13. Unusual kindness
Otabek estaba considerablemente mejor, gracias a Yuri.
Gracias a Yuri y su increíble puntualidad para los medicamentos, en conjunto con los suaves cuidados y buenas comidas que le preparaba.
Pero aunque lo pareciera y Otabek quisiera creerlo ciegamente, Yuri no era perfecto.
Yuri Plisetsky era el último de su familia, su madre había muerto cuando él era un pequeño, su padre había sido asesinado por su tía que después se suicido en el manicomio donde termino, su único abuelo había muerto de un infarto al corazón, y él...solo podía esperar en el pasillo de la muerte a que fuera su turno.
Cuando era pequeño había escuchado de su tía sobre una supuesta maldicion en el apellido Plisetsky, sobre una autocondena que se llevaría acabo hasta desaparecer el apellido maldito. Con cinco años, Yuri realmente no comprendió del todo el significado de sus palabras en ese momento, pero conforme fue creciendo lo entendió mejor...de alguna manera.
Por eso jamás se preocupó en ser mejor persona, por eso olvido por completo que debía cuidar de su abuelo el poco tiempo que le quedara con él, por eso había preferido la soledad y la miseria hasta terminar con su vida de la forma más patética que pudiera existir.
Luego, algo diferente llego a su realidad, que aunque dolió le recordó que estar vivo era increíble y que le regalo un nuevo motivo para continuar su existencia.
Otabek era inquietante y peligroso, letal como jamás imaginó, pero fiel como un perro y dispuesto a dar su vida en caso de ser necesario. Era distinto a lo que había conocido, era adrenalina y desde entonces decidió seguirlo con los ojos cerrados, el trabajo que hacían ya había pasado a segundo plano.
Por eso, buscaba desesperadamente alguna señal de que quisiera estar a su lado, de que lo necesitara, Yuri quería ser necesitado, quería entregar su ser entero a quien le había devuelto una chispa de vitalidad y si el azabache se negaba entonces haría hasta lo imposible por retenerlo.
Se aferraba a él por las noches, llorando en silencio ante la sola idea de quedarse abandonado en algún lugar pues sabía bien que Otabek con facilidad podía perderlo. Pero al final la calma volvía porque seguían juntos.
Había pensado que podía equivocarse de dosis, abrir sus heridas o romper sus huesos mientras dormía así sería más necesario pero en seguida se sentía terrible al solo considerarlo, no podía hacerle eso luego de que salvó su vida.
Se restregó en su pecho y contuvo los sollozos de miedo, seguramente cuando le contara a Beka lo que pasaba se enfadaría y no quería que lo castigara.
Tragó saliva y tallo sus ojos con una mano, en un vano intento por detener sus lágrimas.
—Yuri —la voz grave de Otabek retumbó en la habitación.
Tembló ante la mención de su nombre y alzó la mirada con temor, ¿estaría enfadado porque lo despertó?
— ¿Por qué lloras? —preguntó limpiando sus ojos con los dedos, tratando de no hacerle daño.
El rubio suspiro y lo vio con atención, confundido.
— ¿Te duele algo?
Negó y cerró los ojos, dejando que las caricias en su rostro le llenarán de calidez.
—Entonces, ¿qué pasa?
Se mordió el labio, temeroso a abrir los ojos para ver la verdad en sus ojos.
— ¿Vas a dejarme? ¿Ya no quieres estar conmigo?
—Creí que eso te gustaría.
—No —se aferró a él, con miedo.
— ¿Por que no?
Su cuerpo entero tembló, no le gustaba tener que confesarse pero era Otabek...debía decirle toda la verdad siempre.
—Eres todo lo que tengo —murmuró, alzando la vista para encontrarse con sus ojos.
Suspiró, sonaba cansado, el cabello de Yuri estaba atado en una trenza y bajo sus ojos había unas ojeras enormes, entendía ahora porque tanto sacrificio y devoción...pero también sentía algo más en la mirada de cordero del rubio.
— ¿Cómo estás tan seguro? —preguntó pasando las yemas de los dedos por su piel, notando lo suave y pálida que estaba.
—No tengo familia, no tengo amigos ni nada para mí, solo tú has querido mantenerme contigo...y desde que me pediste perdón no me has vuelto a lastimar —temeroso, se atrevió a alzar una mano para acariciar su rostro, soltando un suspiro aliviado al saber que podía tocar su piel—. Me defendiste y evitaste que Yuuri me matara, eres bueno Otabek, aunque no lo aparentes.
— ¿Y crees que será así para siempre?
—Sí.
La voz segura de Yuri hizo que Otabek flaqueará en su interior.
—Se que lo será porque tú cambiaste conmigo.
—Podría estar fingiendo.
—No lo haces —sonrió tímido y sus mejillas se pintaron de rosa—. Puedo ver la verdad en tus ojos, no puedes mentirme.
—Suenas muy seguro...
—Lo estoy, confío en ti —tragó saliva y cerró los ojos cuando sintió los dedos de Otabek acariciar sus labios—. ¿Tú confías en mí?
Se pasó una mano por el rostro, hizo una mueca y rodeo la cintura de Yuri con ambos brazos, pegándolo a él en una silenciosa afirmación. Era sumamente estúpido pero confiaba en él al haber comprobado que podía dejar su vida en sus manos y salir perfectamente bien.
