nine ━━ so we went on our way, too in love to think straight.
🎀 CHAPTER NINE . . .
❝ so we went on our way, too in
love to think straight ❞
DÍAS DESPUÉS DEL DESASTROSO BAT MITZVAH DE LYDIA, tocaba volver al instituto después de un fin de semana, como un día cualquiera.
A Andy ya le habían dado el alta del hospital, aunque seguía teniendo el ojo morado y el labio un poco partido.
Aún no me había perdonado con él, y seguía debatiendo conmigo misma si debía hacerlo
De Connor... bueno, no sabía nada, y nunca pude saber más de él.
Y lo prefiero, pues cuanto más lejos lo tenga de mi vida, mejor.
Nunca le perdonaré el daño que me hizo. Y pensar que al fin y al cabo tan solo fuí parte de una estúpida apuesta que hizo con sus amigos...
Las primeras tres clases se pasaron súper rápido para mi, pues no podía concentrarme en las explicaciones de los profesores.
¿La razón? Un rubio de ojos azules que estaba sentado a dos mesas al lado de mi.
Estuve las tres horas enteras mirando al chico de reojo, pero él siempre estaba atendiendo a las explicaciones de los profesores y apuntando todo lo que decían.
Ni siquiera se molestó en mirarme, y la verdad es que no le culpo.
Por mi culpa, mi ex casi lo mata.
Por mi culpa, seguramente estaría enfadado conmigo ya que él siempre había tenido la razón con Connor.
Por mi culpa, nuestra amistad posiblemente se habría acabado de extinguir.
―Liv. ―me llamó mi hermana, para sacarme de mis pensamientos.
―¿Sí? ―pregunté, mirándola― Perdón, me... me había quedado en el limbo.
―Ya, ya me he dado cuenta. ―contestó― Bueno, lo que quería decirte era que te has pasado las tres horas mirando a Andy, y no te has dado cuenta de que el timbre para ir al recreo ha sonado hace unos cinco minutos.
Yo rodé los ojos, y me levanté de mi pupitre ―Pues vamos afuera, para encontrar algún sitio en el que no me llamen zorra o puta.
Stacy solo bajó la mirada, y las dos salimos del aula, para que todo el instituto nos dedicara miradas asesinas, y roda los ojos para apartar su vista de nosotras.
Ya nadie quería hablar con nosotras, después de enterarse del día horrible que le hicimos pasar a Lydia.
Hablando de la reina de Roma, la encontramos sentada en una de las mesas riendo y hablando felizmente junto a Tara y Nikki.
Oh, sí, casi se me olvidaba... Tara y Nikki también se habían enfadado con nosotras, y os dieron la espalda.
Y, la verdad, sabía que nos lo merecíamos.
Al parecer, Lydia se percató de que Stacy y yo la estábamos mirando, por lo que su mirada fue a encontrarse con la nuestra.
Su sonrisa se desvaneció, mientras nos miraba fijamente con una mezcla de enfado y dolor.
Tara y Nikki fruncieron el ceño, al ver el comportamiento de Lydia, por lo que no dudaron ni un segundo en mirar hacia donde la castaña miraba.
Sus sonrisas no tardaron en desvanecerse.
Lydia se levantó de la mesa, para irse del lugar, seguidas de Tara y Nikki.
Nosotras bajamos la mirada, tristes. Yo alcé la mirada, para buscar casi por inercia a un rubio de ojos azules.
Y lo encontré.
Estaba sentado en alguna de las otras mesas, junto a Mateo, Aaron, Kym, Megan y Anya. Todos hablaban animadamente, mientras que él solamente jugaba con su comida, cabizbajo, mientras tenía la mano apoyada en su mentón.
Yo tragué saliva.
Él pareció notar la mirada de alguien sobre é, por lo que alzó la mirada y nuestras miradas se encontraron.
Sus ojos azules brillaron al verme.
En ese momento, mi corazón se empezó a acelerar y millones de mariposas revoloteaban por mi estómago sin cesar.
Me dedicó una leve sonrisa, la cual yo no dudé en devolverle.
