𝙸𝙸𝙸↬¿мe gυѕтa мι pѕιqυιaтra?
Pase todo el día esperando el mensaje de mi psiquiatra que nunca llego. Quizás me había emocionado por nada, ¿quién me garantizaba que sería a mí quien contactaría y no a mi hermano? Además, ¿qué más me daba a mí si lo hacía o no?
Libré un suspiro de mis labios cuando vi la hora que era y aún quedaba media hora de clases. Matemáticas a último turno de la mañana ¿Acaso podía ser más tedioso ahora? Eva, mi mejor amiga, se encontraba sentada a mi lado mientras se dedicaba a hacer tiktoks pintándose los labios, según ella, a una manera aesthetic. De verla tan inmersa en sus redes sociales, rodeé los ojos hasta posarlos en la ventana de nuestro lado. Esa chica de cabello fresa terminaría buscándome al final de curso para que le enseñe todo lo que no aprendió en todo el año. Y yo la ayudaría como la mejor amiga que soy.
A través de la ventana un mundo repleto de seres humanos caminando de un lado a otro con sus vidas, también me hizo exhalar. Que aburrido es este mundo, tan normal y sin que nunca pase nada increíble. A veces me pregunto qué sería de nosotros con un apocalipsis zombi ¿Se extinguiera la humanidad? ¿Sobreviviría? ¿Yo saldría con vida? Preguntas tan ridículas como esas eran la que me mantenían despierta en clases de matemáticas. No soporto esa maldita asignatura.
El timbre rebotó por todas las bocinas, a la profesora no le alcanzó el tiempo para concluir la clase pero a todos nos importó bien poco eso. Salimos casi que corriendo por nuestras vidas de aquel infierno con nuestras pertenencias a rastras.
– ¡Mil vistas en tiktok con solo un minuto de subir el video! – Chilló la chica esposa de su teléfono. Eva dio saltitos en su lugar alzando el aparato móvil hasta mi cara – ¿Qué piensas de eso?
– Que hay mil personas sin tener nada productivo que hacer con su vida.
– Para ahí el carro, Malie – Guardó el celular y se interpuso en mi camino, por lo tanto, deteniéndonos a ambas – Estas de malas hoy.
Eso último no lo preguntó, lo había afirmado. Una de sus perfectas cejas estaba enaltecida y sus labios fruncidos.
– No estoy molesta.
– Eres como un libro abierto. Además te conozco hace el tiempo suficiente para saber que ese tono grave en tu voz es molestia. Normalmente hablas bajito y ñoño.
Me muerdo el labio inferior pensando es ello. Quizás estaba enfadada y ni lo había notado. Ese mal humor definitivamente no es común en mí ¿Por qué me encontraba de esa manera?
– Lo siento. Ni lo había notado.
Cuando me disculpe, ella sonrió y seguimos caminando en dirección a su auto. La pelirosa era la encargada de conducir hasta nuestros hogares en su coche de lujo. Montamos e involuntariamente, solté otro suspiro volviendo a observar el paisaje detrás de la ventanilla.
– ¿Es por un chico? – Inquirió mientras dejaba salir una risilla nasal – ¿Acaso la pequeña Malie está enamoradamente frustrada?
– ¿Qué? ¡Claro que no! ¡¿De dónde sacas esa tontería?!
– Llevas el día entero suspira que suspira – Hace pequeñas imitaciones mías, riéndose por cuál es la más ridícula a la anterior – No puedo creer que te guste un chico y no me lo contaras ¿Está bueno?
– No me gusta nadie – Prosigo a defenderme manteniendo mi tono de voz estándar.
– Está cañón, eh.
– No está – Me interrumpo a mí misma – ¿Sabes qué? Piensa en lo que te dé la gana. No me gusta nadie.
– ¿Es Jeno de nuestra clase? Ese niño está de rechupete y lo he visto haciéndote ojitos un par de veces.
– ¿Qué disparates estás diciendo?
