I: Una mierda como una casa de grande

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ADVERTENCIA: uso de drogas, alcohol y violencia.

Dicen que una vez que has estado al borde de la muerte comienzas a vivir de otra manera. Comenzabas a vivir en un mundo de color rosa y lleno de arcoíris, sin preocupaciones, viviendo el momento sin pensar en las consecuencias. Estar al borde de la muerte te hacía estúpido, te hacía parecer un predicador de la buena vida y de cómo tenías que comportarte y ser feliz.

Estar al borde de la muerte era el cambio que muchas personas necesitaban en su vida. Era ese giro en el guion del miserable y patético papel que jugaba. Era un cambio a mejor.

Ese pensamiento era una mierda como una casa de grande.

A mí estar al borde de la muerte no me cambió para bien.

Una parte de mí murió ese día.

Y ¿la otra? Bueno, la otra estaba siguiendo el mismo camino.

—Ivy, ¿has vuelto a tener algún pensamiento autodestructivo?

Levanté una de mis cejas ante la pregunta de la puta loquera a la que estaba obligada a venir. Mi única respuesta fue ese gesto y una sonrisa ladeada cargada de ironía. No pensaba decirle nada. Sabía como iba esto, si decía algo que le llamase la atención, todo iba a cambiar. Y bastantes cambios en mi vida había sufrido ya.

—Ivy, si no te comunicas la terapia no sirve para nada —resopló y dejó el estúpido cuaderno sobre la mesa mientras me miraba con esos ojos cansados y llenos de arrugas tras las gafas de pasta negra. Me acomodé en el asiento y amplié mi sonrisa. Amaba sacar de quicio a los psicólogos. Aunque tenía la sensación que la doctora Malone solo lo fingía para llegar a mí—. Está bien. Vamos con unas preguntas más generales. ¿Cómo llevas la vida en el pueblo?

Fruncí el ceño con asco y me pensé la pregunta. Cuando me dijeron que tenía que venir aquí tuve que investigar a que clase de sitio me iban a mandar.

De acuerdo con las reseñas en la página de Google, Pilsburn era el pueblo ideal para pasar tus vacaciones.

Era un lugar tranquilo, alejado y perdido del mundo real. Era el lugar perfecto para desconectar y relajarte. Sus calles con las calzadas antiguas y de piedra, sus viejas cafeterías que necesitaban una remodelación, un cambio de enseres y una modernización tecnológica; sus tiendas familiares y locales llevadas de generación en generación. Además, era un ambiente pacífico. Al tratarse de pequeños comercios y de un pueblo tranquilo y pequeño, todo el mundo se conocía.

Todos sabían tus secretos y quien eras.

Para mí Pilsburn era una mierda enorme.

Y se lo hice saber a la doctora Malone, quien solo sonrió y me siguió cuestionando cosas sobre mi vida. Las manos me temblaban dentro de los bolsillos de la chaqueta al estar ansiando encenderme un cigarro para que me calmase la ansiedad.

Odiaba estar aquí. Odiaba las putas calles sin asfaltar. Odiaba no tener a penas cobertura para ver la televisión. Odiaba que no hubiese más sitios para salir de fiesta que esa estúpida taberna. Odiaba los niños pequeños que se sentían en el derecho de llamar a mi puerta porque se les había embarcado la pelota. Odiaba que todo el puto pueblo me mirase de arriba abajo al pasar por ser una extraña. Ya sabía que no pertenecía aquí, pero era el único sitio en el que podía permitirme estar.

Era esto o seguir viviendo el mismo día y el mismo recuerdo una y otra vez. Era esto o acabar en una cuneta sin nombre y sin que nadie encontrase mi cadáver deformado o descuartizado. 

—Ivy. Esta es tu tarea para esta semana, tienes que encontrar una afición, la que sea. No puedes estar todo el día en casa encerrada.

Ah, también odiaba a la puta loquera que me habían obligado a asistir. La doctora Malone era amable, pero era una psicóloga y la gente de su calaña no era de fiar. Estaba controlada y obligada a asistir a sus sesiones. Si no venía, perdía la plaza en la casa en la que estaba. Si no venía, se acababa mi vida. Y odiaba el control que tenían en mí. Odiaba que me dijesen lo que tenía que hacer.

—Hasta el miércoles que viene —me pasó el acta de la sesión firmada y sellada y salí de allí con cabreo.

Joder. Odiaba estar aquí.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta de cuero y saqué el paquete de tabaco que tenía en uno de ellos. Mierda, se me estaba acabando. Me pasé la mano libre por la cara con exasperación y me puse el cigarro en la boca para acallar los nervios que sentía. La mano derecha me temblaba al llevarme el mechero a la boca y prenderle fuego a la punta. Solté el humo de mis pulmones y caminé hasta uno de los pequeños y aburridos locales del pueblo.

