seven ━━ only love can hurt like this.

🎀 CHAPTER SEVEN . . .
❝ only love can hurt like this ❞

Narra Andy !

DOLOR. Eso era lo único que podía sentir en el momento en el que vi a Olivia y Connor a punto de besarse.

Había pensado en disculparme con Olivia, y así poder hacer las paces de una vez por todas, así que fui a un parque a recoger flores, para hacerle un ramo.

Cuando se lo hube hecho, sonreí, al ver que las flores eran de sus dos colores favoritos: azul y morado.

Me dirigía hacia su casa, con una sonrisa de oreja a oreja, sin esperarme que me llevaría una sorpresa en el camino.

Anduve por unos minutos, observando todo lo que había a mi alrededor, mientras pensaba en lo que le diría a Olivia.

Pero mi mirada se posó en otra cosa, o mejor dicho, en dos personas. Sentí cómo me quedaba paralizado y como el corazón se me rompía.

Olivia y Connor estaban centímetros uno del otro.

¿Se estaban besando?, pensé en ese momento, pero después me di cuenta de que no.

«Gracias a Dios, también te digo.»

Noté cómo las lágrimas se me acumulaban en los ojos, al ver aquella dolorosa escena. Mi labio comenzó a temblar, pues no podía creerme lo que veía.

Todo el plan se había ido a la mierda, no había nada que hacer.

Al parecer, Olivia sintió que alguien los observa, por lo que se giró hacia atrás, para verme, y abrir los ojos como platos.

―A-Andy... ―escuché que musitaba, mientras me miraba.

Yo negué, con la cabeza, y me giré para irme por donde había venido.

Empecé a llorar, pues el dolor que sentía en mi pecho era cada vez más fuerte.

―Andy. ―dijo Olivia, para acercarse a mi, pero yo acelere el paso― ¡Andy, espera, por favor!

La chica me tomó de la mano, para hacerme girar, y eso fue lo que pasó. Me giré, para mirar a aquellos ojos color café que tanto tiempo me encantaría obsetfar sin descanso.

Intenté zafarse de su agarre pero, sorprendentemente, ella era más fuerte que yo.

―¡Déjame en paz, Olivia! ―exclamé, mientras sentía cómo la rabia y el dolor me consumían― ¿¡Tú ves normal que estuvieras a punto de besarte con un chico al que acabas de conocer!?

Olivia me miró, con incredulidad.

―¿Perdona? ―dijo, notablemente molesta― ¡Por si no lo recuerdas, estás saliendo con mi ex-mejoramiga, a quien conoces desde hace una semana!

Yo me callé, pues sabía que tenía razón.

Pero lo que Olivia no sabía era que todo era parte del plan, y que no siento nada por Lydia.

Mis ojos siempre estarán puestos en Olivia Friedman.

―Andy, por favor, tan solo déjam-...

Ahí fue cuando exploté.

―No, no tienes que malgastar saliva en decirme cuánto te gusta Connor, y tampoco tienes que inventarte excusas para hacerme sentir mejor, porque te aseguro desde ya que eso no va a funcionar. ―solté, mientras lágrimas resbalaban por mis mejillas. Olivia abrió la boca, para hablar, pero se lo impedí― Oh, y una cosa más: cuando te rompa el corazón, que lo hará, no cuentes con mi ayuda; no esperes que te reciba en mi casa con los brazos abiertos, cuando estés llorando a moco tendido y disculpándote conmigo cuando sepas que tengo razón.

Después de eso, suspiré, pero estaba orgulloso de lo que había dicho.

Connor no me daba buena espina.

No le dejé decir nada más, y me di la vuelta para irme por donde había venido.

Tiré el ramo de flores al suelo, con la mala suerte de que este cayera en un charco de barro, ensuciándolo por completo, hasta que los pétalos azules y morados se convirtieran en unos marrones.

―Andy... ―escuché que lloró mi nombre pero no me di la vuelta.

Tan solo seguí mi camino, hasta llegar a mi casa. Entré, y no había nadie.

Qué sorpresa.

Subí a la parte de arriba, para entrar a mi habitación para tirarme en plancha hasta mi cama, para llorar sin parar, y sin que nada ni nadie me interrumpirá.

Esa era una de las ventajas de estar solo: puedes desahogarte todo lo que quieras, ya que nadie se daría cuenta.

No salí de allí en toda la tarde, ni siquiera para cenar; se me había quitado hasta el apetito del dolor y rabia que sentía.

Solo el amor puede doler así...

