𝚇𝚇𝚇𝚅𝙸𝙸𝙸↬¿𝓔𝓻𝓮𝓼 𝓫𝓾𝓻𝓻𝓸 𝓸 𝓶𝓪𝓼𝓽𝓲𝓬𝓪𝓼 𝓪𝓰𝓾𝓪?
Un suspiro al aire por mi tormento diario. Una soledad por mis pecados. El corazón roto por merecimiento ¿Qué será de mí? Me la paso recordando a Malía. Cada mínima cosa se convierte en su recuerdo; su sonrisa, su pelo, sus ojos o el aroma de su cuerpo. Todo es su fantasma en mi frívola memoria. Ella dijo que necesitaba tiempo y yo a ella. Probablemente encontrará a alguien más, alguien que sea mejor persona, porque no soy lo suficiente bueno para ella. Y pensando las cosas, mi pequeña es como un ángel.
Mi pequeño ángel no debería volar tan cerca de mí, terminaré haciéndole caer, seguramente pierda sus alas otra vez por mí. Las personas como yo destruyen las cosas hermosas.
¿No lo sabes, pequeña? No soy perfecto. Ya no quiero decepcionarte, nunca quiero verte sufrir. En esta historia he sido solo el antagonista que no te merece. Ese el cual no vale la pena poseer. Y también el más egoísta.
Soy tan egoísta que no puedo separarla totalmente de mí. Esa chica es el aire de mis pulmones, el motivo de mis sonrisas, la paz en medio de la tormenta, la luz al final del túnel ¿Qué sería de mí sin ella? ¿Qué sería de mí sin mi pequeño ángel? Jamás podré alejarme para que sea feliz con alguien más. De ningún modo me rendiré ante nadie. La necesito. Lucharé por ella aunque la sangre se acabe en mi cuerpo ¿Estoy siendo toxico o posesivo? Lo siento, está es la única forma que conozco de amar. Mi corazón le pertenece y no concibo una vida sin ella ¿Le haré daño estando tan cerca de ella? Probablemente, pero no soy de los que se echan para atrás sin obtener la victoria en sus manos. En esta batalla por sus sentimientos nunca verán la bandera blanca en mi facción. Ella es todo para mí. Daré todo por ella.
— ¿Vas a volver a tu apartamento? ¿Sabes que vas a sufrir por ella ahí nuevamente, verdad? — Inquirió mi hermano cruzándose los brazos y una mirada entrecerrada — No quiero verme en la necesidad de decirte “te lo dije”.
— Solo… extraño a mi apartamento — Alcé los hombros terminando de arreglar mis cosas dentro de la mochila.
— Lo extrañas porque te recuerda a Malie — Afirmó suspirando.
Llevo un par de días en casa de mi madre, cuatro para ser más exactos. Desde la ruptura con Malía estar en mi apartamento en aquellas calles de porquería es un calvario. Como dije antes, estar allí suponía coexistir con su fantasma, no alcanzaba sacármela de la cabeza. Cada rincón me recordaba a ella; en la habitación está la cama que tanto compartimos con su aroma impregnado, en la sala el sofá de nuestros reencuentros los sábados, en la cocina su silla vacía, y en el baño la mayoría de cosas prohibidas antes del matrimonio. Por esas razones me vine a la casa desocupada de mi madre. No contaba con Soobin cuidando de mí y siendo mi niñera en estos momentos sentimentales. Amo a mi hermano, pero ya no aguanto su charla de “debes dejarla ir aunque duela”. No la iba a dejar ir. No soy tan buena persona como él cree. No tengo su bondadoso corazón para rendirme por verla feliz. Si no es feliz conmigo no me rendiré hasta que lo sea. De todos nuestros problemas este puede ser la batalla más pequeña, se puede superar.
— Bien, te acompañaré, Hyung — Salió detrás de mí por la puerta principal.
— Soo deberías volver a tu casa. Llevas cuatro días cuidándome todo el rato luego de volver del trabajo. Tus amigos pueden estar preocupados.
— No importa. Tengo que cuidar de mi hermano mayor y su corazón roto — Dice con tanto orgullo que puedo notar su pecho inflado y eso me hace reír.
— Bien, lo permitiré si mañana regresas a tu casa tranquilo.
— No puedo dejarte—
— ¿Quién es el mayor de los dos, eh? Ceo que a alguien se le olvidó su lugar de hermano menor.
— Hyung — Lloriqueo.
— Dije que no, dongsaeng.
— Ash — Bramó moviéndose hacia un lado para susurrar aunque escuché perfectamente — Este Ahjussi.
— ¡Te escuché! — Chillé ultrajado.
— Sí yo también escuché al vecino de abajo quejarse del sonido — Se hizo el tonto y salió enfrente casi que corriendo hasta el auto.
