05

— Damas y Caballeros, bienvenidos al encuentro anual de fútbol del Estado de México… ¿Cómo están? ¿Viajaron mucho? Por ahí escuché que alguien vino desde Sonora. — El sonido del animador hizo que el pequeño de cabellos negros terminara de comer su helado a toda prisa sintiendo la presión sobre sus hombros.

Cuando terminó tiró el vaso a un contenedor de basura, limpió sus pequeñas manos con ayuda de su chamarra buscando sus labios para hacer lo mismo y después volvió junto a la mujer de cabello esponjado que lo esperaba al otro lado de la cancha.

— Mamá… iré a jugar, iré a jugar… — Pidió el con una sonrisa mientras daba pequeños saltitos de alegría. Su madre sonrió en grande.

— No cariño… no tenemos tiempo para que juegues… debes tener una vida productiva, estudiar, estudiar o trabajar mucho para que tengas un futuro estable… — Acarició su cabeza con suavidad, el pequeño se removió inquieto en su lugar. Sus pequeñas piernas se movían golpeando el piso como un tic nervioso.

Aunque no lo dijo en ese momento, sus ganas por ir a jugar eran tan inmensas hasta límites inimaginables. Era la primera vez que salía de su casa después de aquella visita al médico por urgencia.

Amaba las pelotas, correr, tirar a la portería y gritar gol como los jugadores de la televisión del vecino que veía por la ventana. Porque para Jungkook cualquier persona que tuviera una televisión enorme y a color con buenos canales era rica.

La mujer lo tomó del brazo y ambos cruzaron la calle, Jungkook se resistió a andar al principio, pero cuando se dio cuenta de que su madre hizo oídos sordos a el pequeño espectáculo de fútbol decidió ceder.

Volvió a encerrarse en su hogar observando la simple ventana que de vez en cuando hacía que se enfermera de gripa cuando la lluvia salpicaba.

De manera seguida terminaba durmiendo con SeungWoo debido a las goteras y a la ventana abierta que tenía su cuarto. Pero al menos lleno de amor esas noches a su hermano y lo hizo sentirse seguro y sin temor cuando le prometía un futuro mejor que eso para ambos. A SeungWoo le encantaba escucharlo hablar sobre un lugar donde todos fueran libres… Ambos anhelando una utopía.

El que lo acompañó en su llanto y tuvo que madurar por su propia cuenta a los 12 años para aprender a protegerlo.

Cuando cumplió 15 años, Jeon Jungkook deseó un balón de fútbol; en su lugar,  solo recibió elogios, un par de libretas y ropa que según su madre le servirían de protección para el invierno, para las fuertes lluvias y para mucho más que prefirió no escuchar… Jungkook incluso llegó a asfixiarse por la noche de aquel 1 de septiembre pero no dijo nada.

Al día siguiente su abuela viajó para verlo y felicitarlo, pero se fue enseguida tan solo después de contar alguna que otra anécdota sobre su vida. Jungkook le prometió irla a visitar alguna vez. En su corazón sabía que probablemente eso no sería pronto.

Los meses siguieron pasando y en una ocasión terminó saliendo de casa para recoger una pelota desinflada que había entrada por la ventana de su cuarto.

— Es mía… — Le respondió un joven que apareció en la puerta de su hogar ese día lluvioso. Jungkook lo observó por unos segundos, sus ojos estaban rodeados de un polvo negro que parecía escurrirle a causa  de la lluvia..

— ¿Q-qué tienes en los ojos? — Preguntó tratando de señalar sus ojos pero sin que sus brazos fueran descubiertos por el viento frío. Su sudadera apenas podía cubrirlo.

El chico limpió sus ojos y sonrió cuando aquel tinte negro se quedó impregnado en sus manos. Simplemente le dedicó una mirada al joven que le entregaba la pelota mientras trataba de cubrirse del frío inútilmente. Aquello le causó un poco de ternura pero de igual Respondió su pregunta con toda disponibilidad.

— Se llama tinte… lo uso mucho porque me gusta que mis ojos resalten más con ellos. — Dijo limpiando con su sudadera mojada el balón desinflado.