Agarré mi móvil, para escribirle a Lydia.


Lydia

Lydia.

Lo siento, pero
tenemos que
abortar el plan.


¿Qué? ¿Por qué?


He pillado a Olivia y
a Connor a punto de
besarse en el parque.

¿¡Qué!?

Dime qué es una broma.

No, no lo es.

Creo que es mejor que no sigamos con el plan, pues ya no hay nada que hacer.


Pero, Andy, no
te puedes rendir
así como así, tienes
que luchar por ella.

Tengo que aceptar
que la he perdido,
para siempre.

Hay cosas que quiero
(o, mejor dicho, necesito)
decirle, pero la dejaré ser
feliz con Connor.

Ya he perdido mi oportunidad,
y lo que he visto esta tarde
ha sido más que suficiente
como para darme cuenta de
que ella nunca, nunca ha estado
por mi, y nunca lo estará.

Siempre será Connor, solo él.

No estoy para nada
de acuerdo contigo,
pero vale, si es lo
que quieres...
dejamos el plan.

Eso sí, habrá que
pensar en una excusa
para decirle a todos, ¿no?


Sí, pero tranquila,
que ya se me
ocurrirá algo.

De acuerdo.
Buenas noches, Andy💫


Buenas noches, Lydia,
y gracias por todo😊.


HAS LLEGADO AL FINAL DE LA CONVERSACIÓN.


Dejé el móvil en la mesita de noche, para apagar la luz de mi habitación y cerrar los ojos.

Pero no podía dormir, ya que cada vez que cerraba los ojos, se me venía a la mente el casi beso de Olivia y Connor.

Gruñí, y me di la vuelta, para quedarme mirando hacia la pared.

De un momento a otro, acabé durmiéndome.

AL DÍA SIGUIENTE, ME TOCABA IR A LA RESIDENCIA, PARA VER A MI ABUELA. La verdad es que no tenía ganas de ir, ya que eso supondría ver a Olivia.

No hemos vuelto a hablar desde lo de ayer por la tarde.

Ahora, me encontraba sentado en una de las mesas del patio, junto a mi abuela y Stacy.

Olivia se encontraba a un par de mesas más alejadas, mientras estaba con dos abuelita, jugando al jenga.

La voz de Stacy me hizo volver a la realidad.

―¿Te gusta hacer puzles?

―La verdad es que no, me aburren. ―contesté.

―Total.

Yo miré a la chica, con una ceja alzada, pues se notaba que eso lo había dicho para quedar bien.

―Eh... una cosa. ―dijo Stacy, y yo volví a mirarla― ¿Qué tal besa Lydia?

Mierda.

―No... no está mal. ―mentí, pues Lydia besaba realmente mal.

―Ya... ―fue lo único que dijo ella― Quizás, es porque fuíste su primer beso.

Yo fruncí el ceño, pues Lydia me había dicho todo lo contrario.

―No, ella me ha dicho que ha besado a un montón de chicos antes.

―¿En el campamento? ―preguntó, y yo solo le seguí la corriente, pues eso sí que no lo sabía.

―Sí, en el campamento.

―¿Y no crees que te ha mentido exageradamente sobre su experiencia? ―preguntó, mientras me miraba.

―Sí, la verdad es que parece que le esté dando un beso a un oso de peluche, o algo así. ―contesté, esta vez siendo honesto.

―Dios, tienes mucha paciencia. ―comentó― Eres un santo.

Yo la miré, con una sonrisa, pero no una sonrisa pícara, sino una divertida.

―Sí... supongo.

Stacy me sonrió, y yo volví a dirigir la mirada hacia el puzle, para no mantener el contacto visual con ella.

―Veinte puntos para mí. ―informó mi abuela.

―Claro, abuela. ―dije, con un tono de voz más suave.

―¿Quieres que os haga una foto a ti y a tu abuela, para que tu madre sepa dónde estás?

«¿Para qué, si no les importa ni a mi madre ni a mi padre lo que haga o deje de hacer?»

―Sí, eso... eso es una buena idea. ―dije, con la voz un poco entrecortada, y fingiendo una sonrisa.

Sin embargo, Stacy no lo notó.

«Olivia lo habría notado.»

Stacy se acercó más a mi, incomodándome un poco.

―De acuerdo... ―musité, incómodo.

Stacy alzó su móvil, para así salir ella también en la foto; era un selfie.

Yo saqué los dedos del medio (para así desahogarme con mis padres, aunque fuera a través de una foto), y a mi abuela vio lo que hice, confundida, pero no dudó rn copiar mi movimiento.

