14
NOTA: Escuchen pueden escuchar Photograph de Ed Sheeran para una mejor lectura...
✩
JiHoon Park nunca fue inteligente.
O al menos no lo suficiente para poder mantenerse entre los primeros lugares.
Siendo 2 años menor que los demás niños ingresó a la primaria en un pequeño poblado de México. Se crio entre profesores matemáticos y físicos que le enseñaron el amor por el aprendizaje.
Pero fue en su cumpleaños 14 cuando llevó a la celebración como invitado de honor al único hijo de la familia Lai y lo presentó como su pareja que toda esa cantidad de atención en exceso y los cursos gratis de estudio desaparecieron por arte de magia.
Nunca fue particularmente afeminado, particularmente gay o particularmente heterosexual. Simplemente fue "él mismo" y cuando vio al chico alto que jugaba fútbol en su facultad de gimnasia supo que en realidad todas esas cosas sobre sexualidad que se le había inculcado no tenían tanto sentido como creía hasta antes de aquello.
O quizá estaba equivocado.
Si, estaba equivocado en una cosa y no era precisamente en si tener una relación con otro hombre era bueno. Sino en que aquellos suspiros que Kuanlin soltaba cada 10 segundos no eran por la tarea de Álgebra, sino por alguien que él se negaba a asimilar.
-La variable no se despeja de esa manera.
Kuanlin inhaló con fuerza antes de dejar caer el lápiz que sostenía entre sus manos. Llevaba una hora intentando resolver aquella ecuación y siempre resultaba que la comprobación era 2 veces más grande en unidad izquierda.
Estaba pensando seriamente en estampar su cabeza contra el árbol de mango que les proporcionaba sombra en la mesa.
-Será mejor que descanses. Acabas de regresar de entrenamiento y dudo mucho que tu cerebro tenga energía para resolver problemas matemáticos.
-Gracias Ji, también pensé en eso pero lamentablemente debo entregar el trabajo mañana.
Park revolvió su pelo naranja antes de dejar su cómodo lugar entre las raíces de los árboles e ir a la mesa donde su novio luchaba por no lanzar su libreta al piso mojado.
-Tengo un libro de "La Resolución paso a paso de todo tipo de ecuaciones ". Lo mandaré a tu casa y más tarde haré un formulario para que repases.
-No creo que sea necesario. Tengo que entrenar con el equipo para la competencia final esta tarde.
Ah sí. Había olvidado que ahora eran un equipo sobresaliente.
-Por cierto. Felicidades por llegar a la final. Aunque no supe mucho de ti esta semana ni la anterior, ¡Ah! Ni la anterior a esa.- JiHoon no era posesivo. Solo le había preocupado no haber recibido sus típicas llamadas nocturnas para escuchar como había sido el partido o el entrenamiento del día, que sin darse cuenta ya había pasado un mes desde la última.
-Lo siento. Estuve ocupado.
-No tienes que disculparte Lin. Entiendo.
-¿Qué hay de ti? ¿Todo bien en clase?
-Si. Todo está bien. Taehyung ha comenzado a hablar de fútbol desde que se junta con Jungkook. Juro que esos dos terminarán saliendo. Aunque Taehyung insista en que solo son amigos.
-¿No te han molestado?
-¿Por qué lo harían?
-No lo sé. Hay todo tipo de rumores por los pasillos.
También había olvidado eso. No. Él quería poder olvidar eso.
-¿Hablas de mí madre?
-Ji. Sabes de qué hablo.
JiHoon Park nunca fue bueno mintiendo. Tampoco ocultando cosas.
No era tan fácil llevar vendas por debajo del suéter ni tener que disimular que sus costillas dolían o que sus piernas temblaban cada que sentía que alguien lo perseguía cuando iba al baño.
Lo detestaba. Detestaba cada palabra que fue escrita con tinta roja para él en las paredes de los cubículos públicos. O en como su nombre adornaba la lista de "todo lo que estaba mal en un hombre". Y detestaba mucho más que por ese tipo de situaciones su madre hubiese terminado siendo expulsada del reparto de maestros en el colegio y tachada como una prostituta en las listas negras.
Por supuesto que sabía de que hablaba.
-Prefiero dejarlo en el olvido.
-JiHoon...