Jungkook permaneció en su lugar por un par de minutos más, sus ojos siquiera eran capaces de parpadear debido a lo impresionado con aquel tinte que el joven frente a él elogiaba a pesar de estar a punto de perderse bajo la lluvia.

Había visto a su madre usar uno similar y como la mujer mayor combinaba varios de ellos para crear un color que resultaba mucho más interesante de ver…

Inconscientemente llevo una de sus manos a la parte alta de su brazo, ese golpe resonó en su mente con tanta claridad que incluso fue capaz de volver a sentir el dolor como si estuviese de vuelta a ese día. Aquella tarde de sol cuando un joven Jungkook de 13 años entró a la habitación de su madre y quiso experimentar lo que era ponerse alguno de esos “polvos mágicos “ en las mejillas.

Jungkook solo quiso alejar ese pensamiento pero ya estaba resonando en su mente en vivo y a todo color. Un recuerdo que dolía tanto física como mentalmente. Donde aprendió a resistir y comprendió que su “rareza” jamás sería aceptada por la gente que lo rodeaba. Ni siquiera por su propia familia.

— Pe-pero… ¿Eso no es de niñas? — Su voz salía entrecortada. Estaba nervioso y su cuerpo se sentía aún más frío cuando vio la mueca que el joven le dedicó.

— ¿En verdad crees eso? — Jungkook no respondió, sus nudillos se apretaron con fuerza sintiendo impotencia y picazón en los ojos.

¿Qué si lo creía? En verdad no lo hacía, es más, estaba 100% seguro de que mientras hablaba era a el mismo a quien trataba de convencer.

— Las per… las personas dicen eso… — El más alto chasqueó la lengua con pereza y después giró el balón que sostenía en sus manos con gracia.

— A veces es mejor no prestarle tanta atención a lo que dice la gente. Solo se trata de lo que pienses tu… Y sí para ti está bien, en lo absoluto debe importarte lo que te digan los demás.

El pelinegro lo pensó detenidamente, incluso se olvidó por completo del frío que se colaba por la puerta principal en la que se encontraba. Solo pensó, y se concentró tanto en ellos hundiéndose en lo  más profundo de sus perspectivas y de todos aquellos preceptos que le había hecho creer.

¿Y sí todo eso era cierto? ¿En verdad era así?
Jeon Jungkook quiso enfrentarlo, lograr convencerlo de que estaba mal, pero ¿Cómo podía convencer a alguien de algo de lo que ni el estaba seguro? Su mente ya estaba rota y los pedazos le habían hecho mucho daño al caer. Necesitaba salir.

El pelinegro alzó la cabeza solo para encontrarse con su patio lleno de agua de lluvia vacío. Tan solo lo acompañaba el sonido de la fuerte tormenta que caía. No había ningún chico, solo pequeñas huellas de botas.

Entonces comprendió.  Y salió de ahí…

A pesar de los truenos y la lluvia… Jeon decidió que por primera vez haría lo que a él le parecía correcto.

Podía arrepentirse después… o quizá nunca.

El confíaba en su propia mentira.


El sonido de los pájaros se volvió aún más cercano con cada paso que daban, mientras el sonido delos autos disminuía y se sentía el frío de una tarde después de una ligera llovizna. Algunas ramas soltaron gotitas cuando fueron movidas accidentalmente por un débil Jeon Jungkook que trataba de abrirse camino por delante de Kim Taehyung, quien lo seguía con algo de miedo, pero feliz.
Habían pasado algunos minutos desde que se alejaron de las casas y ahora se adentraban a la carretera abierta que ofrecía a las afueras de la ciudad de México. Taehyung juró que jamás había visitado ese lugar y lamentaba no haber disfrutado de esa vista.

Jungkook frente a él lo guío deteniéndose de vez en cuando para recuperar energías, su cuerpo ya estaba muy cansado por los golpes, pero siguió soportando hasta llegar a un pequeño camino que se separaba de la carretera principal.