―Qué graciosa. ―dijo Stacy, viendo la foto, y me miró― Quiero que lo sepa la rabina Rebecca, pues esto forma parte de mi proyecto que tengo con Olivia.

Hablando de la reina de Roma, escuché un fuerte sonido en su mesa, y después escuché unas risas.

Giré mi cabeza, para ver a Olivia reírse, ampliamente, junto a las dos abuelitas que tenía a sus lados, ya que todas las piezas del jenga se había esparcido por toda la mesa; Olivia había perdido.

Cuando vi su sonrisa, una calidez me inundó por dentro. Tenía una sonrisa contagiosa, de esas que querrías estar horas observando y no te cansarías.

Ella notó mi mirada, por lo que se giró y y mantuvimos el contacto visual, por unos segundos.

Esto ocasionó que mi corazón latiera con mucha más rapidez, y que mi estómago se pusiera del revés.

La voz de Stacy me sacó de mi trance, para mirar a la chica, así rompiendo el contacto visual con Olivia.

―¡Uy, qué tonta soy, te he mandado más fotos sin querer!

Yo abrí las fotos, y alcé las cejas al ver que era Stacy haciendo poses muy raras, y el maquillaje que llevaba hacía que pareciera un payaso.

Me aguanté las ganas de reír, pero me puse serio al darme cuenta de que Stacy estaba intentado coquetear conmigo mediante fotos sensuales.

―Stacy, lo siento, pero... no siento lo mismo por ti. ―confesé, y su expresión cambió, radicalmente― Siento si he te herido, pero ahora mi corazón solamente pertenece a una persona, pero esa persona no eres tú. No me malinterpretes, eres una chica amable, buena y simpática, pero...

―Te gusta Lydia, ya lo sé.

―No, de hecho... he roto con ella. ―respondí, y Stacy abrió mucho los ojos― Sí, fue ayer por la noche. No nos entendíamos mutuamente, y pues decidimos dejar nuestra relación.

―Oh... pues lo siento mucho. ―contestó― Pero lo siento por ti, no por Lydia, pues se merece todo lo malo que le pase. Nunca le perdonaré lo que me hizo a mi y a Olivia.

―De hecho, eh... Lydia se arrepiente mucho de lo que os hizo a las dos. ―dije, para ahora ser yo el que intentara ayudar a Lydia― Tan solo dale una oportunidad, Stacy, y oa demostrará que ha cambiado para bien.

Ella rió, pero su risa no tenía ni una pizza de gracia.

―Sí, claro, para que luego vuelva a reírse de mi y de mi hermana a nuestras espaldas. ―bufó― Andy, mira, no sé qué es lo que te ha dicho esa, pero quiero que sepas que te ha mentido.

Yo no dije nada, tan solo bajé la mirada.

―Es por mi hermana, ¿no?

Esa pregunta me dejó helado, pues no me la esperaba para nada.

Yo miré a Stacy.

―Yo...

―Lo sabía. ―dijo, para recargarse en la silla― Lo supe desde el momento en el que te dio la pelota el otro día. Esas miradas, ese sonrojo, esas sonrisitas...

Yo bajé la mirada, ya que no sabía cómo iba a reaccionar.

―Lo último que quería era herirte, Stacy.

―Lo sé, pero... me va a costar asimilarlo.
―respondió, mientras suspiraba.

―Stacy, ¿podrías hacerme un favor?―ella asintió― Por favor, no se lo digas a nadie, ni siquiera a Olivia.

Ella frunció el ceño.

―¿Por qué?

―Porque, si le digo lo que siento por ella, ahora que está teniendo algo con Connor, no me puedo imaginar la que se ve a liar.

―¿A ti te da buena espina?

―A mi si, desde em primer momento en el que lo ví. ―contesté― ¿Y a ti?

Ella negó ―No, nunca me la ha dado, ni siquiera cuando hablaron por primera vez.

―Da igual, ya no... ya no hay nada que hacer.

―Ya... ―ella bajó la mirada, dolida, y la verdad es que no le culpo― Que sepas que estoy muy enfadada contigo, ¿sabes?

―Lo sé, lo sé, y lo siento, de verdad. ―dije, realmente sintiéndome mal por la pelinegra― Pero, es que... me gusta mucho, Stacy, desde hace muchísimos años.
―¿Y por qué decidiste salir con Ludia, eh?

―Eso... eso aún no lo puedes saber. ―ella rodó los ojos, mientras sonreía, irónica― Lo haré, te prometo que lo haré, pero en estos momentos no.