Sin embargo, me di cuenta de que Kym, Anya y Megan me miraban con asco y de arriba a abajo, y no solo a mi, sino que también a Stacy.
Kym me sonrió, falsamente, y me hizo una seña como diciendo. "vete, aquí no te queremos". Yo rodé los ojos y miré de nuevo a Andy, quien solamente fulminaba con la mirada a la asiática.
Suspiré, y fui a sentarme en la mesa en la cual Lydia, Tara y Nikki habían estado minutos antes. El resto del almuerzo fue tranquilo, ya que ni mi hermana ni yo hablamos.
Pero me acordé de algo:
Dentro de dos semanas sería nuestro bat mitzvah, y la verdad es que no teníamos ganas de celebrarlo, porque nos faltaba una persona muy importante para nosotras a nuestro lado.
Y, para mi, me faltaban dos.
EL GRAN DÍA HABÍA LLEGADO: NUESTRO BAT MITZVAH. El día que mi hermana y yo habíamos esperado por tantos años, mientras lo planeábamos juntas para que todo saliera perfecto y que fuera nuestra fiesta de ensueño, por fin había llegado.
Sin embargo, ahora mismo no nos entusiasmaba para nada este día.
«Las Stacy y Olivia de ocho años estarían flipando ahora mismo, pero para mal.»
Totalmente de acuerdo, conciencia, totalmente de acuerdo.
Stacy y yo nos encontrábamos sentadas en unos pufs, mientras mirábamos nuestros vestidos iguales.
―¿Estáis listas, chicas?―preguntó nuestra madre, para entrar a nuestra habitación y ver que no lo estábamos― Venga ya, ¿en serio?
―Y tan en serio, mamá, no vamos a ir. ―respondí, cruzada de brazos.
Stacy asintió, de acuerdo conmigo.
―Oh, claro que iréis. ―contestó― Vestiros, y al coche.
―No, no pensamos hacerlo. ―contradijo Stacy, y yo asentí.
―Bueno, vale, pues despediros de vuestros móviles. ―nos amenazó, extendiendo su brazo para que se lo diéramos.
Stacy y yo nos miramos, para levantarnos y dárselos; esto hizo que la mayor se sorprendiera.
―Vale, total, no tenemos a nadie con quién escribirnos... ―dije, y nuestra madre abrió los ojos como platos y abrió la boca― Te aseguro que nada de lo que digas va a conseguir que Stacy y yo vayamos.
―Estoy de acuerdo con Liv. ―dijo Stacy, y yo le sonreí― Somos unas mujeres adultas que toman sus propias decisiones y que han decidido que hoy se van a quedar aquí.
Pero, de un momento a otro, nuestro padre nos tenía cargadas a mi y a mi hermana como si fuéramos unas bolsas de patatas, ya vestidas y preparadas para montarnos en el coche.
Salimos de la casa, mientras que las dos gritábamos.
―¡Papá, suéltanos, por favor! ―pedí, y pensé en que nuestra hermana mayor podría venir a ayudarnos― ¡Ronnie, ven aquí y ayúdanos a quitarnos a este hombre que dice ser nuestro padre de encima!
―¡Ronnie, ven y haz algo, por favor!
La chica salió de la casa, para ver el panorama que había montado.
―Sí que son unos padres ejemplares, sí. ―se susurró a sí misma, para dirigirse al coche y montarse en él, seguidas de nosotras aunque hubiera sido a la fuerza.
DESPUÉS DE MUCHOS GRITOS Y SÚPLICAS HACIA NUESTROS PADRES de que no queríamos ir al templo ni celebrar nuestro bat mitzvah (que nuestros padres obviamente ignoraron), llegamos al lugar.
Todo estaba en silencio, hasta que nuestras quejas se hicieron presentes. Mamá abrió la puerta, dejándose ver a un montonazo de personas (entre ellas se encontraba Andy Goldfarb), quienes se apresuraron a girarse para mirarnos.
Ni Stacy ni yo queríamos entrar, por lo que intentamos escaparnos de todos los modos posibles, pero nuestro padre nos lo impedía.