— ¿Qué es esto? — Taehyung no estaba siendo paranoico, era simple curiosidad de saber hacía donde estaba caminando y dirigiendo sus pasos.

—  Pronto lo verás… Ya casi llegamos… — Jungkook terminó de retirar un par de ramas del camino y después continuó andando por la vereda hasta un punto final. — Bien… aquí está…

Taehyung se abrió paso a su lado, ambos quedando a la par del otro.

Los pájaros cantaban en sus ramas y una llovizna que pasó desapercibida se acercaba de la forma más irrelevante para los dos humanos que contemplaban de pie el páramo de flores que se alzaba, al igual que el sendero que lo dividía hasta llegar a la cima donde descansaba una pequeña cabaña.
El pelinegro-azabache observó todo atónito, sus ojos curiosos mirando de un lado a otro tratando de guardar cada centímetro de ese bello lugar en su memoria. Bello.

— ¿Qué te parece? ¿Luce bien, no es así? — Jungkook a su lado sonrió entre muecas tratando de continuar caminando a pesar del dolor que sentía en sus costillas y en su mente.

— Lo es… es hermoso.

El mayor se rió: — Oh vamos Taehyung, tú eres incluso más hermoso que todo esto.
El más joven se dedicó a observarlo confuso.

— Yo…

— Te traje aquí porque sé que adoras las flores… — El pelinegro sonrió ampliamente mostrando lo orgulloso que estaba de su conocimiento.

— Pero tú… ¿Como sabes eso? Yo no…

— Taehyung Kim… Sé muchas cosas al respecto que pueden servirme o no… — Lo corrigió. En la mano izquierda sostenía una navaja con la cual abrió la cabaña y después de patearla ingresó. — Pero créeme cuando te digo que eres más bello que todo esto…

Dos pasos. Dos pasos fue lo único que necesito retroceder para estar tan cerca el uno del otro. La respiración de Taehyung se sentía acelerada y no sabía si era debido a la caminata o a otra cosa. Debía ser por la caminata, el deseaba que fuese así.

Tan fuerte el latido, tan intrépida la misión, tan audaz el sentimiento y  tan poco el tiempo que disponía cada uno.

Pero podían seguir jugando por la cuerda floja, aún sabiendo que serían tirados en algún momento, incluso si llegaba a asustar, sin saber si sería mañana o dentro de algunas horas. Solo el momento importaba.

La distancia entre ambos era tan mínima, pero se sentía tan lejana aún, incluso el frío pudo colarse entre ellos cuando solo se contemplaron así, en silencio, mirándose a los ojos sin ninguna palabra por más de 10 minutos. Taehyung perdido en algún pensamiento que se volvía confuso y le provocaba dolor de estómago y Jungkook sintiéndose impotente, incapaz y demasiado cansado.

Una juventud tan rota para el invierno que terminaba aquella tarde de 1985…

Y sí alguien lo notó, si algún Dios llegó a compadecerse de dos almas cuyo camino se vio truncado y marcado hace mucho, simplemente pudo desear mucho valor para ellos. Con la esperanza de un futuro en el que su invierno diera comienzo a una cálida primavera… Una realmente cálida primavera.

— Creo que… deberíamos entrar… — Unas gotas de lluvia habían comenzado a lavar la sangre seca que se encontraba en alguno de los golpes que el mayor había recibido haciendo que sus labios formaran muecas de dolor.

— … Si… — Taehyung se abrazó a si mismo tratando de retener algo de calor.

La cabaña podía parecer sencilla por fuera, incluso abandonada, aunque por dentro tenía toda la comodidad de un hogar al que parecían acudir con mucha frecuencia. Un sillón algo gastado enfrente, un montón de libros apilados y periódicos que indicaban noticias, Taehyung quiso leer uno de ellos pero las hojas ya estaban mojadas y la tinta se había escurrido.

— ¿Qué es este lugar? — Jeon se dejó caer en el sillón y después con algo de duda Taehyung lo imitó.