―Sí, sí, lo que tú digas.

De repente, alguien apareció en el patio, haciendo que la sonrisa de Olivia se ensanchara.

―¡Connor! ―exclamó, para despedirse de las abuelita y dirigirse hacia él, y abrazarlo fuertemente.

No os voy a mentir, quería romper a llorar ahí mismo.

―Me dijiste que viniera aquí, y aquí estoy. ―explicó, y yo rodé los ojos― ¿Nos vamos?

―Sí, es que... tengo que despedirme de mi hermana.

Mierda, va a venir para acá.

―Vale, pero no tardes mucho. ―le advirtió, y yo fulminé a chico con la mirada.

¿Acababa de manipularla?

―Sí, tranquilo. ―respondió, para acercarse a nosotros; miró solamente a Stacy― Eh, Stace, Connor y yo nos vamos a dar una vuelta por ahí. ―comentó, con una sonrisa― ¿Te importaría quedarte aquí, y ser tú la que se encargue de estar cuidando a los abuelitos?

Stacy suspiró, no muy de acuerdo.

―Oh, vamos, Stace, yo no te molesto cuando estás hablando con Andy. ―me miró, con ¿dolor?, y volvió a dirigir su mirada hacia su hermana― Porfa...

Stacy rodó los ojos.

―Está bien, está bien, pero solo por hoy. ―contestó, y Olivia abrazó a su hermana― Que os divirtáis.

―Gracias, hermanita, te quiero.

―Y yo a ti.

Ella volvió con Connor, quien me dio una mirada de superioridad, al entrelazar su mano con la de Olivia.

Yo apreté los puños, mientras lo miraba; él soltó una risita, para desaparecer de allí junto a Olivia.

Sentía que no era bueno para ella, ya que su comportamiento manipulador y orgulloso no me había gustado ni un pelo.

Pero ya no podía hacer nada para separarlos, aunque me doliera mucho.

Demasiado.

Unas horas después, el móvil de Stacy sonó, era su madre.

―¿Sí, mamá? ―dijo, poniendo el altavoz, mientras los dos salíamos de la residencia.

―Stacy, cariño, ¿quieres que vayamos tu padre, tu hermana, tú y yo a comer al centro comercial, y así aprovecháis para que vayáis probándoos vestidos para vuestro bat mitzvah? ―preguntó― Tranquila, Ronnie no va a estar para burlarse de vosotras, ya que va a pasar la noche con Zaara.

Yo reí un poco, y Stacy me fulminó con la mirada.

―Sí, me parece bien. ―contestó― Acabo de salir de la residencia, así que podéis venir a por mí.

―Vale, vamos a recoger primero a tu hermana, ya que ha salido hace unas horas a dar una vuelta con Connor. ―yo volví a rodar los ojos. Dime algo que no sepa, Bree― En unos diez minutos estamos allí.

―Sí, ya sé que ha ha con Connor a dar una vuelta, mamá. ―dijo la pelinegra― Vale, aquí estaré.

Stacy colgó, y yo metí mis manos en los bolsillos.

―Bueno, yo me voy a ir ya.
―comenté― Mi madre... mi madre me estará esperando para comer. ―mentí.

―Vale, hasta mañana, Andy.

―Hasta mañana, Stacy.

Empecé a caminar, hasta llegar a mi casa, y empezar a prepararme unos macarrones con queso.

Acto seguido, me acosté en el sofá con con plato de comida en la mano, para ponerme Netflix y ver una película.

Otra ventaja al estar siempre solo: puedes hacer lo que te dé la gana, ya que nada ni nadie te lo impediría.

Narra Olivia !

DESPUÉS DE PASAR PRÁCTICAMENTE TODA LA MAÑANA CON CONNOR, ahora tocaba pasar tiempo con la familia, y aprovechar para probarnos vestidos para nuestro bat mitzvah.

Mi hermana y y nos estábamos probando los mismos vestidos, ya que mi madre se había empeñado en que fuéramos iguales.

―Estos nos quedan grandes. ―dijo mi hermana, para lanzar los dos vestidos por encima del probador.

―Entendido. ―dijo mi madre― ¿Por qué no os probáis los que tienen tirantes?

Nosotras no respondimos, ya que estábamos muy ocupadas abrochándonos los vestidos que decía.

Nos los habíamos puesto antes de que dijera algo.

―Y, bueno... ¿qué tal vais con el vídeo de presentación de Lydia?