-Son cuestiones mentales del resto. No cambiaré solo porque el puño aplasta la palabra.
Kuanlin se puso de pie. El peli naranja lo miró fruncir el ceño con indignación.
-¡Basta, JiHoon! Dijiste que dejarías esto si comenzaba a perjudicarte. Lo prometiste.
-Ambos prometimos cosas que sabíamos no podríamos cumplir. No puedes reclamarme nada y yo tampoco puedo hacerlo. - Soltó. Quizá era momento de asimilar lo evidente.
-¿De que hablas?
-De nosotros. De ti, de mí y de David.
-¿Qué tiene que ver David en todo esto? ¡Ellos te están golpeando JiHoon! Solo porque se te ocurrió decirle al director que tu madre no tenía la culpa de nada y que quien debería salir del colegio eras tu por tu homosexualidad. ¡Te llaman sodomita por los pasillos y me molesta!
-¿Te molesta el como me llamen o el hecho de que comparen a David conmigo?
-¿Disculpa?
-Lo sé mejor que nadie Edward. - La sola mención de su nombre honorífico hizo al más joven retroceder. -David está aquí y allá a cada momento. Lo comparan conmigo desde que te llevó esa botella de agua y es ridículo porque yo te he llevado más de 59...-El más alto iba a preguntar. - ¡Si, las estuve contando!
-Lo siento.
-No tienes que disculparte conmigo. No quiero que lo hagas más difícil para mí. Es complicado, siempre supe que lo sería.
Ambos se perdieron en la mirada del otro. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo habían hecho y en la lejanía el corazón del peli naranja terminó por asimilar que ya no le pertenecía. Incluso si su corazón aún le dedicaba cada uno de sus suspiros.
-No sé que me ocurre. - Confesó el contrario. - Cuando estoy con él estoy en paz. Me transmite tranquilidad y sé que puedo hablar de todo con él. Yo... yo no quise...
Kuanlin bajó la cabeza. Acababa de hacer una confesión que podría perjudicar a su relación. Pero ¿Es que aún estaba en una?
-Te gusta él.
-Lo siento, Ji. Yo no quiero que tú...
Un abrazo. JiHoon se permitió liberarlo por la misma razón por la que ambos poseían un suéter con sus iniciales. Por la misma razón por la que aquella noche lo había invitado a su casa y lo había presentado como sus pareja y por aquella misma que le dio el valor de darle su primer beso debajo de aquel árbol junto al río al que una tarde se escaparon juntos.
Lo amaba. A pesar de ya no recibir la reciprocidad en dichos sentimientos.
-¿Vas a intentarlo con él, verdad?
-No lo sé. Yo...
-¡Vas a hacerlo! Llevarás un ramo de tulipanes y comprarás un reloj de arena que el niño dejará en su mesita de noche. Escuché que a él le gustan mucho.
-Tú... - Había lágrimas en sus mejillas. - tú, ¿No estás enojado?
-¿Por qué lo estaría amor?
-Yo no quiero lastimarte... - Un rompimiento, una grieta y un futuro duelo. Se sentía miserable.
-Está bien si me lastimas, cariño. Solo las palabras sangran. Aún vivo, aún estoy aquí y estaré mucho mejor si decides ir con quién realmente amas.
Hubo un segundo en el que la mirada del menor se perdió por completo. Kuanlin no podía permanecer a su lado debido a la cantidad de recuerdos que poseían juntos. Eran inseparables, cómicos y enamorados. Admitiría sin miedo que la razón por la que amaba a JiHoon era por su comprensión, pero ya no había más de eso. No cuando era alguien más quien ahora era dueño de sus pensamientos.
-Pero nosotros...
-No existe. Está claro que irás en mente hacia su imagen. Y voy a molestarme mucho si no lo haces.- Ambos sonrieron en un abrazo que les perteneció en el final de su historia.
-¿Me estás pidiendo que conquiste a alguien más?
-Te estoy pidiendo que formalices una relación con quién roba tus pensamientos.
-¿No estás celoso o molesto de que ese ya no eres tu?
Lo estaba.
-Lo estoy. Sin embargo, no me sirve de nada estarlo.
-¿Qué pasará después?
-Empezaré de cero. Aún tengo mucha vida por delante. Ambos la tenemos.
