VIII: Las verdaderas intenciones
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ADVERTENCIA: uso de drogas, alcohol y violencia.
El zumbido del aleteo de una mosca llenaba la habitación con las paredes empapeladas de diplomas y certificados que acreditaban y reconocían el título para poder ejercer de psicóloga.
Apreté las manos en los reposabrazos de la cómoda silla y me pasé la lengua por los dientes mientras fingía escuchar lo que tenía que decir. La morena hablaba sin parar. Lo que era normal en nuestras sesiones semanales. También era muy común que escribiera sin parar a pesar de que yo apenas abría la boca. Estaba segura de que hacía la lista de la compra mientras fingía escucharme.
Aplasté con las palmas de mis manos a la mosca que no dejaba de dar vueltas por toda la sala.
—Llevas casi cuatro meses aquí. ¿Sigues odiando el pueblo?
No pude evitar levantar una ceja con diversión ante su pregunta. ¿Qué si lo seguía odiando? Dios, si pudiera me largaría cagando leches de aquí y no volvería nunca. Incluso les dejaría un regalo a las estúpidas viejas que no paraban de criticarme para que siempre se acordasen de mí.
—La pregunta sería si me sigue odiando el pueblo —opté por contestar y crucé mis piernas mientras seguía mirando a la doctora Malone.
La respuesta era obvia y sencilla. Sí, lo seguía haciendo. Aunque no me importaba. Me gustaba esta sensación de asco y, creía que también era de miedo. Me gustaba imponer y dejar de ser la niña asustadiza que siempre había sido.
—He visto que sueles hablar con Amber.
—¿Con quién?
Fruncí el ceño un poco confundida ante la pregunta de la comecocos.
—Con la rubia de la tienda. Más o menos de tu edad.
Hice memoria en mi cabeza de quien se refería y abrí un poco la boca al recordar.
—Ah, la barbie macarra.
La doctora hizo una pequeña mueca y pude ver que en realidad se trataba de una sonrisa que trataba de ocultar. Pero ¿cómo sabía que había hablado o, mejor dicho, la rubia me había obligado a hablar con ella y salir con ella y los gemelos? ¿Acaso me estaba espiando? Mierda, sabía que no estaba aquí solo para psicoanalizarme. Quería monitorearme y controlarme.
Ejercí más presión en los reposabrazos y sentí mi respiración algo más agitada. Mi cerebro no paraba de pensar e intentar descubrir sus verdaderas intenciones. Apreté mi mandíbula e intenté calmar la ansiedad que crecía con rapidez en mi interior.
Disimula. Disimula. Disimula. Que no vea que te afecta que sepa tus movimientos.
—Ivy, estás bien. No pasa nada. Solo os he visto hablar varias veces en la tienda cuando voy a comprar.
No me creía nada. ¿Por qué iba a creerle? Sabía lo que decir y cómo decirlo. Se ganaba la vida de esta manera. Analizando a la gente. Sabía perfectamente lo que decirme para que no sospechase de ella.
—¿Qué piensas de ella?
—¿Por qué no me dices tú cuales son tus verdaderas intenciones? —repliqué sintiéndome más ansiosa cada vez.
Ya me sentía como en una jaula. No necesitaba que alguien supiese todo lo que hacía para sentirme más atrapada y sin salida todavía. No estaba en este pueblo de mierda por gusto, ni mucho menos. Estaba aquí por parte obligación y otra por necesidad de correr y esconderme. Estaba aquí porque o huía o moría. Tenía muchas cosas que tachar de mi lista antes de que me mandasen al hoyo.
—Mi intención es ayudarte a comprender que no estás sola, que no todo el mundo es una amenaza para ti y a ayudarte a recuperar tu antiguo "yo" —no me dio la opción de replicarle. Cruzó las manos sobre el ordenado y pulido escritorio de madera y me miró a través de sus gafas con una expresión relajada—. ¿Qué piensas de Amber?
—Es una pesada que no me deja tranquila —contesté todavía sintiéndome algo tensa y sin dejar de desconfiar en la comecocos.
—¿Quieres que te deje tranquila?
Pensé en la rubia, en sus ojos azules cargados de amabilidad y alegría, pero que ocultaban un lado oscuro y más peligroso. Pensé en la forma en la que me había defendido ante las viejas cotillas y desagradables del pueblo. Pensé en la forma en la que me había estado buscando a pesar de haberle dicho mil veces que me dejara tranquila.