Nuestra madre rió, nerviosa, para sentarse junto a nuestros familiares en primera fila y obligarnos a mi hermana y a mi caminar hasta el escenario del templo.
Un asqueroso recuerdo se me vino a la mente: el beso con Connor.
Sentí un escalofrío recorrer toda mi espina dorsal, y por fin llegamos al escenario. Subimos a él y no sentamos en unos sillones, para escuchar a la rabina Rebecca.
―Shabat Shalom. ―saludó la mujer, con una sonrisa.
―Shabat Shalom. ―repitieron todos los presentes.
―Hoy es un día muy especial para las jovencitas Olivia y Stacy Friedman, quienes hoy se subirán a la cima para su bat mitzvah.
La mujer comenzó a dar su discurso, y yo desconecté para pensar en que hubiera preferido meterme debajo de la cama que venir aquí, y verle las caras a todo el mundo.
No quería estar allí, y mi hermana tampoco.
―Chicas. ―nos llamó la rabina Rebecca, y nos hizo una seña como diciendo: "os toca".
Stacy y yo nos miramos, para levantarnos de los illones y dirigirnos al micrófono que había justo en el medio del escenario.
Había una mesa en la que estaba lo que teníamos que cantar: la Haftarah.
Yo carraspeé, y mi hermana y yo miramos a Ronnie, quien nos dio una sonrisa en forma de brindarnos todo el apoyo posible.
Eso fue suficiente como para darnos las fuerzas suficientes para cantar, pero yo mire a Andy, pues era una de las pocas personas que podía calmarme en este momento.
Lo miré, y él también me dedicó una sonrisa, mientras sus ojos brillaban.
El chico tenía una sonrisa que podía iluminar toda la ciudad.
«Os estáis comiendo con la mirada.»
¡Conciencia!
«Perdón, perdón, mal momento, pero... es la verdad.»
Sonreí y, ahora sí, estaba lista para cantar.
Stacy y yo empezamos a cantar, pero al ver que al lado de Andy habían tres sitios reservados (en el que uno de ellos ponía: "Reservado para Lydia Rodríguez Katz"), las lágrimas no tardaron en resbalarse por nuestras mejillas.
―Hemos... hemos cometido un error. ―comencé a hablar, y la rabina Rebecca hizo una mueca para echarse para atrás y así dejarnos más espacio― Lo... lo sentimos, ni siquiera sabemos qué demonios hacemos aquí.
El hombre que estaba hacía unas semanas cantando junto a la rabina Rebecca en nuestra clase comenzó a tocar la guitarra, pero esta se lo impidió.
―Según la tradición judía, se supone que hoy nos convertimos en adultas. ―dije, mientras me sorbía la nariz― ¡Pero hemos sido súper egoístas, bordes e injustas con nuestros padres, amigos e incluso con mi mejor amigo! ―miré al rubio, y tragué saliva.
Y, entonces, ocurrió. El día en el que debíamos entrar en la edad adulta fue el día en el que todo, absolutamente todo, cobró sentido.
―Tara, Nikki... ―comenzó a hablar ahora Stacy, mirando a las chicas― Cuando eres un niño, crees que está bien poner tus necesidades por delante de los demás. ―yo sonreí, irónica, pues llevaba haciéndolo al revés toda mi vida― Pero un adulto sabe lo importante que es la amistad.
―Kym, Megan, Anya... ―seguí, mirando al trío de chicas― Cuando eres un niño, a veces finges ser alguien que no eres para encajar, pero... sinceramente, Stacy y yo lo hicimos porque nos dáis envidia, pero un adulto sabe que lo que realmente importa es ser uno mismo. ―lo siento, pero tenía que soltarlo― Oh, y la verdad es que la mayoría de las veces sois un poquito, por no decir demasiado estúpidas, ¿sabéis?
Las chicas hicieron una mueca, mientras que Mateo reía, mirándonos a las dos.
Pero estaba muy centrado mirando a una de las hermanas Friedman en particular, al mismo tiempo que Andy también lo hacía.
