24. Good behaviour

A Yuri le gustaba bastante el cambio que estaban sufriendo, era adorable y reconfortante, se sentía feliz sabiendo que Otabek lo amaba y que se lo demostraba ahora cada que podía, sin importar donde estaban él siempre encontraba la manera de recordárselo con un simple gesto. Sabía bien que el azabache no era de muchas palabras, pero eso no era ninguna molestia, le gustaba más que se expresara con acciones, que tomara su mano cuando caminaban de vuelta a casa, que le besara interrumpiéndole en lo que hacía o que le hiciera el amor hasta caer exhaustos, su vida se había vuelto perfecta.

Sentía los besos recorrer sus hombros y su cuello, había amanecido hacía horas, pero no querían moverse de la posición tan cómoda en la que estaban. Soltó un bostezo y se acomodó mejor entre sus brazos, como un gatito buscando refugio, restregó la mejilla en el pecho del mayor y sonrió, sin abrir los ojos. Otabek no parecía querer soltarlo ni un momento, le sostenía como si fuese el mayor tesoro del universo y lo adoraba con cada beso que le daba.

—No sabía que podías llegar a ser tan cursi —murmuró, con una sonrisa amplia, sin moverse.

—No sabía que eras un consentido.

Soltó una risita y besó su mentón con dulzura, una y otra vez, casi ronroneando por lo feliz que se encontraba en ese momento.

—Debemos levantarnos —le dijo Otabek sin moverse ni un ápice.

—En realidad no quiero, hay mucho que hacer y está frío afuera.

—No naciste para ser ama de casa, ¿no? —se burló con una risita baja y divertida.

Yuri le dio un golpe en el pecho, aunque el otro no pareció inmutarse.

—No soy ama de casa, idiota.

—Lo sé, eres terrible, lo bueno que nos dividimos las tareas.

—No me digas que querías que fuera la ama de casa, ¿qué falta? ¿Decorar la cabaña con un toque femenino?

—No me quejo de la cabaña, me quedo bastante bien.

—Ugh, suenas como padre orgulloso de su horrible hijo.

— ¿Horrible? Creí que te gustaba vivir aquí.

Alzó la vista y le sonrió, incapaz de contener el gesto ni el sonrojo en sus mejillas.

—Me gusta, nadie nos molesta.

Como si fuera coincidencia, los rasguños en la puerta de la habitación les hizo suspirar de forma sincronizada para luego oír los maullidos de la gata buscando su atención desde el pasillo.

—Dame un segundo —alzó la voz y la gata maulló aún más como respuesta—. Se queja como si nunca la alimentáramos.

—Tiene que alimentar a otros tres, no puedes quejarte, estarías igual de hambriento en su situación —dijo soltándole despacio, aunque quería seguir pegado a su cuerpo desnudo.

—Lo sé —suspiró bajando de la cama envuelto en una cobija, caminando con prisa al armario—, pero podría ser más paciente.

—Llevamos aquí toda la mañana, ¿no tienes hambre?

—Algo —suspiro mientras se vestía bajo la cobija, y no por pudor, sino por el frío.

Camino hasta el enorme bulto amarillo y lo abrazo sin importarle el chillido de sorpresa que soltó.

— ¿Quieres que te ayude?

—Justo ahora no eres de mucha ayuda.

—Te haré el desayuno —besó su mejilla y le soltó muy despacio, caminando fuera de la habitación mientras se acomodaba la sudadera y los pantalones.

Suspiró audiblemente solo viéndolo alejarse, cuando todo eso había empezado creyó que terminaría muerto antes de siquiera pasar un mes pues el tacto de Beka no era precisamente lo más dulce al principio.

—Sírvete, come y ven aquí.

Otabek parecía sólo saber ordenar, diciéndole que tenía que hacer, balbuceó maldiciones hacía el azabache y camino a la cocina, sirviéndose de todo lo que encontró para alimentarse. Pensó en quedarse a comer ahí de pie, pero cuando escucho la silla del comedor moverse su cuerpo volvió solo, aún le tenía miedo.

—Me quedaré en Rusia por un tiempo, así que viviremos aquí, pero cuando deba viajar iras conmigo, ¿entendido?

—No, no quiero.

—No pregunte si querías o no, pregunté si entendiste.

El rubio asintió cuando la mirada de Otabek se posó sobre él, Yuri no terminaba de entender porque le tenía tanto miedo si no lo había amenazado abiertamente, apuntándolo con el arma o algo...tal vez solo era lo imponente que era.

—Tienes cara de mujer y tu cuerpo es muy delgado, vas a servirme bien, deja que tu cabello crezca más.

— ¿Qué?

—Eres la distracción Yuri, he estado pensado que todo mago necesita una asistente que distraiga de lo que en verdad se debe ver...y tú serás mi asistente —sonrió de lado, sin que el gesto llegara a sus ojos—. Pero voy a tener que enseñarte un par de cosas antes de tu primer trabajo.

—No quiero —se puso de pie, la idea de ayudarle le provocaba un nudo en el estómago—. No quiero ayudarte — comenzó a caminar a la puerta.

—Yuri, vuelve aquí.

