𝚇𝚇𝚅↬¿𝓠𝓾𝓮 𝓼𝓸𝓶𝓸𝓼? (+18)








Es una fuerza que invisible que me empuja, hace presión sobre mí, transmite una corriente eléctrica por todo mi cuerpo y hurga hasta pinchar en la vehemencia. Me incita. Me provoca. Me  atormenta. Me gusta.

Yeonjun tiene poder sobre mí. Estaría mintiendo si dijera lo contrario. Desde que lo conocí lo supe, probablemente fue eso lo que me llevó a entregarme a él casi acabados de conocer. Sé que si por estupidez entregaran medallas me tendrían que dar dos, una por si pierdo la otra. No soy una chica fácil. Él es el único que ha conseguido lo que quiere de mí tan fácilmente. Nunca tuvo problema conmigo, en cierto modo es lo que me molesta y me hace sentir tonta. Nadie me ha hecho experimentar lo mismo.

Yeonjun siempre ha  tenido dominio sobre mí. Obtiene lo que quiere, encuentra lo que busca y degusta lentamente la victoria.

¿Por qué ninguna de mis defensas son capaces de detenerlo? ¿Por qué hasta mi parte racional lo tacha como necesario para mi existencia? ¿Por qué siempre gana sobre mí? ¿Por qué siempre pierdo ante él?

Me gustaría hallar respuestas a esas interrogantes. Opino que desde lo conocí ya existía una parte de mí que poseía. Si él fuera una maratón sería imposible ganarle por incapacidad física. Ese es un hombre cualquiera, respira como todos, tiene las mismas necesidades que todos nosotros. Necesita comer, dormir y descansar para vivir. Si le lanzo un ladrillo por la cabeza lo mataría. Si le disparo por el pecho también muere. Si le rompo el cuello cae redondo. Entonces, ¿cuál es la diferencia con todos los demás?

No es que lo ame, desde lo que pasó hace cuatro años no he podido reproducir ese sentimiento. No obstante, vuelvo y repetirlo; es como una parte de mí que ya le pertenecía ¿Eso era posible?

–– ¿Volverás? –– Inquirí decaída.

–– Obviamente que sí –– Contestó Soo sosteniendo mi mano con ternura sobre la vidriera –– Serán solo tres días. Me tendrás de vuelta pronto junto a mamá y Yeonjun.

La señora Choi había vuelto a traspasar aquella puerta de madera de la dulcería, esta vez acompañada de Yeonjun. Aun no me he marchado. Pasé un tiempo dialogando con mi amigo, él estaba muy preocupado por mí. Quería saber todo lujo de detalles sobre mi estado, pero al ver que prefería no hablar del tema comenzamos a platicar de su inesperado viaje a China junto a su madre. La señora Choi quería despedirse e ver por última vez a su empleado Liu antes de morir. Soobin se iba a encargar de acompañarla en la travesía.

–– Les deseo suerte y que les marche bien.

–– Gracias, Malie.

Sorpresivamente fui sostenida por Yeonjun quien salía corriendo de la cocina mientras su madre le correteaba con una sartén. El pelinegro me agarró de la mano y empujándome me sacó de aquel lugar.

–– ¡Lo siento, Ma'! Te prometo que no me comeré más ninguno de tus pastelillos sin permiso –– Gritó él riendo.

Fui consiente de cómo me sacaba a toda velocidad por la puerta principal, su madre oscilaba el arma de cocina de un lado a otro exasperada, y de como Soobin negaba con una sonrisa. Pero para cuando me halle a solas con Yeonjun fue cuando realmente baje de la luna. Volvía a estar a su merced.

–– Sube –– Ordenó apuntando su auto mientras abría la puerta de detrás.

Ya su faz no era la risueña de hace unos segundos, me miraba seriamente, analítico y puedo jurar que con aneurisma facial. Aunque me pareció extraña esa dualidad subí a bordo en la parte trasera. Yeonjun subió en el piloto y dejó mi bolsa de galletas en el copiloto ¿En qué momento las tomó? Y lo más importante, ¿a dónde me lleva?

Arrancó el coche y lo vi tomando dirección a su apartamento ¿Pensaba llevarme hacia ahí? No podía ir, principalmente porque si no llego a casa hoy a Lizzy unnie le va a dar un infarto de la preocupación.