―¡Olivia, cariño, no digas esas cosas en el templo! ―susurró la rabina Rebecca, por lo que yo no tardé en reírme.
―Lo siento, rabina Rebecca.
―¿Quién le ha enseñado esas cosas a Olivia? ―le preguntó mi madre a mi padre, susurrando.
―No tengo ni la más remota idea. ―contestó, para guiñarme un ojo, cómplice.
Miré a mi hermana, al darnos cuenta de quién venía después. Ella sería la encargada de hablar, por petición mía.
Suspiró, y habló.
―Andy. ―dijo, y el chico la miró― Seré breve porque Olivia me ha dicho que no puedes prestar atención mucho rato. ―el rubio alzó las cejas, flipando― Eres un simplón, das pena como mejor amigo y, si te soy honesta, no se te da muy bien jugar al fútbol.
―Oh, y Stace tiene una cicatriz que lo demuestra. ―me entrometí, divertida, señalando una pequeña cicatriz que mi hermana tenía en su pómulo derecho.
La sonrisa de Andy se desvaneció, al escucharnos decir eso; todos comenzaron a reírse.
―Y lo peor es que, por tu culpa, he discutido con mi hermana, y casi la pierdo, al igual que he perdido a una de las personas más importantes en este mundo para mi. ―terminó y yo sonreí, orgullosa de mi hermana― Y ahora, si nos permiten, Olivia y yo vamos a decirle a esa persona cómo nos sentimos.
Al decir eso, Stacy y yo empezamos a correr hacia la salida, pero nuestro padre nos lo impidió.
―Eh, eh, eh, volved ahí y cantad vuestra parte de la Torá. ―nos abrazó, para empezar a susurrarnos― Hacedlo lo mejor que podáis, luego solucionaremos esto y me podré quitar el traje, que me pica mucho.
Stacy y yo reímos, para mirar a nuestro padre.
―Te canta el aliento. ―le dijo Stacy, sonriente.
―Bueno, puede que a lo mejor no haya sido tan buena idea tomarme tres tazas de café antes de venir...
―Sí, a lo Lorelai Gilmore. ―comenté, y mi hermana y mi padre me miraron, con el ceño fruncido― No importa.
Mi padre sonrió ―Venga, id, que así acabáis antes y podéis hablar con ella.
―Rapidín, rapidín... ―cantaron la rabina Rebecca y el profesor, cosa que consiguió que volviéramos a reír.
―Rapidín... ―cantamos las dos, para suspirar y volver a cantar, solo que esta vez con más confianza y felicidad que hacía unos minutos.
Terminamos de cantar, y sonreímos.
―¡Ya está!
Todo el templo se inundó en vítores y aplausos, mientras que nosotras solamente podíamos sonreír.
―¡Vale, ya está, ahora corred a hablar con ella! ―exclamó la rabina Rebecca, para que fuéramos a hablar con Lydia.
Nosotras no lo dudamos ni un segundo, y empezamos a correr hacia la salida mientras que todos los presentes nos lanzaban flores.
Pero no me di cuenta de que un peculiar rubio con ojos azules no me había quitado la mirada de encima en todo el tiempo que llevaba allí.
STACY Y YO SALIMOS CORRIENDO LO MÁS RÁPIDO QUE PUDIMOS EL TEMPLO: TENÍAMOS UN PLAN. "¿Y cuál sería el plan?", os preguntaréis. Pues como habíamos arruinado catastróficamente el bat mitzvah de Lydia, Stacy y yo habíamos pensado en renunciar al nuestro.
"¿Por qué?", también os preguntaréis.
Pues es sencillo, lo hemos pensado ya que queríamos de vuelta a nuestra mejor amiga, Lydia Rodríguez Katz, quien estuvo para nosotras tanto en los bueno y malos momentos.
Ella debía tener el bat mitzvah que se merecía.
Corrimos y corrimos por todas las calles de a ciudad, sin importar que después de aquella maratón nos quedáramos sin pulmones y sin piernas.
Lo único que nos importaba era hablar con Lydia.