— Mi abuelo y yo construimos este lugar, solía venir a jugar con mi hermano aquí cuando no estábamos dispuestos a ir al colegio… era nuestro refugio…

Silencio nuevamente, todo lo que quedaba era silencio.

Jungkook de pronto sintió curiosidad por el joven que tenía frente a el. Sus ojos cansados y su mirada perdida en algún punto del techo. Su mandíbula marcada y su pelo despeinado revuelto tapando sus ojos cafés.

Fue un breve instante en el que sin darse cuenta el mismo ya estaba analizando al joven que tenía enfrente, preguntándose ¿Cómo sería ser Kim Taehyung? ¿Qué sería estar en su lugar? Porque no diría que se compadecía de el, solo quería saber, ¿Qué le había tocado vivir a su contraparte? ¿Cómo es que Taehyung había terminado diciendo “Hola” en lugar de “Anyeong”?

— Taehyung… — El menor permaneció perdido en su mente por un poco más de 5 segundos hasta oír la voz de su mayor chocar en su tímpano, el lo miró y Jungkook supo que debía continuar. — ¿Cómo llegaste aquí?

Podía ser una pregunta que la mayoría de las veces le resultaba incómoda de responder, o si no era porque siempre era así. Solo que ahora, cuando esa pregunta había salido específicamente de los labios de Jungkook no venia envuelta como una orden o una señal de hacerlo sentir menos por aquello que sucedió. Era simplemente una pregunta sencilla que Jungkook había hecho por curiosidad, y había sabido manifestarlo de esa forma. 

— Yo… — Esas manos sudadas que se frotaban unas con otras hicieron que el pelinegro fuera a su encuentro.

— Hey… Perdón. No quería presionar. — Jungkook tomó sus manos tratando de llenarlo de paz, en silencio el menor le agradeció el gesto. — ¿Quieres escuchar música?

— ¿Tienes radio? — levantó la vista cuando Jungkook hizo ruido golpeando levemente aquel aparato con botones antes de meter un cassette dentro de él.

— ¿Qué tal Bon Jovi…?

— Prefiero a David Bowie…

El mayor ladeó la cabeza con diversión mientras se dedicaba a buscar entre los cassettes el nombre de aquel cantante.

— Nuestro alumno de biología acaba de confesar su amor por ¿David Bowie? — Taehyung sonrió.

— En realidad compite con Elton John…

— Debe ser una pelea muy reñida entonces. — caminó hasta el montón de cassettes cuando Jungkook señaló uno con varias pegatinas de micrófonos y palabras en inglés en este. — David Bowie… ¿Te apetece escuchar 'Heroes' conmigo?

La radio hizo un sonido de reproducción y la pista se reprodujo automáticamente casi al instante que Taehyung asentía.

𝘐, 𝘐 𝘸𝘪𝘴𝘩 𝘺𝘰𝘶 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘴𝘸𝘪𝘮…

— ¿Las heridas te duelen? — Se acercó al pelinegro más alto tratando de no tocar las partes lesionadas sin su autorización.

— Un poco… — Soltó un quejido cuando Taehyung limpió una de ellas con un paño que había sacado de su mochila. — Bueno, talvez si les dieras un beso dejarían de doler... — El azabache lo observó sintiendo sus mejillas arder, a Jungkook le gustaba verlo así.

— Ridículo.

— Oh, vamos Taehyung… No seas tacaño con esta pobre e insignificante alma. ¿Vas a negarle el privilegio de uno de tus besos?
Taehyung desvió la vista.

— Además me hice estás heridas por defenderte…

— Nadie dijo que lo hicieras. — el mayor río con sorna. — ¿Ahora que es gracioso?
Jeon se acomodó un poco, guío su vista a la ventana por dónde se veía la lluvia caer con fuerza y sonrió volviendo a concentrarse en el más joven que sostenía la manga de su uniforme. Ambos estaban tan cerca que la punta de sus zapatos eran capaces de rozarse.

