𝚅𝙸𝙸↬dι мι noмвre, peqυeña
Quizás había tomado decisiones muy apresuradas. Mi seguridad se había ido al caño en el momento que lo vi ir hasta mí. No me sentía indecisa en cierto punto, solo nerviosa. Sí quería que esto pasara aunque la idea aún me ponga más ansiosa. No sé en este punto si es mejor la cura que la enfermedad. El resultado seguía trayéndome nervios. Pero para cuando me percaté, lo tenía arriba, caliente, besándome y dejándome en claro que esto solo era el principio.
Poco a poco, me hizo caer en la cama. Los brazos de Yeonjun agarraron mi jersey y lo sacó por encima de mi cabeza. Volvió a atacarme la boca, mientras una de sus manos bajó hasta mis piernas, acarició el interior de cada una, luego cambió para tocar las partes más sensibles por debajo de mi falda.
Cuando consiguió acariciar mi coño, el tacto que ejercía me hizo gemir y cerrar las piernas mientras apretaba su mano.
– Di mi nombre, pequeña, di mi nombre.
Acabando de soltar eso con voz ronca, absorbió mi labio inferior y se separó un poco de mí, lo suficiente para admirar mi rostro. Mi rostro estaba de todos los colores posibles, principalmente rojo como un tomate.
Repitió su acción con los dedos, sin embargo, se aventuró a escabullirse entre la tela de mi pantis y llegando a la piel que no hacía más que humedecerse más y más.
– Hazlo pequeña, hazlo.
Esta vez no fue una petición, lo ordenó justo en el momento que penetró uno de sus dedos en mi interior.
– ¡Yeon-jun!
Lo hice más por mi propio deseo que por su mandato, él sonrió, abriendo mis piernas con su mano libre y se colocó entre ellas. Estaba ardiendo de deseo, mi feminidad hecha una ciénaga lo sacaba a relucir.
Desabrochó el brasier y empezó a besar mi cuello. Los besos pasaron húmedos, con mordidas y chupetones que me excitaban más. Llegó hasta mis pechos, en el instante que se llevó uno de mis pezones a su boca, también introdujo un segundo dedo en mi interior, comenzando a moverlo.
Llegamos a cierto punto que mis quejidos eran el único sonido que nos acompañaba. Estos sonidos sucios eran un mar de deseo. Creo que Yeonjun los disfrutaba tanto como la actividad sexual.
– Vamos pequeña, no olvides mi nombre.
Yeonjun, su nombre, era lo próximo que me dedicaba a cantar a las cuatro paredes como una perra en celo, mientras el jugueteo debajo de mi falda aumentaba. Sentía que ni una revolución en pleno auge se le llegaba a comparar. Cada vez sentía que iba a explotar, quizás correrme, pero justo en el momento en que iba hacerlo, salió de mí con esa sonrisa encantadora que, visto y comprobado, no era más que una fachada.
– ¿Por qué? – Inquirí con un hilo de voz, al parecer tanto concierto que di me acaba de pasar factura.
– No quiero quedarme sin los honores.
Se frotó contra mí, mostrándome que estaba súper duro y como me necesitaba tanto como yo a él.
Esa acción no consiguió más nada que devolverme los nervios. Está iba a ser mi primera vez, pero por mucho que lo pensaba, todavía me sentía extraña.
Mi mente comenzó a divagar como siempre hace mientras Yeonjun comenzaba a desnudarse. Antes pensaba que mi primera vez iba a ser especial, con el chico que amaba, ahora entiendo que no será más que con un muchacho que me atrae y simplemente por el deseo carnal.
– N-no.
Él de cabello veteado enalteció una ceja con incredulidad, estaba en bóxer y a punto de quitarme el pantis.
– ¿Qué dijiste? – Inquirió con cierto tono irónico.
– Y-yo, emh... no estoy lista.
– Claro que lo estás, te estuve preparando hace un rato – Sonrió inocente. Quizás una sonrisa como esta podría considerarse tierna, el contexto en el que nos encontramos no lo permitía.
– N-no estoy lista para esto.
– ¿Por qué?
– Por-porque es mi primera vez.
Apreté los labios, haciéndolos una línea mientras esperaba un regaño o sermón de su parte. Algo que nunca llegó.