―¡Hola! ―saludamos a una mujer que paseaba a su perro, y seguimos corriendo.
Llegamos a casa de Lydia, y casi me estampo con la puerta por no frenar antes. Stacy reprimió una risa y empezó a tocar el timbre y a aporrear la puerta, desesperadamente.
―¡Lydia!―exclamó― ¡Lydia, por favor, ábrenos, somos Stacy y Olivia!
―¡Lydia, abre la puerta, por favor! ―pedí, mientras sentía cómo me faltaba e aire― Lydia...
Después de unos segundos, la puerta se abrió, dejándose ver a Lydia con una expresión neutra en su rostro; se cruzó de brazos.
―Lydia, escúchanos. ―pidió Stacy, mientras su pecho subía y bajaba debido al aire que nos faltaba― Sabemos que no nos hiciste daño a propósito y que debíamos aceptar tus disculpas. ¡Te echamos de menos, te queremos, y sentimos mucho haber sido unas personas horribles, así que, por favor, perdónanos!
La chica seguía cruzada de brazos.
―Stacy, Olivia, arruinásteis mi bat mitzvah. ―nos recordó, y yo rodé los ojos― ¿Qué parte de eso no entendéis?
―Ya lo sabemos, es que...
―No, deja que termine. ―interrumpió a mi hermana― Stacy, tu hermana y yo te dijimos que no fuésemos al lago, y fuímos porque tú solamente querías estar cerca de Andy ―la chica me miró, como si estuviera esperando algún tipo de reacción de mi parte―, te dijimos que no saltaras, y lo hiciste sin importar que podrías morir, y luego todo resulta ser culpa mía. ¿Soy yo la mala amiga?
«Sí.»
―No, lo sentimos muchísimo. ―me disculpé y maldije internamente, al ser esa la respuesta contraria que quería decir.
―Stacy, ya sé que te gusta Andy dese hace un millón de años, pero ¿sabes qué? ―preguntó― También al resto de chicas del insti, incluyendo a su mejor amiga.
Lydia me miró, y yo abrí los ojos, como platos.
―No, ni siquiera te atrevas a abrir la boca, Olivia. ―se apresuró a añadir, al ver que estaba a punto de responderle― Es una historia demasiado larga, y espero que Andy te la cuente lo más rápido posible.
Yo asentí, y Lydia volvió a mirar a Stacy.
―Tú y Olivia fastidiásteis el día más importante de mi vida, por lo que no, no os perdono. ―terminó, para empezar a cerrar la puerta, pero yo puse la mano para que no lo hiciera.
―¡Espera!―exclamó mi hermana― Sí, es cierto, fastidiamos el día más importante de tu vida, pero...
―Queremos que vengas a la fiesta de esta noche y te lo compensaremos, te lo prometo. ―le aseguré a la chica, mirándola fijamente.
Lydia no respondió, y nos cerró la puerta de su casa en nuestra cara.
―¡Vale, nos tomaremos es como un "a lo mejor"! ―le advertí, y Stacy y yo nos miramos; había que hacer que aquella noche para Lydia fuera lo mejor de lo mejor, para que por fin ella pudiera perdonarnos.
YA ESTABA ANOCHECIENDO, Y STACY Y YO nos encontrábamos en nuestra habitación, arreglándonos y terminando de maquillarnos para la fiesta de esta noche.
Teníamos una playlist de Taylor Swift (diosa a la que le rezo todos los días) resonando por toda la habitación, mientras que escuchábamos la canción: "Wonderland" , a todo volumen.
Me encantaba esa canción; estaba muy infravalorada y para mi era de las mejores canciones en "1989".
Nuestra madre entró a la habitación.
―Cielos. ―dijo, y nos giramos para ver a la mujer que se acercaba a nosotras.
―Hola, mamá. ―saludamos, y ella se sentó al lado de nosotras.
―Vuestro padre ha tenido que tirar de muchos contactos, pero... si aparece, valdrá toda la pena. ―nos informó, con una sonrisa. Miró el pintalabios que mi hermana tenía en la mano― ¿Os ayudo a maquillaros?
