19. Cold routine
Noruega era precioso, el pueblo donde se instalaron era pequeño y tranquilo, la gente era amable y siempre trataba de ayudarlo con el idioma cuando veían que tenía algún problema para expresarse.
Le gustaba ahí y no tenían problemas para conseguir lo que les hacía falta porque solo vivían con lo básico. Luego de tener carros de lujo y departamentos elegantes, la cabaña donde vivían era suficientemente buena como para no pedir nada más.
Las tareas para mantenerla fueron divididas sin decirlo abiertamente, Yuri se encargaba de alimentarlos y proveer los víveres, además de arreglar la chimenea y la cocina, Otabek estaba metido casi todo el día en las reparaciones del lugar, desde tapar los hoyos en el techo hasta cambiar el suelo por completo, y es que era tan viejo que la primera noche que pasaron ahí sintieron que se les caería encima.
Ahora se veía decente y no había tanto que arreglar, pero todo parecía estancado de alguna manera pues el azabache siempre salía muy temprano y volvía muy noche luego de escucharlo revolotear todo el día a las afueras de la cabaña. A veces comían juntos y no dormían en la misma cama, a pesar de todo, Otabek aún mantenía su distancia y Yuri sabía bien por qué.
—Yuri —le llamo la mujer con una sonrisa, haciéndole señas para que se acercara.
—Buenas —saludo en su torpe acento noruego que siempre hacia a la mayor reír.
— ¿Pasaron buena noche?
—Sí, gracias por las cobijas.
—No es nada —palmeo su hombro y le invito a entrar—. Mi hijo ya no las usará, y esa forma austera de vivir de ustedes no es muy sana en invierno —murmuró caminando a la cocina.
Yuri sonrió y siguió a la mujer, desde que habían llegado que prácticamente los adoptó, según le había contado, su hijo se había ido muy joven y no volvió, así que le alegraba poder ayudar a una mujer solitaria a sentirse mejor.
—Supe de Otabek que tienen goteras en el cobertizo también.
—Sí —suspiro negando con la cabeza—. Ni siquiera sabía que teníamos uno.
Ragna rió con ganas cubriendo su boca, le pasó una bolsa cuando finalmente pudo calmarse y le sonrió al muchacho.
—Aquí está la comida para su semana, recuerda que me prometiste venir a aprender a cocinar algo decente.
—Una hamburguesa es decente —se quejó aunque no pudo evitar sonreír.
La mujer de cabellos caoba negó con su sonrisa pegada al rostro, en parte por el comentario, en parte por su acento, tendrían que seguir con las clases pronto.
—Te espero mañana, sin excusas.
—Está bien, aquí estaré.
— ¿Y puedes decirle a Otabek que vaya al medico? —pidió con su vocecita maternal, la preocupación era notoria en su mirada—. No lo vi muy bien está mañana y me preocupa que vaya a enfermar.
—Le diré, pero no creo que me escuche.
— ¿No eres su novio? Debería escucharte.
Suspiro, desviando la mirada, sus mejillas se pintaron de un suave rosado y torció la boca.
—La verdad no se qué pasa por su mente, apenas me habla.
—Tranquilo, encontrarás el momento.
—Gracias, Ragna, te veré mañana.
—Ten cuidado de vuelta a casa, ¿quieres que te preste el auto? —preguntó preocupada por tantas bolsas que llevaba.
—No, está bien, necesito caminar un poco.
Se despidió de Yuri agitando la mano desde la puerta de la casa, el muchacho se alejó despacio saludando a quien encontrará en el camino, en realidad era poca gente pues casi todos preferían estar en casa y descansar.
Llego a casa luego de rodear el lago congelado, sus pies estaban húmedos y temblaba cuál cachorro recién nacido. Se quitó la chamarra y las botas para dejar las bolsas en la cocina, corrió al baño buscando poder calentarse con rapidez después de una ducha.
Se detuvo justo antes de abrir la puerta pues Otabek iba a salir, encontrarse luego de días sin verse la cara fue extraño y ninguno supo qué decir. Yuri rasco su nuca y de repente olvido el frío, queriendo ir a la nieve a ver si se hundía en un montón cerca del lago.
—No hay agua caliente —murmuró el azabache por fin, luego de un rato en silencio.
—Puedo...calentarla en la estufa.
—Está bien —sonrió a medias, a leguas se le notaba que quería huir también—. Veré si el calentador tiene algún problema.
Asintió y se hizo a un lado para que pasara, en realidad, Yuri agradecía que Otabek hiciera todo eso porque él no tenía idea de reparaciones, si había logrado que la estufa y la chimenea funcionarán, había sido de milagro.
Se quitó los calcetines y anduvo por la alfombra, poniendo las ollas más grandes en el fuego. Se sentó en la barra de la cocina y rebusco entre las bolsas todo lo que Ragna le había dado para comer mientras esperaba.