—No quiero que se coma toda mi mierda.
—A veces hay que entender que esa decisión le toca a ella tomarla.
—Pues es una decisión de mierda.
Yo sabía de lo que hablaba. Era experta en tomar decisiones de mierda.
La doctora Malone se encogió de hombros y soltó el bolígrafo con el logotipo de la compañía en un lado de la mesa. Vi como pasaba las páginas de su amplia libreta y colocaba el dedo en algo que tenía rodeado y señalado, como si fuera de alta prioridad.
—No está en tu mano esa decisión, Ivy. Necesitas rodearte de personas que te hagan bien. Amber es una de ellas.
—¿No se supone que tienes que ser imparcial? —pregunté con algo de irritación.
—Solo te estoy diciendo que rodearte de buenas personas te hará bien. Tienes que dejar de creer que todo el mundo es tu enemigo y que no son lo suficientemente capaces de tomar una decisión. Quizás así vuelves a ser tu antigua versión de ti misma.
Me recliné en el sillón y resoplé con pesadez e irritación. Otra vez con lo mismo de volver a ser como era antes. ¿Por qué iba a querer ser como antes? Era una versión estúpida y demasiado tonta de mí. Esa persona dejó de existir hacia casi un año atrás. Debían de comenzar a entender que no iba a volver.
No había hueco para la versión inocente y santurrona de Ivy en esta nueva vida.
—Esa versión está muerta.
La alarma de su teléfono comenzó a sonar y con eso se dio por finalizada la sesión semanal. Me levanté sin siquiera darle la mano y salí de allí con la presión en el pecho que comencé a sentir a mitad de sesión, pero algo menos intensificada. Asentí al escucharle decir cuando tenía la próxima cita y me pasé las manos por la cara para intentar relajarme.
Puta terapia de los cojones.
¿No se suponía que tendría que salir más relajada? Siempre salía más agobiada y llena de rabia que la vez anterior.
Eso es porque no te abres lo suficiente. Si lo hicieras, seguro que estarías mejor.
Pateé la papelera que estaba a mi lado en un intento de acallar la puta voz aguda de mi subconsciente y apreté los labios para no dejar escapar el grito que me moría por soltar.
¿Por qué iba a querer estar mejor cuando lo había perdido todo?
El humo del cigarro que tenía entre los dedos salió por mi boca debido a la gran calada que le había dado. Cerré los ojos cuando volví a llevar el cigarrillo barato y, que me dejaba los pulmones más estropeados todavía, a mis labios para darle otra calada. Abrí los ojos en el momento en el que solté el aire y dejé caer mi mano sobre un lado del colchón.
El techo de la habitación y estaba blanco. Sin vida. Como todo lo que había en la pequeña casa en la que sobrevivía. Aunque no estaba tan blanco como antes. Se había comenzado a formar una pequeña mancha amarillenta que tenía forma de... nada.
Keith seguro que le habría encontrado una forma y se habría inventado una historia.
Sonreí con tristeza ante mi último pensamiento y cerré los ojos de nuevo. Keith siempre había sido más creativo que yo y siempre tenía una idea para todo. Keith era increíble.
¿Por qué no podía estar conmigo ahora?
¿Por qué tuvimos que tener tantas decisiones de mierda?
¿Por qué coño no se estuvo quieto? ¿Por qué coño me tuvo que dejar sola?
Me levanté de golpe de la cama y tiré el cigarro al cenicero a rebosar. Me coloqué con rabia una de las camisetas que tenía sobre la cama y me levanté de esta. Me temblaba la mandíbula y sentía ganas de llorar, pero también de romper algo.
¿Por qué seguía pensando siempre en lo mismo? ¿Por qué no era capaz de estar sola sin que mis pensamientos fueran siempre al mismo lugar?
Mierda, necesitaba una copa.
No, necesitaba la licorería entera.
Me coloqué la chaqueta de cuero y cogí las llaves que dejé tiradas en el reparador de la entrada. Fruncí el ceño al ver una tarjeta y recordé la procedencia y el porqué la tenía. La doctora Malone me la había dado. Tragué saliva y me planteé si hacerle caso por lo menos en esto. Me mojé los labios con la lengua y pensé mis próximos movimientos.
No, dejé de pensar y solo me moví.
Pensé que lo hacía sin pensar. Caminar sin rumbo. Caminar hasta las vías de tren abandonadas que tanto me habían gustado y atraído. O incluso caminar hacia la tienda donde estaba la barbie macarra para comprarme botellas y botellas de alcohol para anestesiar mis sentimientos y pensamientos.
