6. Harmful beliefs
Talló sus ojos, en cuanto Beka dijo que debían partir a Canadá, tomó lo poco que poseía y subieron al primer vuelo que encontraron bajo el nombre de Anastasia y Alek Ivanov. Los documentos falsos que había conseguido eran tan buenos que ni los guardias ni aduana sospecho por un solo segundo.
El departamento al que llegaron era lujoso, cuidado y más bonito que la casa de su abuelo, obviamente, si su abuelo no hubiera muerto entonces la casa no hubiera estado en tan malas condiciones.
Dejo sus cosas en la habitación que compartiría con Otabek y volvió a la sala donde su compañero atendía una llamada de teléfono, según él, hablaba en francés.
Se acercó a la ventana algo impaciente y jugo con el peso de su cuerpo, balanceándose de atrás a adelante.
—No te pongas muy cómodo, iremos a Lyon en dos semanas —aviso al colgar, llamando la atención del menor.
—Nos vamos a seguir moviendo por un tiempo, ¿verdad?
—Si, tu me pediste que te escondiera de ellos.
—Lo se —suspiro, haciendo una mueca.
—Ten en cuenta que no te olvidarán tan fácil, tienen un contacto que te buscara hasta encontrarte, así que debes tener cuidado de que tu rostro no se vea en alguna cámara.
— ¿Que pasará con los registros del aeropuerto?
—Ya me hice cargo.
—Vaya, de verdad estás un paso adelante.
—Solo así evito que me atrapen —camino sin prisas a la pequeña cocina.
Yuri tamborileo los dedos en el marco de la ventana y tragó saliva.
— ¿Tenemos trabajo aquí?
Otabek lo miró, sin demostrar la sorpresa por el "tenemos".
—Si, así es, pero debo hacer una pequeña investigación antes de darte instrucciones.
—Entiendo —se sentó en el sillón, ya era automático el estar derecho, con los tobillos cruzados—. ¿Podemos cenar algo?
—Hay...waffles en el congelador —murmuró luego de revisar todo—. Traerán algo de despensa en media hora.
—Está bien, puedo esperar.
Cerró la puerta del refrigerador y se acercó a él, sentándose en la mesa de café para tomar su mentón para que lo viera.
— ¿Que pasa?
—Tengo miedo.
Arqueo una ceja, en una cuestión silenciosa, como invitación a que siguiera hablando.
—Sigo pensando en el cuerpo de Leroy —murmuró, sus ojos brillantes eran sinceros, incapaces de huir a la mirada de Otabek—. Sentí pena por él pero aún así...estaba tan calmado cuando abría su herida y sacaba la bala.
—Es mejor a que llores por cada vida que desaparece.
Yuri parecía confundido.
—Recuerdo con claridad los rostros de todas las personas a las que he matado, y pase mucho tiempo arrepintiéndome —murmuró, su expresión de había suavizado un poco—. Pero no puedo cambiar mi vida, lo intente, una vez dentro no puedes salir, o los demás asesinos vendrán a buscarte para que no los delates.
—Yo no pedí nada de esto —su voz sonó como un reproche muy sutil.
—Ya te lo dije, si no era yo, eran ellos, estabas hasta el cuello en esto antes de que te dieras cuenta.
Suspiro y bajo la mirada finalmente, derrotado, ¿tendría que vivir con ese remordimiento toda la vida? ¿Perdería sensibilidad? A juzgar por lo que oía, si.
—Lo mejor que puedes hacer, es limitarte a lo que te diga, haré la mayor parte del trabajo sucio.
Asintió. No había más peros ni excusas, solo debía acatar órdenes, se sentía más como una muñeca que como un ser humano. Cerró los ojos ante la suave caricia que el mayor le dio y se inclinó levemente en busca de más contacto, ahora era más como un gato.
—Toma un baño mientras llegan las cosas.
Asintió y se puso de pie, caminando con pesadez hasta el cuarto de baño. La tina, a diferencia de la de su casa, era enorme y seguramente cabía bien sin tener que encoger las piernas. Abrió las llaves y comenzó a buscar todo lo que usaría para darse el baño.
Se desvistió sin prisas y entro al agua jabonosa cuando estuvo lista. Su baño no duró mucho, estaba limpio en menos de quince minutos pero quería quedarse un rato más en el agua. Abrió las llaves de la ducha para enjuagarse y cambio el agua sin salir. Ahora olía distinto y sentía que podía tomarse cinco minutos para relajarse.
Recordó una vieja nana que le cantaba su abuelo para dormir y cerró los ojos, su cuerpo iba deslizándose despacio por la tina hasta sumergirse entero, el agua se sentía bien, estaba de lo más cómodo ahí dentro...hasta que abrió los ojos.
Divisó una figura borrosa del otro lado del agua, el cabello rubio y largo estaba atado en un moño, podía escuchar una voz femenina...y después unas manos presionando su pecho para evitar que saliera. Se sintió aterrado dejando salir todo el aire de sus pulmones y comenzó a patalear sin descanso, buscando la manera de salir de ahí con vida.
Escucho un grito y le jalaron de los brazos fuera del agua, comenzó a toser, buscando aire a bocanadas aferrándose a las manos que le tenían sujeto con firmeza. Su mirada borrosa distinguió el cabello de Otabek y observó todo a su alrededor confundido.
— ¿Que demonios te ocurre? —el regaño no se hizo esperar—. ¿Acaso tratas de matarte?
—No, no —sus piernas temblaban pero se sostuvo del azabache para ponerse en pie y salir, resbalando y tratando de alejarse.
— ¿Que pasa? —le detuvo, tomando su rostro para que le viera, parecía perdido en alguna especie de ilusión—. Yuri, mírame.