Sonrió y correspondió al abrazo, escondiendo el rostro en el pecho del mayor, se sentía seguro ahora y no deseaba poner en duda nada de lo que estaba pasando, su toque suave era algo nuevo pero le encantaba sentirlo así, era mejor que temblar cada cinco minutos pensando que estaba haciendo las cosas mal.
—Eso no significa que esto sea sano —murmuró Otabek en el oído de un adormilado Yuri.
— ¿Por que no? —preguntó en voz baja, las caricias en su espalda de adormecían.
—Porque este trabajo es peligroso, si nos confiamos podrían lastimarnos.
—Beka, no tienes que hacerlo —susurró, aferrándose a su ropa—. Puedes dejarlo y empezar de nuevo.
—Habrá a quien no le guste esa decisión y trate de lastimarme o a ti, no es como decidir dejar de ser contador para convertirme en abogado.
Se rió bajito y cansado, esa faceta de Otabek le gustaba mucho, tan relajado y sincero.
—Encontraremos una solución —le prometió, estirándose para besar su mejilla, volviendo después a acomodarse en su pecho.
Asintió incapaz de llevarle contra, había tantas cosas en su cabeza que no creía poder quedarse dormido pronto. Había una decisión que tomar.
Soltó una risita cuando sintió las cosquillas invadiendo su conciencia, apenas había despertado cuando comenzó a reír sin control. Con las manos busco a tientas el origen de las cosquillas y bajo su tacto sintió el rostro de Otabek enterrado en su cuello, sus labios acariciaban su piel y su respiración le provocaba esa sensación que hace años no sentía.
Los besos subieron despacio por su piel hasta llegar a sus labios y entonces todo el aliento le fue robado en ese simple gesto que le había hecho perder la razón, la poca que podía tener por el recién despertar.
El sonido que hicieron al separarse le provocó escalofríos y abrió los ojos, parpadeando con insistencia, asegurándose que eso no fuera un sueño.
Los ojos de Otabek estaban fijos en él y le provocaba un sonrojo por la intensidad con la que lo veía. Sintió su boca seca y el nerviosismo invadir su cuerpo entero.
—Beka —murmuró apenas, tratando saliva—, ¿qué...?
Él le regaló una media sonrisa y volvió a tomar sus labios, el tacto era suave y tenía un ritmo lento, la lengua de Otabek acariciaba la suya y le provocaba una sensación extraña en el vientre, era tan cálido y reconfortante que le resultaba un poco aterrador.
Jadeo al sentirse libre del beso tan intenso y sonrío automáticamente, apenado y un poco confundido aún.
— Beka —le llamo de nuevo, en busca de una respuesta o una pequeña explicación...o un nuevo beso, lo que fuera que quisiera darle.
—Eres hermoso, Yuri —murmuró, viéndole fijamente a los ojos—. No te lo dije antes, ¿verdad?
Su sonrojó se intensificó mientras negaba, desviando la mirada.
—Tienes razón, no te lo dije —lo abrazo acomodándole mejor entre sus brazos, pegándole a su pecho y haciendo que viera hacia la ventana, para tomarse el tiempo y el espacio de besar su nuca, sus hombros y su cabeza.
Jadeo, tan confundido y mareado por la situación que creyó estar durmiendo aún, su rostro se sentía caliente por la vergüenza que la situación le provocaba y cubrió sus ojos con ambas manos, incapaz de creer lo que estaba pasando.
— ¿Que pasa, Yuri?
Tragó saliva, buscando palabras coherentes para preguntar y carraspeo al darse cuenta que no podía emitir ningún sonido.
—Eso quisiera saber yo...
— ¿No te gusta que me porte así?
—Si me gusta —respondió de inmediato, viéndole de reojo—, pero es tan repentino que no lo entiendo.
Suspiro y se escondió en el hueco entre el cuello y el hombro de Yura, cerrando los ojos.
—No he sido reciproco contigo, has hecho mucho por mi y quiero compensártelo.
— ¿Es sólo por eso? —preguntó un poco decepcionado.
—No —acaricio su vientre con una mano con cuidado—, también es porque quiero ser así contigo.
Los ojos de Yuri se desbordaron inevitablemente aunque no pareció notarlo, sumido en la sorpresa y la felicidad que eso le provocó.
—Te quiero, Yuri, aunque me duela admitirlo y eso te convierta en mi punto débil.
Soltó una risita que se confundió con un sollozo y trató de limpiar sus ojos con las manos temblorosas, no se lo podía creer.
— ¿Me prometes que es porque quieres hacerlo?
—Sí.
—No es...un premio, es sincero —murmuró, esperando que el otro lo reafirmara.
—Es lo más sincero que he sido contigo, hasta ahora.
—Yo también te quiero, Otabek —dijo sin rodeos y sin importarle que no podía verlo, confiaba en que todo eso era verdad, y si después despertaba de ese hermoso sueño procuraría mantener ese momento tatuado a fuego en su corazón.
Aquí el cap de hoy bebes :)
Puede que escriba de Myth o Away hoy, la verdad no tengo muchas ganas, es día de las madres y tengo un conflicto personal con este día.
Gracias a quien se toma la molestia de leer, votar y comentar, espero que este fic les siga gustando aunque tenga cambios drásticos, cuídense. Besos y abrazos para ustedes.
Rave.
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