Fuimos en su auto hasta mi apartamento. Por todo el camino me quejé por llamarme viejo y él se quejó porque yo lo llamó menor siempre por conveniencia. Una discusión de hermanos casual como cualquier otra. Nos separamos pues Bin iría a aparcar el coche a un establecimiento seguro y yo me adelantaría para abrir mi hogar e ordenarlo un poco. No quiero recibir otro sermón suyo por verlo completamente regado. Dirá que no puedo descuidar mi hogar solo porque Malía ya no está conmigo. Y precisamente es esa conversación la que no quiero volver a tocar con él.
Frente al apartado de edificios en que vivo había un coche que conozco perfectamente. Ese monstruoso auto pertenece a una sola persona, Beomgyu, mi querido primo, mi rival en el amor ¿Este qué hacía aquí? Para confirmar mis sospechas vi al chico fuera del coche, apoyado sobre el capó y viendo fijamente a mi ventana cerrada en el piso superior.
Antes de entrar al apartamento decidí ver qué hacia ese chico allí ¿Me estaba esperando? ¿Me venía a sacar en cara que ganó a Malía? ¿Qué querrá decirme?
— ¿Qué haces aquí, tonto?
Me pregunta lo tomó de sorpresa. Se recompuso en el suelo y clavó una mirada rara sobre mí mientras estiraba un poco el rostro ¿De qué se sorprende? Sabe perfectamente que vivo acá.
— ¿Qué haces tú aquí, engendro? — Rebatió a la defensiva, ahora con tono grotesco.
— ¿Eres burro o masticas agua? Vivo aquí, imbécil — Mofé.
— Aquí fuera, animal — Enfatizó el “fuera”.
— No todo el tiempo tienes que vivir encerrado en tu casa, burro.
— Claro — Bufó de mala gana, asesinándome con la mirada como si acabara de hacer algo realmente malvado o cruel — Una gran excusa para tener a Malie todo el día esperando.
— ¿De qué hablas? ¿Malía esperando por mí? — Inquirí encarecidamente. Ahora sí que mi primo se volvió loco.
— ¡Obviamente estúpido! Corrió a verte desde que dejaste la nota y la canción en la cafetería enfrente de nosotros.
— Beomgyu me estas preocupando. Ve a ver un especialista o si quieres te puedo atender gratis. Necesitas terapia. Yo no he hecho nada de lo que dices.
— ¡¿Ahora lo niegas?! — Clamó exaltado — ¿Quién más podría dejarle una nota a Malía para encontrarse en tu apartamento hace tres horas?
— ¡Pero qué dices! — Este acaba de perder la olla totalmente. Me dejó loco y sin idea con esa barbaridad — No he visto a Malía desde que rompimos. Llevo todos estos días con Binie y sino me crees puedes esperar un momento que está al llegar.
— ¿Y quién le escribe canciones y las graba, eh? ¿Pedro el dueño del camión?
What That Fuck!
Ahora implantó un poco de duda en mí.
— Sí, o sea, sí le he escrito canciones a Malía pero nunca se las he mostrado. Jamás podría, ¡qué vergüenza! ¿Cómo sabes que le escribo canciones?
— Tú le dejaste un IPod con una canción y una nota para encontrase acá — Se cortó a sí mismo la conversación. Abrió los ojos frenéticamente y volteó hacia la ventana nuevamente — ¿Si no fuiste tú quién quedó con Malía, ¡quién demonios lo hizo?!
— ¡¿Cómo que… Oh Dios mío?! ¡Oh Dios mío!
— ¡Tenemos que ver a Malía inmediatamente! ¡Lleva tres horas allí!
— ¡Pues corre, pendejo, corre!
No tuvimos necesidad de intercambiar más palabras, echamos a correr por el edificio y el interior como si nuestras vidas dependieran de ella. De hecho, la de Malía sí, y eso ya la hace también nuestra.
Al llegar a mi apartamento no vimos rastros de Malía ni en el exterior ni en interior. Todo estaba realmente vacío. Ni rastro de Malía pero sí la entrada de mi habitación estaba forzada. Lo demás estaba como si nada.
— Quién quiera que entró tuvo que saber que escribías canciones a Malie, que no estabas en casa y que ella vendría nomás tú pedírselo.
Tras aquellas palabras de mi primo intercambiamos miradas alarmadas. El chico de cabello largo se pasó las manos por este con tanta violencia que su peinado quedó como una atrocidad. Ambos estábamos shockeados, angustiados, perturbados, y probablemente aterrorizados. Perder a Malía es una fobia que ninguno de los dos estamos preparados para afrontar.
— Tienes razón — Afirmé perplejo — Venían a por ella…
— …Y nos la han arrebatado enfrente de nuestras caras.
*****
En mi defensa yo os dije que no se fiaran del IPod y la nota. En mi libro nada es lo que parece...😉
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