— Nada. Es solo que… te traje aquí por alguna razón inexplicable y ahora estamos atrapados aquí bajo la lluvia escuchando a David Bowie… definitivamente tenemos que llevarnos bien.
Acompañado de esa sonrisa que el pelinegro le dedicó Taehyung se sintió tan pequeño en un mundo tan grande. Donde tuvo que sobrevivir a cuesta de flores y del gran esfuerzo que los señores Mendoza habían hecho por el desde que tenía memoria.

𝘐 𝘸𝘪𝘭𝘭 𝘣𝘦 𝘬𝘪𝘯𝘨, 𝘈𝘯𝘥 𝘺𝘰𝘶, 𝘠𝘰𝘶 𝘸𝘪𝘭𝘭 𝘣𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘦𝘯...𝘛𝘩𝘰𝘶𝘨𝘩 𝘯𝘰𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨, 𝘞𝘪𝘭𝘭 𝘥𝘳𝘪𝘷𝘦 𝘵𝘩𝘦𝘮 𝘢𝘸𝘢𝘺, 𝘞𝘦 𝘤𝘢𝘯 𝘣𝘦 𝘩𝘦𝘳𝘰𝘦𝘴, 𝘑𝘶𝘴𝘵 𝘧𝘰𝘳 𝘰𝘯𝘦 𝘥𝘢𝘺.

— Gracias.

Tan sencillas palabras dichas, tan pequeñas acciones que eran capaces de mover el universo entero… como una partícula que se va entrelazando poco a poco.

— ¿Eso por qué? — Ambos se miraron nuevamente mientras la radio daba las últimas notas de aquella pieza de música.

— Gracias por defenderme…

Jeon sonrió ampliamente, su mirada se perdió nuevamente en el.

— Lo hice con gusto… Entonces… ¿Cuándo conoceré a tus Flores?

Las Flores fueron consideradas especiales por Taehyung desde que tuvo la oportunidad de tocar por primera vez uno de sus pétalos. Taehyung creía plenamente que ellas tenían vida, que podían sentir. Quizá porque estaba tan solo que llegó a tener una mejor relación con las plantas que con los humanos.

Las plantas eran su segunda familia después de los Mendoza.

— Supongo que muy pronto… — Jungkook sonrió incluso si la presión que Taehyung hizo sobre una de sus heridas acababa de lastimarlo.

— Eso… eso es bueno…

Afuera donde la lluvia caía sin querer parar por un segundo, en aquel campo donde solo la pequeña luz de una lámpara iluminaba aquel día nublado. Taehyung juro que se arrepentiría de haber puesto un solo pie a la par de Jeon Jungkook. Porque cuando sus ojos se encontraron con los del pelinegro juró que fue tan extraño como cuando descubrió que las flores podían sobrevivir fácilmente sin agua, solo era cuestión de encontrar la manera.

Una en donde la opinión de la sociedad sea de menor importancia para todos.

— Creo que… ya está… — Dejó el paño mojado a un lado y Jungkook desvió su mirada hacia otro lado mientras David llegaba a las últimas líneas.

La opresión en el pecho que te impide gritar lo que sientes, que te obliga a creer que estás mal… ¡Porque en verdad lo estás! . Tan reprimidas dentro de ti como una bomba que en algún momento explotará sea para bien o para mal.

Jeon Jungkook sentía impotencia.

En una esquina de la habitación, a lado del montón de libros se encontraba una carpeta de color café, algunas hojas ya estaban deshiladas. Fue la foto de portada que llamó la atención del menor.

— ¿Esto es tuyo? — Jungkook miró en la dirección que Taehyung señalaba y sonrió cuando se encontró con aquel portafolio de evidentes años.

— Si… No recuerdo cuántos años tenía específicamente cuando dejé de usarla. Pero prácticamente es toda mi infancia. — Cogió la carpeta del suelo, sopló el polvo. La foto principal reflejaba a un joven Jeon Jungkook de 7 años lleno de ilusiones y sintió que su nariz picaba ante su propia imagen inocente.

— ¿Eres tú? — El joven que lo observaba sonreía al encontrarse con el jugador de fútbol incluso mas joven que ahora. — Te ves chistoso…

— ¡Oye! — Reprochó pero igual se lanzó a reír cuando Taehyung ocultó su sonrisa tras la palma de su mano. — la próxima vez me burlaré de ti si llegó a verte de pequeño.