Stacy y yo nos miramos, para titubear un poco, antes de decir:

―Eh... ya lo hemos terminado.

―Vale.

―No, ni de broma. ―dije yo, mirando el vestido rosa pastel con un lazo gigante en su espalda.

No era mi estilo, ni de lejos.

―¿Y por qué no?
―preguntó nuestra madre.

―Pues porque no. ―respondimos mi hermana y yo.

―Vale, pues... probaros los últimos. ―sugirió nuestra madre.

Nosotras miramos hacia los vestidos, para suspirar.

―¡No, esos son los peores! ―exclamó Stacy.

―Probároslo.

―¿Por qué? ―preguntamos las dos, en un tono irritado.

Oímos cómo nuestra madre suspiraba, y salimos del probador ya con los vestidos puestos.

La verdad es que no me desagradaba del todo, pero no me terminaba de convencer.

Nuestra madre ahogó un grito de asombro, al vernos.

―Estos sí que me gustan.

―Estoy como la señora del instituto que va a la clase avisarle a un niño de que sus padres tuvieron un accidente. ―yo fruncí el ceño, ante el ejemplo que mi hermana acababa de usar.

―¿Es... es algo tan habitual?――preguntóla mayor, y Stacy rodó los ojos para acercarse a dos vestidos que habían colgados en las perchas.

―Por favor, ¿podemos comprar este? ―señaló un vestido rosa fucsia, pero bonito― Es ideal para la fiesta.

―En eso tiene razón. ―dije, para acercarme al otro vestido, el cual era de colores azules y morados, pero en tonos así metálicos; no sé cómo explicarlo― Mira qué bonitos colores tiene, mamá, me gusta mucho más que el que llevo puesto.

―Los dos vestidos juntos cuestan más que nuestra casa. ―informó, con una mueca de pena.

Stacy rodó los ojos.

―Ya, claro es que como es para Dios, es demasiado caro.

―No es solo el precio. ―dijo ella, para acercarse a Stacy para arreglar unos mechones de pelo rebeldes que tenía en la cara― Este es más prudente.

―Sí, lo que toda mujer quiere oír en el día más importante de su vida ―dije, irónica―: "Olivia, Stacy, vuestros vestidos son muy prudentes".

―Olivia, cariño... ―dijo, subiéndome una manga del vestido, ya que se estaba dejando ver un tirante de mi sujetador― Estos son bonitos, apropiados, no cuestan un ojo de la cara, y...

―No, no lo digas. ―se apresuró a decir Stacy― ¡Por favor, mamá, te lo suplico!

―¡Te lo suplicamos!

―Adjudicados. ―respondió ella, con burla, y nosotras dos gruñimos.

―¡Ay, Dios, pero si son feísimos! ―exclamó Stacy, mientras que ella y yo nos metíamos de nuevo en el probador, para ponernos nuestra ropa normal― ¡Vas a destrozarnos la vida!

Minutos después, salimos con nuestra ropa normal ya puesta, y nos dirigimos a pagar.

Mientras que mamá se peleaba con la tarjeta de crédito, nosotras dos veíamos los vestidos que nos habían gustado.

Suspiramos, y escuchamos una voz que reconocían muy bien.

La de Lydia.

Ella estaba reprochándole algo sobre un vestido a su madre y nosotras sonreímos al verla; echábamos de menos a nuestra mejor amiga, aunque no lo demostráramos mucho.

Ella notó nuestra mirada, por lo que nos miró, y rápidamente se nos borró la sonrisa. Ella rodó los ojos, y decidió mirar a otro lado.

Stacy apartó la mirada de ella, y se dirigió a nuestra madre.

―Mamá, ¿podemos irnos ya?

―Sí, ya nos estamos aburriendo.

―Sí, ya nos vamos. ―contestó― Agarrad las bolsas.

Stacy agarró una, y yo agarré otra, para comenzar a caminar.

―Ya verás cuando vuestro padre vea los vestidos, le van a encantar. ―dijo, para darse cuenta de que Lydia, su madre y su padre estaban allí― ¡Gabi!

La nombrada se giró, para mirar a nuestra madre.

―¡Bree!

―¡Anda, mira, pero si está aquí Lydia! ―exclamó nuestra madre, con una sonrisa.

―¡Dios, hacía siglos que no coincidíamos!

Las madres se abrazaron, y Lydia, Stacy y yo rodamos los ojos al darnos cuenta de que sí o sí teníamos que entablar una conversación.

Nos acercamos, lentamente, hasta quedar cara a cara con ella.