Sus manos temblorosas subieron al rostro del mayor y comenzó a detallas sus facciones con los dedos, como buscando comprobar que esa era la realidad.
Jadeo y lo abrazo, sin importarle que lo estuviera mojando o que el otro no entendiera nada.
—Lo siento —murmuró, comenzando a temblar.
Otabek suspiro, se estiró para alcanzar una toalla y lo envolvió para que pudiera calentarse de nuevo.
—Lo siento —tallo sus brazos y camino torpe aún—. Me cambiare y vendré a limpiar, lo siento.
Le vio alejarse, aún escurriendo, y volteo a ver a la tina, después tendría que preguntarle que había sido eso.
Yuuri pateó el cuerpo bajo sus pies con molestia, se cruzó de brazos y volteo a ver la puerta que indicaba que su esposo estaba de vuelta.
— ¡Vitya! —celebró, corriendo a su lado.
El mencionado extendió los brazos y le recibió con entusiasmo.
—Perdona mi tardanza, amor.
—No hay nada que perdonar —dijo sonriente, viendo cómo besaba el dorso de su mano.
—Gracias.
— ¿Encontraste algo?
—Si, el nombre que te dio, Julia Nikiforov, la muchacha en la cámara de la cena se parece a Yuri.
—Es adorable que haya querido usar tu apellido, de verdad nos quiere.
—Lo se —acaricio su mejilla—. Es la sospechosa en la muerte de Jean Jaques Leroy, un diplomático canadiense, le dio un tiro en la cabeza y no dejó huellas, ni la bala ni ninguna otra pista.
— ¿Solo un tiro en la cabeza? Pero que aburrido, ¿donde está la diversión en eso? —negó y se inclinó para palmear el rostro de su huésped, viendo si aún respiraba pero era obvio que no.
—Tranquilo, aún hay mucho que enseñarle, pero al menos sabemos que está en el negocio.
Yuuri desató al que solía ser el gerente de un hotel y tomó su brazo para jalarlo a la parte trasera de la bodega.
—Luego de esa noche no hay registros, no volvió a usar ese alias.
—Si, pero no hay nada de interés, llegamos a un callejón sin salida.
Bufo y soltó al muerto, pateándolo con furia hasta acomodarlo en la tina donde conservaría el cuerpo.
— ¿Que vamos a hacer ahora? El muchacho del bar no lo volvió a ver tampoco...aunque pienso que debimos traerlo aquí para que hablara.
—No, parece que conoce a Yuri y no nos conviene lastimarlo, debemos ser cuidadosos.
Suspiro y asintió, resignado, comenzando a lavar sus manos.
—Esta bien, le dije a Pichit que lo veríamos en el café de siempre, para que nos contara si encontró algo más.
—Vamos entonces, siempre llega temprano.
Asintió luego de asegurarse que estaba bien aseado, arreglo su cabello y sonrío a su esposo, poniéndose en puntas para besar su mejilla.
—Estoy listo —sonrió, tomando su brazo.
Vitya sonrió y beso su frente, llevándole despacio al auto, asegurándose de dejar bien cerrada si bodega. Alguien la había utilizado en su ausencia, estaba seguro pero no le había dicho nada a su Yuuri, investigaría eso por su cuenta.
El camino fue corto, su esposo siempre se ponía muy cariñoso luego de divertirse jugando con alguna víctima. Era adorable.
Se estacionó fuera del café y bajaron a la mesa de siempre, el lugar era solitario así que no tenían problemas de reunirse con el tailandés.
Pichit era enérgico como siempre, abrazando efusivo al azabache, contento por verlo de nuevo.
—Deben tener más cuidado ahora, no queremos que esto se repita.
—No me regañes, Pichit, no podía dejar solo a mí Vitya.
—Lo sé, lo sé —bebió de su vaso colorido y busco en su teléfono la información que les quería mostrar—. No vine a regañarlos, sino a mostrarles esto.
Los tres se inclinaron sobre la mesa, viendo los documentos que estaban en la pantalla. Era el rostro de Yuri pero en el pasaporte estaba otro nombre, Anastasia Ivanov.
—Apareció el nombre para un vuelo a Ottawa, hace un mes y medio.
—No entiendo, ¿por qué cambiar su nombre?
—Iba acompañado, Alek Ivanov, ¿lo conocen?
—No.
Pichit hizo una mueca, el documento parecía genuino, pero la foto parecía haber sido borrada, la reviso con más cuidado, debía haber algo.
—Ah, ya sé quién hizo el documento —sonrió ampliamente—. Es un alias también, no aparecen con ese nombre por ningún lado en Ottawa.
—Pero tiene que estar allá, ¿y si buscas con otros alias?
—Puedo intentar pero no parece usar un patrón para escogerlo así que me tardaré más de lo usual, lo mejor sería buscar a Seung y convencerlo de que diga quién le pidió el documento.
—Podemos ir a buscarlo, puedo hacerlo hablar.
—No —le interrumpió alzando una mano—. Sus métodos no funcionan con él, podrán matarlo y él jamás va a hablar —se levanto despacio—. Yo me haré cargo de eso, ¿si?, ustedes vayan a Canadá y los alcanzare allá.
Ambos estuvieron de acuerdo y se pusieron de pie también, el punto de la reunión estaba finalizada y debían moverse para poder ir a Ottawa. Su niño debía estar preocupado porque no lo encontraban.
Hola, vengo temprano con este cap jaja ojalá les guste :3 voy a poner el pasado de Beka pronto xD ya puse los títulos de los siguientes 4 caps en el índice también, pueden pasar a verlo para darse una idea de lo que pasará~
Gracias por leer, votar y comentar, les mando todo mi lof *smooches*
Rave, la que muere de sueño
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