre me abraza cerrado sus lindos ojos miel.

— No me pasará nada papá, te lo prometo — le digo abrazándolo más fuerte.

En la tarde recogimos  las pertenencias de mamá y las guardamos junto con las de mis abuelos, él veía algunas fotos de ella cuando era una niña y adolescente.

Esas fotos las guardo después en su maleta, sentí nostalgia al saber que se las llevaría para verlas cada vez que la extrañará.

Ya era tarde y nos vamos a dormir, estábamos agotados por todas las diligencia que hicimos con lo del funeral y el entierro. Mi padre durmió en mi habitación esa noche, no quería acostarse en la cama dónde ocurrió lo de mi madre, era muy doloroso para él.

Me acuesto a su lado y él me abraza haciéndome recordar cuando era una niña y dormía entre ellos dos abrazados, en mi rostro se dibuja una pequeña sonrisa al recordar esos lindos momentos que no volverán jamas, el cansancio hace que pronto nos quedemos dormidos.


                  °°°°°°°°°°°°′

Al día siguiente mi padre muy temprano ya estaba listo para regresar a la cuidad, al salir para subir al taxi que lo estaba esperando se queda mirando su auto que estaba hecho un desastre con tu todos los vidrios rotos, hace un gesto de negación, se despide de mí y sube al taxi.

Entro a la casa y el silencio se vuelve aterrador, pero no era momento para llorar tenía que empezar a investigar por mi cuenta lo sucedido con mi madre y sobre todo sacar esa duda de mi mente que había puesto Andrew después de acusar a Leo de ser el culpable.

Subo a la habitación de mi madre y no había nada fuera de lugar, todo estaba limpio y arreglado, busco por todos lados y no había nada.

Voy a mi habitación y busco el frasco de la medicina que tome esa noche y tampoco estaban, todo esto me tenía loca, estaba intentando descubrir quien era el asesino y no tenía nada, absolutamente nada que me dijera quien había sido capaz de es horrible acto.

Me tumbo en la cama mirando al techo y enseguida a mi mente viene la imagen de Leo, no quiero pensar que él es el culpable pero Andrew tenía razón, mi madre había discutido con él una horas antes que la asesinaran y eso lo convertía en el principal sospechoso.

Salgo de mi casa y me dirijo a la casa de Leo, estaba dispuesta a conseguir alguna evidencia, pero en el fondo de mi corazón rezaba para no conseguir nada, no podría aguantar saber que él es el culpable, no lo soportaría.

Toco a la puerta y Leo la abre, al verme me abraza, me deja confundida, pero es bueno que ya esté cambiando su forma de ser conmigo.

— Me alegra mucho que vinieras, Amanda — susurra Leo cerca de mi rostro para después entrar agarrados de la mano a la casa.

—  No quería estar sola, los recuerdos me atormentan — exclamo con un suspiro.

—¿Y tú padre? — pregunta intrigado Leo.

— Ya se fue, tenía que regresar al trabajo — le digo mirando esos hermosos ojos azules que me hacen soñar despierta, pero después recuerdo que no vine aqui para ver esos ojos, sino a investigar — Leo me das un vaso de agua, creo que de tanto llorar me deshidrate — él asienta y se va a buscar el vaso de agua.

Me levanto del mueble rápidamente al ver que Leo se iba a la cocina, comienzo a buscar por todos lados algo que me diga que él es el culpable, reviso unas gavetas  que estaban en la sala y no consigo nada extraño, sin darme cuenta estoy de nuevo parada frente a esa puerta de madera desgastada donde emana un fuerte olor a flores desde su interior, recuerdo que la última vez que vine a esta casa él se había molestado al verme parada delante de esa habitación, enseguida regreso al mueble cuando escucho sus pasos acercarse.

— Aquí tienes el agua, también te prepare una limonada para que te refresques — manifiesta Leo que venía con una bandeja con las bebidas.

— Gracias, me encanta la limonada.

— Hoy quiero consentirte con lo que quiera —  dice Leo con una linda sonrisa. Hoy eran unos de esos días en que se le podía ver relajado y iba a utilizar su buen humor a mi favor.

— ¿De verdad, con lo que quiera?.

— De verdad, así que dime, ¿Qué te gustaría?.

— Bueno, ¿Qué te parece si tenemos una cena está noche aquí en tu casa? Quiero ver la luna contigo mientras tenemos una linda cena.

— ¡uhhhh! eso suena bien, me agrada la idea.

Mientras Leo hablaba de varios tipos de comida que podía preparar para la cena, yo en mi mente estaba maquinando como iba hacer para entrar a esa habitación donde sale ese aroma a flores que me tenía intrigada.

— Amanda, ¿Qué sucede? No respondiste la pregunta que te hice.

Estaba tan hundida en mis pensamientos que no le presté atención a lo que hablaba.

— Disculpa Leo, estaba distraída ¿Qué me preguntaste?.

Leo se me quedó mirando con desconfianza para después sonreír.

— Te pregunté que si a las siete esta bien que tengamos nuestra cena.

— Si, si claro que esta bien, me voy a cambiar y vendré a la siete — me levanto del mueble y salgo dejándolo con un rostro extrañado por mi actitud nerviosa que no logré disimular.

Mientras camino hacia mi casa la ansiedad que tenía hacía que me comiera mis uñas, tenía miedo de encontrar algo en la casa de Leo, pero no me iba a quedar con la duda tenía que aclarar todo.

Entro a mi habitación me ducho y saco de mi armario un vestido negro corto de mangas largas que se ajustaba a mi cuerpo detallando toda mi figura, me coloco unas botas cortas negras y me dejó mi cabello largo suelto, pinto mis labios de un color rosa claro. Ya estaba lista para ir a la cena que Leo estaba preparando y sobre todo entrar en esa habitación que él mantiene cerrada.

Miro mi reloj y faltaba media hora para las siete, ya los nervios no los aguantaba, así que me voy antes de la hora, voy caminado y siento escalofríos en mi cuerpo, sin duda alguna la ansiedad me estaba matando.

Está vez entro a la casa de Leo sin tocar, no lo veo en la sala ni en la cocina por lo que decido subir en silencio hasta su habitación, entro y a lo lejos se escucha el agua caer de la regadera lo que me confirma que se estaba dando una ducha, bajo hacia la sala y me paro delante de la puerta, intento abrirla y estaba cerrada, maldigo en silencio y comienzo a buscar con la vista las llaves.

Voy a la cocina y para mi sorpresa veo un manojo de llaves en la mesa, las tomo y vuelvo a esa puerta corriendo, había varias, así que comienzo a probar una por una en la cerradura mientras volteo a cada momento hacia la escalera para ver sino venía Leo, los nervios hacían que mis manos temblaran y sudor corriera por mi frente, pruebo varias llaves hasta que por fin una entra en la cerradura, sentí mi  corazon latir con fuerza, la adrenalina corria por mis venas, cada célula de mi cuerpo gritaba que no lo hiciera y a la vez que sí, trago saliva, aprieto la manilla y la giro, un crujido me avisa que ya esta abierta nada mas tenia que entrar.

Mi respiración se acelera y mi corazón late  como loco mientas que despacio abro aquella puerta, mis manos se paralizan dejando la puerta a medio abrir, mi cobardía no me quería dejar ver por completo lo que había dentro de esa habitación, tenía curiosidad pero también tenía miedo de lo que podía conseguir, de verdad que tenía mucho miedo de encontrar algo que me dijera que Leo mato a mi madre, Dios ayudame ¡tengo tanto miedo!.

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