-JiHoon...
-Es mí defecto. Soy demasiado comprensivo.
Quizá si se habían equivocado un poco en su cercana juventud. JiHoon era inexperto y Kuanlin un alma enamorada de lo diferente.
Ninguno particularmente afeminado, particularmente gay o particularmente heterosexual. Simplemente, particularmente humanos.
La institución tenía árboles a cada lado del portón azul. La pintura desprolija y las piedras que formaban un sendero que llegaba hasta la calle principal de las afueras de la ciudad.
Un orfanato.
-¿Estás seguro que aún está abierto?
Taehyung revisó su reloj una vez más antes de acercarse a tocar la campana que colgaba a un lado del icónico portón azul.
-Es temprano, el horario de visitas termina a las 5.
-¿Vinimos a visitar a alguien? ¿Algún familiar? ¿Un adulto? ¿Quizá un niño?
-Eres demasiado curioso. Mantente ansioso y espera a que nos reciban.
Jeon se cruzó de brazos, Kim tocó la campana y de inmediato una mujer se asomó a recibirlos.
-Joven Mendoza y... - Jungkook alzó el brazo con una sonrisa. - Compañía. ¡Un gusto que nos visite nuevamente!
La mujer les dedicó una sonrisa, bueno, en realidad solo se la estaba dedicando a Taehyung quien le correspondió con un apretón de manos porque a Jungkook lo ignoró a pesar de que el pelinegro pretendió estar resfriado y tropezó con una piedra imaginaria cuando los invitaron a pasar dentro.
Los pasillos estaban llenos de pequeños escombros por las paredes quebradas, había polvo y un par de escobas con las cuales habían intentado limpiar el lugar. Jungkook miró a Taehyung antes de continuar a su lado hasta la sala donde los niños aprendían a leer junto a los adultos mayores.
-stiendo en que lo llamáramos porque tuvo un par de pesadillas. Espero que pueda recuperarse con su visita.
-Gracias.
-¿Puedo saber a quien visitamos? Me siento ignorante e ignorado. Ahora siento que yo también tendré pesadillas.
-Lo sabrás cuando entremos. Pero antes, dime algo... - El pelinegro lo observó, Taehyung tenía una bolsa de nilón en sus manos, Jungkook se preguntó que era aquello en silencio. - ¿Te agradan los niños?
El pelinegro se encogió de hombros sin preocupaciones.
-Técnicamente crié a mí hermano menor y estoy seguro de que si SeokJin hubiese nacido después de mí sería un poco menos estúpido que ahora.
-Eso te dejaría a ti como el estúpido.
-Aprecio tu franqueza Taehyung, pero creo que no es la mejor forma de decirme que efectivamente, soy un poco igual de estúpido que mí hermano.
-Supongo que me pasé de sincero.
-Sin embargo... eso no responde mí pregunta. ¿A quien vinimos a ver? Oh, Taehyung. - El pelinegro llevó sus manos a su pecho con dramatismo. - ¿Tienes a un hijo aquí y no me lo habías dicho? No pensé que eras ese tipo de padre. Irresponsable.
Taehyung rodó los ojos con impaciencia. La mente de Jungkook podría no ser tan inteligente en el colegio, pero al parecer tenía muy bien desarrollado su sistema de inventarse historias raras. El azabache sintió curiosidad por saber que tipo de historias tenía sobre él.
-No es mí hija, aunque admito que en alguna ocasión consideré el hecho de adoptarla.
-¡Lo sabía! Querías que yo la conociera para que me aprobara como un chico estable libre de traumas con el cual puedes salir y pensarlo tanto como desees incluso más de lo que deberías. Creo que ahora lo tengo.
-Yo no...
-No te preocupes, Taehyung. Voy a impresionarlo que morirá porque yo también venga a visitarlo.
-"Ella" está detrás de ti, Jeon.
El pelinegro dio una vuelta sobre su lugar y observó. Ahí, dónde finalizaba la sala de los adultos que enseñaban a leer y comenzaba un pequeño patio se encontraba una niña. Tenía un vestido color celeste que le llegaba hasta los tobillos y un par de zapatos negros que mostraban rastros de lodo al igual que sus manos y parte de su mejilla.