— Buena suerte con eso…

— ¿Estás retándome Kim Taehyung? — El menor hojeó la carpeta fingiendo demasía ante su pregunta.

La siguiente página estaba arrugada y parecía tener rastros de agua y puntos rojos, como si un líquido hubiera manchado la zona.  En la parte central de la libreta se leía en una escritura al borde de perfecta y pulcra la frase.
“ El valor es el honor ”.

Jungkook sintió ganas de vomitar.

— Esto es Hangul… — Estando uno a lado del otro Taehyung tuvo que alzar la vista para encontrarse con el rostro de su acompañante.

— Lo es.

Valla que lo sabía. Podía olvidarse de muchas cosas, pero eso era algo que Jeon Jungkook jamás olvidaría.

— Creí que no escribías Hangul…

— No lo hago… esto es de hace 14 años, creo que tenía 4… accidentalmente repetí un verso que escuché decir a la profesora Lee en la escuela primaria… “El valor es el honor ”. — Lágrimas amenazaban con salir entre más profundizaba en el recuerdo. — Mamá me abofeteó tan fuerte porque lo dije en una mala situación y en nuestro idioma natal… — Apretó sus ojos can rabia. — Me hizo escribir en Hangul y me golpeó las manos cada vez que mi escritura era “horrible”.

— Lo siento…

— No tienes que disculparte… Yo tuve la culpa.

Taehyung mentiría si dijera que no estaba aterrado. ¡Lo estaba! Y a un nivel inimaginable. Este era Jeon Jungkook, el hijo de los Jeon que vivían algo humildemente y al que todos envidiaban por tener una familia tan perfecta. ¡Valla utopía inventada!

Tampoco dijo nada, no tenía mucho que agregar, el estaba asustado, asustado de equivocarse, de ser incorrecto, de salir de las líneas y los roles asignados. Comenzaba a experimentarlo y se sentía ansioso.

— La señora Mendoza aprendió a hablar coreano por mi. — Dijo y vio a Jungkook limpiar sus ojos para escucharlo. — Ha sido un gran apoyo en mi vida, una verdadera madre…

— ¿No es tu madre? — Taehyung sonrió.

— Lo es. Para mi lo es… pero las ciencias de la reproducción y el ADN me obligan a entender que no lo soy, no soy un Mendoza como ellos. Mis verdaderos padres… Jamás los conocí, no sé si fueron buenos, si me quisieron, si me odiaron… solo sé que ya no están aquí….

A Taehyung no le gustaba tocar ese tema en lo absoluto, tan solo con mencionar su nombre la mayoría de las personas terminaban burlándose, golpeando su cuerpo, sus manos. Taehyung odiaba todo eso. Odiaba ser el centro de atención. Y Jungkook comprendió eso desde el primer momento en que lo vio.

Porque tan polos opuestos que eran y tan distintos pero similarmente lastimados.

Jungkook escuchó en más de algún lugar esa teoría de los sentimientos raros en la adolescencia. Varias veces vio a SeokJin quejarse de tener dolor de estómago por alguna chica que veía. Aunque el siempre dijera que eran mariposas.

Probablemente sabía la respuesta correcta que era como una ecuación cuadrática de solución negativa.

Taehyung Kim* — El menor lo miró con sorpresa. — Creo… que me duele el estómago…

Y se animó a creer que era normal… a pesar de muy en el fondo saber que tal vez estaba equivocado…

¿Quién era el mundo para opinar? Solo eran dos jóvenes inexpertos jugando a “sentir” en una cabaña solitaria a las afueras de la Ciudad de México, en una tarde de fin de invierno en 1985…

No eran el centro del universo… pero si el universo perfecto el uno para el otro.

Taehyung Kim* Le habló formalmente, lo cual indica una propuesta o confesión importante.


****

Tarde pero seguro, aquí tienen el nuevo capítulo, espero les guste...
Manténgase a salvo gente♡

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top