––Tengo que ir a mi casa.

–– Calladita te ves más bonita, pequeña.

¡¿Y este que se ha fumado?!

–– No, necesito ir a casa.

–– Y yo que tu guardes silencio.

–– Me importa una mierda lo que tú necesitas, Yeonjun –– Crucé mis brazos mientras intercambiábamos palabras por el retrovisor –– Para el coche o me lanzo por la ventana en movimiento.

–– Bien, tú te lo has buscado –– Gruñó de mala gana deteniendo el coche tan brutamente que casi salgo volando por el parabrisas, literalmente.

–– ¿¡Estas tonto o qué!? –– Bramo alterada del espanto.

Nos habíamos detenido en una calle poco transita de esas que quedan cerca de donde vive. Él parecía molesto al verme aun por el retrovisor pero para eso yo, tengo susto para todo el año próximo.

No le entiendo qué diablos le pasa, aunque si quería enfadarme lo consiguió.

–– Sí. Estoy exactamente como un tonto por ti.

En un dos por tres ya estaba en la parte trasera junto a mí. Me agarró un muslo y me hizo caer acostada sobre el asiento trasero antes de trepar sobre mí.

–– ¿Qué ha-haces?

–– ¿Qué somos, Malía?

Su aliento transformado a chocolate chocó contra mis labios. Su pregunta fue cruda, firme, cortando el aire a nuestro alrededor. Y para demostrarme que iba en serio me llamó por mi nombre. Yeonjun nunca me llamaba por mi nombre.

–– ¿Qué somos, Malía? –– Repitió con más severidad –– ¿Qué somos tú y yo?

¿Qué somos?

No tengo idea. Eso mismo me estaba preguntando esta mañana cuando hablaba con su hermano ¿Deseo? ¿Sexo? ¿Pasión? No. ¿Amor? ¿Cariño? ¿Lujuria? NO. Ni siquiera poseo idea de lo qué significaba para mí, mucho menos lo que somos.

–– ¿Pronombres personales?

Lo había dicho con cierto acento irónico. Esperaba que se riera y aliviara el ambiente, cosa que no sucedió. No fue gracioso, de hecho, yo siquiera soy divertida. Me sentí más incómoda al mencionar eso. Yeonjun enalteció por enésima vez esa ceja mirándome fijamente.

–– No bromeo –– Ya lo sabía y que saliera de sus labios fue una bofetada más fuerte a mi realidad –– ¿Qué soy yo para ti?

Esa pregunta era peor que la anterior. No somos amigos con derecho ya que tan siquiera somos amigos, no somos enemigos, pero tampoco somos conocidos o pareja.
Lo próximo que salió por mis labios me hizo sentir más expuesta porque sé que él tiene algún poder sobre mí pero, ¿cuál era?

––N-no lo sé.

–– No lo sabes. Dime qué te parece que significa esto.

Sus palabras salieron unidas a una risa amarga, y fue a horcajadas sobre mí como hizo para besarme fogosamente. Fue un beso posesivo, hambriento, necesitado, con su lengua hurgando hasta lo que comí hace un mes.
Me costó un poco devolvérselo, intentar estar con esa misma hambre voraz, a ese nivel. Sabía que me gustaba pero no el porqué. Eso no me proporcionó una respuesta. A duras penas pude intentar pensar bajo esa ola de deseo que surgió y ese anhelo abrazador.

–– ¿Amantes? –– Me atreví a preguntar extasiada, con el pecho subiendo y bajando a un ritmo considerable luego de romper el beso.

–– Estamos casados –– Se mofó relamiendo los labios, atrayendo inevitablemente mi atención ahí –– No existe una razón para ser amantes. Tal vez si te quitaras ese anillo que te di lo consideraría, pero nunca lo has hecho.

Buen punto.

Sacó por encima de mi cabeza la blusa que traía sin ninguna objeción por mi parte; irrumpió reiteradamente mis labios, lamiéndolos antes de continuar con esa misma intensidad y deslizando su mano para deshacerse de mi pantalón.

–– ¿Un matrimonio? –– Inquirí separándome mientras lo ayudaba a deshacerse de sus prendas.

–– Estoy al cien por ciento seguro que estar casada conmigo es una idea que te ha desagradado la mayoría del tiempo.