– Okey, está bien.
Mi rostro se estiró a la par que comencé a parpadear una y otra vez sin creer que había escuchado eso.
– ¿Está bien?
– ¿Qué quieres que haga? Quieres que te amarré a la cama y comience a follarte sin tu consentimiento – Mofó terminando de sacarme el pantis y dejándome más en shock. Sus acciones no iban acuerdo con sus palabras.
– Yeonjun...
Me sentí aún más incómoda cuando volvió a abrirme las piernas, estaba exhibida y al parecer le importaba bien poco a Yeonjun como fueron tensados los músculos de mi cuerpo.
– Extiende tus manos – Ordenó por segunda vez en la noche con esa voz ronca y firme ¿Acaso iba a atarme?
– Pe-pero dijiste qué–
– Obedece, pequeña.
Tragando en seco lo hice. El chico agarró el mismo cinturón del que se había desecho y ató mis manos con él.
– Tranquila, Malía, te prometo que no dolerá.
Lo vi acercándose a mí e intuitivamente cerré los ojos esperando lo peor. Todo esto me lo merecía, en cierto modo también quiero que me haga suya.
Al diablo con los nervios y mis pensamientos. Quiero que entrara ya.
– Abre los ojos pequeña. Quiero que veas esto.
Lo hago mientras abro la boca para decirle que me da igual, no me haga caso en la tontería que dije y entrara. Lo necesito sin importar cuánto mi cabeza diga que está mal.
– Yeonjun–
Mis palabras son interrumpidas por mis propios gemidos, él se había inclinado para poner su boca justo ahí.
Siento su lengua tocar el lugar, un grito ahogado de su nombre escurre mi garganta al verlo así, mientras chupa y succiona mis jugos femeninos, transformarme en esquizofrénica porque no paro de alucinar. Siento que voy a perder la cabeza.
Tiene una agilidad estupenda para mover la lengua y chupar en los lugares específicos. Pasa a ayudarse con su mano derecha mientras que con la libre aprieta mi muslo.
Suelto jadeos junto a incoherentes palabras.
De manera inconsciente o tal vez no, agarró sus cabellos para empujar más adentró y tenga más contacto con mi clítoris.
Por un momento siento que voy a desfallecer porque no me da descanso, el tiempo transcurrido aumenta su ritmo y la mordida en ese mismo lugar pone a vibrar toda mi anatomía.
Los gemidos en gritos no me dejan distinguir si mi cabeza dando vueltas sea por el placer o por ellos. Las piernas me tiemblan, y justo en ese punto de máximo placer, después de darme la primera y mejor oral que quizás tenga en mi vida, se aleja limpiando su barbilla e los dedos que tenía justo ahí con ayuda de su lengua.
Soy consciente a duras penas de cómo se echa al lado mío y planta un beso en mi mejilla.
– Lo hiciste bien pequeña – Sonríe torcidamente – Ahora es el momento de dormir.
Los dedos de una de sus manos acarician las mejillas que aún me arden del sonrojo e con la otra mano me pega a su pecho. Inhalé su perfume masculino y cerré los ojos, cayendo en un profundo sueño.
Al día siguiente despierto de primera, me encuentro aún contra su pecho y algo en mí despierta en nervios con un solo pensamiento en la cabeza. Tenía que salir de aquí lo más rápido posible.
Visto mi ropa regada por el suelo y salgo de la habitación con máxima cautela, rezando porque ese tipo no se despierte, agarró mi mochila junto al celular, le escribo a Jin y Eva, a esta última para que me busque.
Ella lo hace en menos de diez minutos, corriendo contra el tiempo como se lo pedí y en pijama de ratoncitos.
– Necesito beber algo – Es lo primero que suelto tras subir a su coche.
– Bien, te invito al bar de mi hermano – Apenas termina de hablar bosteza grandemente.
– Gracias por todo esto.
Y con "todo esto" me refiero a no preguntar. Me es difícil procesarlo incluso a mí. Ni el paisaje detrás del cristal ayudaba a mi cabeza a refrescarse.
– ¿Qué vas a tomar? – Interrumpió mis pensamientos.
– Lo que siempre me recomiendas.
– ¿Malas decisiones? – Mofa con total veracidad.
– Sí, y con hielo por favor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top