En cuanto sentía que tenía buena temperatura comenzó a acarrear las ollas, vaciarlas en la tina y volver a llenarlas, en realidad comenzaba a creer que ese lugar le gustaba porque siempre encontraba algo que hacer.
Cuando la tina tuvo el agua suficiente pudo desnudarse con calma y tratar de relajarse un poco, su intención no era pasar mucho tiempo en el agua caliente pero se sentía tan bien que lograba olvidar todo lo que pasaba a su alrededor.
La tina de porcelana era algo reducida, las paredes eran altas y podía estirar las piernas si estaba sentado, pero prefería quedarse con las piernas encogidas mientras disfrutaba del calor. Era gracioso como todo eso le resultaba reconfortante ahora y en el pasado pudo sentir pavor, nunca pensó que lograría superar muchas cosas.
Los toques en la puerta le sacaron de su ensoñacion y letargo, haciendo que volteara, como esperando una explicación. Otabek asomó la cabeza y pudo ver las rodillas de Yuri y su cabello recogido, su sonrojo por el calor y sus orbes adormecidos, fue una linda imagen.
—Tendremos que bañarnos así unos días.
—Está bien —sonrió a medias, como esperando...algo más.
—Lamento haberte interrumpido —murmuró saliendo lo poco que había entrado y cerrando la puerta con suavidad.
Suspiro, cansado y con ganas de hundirse, no entendía nada ya.
Despertó cuando un ruido sordo le asustó, en medio de la confusión y el sueño se levanto con prisa para abrir la ventana en busca de lo que sea que había pasado.
Vio a Otabek hincado y parecía buscar algo bajo la estructura de la cabaña, subió al marco de la ventana y salió llegando cerca, curioso.
— ¿Que ocurrió?
—Hay una gata que trato de sacar.
—No saldrá si no quiere.
—Estaba durmiendo bajo el calentador, logre que saliera pero ahora no puedo encontrarla.
—No hace ningún daño ahí —murmuró cruzando los brazos, sin bajar a la nieve.
—Está buscando donde tener a sus crías, van a morir de frío ahí abajo.
Se sorprendió y acercó a la orilla para inclinarse, su cabello cayó en la suave nieve mientras trataba de ver donde había quedado el animal.
— ¡Allá! Está cerca de la escalera —murmuró poniéndose de pie para correr a donde indicó, emocionado.
Otabek se sorprendió por su reacción y su forma de actuar, nunca había visto a Yuri de esa forma y por un segundo había olvidado lo que estaba haciendo. Vio al muchacho inclinarse sobre las escaleras, casi metiendose debajo de la casa para alcanzar a la felina que aún se escondía.
—Ven, hermosa.
La voz dulce de Yuri y sus manos extendidas hacia la gata le provocó una sensación de ternura increíble, le tendió una manta y observó con atención como la cubría para sacarla con cuidado.
Fue aún más lindo cuando le sonrió orgulloso, mostrándole a la gatita que ronroneaba gustosa entre los brazos del rubio, como agradecida por el calor que le daba la manta.
Un estornudo asustó al azabache y a la gatita que vio a Yuri como si le hubiera ofendido.
—Lo lamento —se disculpó divertido.
—Yura.
—Le daré un baño —murmuró sorprendido por la forma en que le había llamado.
—Estás helado, ¿como se te ocurre salir sin tapar? —las manos de Otabek le alzaron del suelo frío—. Además en pijama, te vas a enfermar, está nevando.
—Lo siento —murmuró, estornudando luego.
Se dejó llevar al baño y bajo a la gatita.
—Ve si sale agua caliente y báñate, yo me haré cargo de ella —dijo tomando el bultito envuelto en la manta.
—Espera —pidió deteniéndole de la chamarra.
—Después, ahora necesitas calentarte.
—Tienes un raspón en la frente —le interrumpió, extendiendo una mano para mostrarle la poca sangre que había salido de la herida.
—Ni siquiera lo note.
—Déjame limpiarlo.
—Está bien, lo haré yo, no te preocupes —tensó la mandíbula al notar su repentina hostilidad y se maldijo mentalmente—. Disfruta tu baño.
Tragó saliva y asintió, retirando su mano muy despacio para verle salir. Suspiro, sentía que nunca iba a cambiar nada aunque hubieran ligeras interacciones...Otabek era tan frío la mayor parte del tiempo que no podía comprender para que había accedido a llevarle.
Tengo malas noticias bebes, me ausentaré hasta el viernes y no tendré tiempo de ir actualizando como hasta ahora, así que decidí terminar de subir hoy los capítulos de la semana y así no los dejo a medias aunque tendrán que esperar más para el lunes, lo siento xD pero no los dejo con las manos vacías al menos!
Quiero decirles que no voy a poner en el índice los títulos de todos los capítulos de la otra semana porque quiero que sea sorpresa, iré subiendo uno por uno conforme vaya actualizando~ uwu les gustara~
Me despido y los veo en el siguiente cap que aún debo terminar xD mil gracias por leer, votar y comentar, saben que les mando lof *smooches*
Rave (◡‿◡✿)
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