Noté cómo Lydia pensaba en algo, para hablar.

―Andy ha roto conmigo.

Yo abrí los ojos, como platos. ¿¡Andy había roto con Lydia!?

Perdón, me he emocionado: ¿Andy ha roto con Lydia?

―Uy, pues lo siento. ―dije, fingiendo sentir pena― Érais la pareja perfecta.

No me critiquéis mi manera de comportarme, por favor, pues Lydia se merece que le hable de esa forma.

―Dijo que le había mentido sobre mi experiencia sobre besar. ―comentó, mirando a Stacy.

―Bueno, sí que le has mentido, así que... ―contestó ella, con una sonrisa divertida.

Yo sonreí, mientras miraba a la joven Katz. Ella nos fulminó a las dos, con la mirada, y estuvo así durante unos segundos.

Hasta que las madres se despidieron, con un abrazo amistoso.

―Pues nada. ―dijo Stacy, alejándose de Lydia― Chao...

Mi hermana y yo comenzamos a andar, seguidas de nuestra madre.

Ella despertó a nuestro padre, quien se había quedado dormido en el sofá de una de las tiendas, para irnos a tomar un helado.







(...)







Narra Andy !

AL DÍA SIGUIENTE, ESTÁBAMOS EN EL INSTITUTO. Era última hora, y todos estábamos muy cansados de estar casi seis horas en aquella cárcel.

Sin embargo, a mí se me lavaron rápido, pues me había pasado aquellas horas observando a alguien.

Y no a alguien cualquiera, ni mucho menos.

A Olivia.

Me quedaba embobado viendo cómo tomaba apuntes de lo que explicaba el profesor, de su manera de hablar, de su forma de ladrar la cabeza cuando no entiende algo en Matemáticas...

Pero los celos me carcomían, al ver a ella y a Connor compartir miradas y notitas en clase.

Me ponía enfermo con tan solo verlos sonreírse el uno al otro.

Ahora mismo, la rabina Rebecca junto a otro profesor se encontraban cantando una canción que, honestamente, no sabía ni de lo que iba.

Olivia y Stacy miraron a Lydia, y está también las miró, para apartar la mirada rápidamente.

Vi cómo Olivia movía su pierna de arriba a abajo, y eso solamente lo hacía cuando se ponía nerviosa, o se agobiaba.

Ella levantó la mano.

―Olivia, dime... ―canturreó la rabina Rebecca, mientras miraba a la chica.

―¿Puedo ir al baño?

―Claro que sí... haz pipí, pero después... vuelve aquí. ―siguió canturreando.

―Rapidín... ―se unió el otro profesor.

―Rapidín...

Ella sonrió, por lo que me contagió su sonrisa.

Se levantó de su asiento, y salió del aula, bajo la mirada de dos personas en la clase.

La mía, y la de Connor.

Vi cómo el chico maquinaba algo en su cabeza, por lo que fruncí el ceño.

¿Y este qué trama?

La rabina Rebecca y el profesor terminaron de cantar, y la clase estalló en vítores y aplausos.

―Gracias, gracias... ―hizo una referencia la mujer― Bueno, ¿Alguien sabe el significado de esta pieza musical?

Nadie alzaba la mano, salvo Connor.

Yo rodé los ojos.

―¡Connor, venga, ilumínanos! ―exclamó la rabina Rebecca.

―"¡Connor, venga, ilumínanos!" ―imite a la mujer, pero lo más bajo que pude; estaba celoso, no os lo voy a negar.

―Yo... yo también tengo que ir al baño. ―comentó, con cierta timidez en su voz.

Volví a fruncir el ceño, pues sabía perfectamente lo que tramaba.

―¿Es que nadie va al servicio antes de clase? ―preguntó, agotada― Vale, Connor, pero date prisa.

―Rapidín... ―empezó a canturrear de nuevo el profesor.

―Rapidín...

―Rapidín... ―canturreó toda la clase.

―Ve, Connor...

―Ve, Connor...
―canturrearon, y él solo lea dedicó una sonrisa nerviosa, para salir de clase.

Una sensación amarga me invadió el estómago, pues no quería (o, mejor dicho, no podía) imaginarne lo que Connor podía hacer con Olivia.

Sacudí mi cabeza, liberando cualquier otro pensamiento, y volví a prestar atención a la clase.

Narra Olivia !

SALÍ DE LA CLASE LO MÁS RÁPIDO QUE PUDE. No sabía el por qué, pero al ver que Lydia ya no nos dirigía ni la mirada, me empecé a agobiar.