También tenía razón con eso.

–– ¿Novios?

–– Si sigues diciendo tonterías me voy a enfadar –– Más sus palabras salieron roncas de la extinción que estaba sintiendo crecer contra mi desnudez y su bóxer.

–– ¿Pareja? –– Gemí estimulada por sus brazos apretando mi trasero.

–– Felicidades, pequeña. Me has hecho enojar. Ahora quiero castigarte.

Joder, ¿cómo carajos llegué a esto?

Me puso boca abajo a una velocidad increíble. Comencé a sentir la humedad de su lengua recorriendo un camino por mi columna hasta el lugar donde la espalda cambia de nombre. Percibí el momento justo en el que terminaba de desnudarse y el sonido que hizo el papel que resguardaba un condón al ser roto por sus dientes. Ya deseaba que me hiciera suya.

–– ¿Qué somos, Malía, qué somos?

Abrí la boca para responder lo primero que me venía a la mente, estoy segura que dedujo la próxima imprudente respuesta y eso fue lo hizo que me azotara una nalgada, arráncando de mi garganta un prófugo jadeo y su nombre como un cántico.

–– Ya te lo dije... n-no lo s-sé.

–– A ti te gusta complicar las cosas, pequeña.

Entró de una estocada fuerte, profunda, arrebatando todo el aire de mis pulmones. Me comenzó a coger duro, como nunca antes lo había hecho. Aparentaba un alfa marcando territorio.

–– ¿Qué somos? –– No importaba cuántas veces lo repitiera. No sabía la respuesta por cuántas estocadas que me diera.

–– ¡N-no lo sé... ah!

No pude aguantar mucho más. El vaivén contra mis caderas era demasiado delicioso, perfecto para mí. Su brusquedad me estaba arrebatando cada gemido de la mejor manera posible. Me completaba, y soy lo bastante mayorcita para seguir negándolo. Yeonjun hizo que me corriera de la forma más deliciosa posible.

Salió de mí y se sentó sobre el asiento, más tardar supe que no era el final, sino el inicio de una nueva follada. De un tirón en mi cabello me hizo sentarme sobre su miembro. Fue mi turno de darle placer.

–– Joder, pequeña. Ya deberías saberlo a estas alturas.

Detuvo los brinquitos que daba para su gusto personal. Escuché una maldición salir de su boca por la pausa que hice mientras liberaba mi cabello. Me volteé a verlo. Encarando ese hermoso rostro que era mi perdición.
Yeonjun ya estaba más sereno, no parecía enfadado como al inicio de esta "conversación". Ahora parecía exitado y abrumado. Era el momento de buscar la respuesta de otro lado. Si él la tenía se la iba a arrebatar como los suspiros y gemidos que él me roba.

Tomé lugar a horcajadas de él, sin apartar la vista de esos hermosos ojos marrones que me venían llenos de lujuria, afecto y estudiando mis movimientos ¿Acaso estaba en él analizarlo todo?
Creo que él ya sabía mis intenciones porque sonrió. Vi esa jodida sonrisa ladeada que me desestabilizaba y que ya había olvidado hace cuatro años. La vi e me sentí más extasiada que nunca.

–– ¿Qué somos, Yeonjun? –– Rebatí firmemente –– ¿Qué soy para ti?

–– Eres mía pequeña, solo mía.

Agarré su cabello entre mis dedos volviéndolo a besar, apoderándome yo del poder de su lengua por primera vez. Ajá. Era la primera vez en mi puta vida que me sentí superior a Yeonjun. Me gustó lo que causaba este nuevo descubrimiento en mí.

Creo que estoy más cerca que nunca a volver a ser esa niña necesitada de dieciocho años. Esa pequeña que solo tiene ojos para él. Esa que lo necesita como el aire que respira.

Yeonjun era una adicción a la que he vuelto a caer. Él es mi droga.











****
Sin palabras. Simplemente este capítulo me ha dejado loca y con la cabeza echando humo.

Iba a intentar que fuera una maratón pero ya son la 1 de la mañana así que el capitulo que actualice en la tarde vendría siendo "ayer".

Sin más, los quiero y sueñen con los angelitos... por favor si alguien lee esto antes de acostarse a dormir tenga cuidado con lo que puede brotar en el país de los sueños.

Cambio y fuera.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top