– También puede que sea Jaemin, o Bangchan, tal vez hasta el profesor Eunwoo de educación física ¿Es él? ¿Eunwoo? Tranquila no tiene por qué avergonzarte. Ese hombre es un mojabragas. De solo mirarte hace que te tiemblen las piernas.
– ¿Te gusta nuestro profesor de deportes?
– ¿A quién no? – Ironiza.
– Es nuestro profesor, no puede gustarte él. Está prohibido.
– Me valen una mierda las reglas. No sabes cuánto daría por dormir bajo las mismas sabanas que él. Al diablo lo prohibido-
Sonriendo con perversidad ladea la cabeza de la carretera. Sus ojos de color miel brillan con diversión mientras su cara dice “te he descubierto”.
– ¿Has conocido un amor prohibido, Malía? ¿Quién es? ¿Algún profesor, un empleado de tu casa o un amigo de tus hermanos…?
– Mi psiquiatra…
No tengo idea de porque solté eso. Solo había sido una idea que surgió por fracción de segundo en mi mente. Mi boca fue la encargada de dejarla salir sin mi consentimiento y dejándome con cara ridícula.
– ¡No es lo que parece! – Berrincho rápidamente, moviendo mis manos desesperadamente por los nervios – ¡No siento nada por ese tipo! Apenas lo he visto una vez en mi vida.
– Si te pones así de nerviosa… – Le entregué una mirada agria como un limón que la hizo reír todavía más – Vale, me quedo callada…
– Gracias, no quiero hablar de esa tontería.
–…por ahora… Creo que hoy está perfecto el día para pasar una tarde de amigas en tu casa, ¿no te parece?
Maldije a todo lo que me rodeaba, apreté los ojos y los labios retornando la mirada al camino. Me sentía abochornada por mi propia boca. No deduzco cómo demonios logré soltar eso así. Ni siquiera estoy segura que me guste mi psiquiatra. Él es guapo, encantador, olía tan bien con su fragancia masculina, su voz es sexy y la forma de sus brazos me causó… okey, quizás sí me guste. No gustar de estar “enamorada”, si no gustar de “me parece interesante”.
Sí, sí he pensado que es “interesante”. O sea, su edad, la experiencia en su labor y atractivo, esas cosas no son muy común en personas que se encuentren en su misma posición.
Ahora me faltaba explicárselo a Eva. No quiero que piense que estoy sintiendo cosas por el doctor que me atiende ¿Sería un poco raro, no? Decir que tu psiquiatra te parece guapo… parece una broma hasta pensarlo.
Un enésimo suspiro sale de mi boca cuando por fin estoy en mi casa. Eva finalmente se vino a casa conmigo, ahora estábamos una frente a la otra y ella de vuelta en su teléfono.
– ¡Ya te he dicho que me da igual! – Chillo frustrada mientras entierro la cabeza en la almohada – ¿Así que podrías parar ya?
– Ya te he dicho que no. Si estas esperando a que te escriba es porque no te da igual. Y por última vez, basta de pedirme que pare. No tengo licencia de detective privado pero cuando se trata de buscar a alguien soy la mejor de todas.
– Deja de alardear. Estas buscándolo en Instagram, ¿qué seguridad tienes de encontrarlo?
– Ya lo he hecho.
Sonríe engreída levantando su celular a mi cara por segunda vez al día. El perfil de mi psiquiatra estaba enfrente de mí, Choi Yeonjun, era sin dudas él con su hermoso rostro y su encantadora sonrisa. Le arranqué el celular de las manos para ver sus publicaciones. No tenía muchas, no sobrepasaban las quince y eran bastantes normales. La mayoría junto a sus amigos y otras en su graduación, con los diplomas, algunas en lugares famosos y las dos primeras al lado de su madre. La mujer mayor tenía una expresión cariñosa mientras su hijo le besaba la mejilla, y en otra, la abrazaba. Se veía el cariño de estos a la legua. Pero del padre ni rastro.
Me pregunto qué será de ese hombre.