No quería perderla, pero al mismo tiempo... sabía que era mejor no volver a juntarme con ella.

Anduve hasta el baño, hasta que vi a Mateo junto a varios niños.

Sonreí, pues últimamente no habíamos hablado mucho.

Me acerqué a él, mientras empecé a hablar.

―A pesar de no ser judío, vas al templo más veces que mi hermana y yo juntas. ―bromeé, mientras me acercaba a él.

El chico alzó la mirada, para sonreírme.

―Hey, Liv. ―saludó, con una sonrisa muy tierna en su rostro― Sí, bueno, también voy a la iglesia todos los domingos, pero entre semana intento hacer buenas acciones para ayudar a los demás.

Vi cómo dos niñas tenían las manos entrelazadas, y se miraban con cariño.

Sonreí, inconscientemente.

―Hoy voy a ayudarles a preparar "Chala". ―continuó.

―¡"Jala"! ―le corrigieron todos y cada uno de los niños pequeños, a la vez.

―¡Vale, vale, "Jala"!―exclamó, alzando los brazos en señal de paz.

Yo reí, mirando al chico; era perfecto para mi hermana.

―Estamos esperando a que nos abran la cocina, pero tardan mucho.

―Sí, típico de la señora Littman. ―dije― La conozco desde que tenía seis años.

―¿Sabes una cosa, chica guapa? ―dijo una de las niñas que tenía las mano entrelazada con la otra, con una sonrisa muy tierna. Yo la miré, con una sonrisa, y me agaché para quedar a su altura― Mi mami dice que si no me aprendo bien los rezos, no me dejará jugar al "Call of Duty" nunca más.

―Uy, pues entonces más vale que te los aprendas. ―contestó Mateo, haciendo que ría.

―No te preocupes, creo que el señor Mateo se los sabe de memoria. ―dije, mirando al chico, quien me sonreía.

Mateo comenzó a cantar, y segundos después se unieron todos los niños, para cantar con él.

Yo miraba todo, con una sonrisa. ¿Por qué mi hermana no se daba cuenta de que Mateo era el indicado para ella?

¿Y por qué no te das cuenta de quién es verdaderamente el indicado para ti?

Porque ya lo sé: Connor.

¿Estás segura de eso?

La verdad es que no, no estaba para nada segura de si Connor era realmente el indicado para mi.

¿Y si, al fin y al cabo, Andy era el realmente indicado para mi?

Estaba muy confundida, pues los sentimientos que tenía por los dos me hacían querer tirarme de un puente.

Segundos después, la señora Litman apareció detrás de Mateo y de los niños, 9ara abrir la puerta de la cocina.

Todos los niños empezaron a gritar, emocionados.

―¡Señora Litman! ―exclamó Mateo, y me miró, sacándome de mis pensamientos― ¡Bueno, Liv, tengo que irme, o debidamente todo a su paso! ―bromeó, y yo reí― Dale recuerdos a Stacy de mi parte.

―Lo haré, hasta luego, Mateo. ―me despedí, y me giré para darme cuenta de que ya no estaba agobiada, sino que estaba muy calmada.

Mateo me había alegrado.

Sonreí, y me dirigí a clase, pues no quería tardar mucho.

Sin embargo, vi a alguien que estaba recargado en una de las paredes del edificio.

Connor.

Él estaba cruzado de brazos, mientras miraba hacia el techo. Me vio, y su sonrisa se ensanchó.

Yo fruncí el ceño. ¿Qué hacía aquí?

Giré mi cabeza hacia atrás, para comprobar si me estaba saludando a mi, y lo estaba.

Yo le correspondí el saludo, con un leve asentimiento.

―¿Qué... qué te cuentas? ―me preguntó, acercándose un poco más a mi.

―Pues nada importante, la verdad. ―respondí.

Pude ver cómo el chico miraba hacia otra parte y, segundos después, asentía para dirigir su mirada de nuevo hacia mi.

Eso me hizo volver a fruncir el ceño, pero no le di demasiada importancia.

―Oye, eh... ¿tú alguna vez has besado a alguien? ―me preguntó, mientras seguía cruzado de brazos.

Tragué saliva, pues no me esperaba para nada aquella pregunta.

―Eh... no.

―Bueno, pues... ¿quieres probarlo?

Yo sonreí, nerviosa, mientras me pellizcaba para saber si aquello era un sueño.

―Sí, vale.

―De acuerdo, pues... vamos.

Él me extendió su mano, para que entrelazara la mía con la suya. Yo acepté, y lo tomé de la mano, con una sonrisa.

