Capítulo 2 ( Un Ángel) 🌹
Teníamos ya ocho horas de viaje desde Ottawa hasta Merrickville. Llegamos al pueblo que era algo muy rural para mi gusto, pero también era muy lindo. Tenía muchas construcciones patrimoniales, hermosas iglesias y casas de la época federal. En realidad era un pueblo muy atractivo, ya entiendo porque la llaman "la joya del Rideau”, pero yo ya estaba acostumbrada al ruido y caos de la ciudad, tener que pasar por este cambio tan repentino de seguro iba a ser difícil.
Llegamos a la casa, se ve muy deteriorada por no haber vivido nadie ahí durante tanto tiempo, la casa era pequeña pero cómoda, tenía una sala y cocina no muy grande, en la segunda planta había dos habitaciones y un baño, era muy acogedora a pesar de no tener mucho espacio. En el patio habían varios corrales para animales y un pequeño terreno donde mis abuelos cultivaban.
— ¡Hija, no me vas a creer, pero todo está igual que cuando nos fuimos, no ha cambiado nada! — mi madre se veía tan emocionada que me hacía sentir bien — Amanda, ¿Qué te parece si compramos algunos animales para cuidar y cultivamos la tierra?.
— ¡Mamá, yo no sé nada de cultivos o cuidar animales! ¿Por qué mejor no salimos a pasear por el pueblo y conocemos a las personas que viven aquí? — Le sonrío mientras ella frunce el ceño.
— Hija, si vamos a pasar un tiempo aquí por lo menos que sea divertido y diferente, sé que tengo cáncer, pero no vine a encerrarme a llorar, quiero hacer cosas que me gusten.
— Mamá, ¿Piensas que cuidar animales y cultivar es divertido? — le digo algo sarcástica.
— Para ti tal vez no lo sea, pero a mí me gusta y me gustaría hacerlo.
Ya esa idea se le había metido en la cabeza y no iba a haber manera de sacársela. Recordé lo que dijo el doctor, que tratáramos de hacerla lo más feliz que pudiéramos estos meses que le quedan de vida, así que cierro mis ojos y frunzo el ceño aceptando que tendré que cuidar gallinas y quién sabe si hasta cerdos.
¡No, no, que mal!
Mi madre se va a su habitación a descansar mientras yo me dispongo a limpiar y terminar de desempacar. Voy al auto a bajar las maletas que trajimos con mucha ropa, trato de sacar una de ellas del auto pero pesa tanto que se me cae.
El golpe de una puerta me hace voltear enseguida, me quedo hipnotizada al ver a un hombre que estaba lavando una camioneta gris al lado de mi casa, ese chico parecía un ángel de los que salen en las pinturas religiosas, es alto de piel blanca y cabello castaño claro, sus labios son carnosos y de color rosado e igual que sus mejillas, sus ojos de azul intenso profundos como el océano. Todo él era súper guapo.
No me había percatado que lo estaba observando fijamente como una tonta, hasta que él también se me queda mirando fijamente, me sentí como una idiota y volteo mi mirada enseguida.
¡Por dios, Amanda, ya deja de mirar a ese hombre! . Me digo en mi mente algo avergonzada.
Respiro profundo y continúo tratando de bajar las pesadas maletas del auto. Un fuerte brazo pasa por frente de mi vista y saca una de las maletas con tanta facilidad que me impresiona, miro a mi lado y veo al chico que hace un instante estaba lavando la camioneta, ahora estaba tan cerca de mí que me hace sentir nerviosa.
— Gracias por ayudarme — le digo al ver que el chico saca todas las maletas y las coloca en el suelo — Voy hacer tu nueva vecina, me llamo Amanda Anderson — extiendo mi mano para presentarme, él no la toma solo se me queda mirando muy serio.
— León Smith — escucho que susurra antes de irse.
Apenas pude escuchar su nombre. León Smith será mi nuevo vecino, la idea de tenerlo como vecino me agrada, aunque a la vez me pareció un hombre extraño.
Ya dejo de analizar a mi vecino y me dispongo a seguir con las pesadas maletas, suspiro al ver que la voy a tener que arrastrar hasta la casa, mi madre y yo está vez que si exageramos con la ropa que trajimos.