El corazón del mayor se aceleró cuando el cuerpo pequeño de la niña se puso de pie y comenzó a caminar en dirección a ellos. Su mirada inocente y su par de coletas que se movían al ritmo de su andar. Era la imagen más pura que el universo pudo regalarle, eso y que su corazón se sintió aún más pequeño cuando la vió correr a los brazos de Taehyung quien la recibió con mucho cariño.
-Creí que no vendrías. Clara dijo que estabas ocupado por eso no pudiste abrazarme cuando tuve esos sueños malos, creí que me dejarías. - Dijo ella entre gimoteos que se convirtieron en sollozos cuando apoyó su mentón en el cuello de Taehyung, ella lucía tan pequeña y Taehyung se veía aún más hermoso para Jeon.
-Oh, lo siento cariño. Tuve algunos problemas en el colegio y a un loco maniático que me arrastró a más de uno de sus entrenamientos de Fútbol está semana. Después decidí ignorarlo pero ahora lo traje conmigo porque el muy cobarde no quiere volver a su casa. - Jungkook cerró los ojos con vergüenza a su lado.
-Eso suena a una persona muy muy mala. - Dijo ella con un puchero en los labios. Taehyung sonrió y Jungkook quiso enterrar su cara roja en un bote de arena.
-¿Verdad? Aunque no lo sé. Él también quiso venir a verte hoy.
Las manos del más joven dejaron a la pequeña en el suelo antes de poder señalarlo. Jungkook se reincorporó a como pudo y mostró su mejor sonrisa. La pequeña lo observó con curiosidad.
-Hola... - Dudó. La niña frunció el ceño.
-¿Cómo te llamas? ¿Qué quieres de él? ¿Vas a invitarle comida y comprarle flores con bolsa de brillos?- Preguntó con inocencia.
Hace algunos días un hombre con traje había aparecido frente a la mujer que los cuidaba, en su visita había dejado comida además de varios ramos de flores. Después él simplemente comenzó a venir más seguido hasta que un día su cuidadora comenzó a llamarlo "esposo". Lo que ella estaba tratando de preguntar, era si aquel nuevo sujeto quería hacer lo mismo con Taehyung. Porque también se podía ¿Cierto? El hecho de que ambos fueran hombres no limitaba ni cambiaba nada.
Ella era joven, aún no entendía del todo como funcionaba el mundo.
-Bueno, yo... solo haré eso si me lo permites... - Jungkook la observó poniéndose de cuclillas frente a ella. - ¿Me dejaras hacerlo?
-Eso lo decide papá Taehyung. Solo no quiero que el llore. La señora Clarita dice que cuando un hombre te hace llorar eso es señal de que no es alguien bueno.
-Puedes preguntarle con certeza a Taehyung que...
-Papá. - Corrigió ella. Jungkook sonrió con ternura.
-Bueno, puedes preguntarle con certeza a tu papá que jamás lo he hecho llorar. Y mucho menos lo haré en el futuro hasta el final de mis días.
-¿Vas a prometerlo? - Su dedo índice apareció para ser apretado por la mano del adulto. Taehyung sonrió con ternura y Jungkook entrelazó su dedo índice también.
-Voy a hacerlo.
El ser humano es extraño. Tan inexorables a cometer errores y con una vida tan incierta. La mayoría son inseguros, otros quieren poder. Pero Jeon Jungkook solo quería poder asegurarse de permanecer junto a Taehyung en cada día de visita que pasara por ese lugar.
Descubrió la devoción del menor y pudo sonreír cuando lo vió inclinarse para regalarle un par de dulces a la pequeña niña que lo miraba con una sonrisa, su corazón tembló con cada movimiento y con cada acción del más joven. El contraste de sus hombros con aquel suéter tejido tan minuciosamente y con cada detalle que pulía perfectamente esa imagen que tanto le gustaba. El era arte.
O solo estaba enamorado.
-¿Por qué me miras así? - Escuchó a su costado cuando el azabache le devolvió la mirada en la que el anhelo perderse y encontrarse en un santiamén que se sintió como una eternidad.
-¿"Así" como?
-No lo sé, Jungkook. Eres extraño.
-Supongo que por eso congenio tan bien contigo. Escuché que Taehyung Mendoza tiene el puesto del hombre más raro dentro del 6to A.