Nos dirigimos hacia el armario de los besos, pero ya habían dos personas dentro.

El chico suspiró, pero se le ocurrió una idea.

―No pasa nada, ya sé a dónde ir. ―dijo, sin soltar mi mano.

Comenzó a andar, mientras que yo lo seguía. Vi que me guiaba hasta el templo, pero no dije nada al respecto.

Llegamos al altar, y cerró la cortina que había, para que nadie nos viera.

Yo estaba nerviosa, pues sabía que Connor iba a ser mi primer beso.

Pero... ¿y si nos pillan? ¿y si nos expulsan por esto?

―Eh, no tienes nada de qué preocuparte. ―me intentó calmar Wilson― Nadie sabrá qué estamos aquí.

―Ya, pero... ¿y si a Dios le molesta?―pregunté, no muy convencida del beso.

―No, estoy seguro de que a Dios le mola que nos gustemos tanto.

«Qué-»

―Sí, eh... tienes razón. ―dije, dejando de lado a la vocecita de mi cabeza.

Todo se quedó en silencio, mientras que Connor se acercaba aún más a mi.

Nuestras respiraciones empezaron a acelerarse.

Él miró a mis labios, y yo miré a los suyos.

No se aguantó más, y posó sus labios sobre los míos, delicadamente. Los dos cerramos los ojos, para disfrutar más el momento.

Fue un beso torpe, y muy tierno, pero no podía evitar pensar que me gustaría que hubiera sido con Andy.

Me hubiera encantado que Andy Goldfarb fuera mi primer beso.

Pero, lamentablemente, no fue así.

Sin embargo, aquel beso me terminó de aclarar mis dudas: Connor era el indicado, no Andy.

Repito: ¿estás segura de eso?

Cállate, déjame disfrutar mi primer beso.

Sí, el cual te habría gustado que hubiera sido con Andy, no con Connor.

Que te calles.

Él acariciaba mi mejilla, mientras me pegaba más a él.

No lo iba a megar: aquello me incomodó un poco, pero supongo que fue por la emoción del momento, o incluso solo para profundizar el beso.

Después de unos segundos, la cortina se abrió, dejándose ver a una rabina Rebecca muy enfadada.

Connor y yo nos separamos, con una expresión asustada.

―¡Esto no es el baño! ―exclamó.

―Ay, no... ―musité, mientras me daba la vuelta, frustrada.

Mi padre me iba a matar.

―¿Veis algún retrete?―preguntó― ¡Porque yo no!

―Yo... yo no tenía que ir al baño. ―comentó Connor, con un poco de temor en su voz.

―Ya, no me digas, Sherlock. ―contestó― En fin... Mazel Tov, ya os habéis casado.

―¿Cómo? ―pregunté, atemorizada al escuchar eso.

―Es broma, pero la habéis cagado. ―dijo, antes de cerrar de nuevo la cortina e irse.

Yo suspiré, y Connor me miró, para también suspirar.

Habíamos metido la pata... y hasta el mismísimo fondo.

N/A: Hola, hola, mis amores !! ¿Qué tal estáis? Espero que de maravilla💕.

Y hasta aquí el séptimo (y largo e intenso) capítulo de esta historia. ¿Qué os ha parecido?

Hemos podido ver un poco más sobre la perspectiva de Andy, y sobre sus sentimientos hacia Liv. He AMADO escribir su perspectiva, y espero que os haya gustado cómo me ha quedado.

Liv está confundida: ¿Andy o Connor?🤔

Bueno, confundida ya no está, pues el beso le ha dejado bastante clara su decisión. Pero... ¿estará eligiendo bien?

Connor, ¿qué o a quién estabas mirando, antes de preguntarle a Liv sobre el beso? No me fío ni un pelo...

Liv y Andy mis papis🤭.

El siguiente capítulo será (la mayor parte) sobre el bat mitzvah de Lydia, por lo que será un capítulo bastante largo.

Ojo, se viene una pelea... ¿adivináis quiénes se pelean? Pueden ser quienes menos os esperáis... o no.

Btw, creo que le quedan tres capítulos (sumándole el epílogo) a la historia, y no me quiero despedir de mi hermosa Liv y de mi hermoso Andy...😭💔

En fin, espero que os haya encantado este capítulo, y no os olvidéis de votar y comentar para que esta historia llegue a más gente !!

P.D: Mil gracias por las casi 3K visitas, os adoro con mi alma💘

XoXo, Nahia <3.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top