– Además de ser aesthetic tu psiquiatra, está bien follable el señorito. Por Dios ya comprendo porque estas así. Tienes que estar frustrada pero no enamorada, si no sexualmente. Deberías tirártelo.
– ¡Evageline!
Mi grito fue detenido por el sonido de una notificación en mi teléfono. Arrugando el ceño, lo obtuve de la mochila repleta de libros. No esperaba un mensaje y tampoco es que reciba muchos. Mi grupo social se encuentra limitado a gran escala. Socializar siendo hija de una familia élite hace las cosas muy enredadas. La mayoría no te habla porque tienen miedo de tu alto nivel y el resto se acercan hipócritamente por lo mismo. Existe una gran dualidad en ello, y con todo eso, el resultado sigue siendo el mismo.
Jadeo sorprendida nomás ver el SMS en mis manos. Joder, yo creía que esto ya iba a acontecer.
Desconocido…
Holis, soy tu psiquiatra.
Siento reportarme tan tarde pequeña. La respuesta tardó un poco en llegar a mis manos pero ya está reservado. El miércoles en la noche, o sea mañana, nos vemos. Habla con alguien para que te traiga a mi casa y de ahí partimos al laboratorio a hacerte la polisomnografía. Ven preparada con ropa de dormir, pasaremos la noche allí. Espero respuesta para si no ir por ti.
Besitos, Yeonjun.
– ¿Qué demonios es polisomnografía? – Inquiere Eva frunciendo sus labios luego de quitarme el celular de las manos para ver lo que me dejó muda – Yo solo entendí pornografía.
– ¡Me ha escrito a mí! – Chillo saltando de la emoción en mi cama, abrazo a uno de mis peluches y paro de hacer el tonto cuando mi amiga me mirada burlesca – Di-digo… – Me aclaro la garganta – Tengo turno para mañana. Eso es genial, pronto sabremos si oficialmente tengo terrores nocturnos y trabajaremos en ello para curarme.
– Ajá, ¿y qué le contestarás?
– N-no sé, ¿qué crees que debería ser?
– Dile que empaque los condones. Vas a pasar la noche con él, deberías aprovechar esta oportunidad que te da la vida – Canturrea.
– Sinceramente no sé ni para qué te pregunto.
Termino refunfuñando, la pelirosa me ignora y comienza a teclear. No le tomo mucha importancia hasta que el sonido predeterminado de “enviado” me hace mirarla enalteciendo una ceja. Eva sonríe inocentemente y eso me da tanta mala espina que se lo arranco de las manos.
– Matanga dijo la changa – Y como si nada salió corriendo por su vida lejos de mi habitación.
Follame.
Esa sola palabra decía demasiado. Sentí ganas de gritar, golpear algo, asesinar a Eva, suicidarme y muchas más cosas. Al final solo me quede paralizada con esa cosa en mis manos ¡¿Qué carajos se supone que haga ahora?!
Mi celular vuelve a sonar en sus manos y mi corazón se acelera mientras mis labios sueltan un jadeo del susto ¡Mierda! ¡Y más mierda!
– Taeyong oppa.
El alma me volvió al cuerpo tras ver que no se trataba del chico de cabello veteado. Sin embargo, aún me encontraba tan pasmada que no fui capaz de contestar. La llamada se cayó y a los segundos volvió a sonar. Esta vez contesté luego de unos ejercicios de respiración para relajarme. Lo que menos quería era que mi hermano especulara que me pasa algo. Mi voz, según la desgraciada que me metió en esto, me delataba la mayoría del tiempo.
– ¿Qué necesitas, oppa?
– Ahora soy “oppa” – Contestaron en la otra línea junto a una risilla.
He muerto, revivido y vuelto a morir. Había contestado sin mirar la pantalla. Este no era mi hermano.
– Acaba de llegarme cierto mensaje tuyo y me gustaría que me expliques que significa escribirle eso a tu psiquiatra, o sea, a mí.
Que un rayo me parta.
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