-¿Cómo conoces a mí grupo?
-No hay ninguno que no conozca al 6to A. Tienen fama de ser los más educados y al mismo tiempo los más escandalizados en épocas de exámenes. Además, la maestra de Biología no dejaba de hablar de ti. Eres un prodigio en cuanto a plantas. Por eso cambiaron tu horario para tomar una clase extra con nosotros.
-¿No se suponía que era una clase extracurricular? Daniel y JiHoon también están ahí.
-Lo era al principio. Pero después se volvió un lugar donde los más inteligentes pueden humillar a los descerebrados como nosotros.
-¿Por eso me incluyeron ahí? - Taehyung tomó asiento en una de las bancas cuando la niña fue por los dibujos que había coloreado y quería mostrarle.
-Eres el prodigio Taehyung. Serías nuestra fuente de mejora. ¿Lo ves? Estábamos destinados a conocernos tarde o temprano.
-De pronto recuerdo que me hiciste comprarte un helado Yom Yom.
-Me lo merecía. Te salvé de ir a la cárcel. Y podría hacerlo de nuevo, o no lo sé... sería entretenido estar contigo en una celda.
Taehyung sonrió. Jungkook le devolvió el gesto con cariño y el más joven sintió que las mariposas se comerían su estómago si no hacía algo.
-Tae... hay algo que no te he dicho aún. - Jungkook se movió en su lugar para mirarlo de frente. Era serio, tenía que decirle las cosas como eran. - Lo que pasa es que yo... bueno. Ocurrió algo extraño la última vez que yo... - Taehyung lo observó con inocencia. ¿Podría decírselo? - Cuando yo escuché...
-¡Aquí están los dibujos!
Si. Dios no tenía compasión de su alma insignificante. ¿Qué podía esperar? Había hecho varias cosas malas en su vida y esperaba la misericordia del señor. Definitivamente eso no pasaría y era absurdo esperar lo contrario.
La niña volteó a verlo cuando el pelinegro decidió tomar distancia de ambos y después elevó su brazo para atraerlo a ellos. Jungkook se permitió sonreírle cuando ella le mostró un dibujo de crayones.
-Voy a dibujarte la próxima vez. - Le dijo ella indicando el lado vacío junto a la silueta que representaba a Taehyung.
-Está bien Mari. Jungkook no se ofende.
-¿Bromeas? ¡Por supuesto que estoy ofendido! No sé, esperaba que al menos le dijeras que me hiciera guapo.
-No le digas eso a la niña. Es inocente para entender tu mente retorcida y tu alto ego.
-Solo digo la verdad. Tae... - El azabache lo miró. - ¿No piensas que soy guapo?
-Para nada. Eres como un barro, molesto y poco estético.
Jeon frunció el ceño y llevó sus manos a su pecho con fingida indignación.
-Es mucho compararme con un barro.
-Lo siento señor Barro. No volverá a suceder.
Se explicó antes y en ese momento que la sabiduría de Taehyung era distinta a su inteligencia. No era un prodigio y tampoco era bueno creando vínculos sociales. Solo era una persona con notas perfectas.
Jungkook era poco inteligente y su nota más alta era el 8, las relaciones sociales no se le daban tan mal pero era selectivo. Y poseía una sabiduría aprendida.
Sin embargo, cuando ambos estaban juntos no existía una norma de calificaciones y todas esas ecuaciones y las enseñanzas de salud se iban al carajo.
Porque para alguien como Taehyung que siempre trató de encontrar un origen lógico a los sentimientos y para Jungkook que jugó a la ruleta pretendiendo conocer el destino y creyendo firmemente que el mismo existía no hubo limites.
No cuando sin querer el mayor se acercó a su cuerpo y se atrevió a dejar un pequeño beso en la mejilla del Kim sonriéndole con tanto cariño.
Taehyung supo entonces que aquello no podía ser lógico. No porque fueran hombres, sino porque era mucho más que una reacción química.
Estaban condenados.
Y las placas tectónicas de la tierra temblaron ante el nuevo sentimiento generado. Algo se aproximaba. Ambos lo presentían.
✩★✩★✩
Estos días hemos estado ocupadas así que no
podíamos actualizar , espero
que se encuentren bien...
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