Nosotras asentimos, y mi madre empezó a pintarle los labios a Stacy.
―Sé que no ha salido como os habíais imaginado, pero quiero que sepas que estoy muy orgullosa de vosotras. ―yo sonreí, y ahora empezó a pintármelos a mi― Vale, ya está.
Nos miramos en el espejo y sonreímos al ver que, genuinamente, íbamos muy guapas.
―Muchas gracias, mamá. ―le agradecimos, sonrientes.
Ella también sonrió ―Tengo algo para vosotras.
Fruncimos el ceño y la mayor salió de la habitación, para volver segundos después con los dos vestidos que mi hermana y yo queríamos, junto a los tacones rosas que nunca le dejaba que Stacy se pusiera y a su lado habían unas converses negras, las cuales me pertenecían.
Mi hermana y yo ahogamos un grito, para levantarnos, con una sonrisa de oreja.
―¡Espera, ¿es en serio?! ―pregunté, y ella asintió; no dudamos en ir a abrazarla― ¡Gracias, gracias, gracias, eres la mejor madre que una podría tener!
―Sí, pero... prefiero las zapatillas. ―admitió Stacy, haciendo que nuestra madre y yo riéramos.
EL MOMENTO DE LA FIESTA HABÍA LLEGADO. Cuando nos hubimos terminado de preparar, nos montamos en el coche y nos dirigimos al lugar donde esta se celebraría.
Stacy y yo caminábamos de un lado a otro, rezando para que Lydia viniera a la fiesta, y que no nos dejara plantadas.
Si no lo hacía, todo el esfuerzo que hemos empleado en la fiesta de esta noche sería totalmente en vano.
―¿Ha venido? ―preguntó nuestra madre, acercándose junto a nuestro padre.
―No. ―respondí― No creemos que venga, la verdad.
―Seguro que sí viene, chicas, tan solo... dadle tiempo.
―¡Atención, por favor...! ―se escuchó decir al DJ Schmuley, desde dentro.
―¡Ya está, le toca entrar ya! ―exclamé, de los nervios― ¿Qué pasa si no viene y esto no sirve de nada?
―No, te aseguro que eso no va a pasar. ―dijo nuestro padre, para mirar hacia por encima de nuestros hombros.
Nos giramos, confundidas, pero al ver cómo Lydia entraba por la puerta de lugar, una sonrisa de alivio apareció en nuestros rostros.
―¡Has venido! ―exclamó Stacy, con una sonrisa emocionada.
―He venido. ―repitió, con una leve sonrisa.
―Llegas justo a tiempo, Lydia. ―le informé, también sonriente.
―Sí, veré vuestra gran entrada.
Stacy y yo nos miramos, para volver a mirar a Katz.
―No, de eso nada, Lydia. ―respondí, y todos nos acercamos a la puerta que daba a la fiesta
―¡Damas y caballeros, ya ha llegado el momento que todos estábais esperando!―exclamó el DJ Schmuley― ¡Démosle la bienvenida con un fuerte aplauso a... ―nuestros padres abrieron la puerta que daba a la fiesta, y se dejó ver a un montón de personas allí y, al ver a Lydia, empezaron a gritar y aplaudir, eufóricos― ...Lydia Rodríguez Katz!
―Es tu momento, Lydia. ―le dijo Stacy a la nombrada, mientrs que la castaña solo miraba a todo, estupefacta.
―Olivia, Stacy... ¿qué es esto?―balbuceó, con una sonrisa.
―Te mereces un bat mitzvah sin que hayan interrupciones y sin que nada ni nadie te lo arruine. ―expliqué, mirándola.
―Esperad... ―dejó de mirar a la multitud, y nos miró a mi y a mi hermana― ¿Habéis renunciado a vuestro bat mitzvah por mi?
Las dos asentimos, con una sonrisa.
―¡Stacy, Olivia, este era vuestro sueño!
―¡Te corrijo, Lyd, este era nuestro sueño!―exclamé, mientras mi hermana y yo dábamos un saltito de felicidad.