Escucho como se ponía de pie y quiso echar a correr, no podía seguir ahí. La mano firme de Otabek le detuvo de la media coleta del pelo, haciendo que se regresará, cayendo al suelo de espaldas. La bota de cuero del azabache se posó en su pecho impidiéndole ponerse de pie, se inclinó para verle de cerca, tenía el ceño fruncido y su mano le tomó del cuello.

— ¿Crees que esto es un chiste? —se notaba en su voz que estaba molesto—. ¿Que puedes andar de curioso y salirte cuando quieras?

Negó sintiendo los ojos llenos de lágrimas, tratando de quitarse la mano del cuello.

—Esto es tu culpa, Yuri, metiste la nariz donde no debías y ahora tendrás que aguantarte a mi lado.

—No diré nada si me dejas ir —murmuró con la voz temblorosa y ahogada por la falta de aire—. Por favor, por favor...

—No, me perteneces ahora, te he perdonado la vida a pesar de que me diste muchos motivos anoche para deshacerme de ti, así que te quedaras conmigo y harás lo que te diga.

—N-no quiero...estar contigo —murmuró apenas, el aire le faltaba con urgencia y sus pulmones ardían terriblemente, comenzaba a patalear y luchaba por alejarlo.

—Oh, lo siento Yuri, no te escuche, ¿qué fue lo que dijiste?

—Con...tigo... —murmuró apenas, sus extremidades dejaban de funcionarle y sentía que su cabeza le iba a explicar.

— ¿Qué?

—Tú —fue lo único que salió de sus labios, no podía resistir más, sentía que se iba a morir en ese momento.

Otabek retiró su mano y Yuri tomó una bocanada de aire de forma violenta, comenzando a toser, agitado, aún sentía la mano de su captor en su garganta y sus extremidades parecían adormecidas.

— ¿Qué decías, Yuri? No podía entenderte bien.

—D-dije...que me quedaré...contigo —murmuró jadeante, con apenas un hilo de voz y su cuerpo adormecido.

—Buen chico.

Yuri le vio alejarse, dejándolo en el suelo, ni siquiera se molestaba por poner candados o seguros a la puerta principal, sabía bien que él no iba a irse porque fácilmente lo detendría.

Gateo hasta la mesa y, con ayuda de los muebles, se levantó para sentarse en la silla.

Observó la espalda de Otabek, que se servía un café en la cocina, apretó los puños y bajo la mirada, resignado como nunca antes.

Observaba sus calcetas sumido en su recuerdo, el primer día había sido tan duro que cuando se veía al espejo temía ver las marcas de sus manos aún. Era increíble que ya hubieran pasado casi siete años de eso, mordió su labio inferior y se abrazó, sin ponerse las botas.

—Hey.

Alzó la mirada y vió a Otabek en la puerta, parecía confundido y caminaba hacia él. Carraspeó y se apresuró a ponerse las botas para ignorar por un rato lo que estaba en su cabeza.

— ¿Todo bien? —preguntó, inclinándose para poder verlo a los ojos.

Vio directo a los orbes caoba del mayor y se enterneció al notar su preocupación sincera, tomó su rostro con dulzura y besó sus labios para disipar cualquier duda que hubiera en su cabeza, agradeciendo sus brazos rodeando su cintura.

—Todo bien.

—Pero había algo en tu linda cabecita, ¿te preocupa algo?

Se sonrojó y negó, inclinándose para abrazarlo, a veces se preguntaba si ese era el mismo Otabek o si se lo habían cambiado por uno parecido.

— ¿No quieres decirme?

—No es importante.

—Lo es si pones esa carita —alzó una mano y masajeó su ceño con un dedo, buscando relajarlo.

—Sólo pensaba que cambiaste mucho.

—Tú también lo hiciste, lo hicimos por nuestro bien, ¿no? —sonrió, muy sutil y con el amor notorio en la mirada brillante.

—Sí, nos hacía falta —acarició sus mejillas haciendo una leve mueca, divertido por sentir su piel rasposa.

—Vamos a desayunar, anda, no pierdas tiempo.

—Está bien —besó sus labios y le soltó despacio.

—No tardes —se levantó despacio y acarició su cabeza, peinando su cabello hacia atrás.

Sonrió, soltando un suspiro enamorado que fue imposible contener, comenzando a acomodarse las botas para que no se le salieran en la nieve -como ya le había pasado una vez-. Salió animado de la habitación y corrió a la mesa del comedor para sentarse junto a su novio, finalmente podía decir que se sentía feliz y que todo lo que había vivido valió completamente la pena.

Hey y'all! Espero que hayan disfrutado la lectura del penúltimo capítulo y que el pequeño flashback les recordará cuando dijeron que ya no leerían si había estocolmo(?) xD gracias por quedarse amores míos

Por cierto! Me preguntaron si mi novia tiene wattpad y si, es DestinyEnemy y tiene pocos fics, un par de originales, dos de snk y un OS yuyu, si desean pasar a leer lo que escribe, por favor déjenle amor en votos y comentarios para agradecerle por el Lemon hermoso que nos hizo ( ' ' )

Mil gracias por leer, votar y comentar, les mando mucho lof y smooches infinitos~

Rave (◡‿◡✿)

Próximo capítulo:
25. Real love

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