¡Me fuera ayudado a llevarla hasta la casa, se ve que es muy fuerte, León malo! . Pienso mientas arrastro las maletas con mucha dificultad.
León Smith 🌹
¿Qué demonio está sucediendo? Se supone que esa casa estaba abandonada, entonces ¿Qué rayos está haciendo esa chica ahí?.
Miro con disimulo entre la cortina de la ventana, la veo que arrastra las maletas hasta su casa, trajeron mucha ropa, eso solo quiere decir que se quedarán un largo tiempo a vivir en este pueblo.
Esto ya no está bien, yo no puedo tener vecinos, por eso me mudé a este pueblo retirado de las personas, fue para estar solo.
Trato de respirar profundo y calmarme, no me agrada la idea de tener personas tan cerca de mí, eso no es bueno. Subo a mi habitación y tomo la medicina que me habían prescripto los doctores: aunque ya no veo que me hagan efecto, mi ansiedad cada ves empeora más. Tomo más pastillas de las que me prescribieron, esa era la única forma de relajarme.
Me acuesto en mi cama con la mirada al techo y poco a poco me voy quedando dormido por el efecto de la medicina.
“Mi vida es una mierda”. Pienso mientras el sueño me vence por completo.
Amanda Anderson 🌹
Por fin logro vencer el peso de todo el equipaje que trajimos, por fin lo pude llevar dentro de la casa. Me tumbo en el mueble a descansar y recobrar el aliento, definitivamente yo no nací para hacer trabajos pesados, de broma puedo con mi alma.
Mi madre se me acerca y sonríe al ver lo agotada que estoy, ella comienza a sacar toda la ropa y arreglarla con un orden impresionante, hay entendí que mi obsesión por la limpieza es hereditario.
Llega la noche y estoy súper agotada. Todavía me falta preparar la cena, parecía que este día no tenía fin. Mi madre se encuentra sentada en la sala, está muy pensativa y ya me imagino lo que está pensando, así que me le acerco y la abrazo.
— ¿A qué se debe ese abrazo?, Amanda.
— A que te quiero mucho, mamá — ella sonríe con calidez.
— Gracias por todo el esfuerzo que haces por mí, Hija, si no fuera por ti sentiría más miedo del que siento. ¡Tengo miedo de morir! — mi madre rompe en llanto, ya no aguantaba retener más en su pecho esas lágrimas de dolor.
— ¡Mamá, por favor, no digas eso! Me duele que no pueda hacer nada para ayudarte — ella se me acerca y con sus manos seca mis lágrimas que caen por mis mejillas.
— Hija, no digas que no me estas ayudando si gracias a ti estoy muy feliz. Ya mejor dejemos de llorar como bobas y vamos a preparar la cena que tengo hambre — sonreímos mientras ella me sujeta de la mano para ir a la cocina. Mi madre es una mujer muy fuerte a pesar que tiene esa enfermedad, ella trata de sobrellevar su terrible diagnóstico.
Ya es tarde y subo a mi habitación a descansar, hoy sentí que fue el día más largo que he vivido, será porque la pasamos todo el día limpiando y arreglando. Me acerco a la ventana y la abro para que entre un poco de aire fresco; sentía que estaba haciendo mucho calor en esa habitación, al abrir la ventana el calor se aumentó más, pero está vez lo sentía más en mi rostro, al ver que la ventana de la casa de mi vecino también estaba abierta y se dejaba ver a mi vecinito en su habitación, andaba envuelto en una toalla que me dejó ver su cuerpo muy bien definido, también pude notar que tenía varios tatuajes que no pude ver de que eran por lo lejos que estábamos. Él se da cuenta de mi presencia y me mira, volteo enseguida la mirada y cierro la ventana de golpe.
¡No lo puedo creer, mi habitación da con la de León, hormonas por favor cálmense!.
Me alejé de la ventana algo nerviosa y me tumbo en mi cama, él me había visto observándolo y me preocupaba que piense que lo estaba espiando.
¡Qué vergüenza!
Me acuesto y apago la luz y al instante la luz que se reflejaba en la ventana proveniente de la habitación de León también se apagó, cierro mis ojos y me quedo enseguida dormida con una sonrisa idiota en mi rostro al recordar a ese chico con cara de ángel.
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