Lydia volvió a mirar a todos, mientras yo notaba cómo las lágrimas se le acumulaban en los ojos, de la emoción que sentía en ese preciso instante.
―¡Venga, vamos! ―exclamó Stacy, para que entrara a la fiesta.
―¡Sí, que la mejor amiga más guapa del mundo tiene que entrar ya, o sino se le acaba el tiempo!
Lydia nos dedicó una última mirada ―¡Vale, vale, ya voy!
La chica se armó de valor y entró, mientras que todos los presentes gritaban su nombre y alababan, eufóricos. La castaña caminaba, mientras que su sonrisa se ensanchaba cada segundo que pasaba.
Lydia se giró y nos señaló, mientras no podía parar de sonreír.
Nosotras copiamos su movimiento, y nos acercamos a ella, corriendo, mientras que Lydia hacía lo mismo. Nos sumimos en un emocionante abrazo, el cual las tares deseábamos darnos desde hacía más de un mes.
―¡Y un aplauso gigante para Lydia, Olivia y Stacy! ―exclamó el DJ Schmuley, y todos siguieron aplaudiendo, pero más fuerte que antes― ¡Así me gusta, y ahora... que empiece oficialmente la fiesta!
El DJ Schmuley empezó a poner una canción, y todos empezamos a bailar, felices.
Después de unos minutos pasándonoslo pipa, el hombre volvió a hablar.
―¡Muy bien, gente!―exclamó― ¿¡Estáis todo preparados para "Don't stop believing"?
De repente, aplausos por parte de Aaron se hicieron presentes, por lo que todo el mundo se giró para mirarle.
―¡SÍ, POR FIN! ―gritó, increíblemente feliz.
―¡Estoy de coña, friki, no voy a pinchar esa basura de canción!―respondió, y el chico bajó la cabeza― ¡Porque ahora vamos a bajar el ritmo con... una canción lenta!
El hombre puso una canción lenta, y mi hermana, Lydia y yo empezamos a bailar, juntas.
«Deja que ellas dos bailen solas y ve a bailar con Andy.»
¿¡Qué!? ¡No, ni de coña, aún no le he perdonado!
«Eres una aguafiestas...»
Lo que tú digas.
Vi que Mateo buscaba con la mirada a una persona en particular, por lo que sonreí y capté su atención. Él me miró, y sonrió, y yo le di un leve codazo a Stacy para que se diera cuenta.
La chica paró de bailar y su mirada se encontró con la del latino. Mateo saludó a Stacy, y esta le dedicó una sonrisa.
―Ve a por tu amado, Stace. ―le dije a mi hermana, con una sonrisa pícara― Tranquila, yo me quedo con Lydia.
Stacy me volvió a sonreír, para dirigirse hacia Mateo. Lydia y yo (como las grandes chismosas que somos), nos acercamos un poco para escuchar su conversación.
Nosotras vamos al chisme, el chisme viene a nosotras.
―Hey, Stace. ―le saludó Mateo, con una sonrisa nerviosa― ¿Te... te apetece bailar conmigo?
―Oh, eh... ¿pero y qué hay de "Isabella"? ―preguntó, confundida, y yo rodé los ojos.
―¿Quién? ―preguntó el chico, incluso más confundido que Stacy.
―Oh, tu novia de veinticinco años de Ecuador. ―contestó, y se le notaba en la voz que estaba un poco celosa; Mateo frunció el ceño― No sé, imaginaba un nombre así, tipo exótico, como "Isabella".
―Ah, eso... ―se rascó la nuca, y volvió a mirar a mi hermana― La verdad es que no tengo novia, es... es solo un rumor que no logro entender.
Stacy me miró, y le dediqué una mirada, como diciendo: "te lo dije".
La pelinegra sonrió, para volver a mirar a Mateo, con los ojos brillantes. Acto seguido, tomó la mano del rizado y comenzaron a bailar.
Lydia y yo nos miramos, emocionadas, para ver qué pasaba a continuación. Stacy nos miró, y nosotras le asentimos, brindándola todo el apoyo posible.
Y, en un abrir y cerrar de ojos, Stacy posó sus labios contra los de Mateo.