No pensé que iba a acabar en la puerta del gimnasio que la comecocos me había recomendado. Supuse que pensé en como me sentí al ver los combates de la semana pasada y en el nivel de entusiasmo y adrenalina que tuve al ver como se golpeaban uno a otro. Quizás necesitaba algo así.
La campanilla al entrar por la puerta se hizo escuchar y una chica se asomó al mostrador con una sonrisa. Mantuve el rostro sereno y serio, con todos mis sentidos alerta porque ya le había visto varias veces en el pub en el que tenía vetada la entrada. Tragué saliva y reuní todas mis fuerzas para hablar con claridad.
—¿Qué tengo que hacer para poder apuntarme a boxeo?
—Solo tienes que rellenar este formulario de inscripción y abonar la matrícula —se encogió de hombros y reventó la pompa de chicle que tenía en la boca.
Asentí con entendimiento y comencé a rellenar los papeles que me entregó. Suspiré y sentí como el pulso me temblaba con nerviosismo a medida que continuaba leyendo. Tuve que borrar un par de datos debido a la confusión que me creaban y le entregué el formulario con varios tachones en algunos datos personales. Saqué el dinero en efectivo que me iba a gastar en botellas y se lo entregué.
—Te imprimo la rutina de calentamiento que tienes que seguir. Te advierto que es muy dura para principiantes. Así que tómatelo con calma.
—Solo quiero golpear el saco. Necesito golpear el saco —puse algo más de ímpetu en las palabas y las dejé escapar con algo más de ansia de lo que esperaba.
Se dio la vuelta con lentitud y asintió. Me entregó un par de guantes y las vendas junto a la factura de todo. Después entré en los vestuarios e intenté ponerme las vendas, pero mis manos solo temblaban y temblaban ante el nerviosismo que tenía en mi organismo.
Mierda.
Sin vendas entonces.
Solo quería golpear algo.
—Eh, Ivy. El entrenador de boxeo llegará un poco más tarde. Puedes darle al saco ahora, pero cuando llegue tienes que hacerle caso. Es un cascarrabias.
Asentí como si me importase lo que me decía. Me importaba una mierda lo cascarrabias que podía ser el entrenador. No quería un entrenador. Solo quería golpear el saco con todas mis fuerzas y dejar escapar la rabia que tenía dentro.
Apreté los puños dentro de los guantes y golpeé el saco de color rojo que colgaba del techo. Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza ante el impacto tan doloroso. Mierda. Dolía más de lo que pensaba. Le di otra vez y seguía doliendo. Pero no dejé de golpear el saco. Porque con cada golpe que daba me desahogaba.
Y porque el dolor físico se quedaba en una mierda junto al dolor mental y psicológico.
Y ahora mismo los golpes y las heridas que sentía que se abrían en mis nudillos eran la mejor anestesia que necesitaba y podía conseguir.
Joder, esto sentaba mejor de lo que pensaba.
—¿Qué coño haces en mi saco?
Paré de golpear el saco con la respiración agitada y con la frente cargada de sudor. Tenía la coleta desordenada debido al ejercicio y esfuerzo. Me di la vuelta con rabia porque me habían tocado el saco y hacían fuerza desde mis espaldas para quitármelo de delante. Tragué saliva y fruncí el ceño al darme cuenta de quien era el causante.
Santa mierda.
¿El puto segurata era el profesor?
¡Hola!
La verdad es que hacer que hable una psicóloga sin tener mucha idea de psicología yo... no es muy buena idea. Así que os pido que no hagáis mucho caso porque son palabras que escribe una inexperta en la materia jajajjajajaja
Ivy no quiere que Amber sufra, lo sé yo y lo sabéis vosotras
Necesito saber quien es Keith, qué le pasó a él, pero también a Ivy 😥
Un peligro Ivy y el boxeo
Jejejeje ¿Asher como entrenador? Menuda bomba de relojería tenemos aquí... el dúo dinámico
¿Qué creéis que va a ocurrir en el siguiente capítulo?
A Asher no le ha hecho mucha gracia que le quiten el saco...
***
Muchas gracias, Inma, por los consejos de boxeo y todas las cosillas que necesito saber ;), te quiero un mundo
Os recuerdo que podéis seguirme en Redes Sociales y si queréis comentar la historia sería increíble. Os dejo mis redes sociales donde suelo subir avances y memes ;)
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