Yo casi grito, por lo que Lydia tuvo que taparme la boca para no hacerlo.
Los dos adolescentes se separaron, para sonreírse.
―Bueno, Stacy Friedman ―comenzó el chico, y yo apreté el brazo de Lydia―: ¿Puedo ser tu novio?
Empecé a dar saltitos de la emoción, al escuchar aquella petición.
―Pues claro que sí puedes ser mi novio, Mateo. ―respondió, y unieron sus labios una vez más.
Lydia y yo nos tuvimos que tapar la boca, para no chillar y dejar sordos a todos y cada uno de los presentes.
Me alegraba mucho saber que mi hermana por fin había encontrado a la persona correcta: alguien que se preocupa por ti, es cariñoso y amable contigo, que está para ti incluso en los malos momentos, que te quiere tal y como eres...
Así era Mateo para Stacy Friedman: perfecto.
Pero... ¿y qué hay de mi?
Ya sé que Andy siempre será el chico al que siempre ame, pero... vamos, él ni de coña sentiría lo mismo por alguien como yo.
Además... aún no le he perdonado toda la mierda que me hizo pasar durante todo este mes.
Estaba confundida, y lo peor es que no sabía qué hacer: ¿debería perdonarle, y quedar como amigos ya que él nunca sentiría lo mismo por mi, o debería mandarlo a la mierda?
Tantas preguntas, y ninguna respuesta para ellas.
Pero lo más importante sería que habíamos recuperado a nuestra mejor amiga, Lydia Rodríguez Katz, quien siempre estaría para Stacy y para mi en todos los momentos que pasemos juntas.
Y siempre, siempre sería así.
Porque Lydia Rodríguez Katz siempre sería nuestra mejor amiga, y Andy... bueno, eso aún estaba por descubrirse.
N/A: Hola a todos/as, mis amores!! ¿Qué tal estáis? Espero que de maravilla💕.
CAPÍTULO NOCTURNO, BUENAS NOCHES !! Espero que os haya encantado el penúltimo capítulo de ‟Gorgeous", igual que a mi escribirlo !! 💖
¿Qué os ha parecido? Como siempre, os pido OPINIONES SINCERAS.
Antes de nada, quiero resaltar el soundtrack de hoy: "WONDERLAND" !! ADORO DEMASIADO ESTA CANCIÓN DE TAY, EN SERIO, LLORO MUCHO CADA VEZ QUE LA ESCUCHO, AAAAAAA. MUCHÍSIMAS GRACIAS, TAYLOR, POR ESCRIBIR TANTO ARTE Y HACER QUE CADA DÍA ME GUSTES MÁS !! 😻❣
Liv y Andy son mis protegido, de verdad, y espero que chilléis con lo que les tengo preparado para el siguiente capítulo (el cual será cortito, al igual que el epílogo)👀.
STACY Y MATEO, AHHHHHHHHHH. LOS AMO DEMASIADO😭❤.
Liv sigue dudando en si perdonar a nuestro Andy... última vez que lo pregunto: ¿debería hacerlo, o no?🤔
La relación de Liv, Stacy y su madre en este capítulo ha sido>>>>>
El padre de las hermanas llevándolas a la fuerza como si fueran un saco de patatas ha sido la ostia, JAJAJAJAJ. Increíble el ejemplo que le está dando a sus hijas🤓.
Liv, Stacy y Lydia son besties forever, he ADORADO su reconciliación y como las hermanas han renunciado a su bat mitzvah por la felicidad de su mejor amiga !!
La conciencia me mata a veces, JAKSJSJJSJA, la amo.
Tan solo queda un capítulo, incluyendo el epílogo, y se acaba la historia de mis niños Liv y Andy... creedme, ni yo tengo ganas de despedirme de ellos😭💔.
En fin, votad y comentad, que amo leer vuestros comentarios y opiniones !!
P.D: ¿De qué os disfrazásteis ayer de Halloween? Yo de Ghostface, asesino de la saga de películas de "Scream" !!
XoXo, Nahia <3
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