Unas pequeñas piedras salieron disparadas al darle con la punta de mis botas. Mantuve el rostro serio en todo momento mientras pasaba junto a las viejas que estaban caminando por la misma zona que yo. Le di una calada más a mi cigarro y lo tiré al suelo cuando entré en la tienda. La misma chica rubia de ojos azules me esperaba tras el mostrador. Deambulé por los pasillos de la pequeña tienda hasta llegar a la zona de la comida precocinada. Cogí un par de paquetes de fideos instantáneos, un paquete de chicles de hierbabuena y un paquete de tampones. Los puse en el mostrador y esperé a que la chica los escanease.

Escuchaba los cuchicheos del resto de la tienda. Me daba igual. Mantuve el rostro tranquilo en todo momento. Aunque quise mandar a la mierda a las putas viejas que no paraban de hablar de mí y de todos los tatuajes que se podían entrever bajo las mangas de la chaqueta.

—Ponme una botella de whisky, de las baratas, y un paquete de cigarrillos. Del más barato también —especifiqué cuando iba a darme de otra marca más cara. La rubia me sonrió y continuó tecleando en la caja registradora.

—Me hace falta el carné de identidad.

Rodé los ojos con pesadez e incordio. Siempre me lo pedía. Siempre venía al mismo sitio y aun así me lo pedía. ¿Es que acaso era tonta? ¿Era por ser rubia? ¿O es que acaso tenía la memoria de un puto pez?

—Genial, Ivy. ¡Gracias por tu compra, vuelve pronto!

Me despedí con un movimiento de cabeza de la efusiva rubia y salí de la tienda sin mirar a nadie más. Miré lo que me quedaba en la cartera de efectivo y maldije por lo bajo. Mierda, tenía poco dinero ya y hasta dentro de un par de semanas no iba a tener más. Más me valía que la puta botella me aguantase hasta entonces.

Seguí caminando por las calles antiguas y necesitadas de una remodelación. Lo único bueno que tenía la mierda de sitio este era que tenía una especie de puerto y podías bajar a relajar los pies en la orilla del mar. Aunque como hicieras eso ahora te tendrían que llevar al pequeño médico que había, si es que no estaba colapsado ya que había dos doctores nada más. Tenía que pasar por aquí para llegar al complejo de casas de mala muerte que se situaban a las afueras de la ciudad. Era un largo paseo, pero las vistas a la playa eran digno de admirar.

Sentí mis manos temblar y hormiguear dentro de la cazadora de cuero. Necesitaba un puto cigarro otra vez. Así que encendí uno y me lo fumé de vuelta al cuchitril donde vivía. Las calles olían a fuego y a madera ardiendo. La mayor parte de la escasa población de Pilsburn tenía chimenea en sus casas.

Joder, como deseaba acurrucarme a ver una serie en el sofá con la chimenea encendida y con un chocolate caliente en las manos.

Pero ni tenía chocolate ni tenía chimenea. Así que solo dejé la bolsa en la mesita que tenía en la entrada y me tiré en la cama de la habitación. Mi «casa» era una especie de motel de mala muerte en el que me hospedaba durante un tiempo indefinido. Era una mierda, pero era mejor que dormir bajo un puente. Encima estaba lleno de porquería; desde botellas vacías de whisky y cervezas, pasando por ceniceros y latas repletas de colillas consumidas hasta bragas y tangas tirados por el suelo a la espera de ser llevados a la lavandería. Pero no tenía ganas de limpiar, odiaba limpiar y odiaba tener que mantener una habitación limpia y presentable. Así que no lo hacía.

La cabeza me daba vueltas cuando encendí otro cigarro y soltaba el humo por la habitación. Con la calefacción encendida no necesitaba chimenea ni una estufa. La habitación ya estaba lo suficientemente caliente, por lo que caminaba en camiseta y en bragas por toda ella. Me preparé en la pequeña cocina el paquete de fideos instantáneos y me lo comí poco a poco, forzándome a hacerlo, sentada en el sofá con la espalda encorvada en la mini mesita de café que había mientras liaba el porro. Subí el volumen de la radio en la emisora de rap y meneé la cabeza al ritmo de la música.

Sentía el cuerpo algo mareado, pero no le di importancia. Era lo normal cuando lo único que bebía era alcohol y me llevaba todo el día fumando. Había perdido la cuenta de los cigarros que llevaba el día de hoy. Aunque, a quién pensaba engañar, nunca los he llegado a contar y no pensaba hacerlo de todas formas.

Era mi vida y yo misma decidía como joderla.

Le di una calada al porro y me relajé en el sofá incómodo y lleno de muelles saltones. Expulsé el humo y le di un sorbo a morro de la botella de cristal que tenía en mi mano izquierda. La canción dejó de sonar y el locutor de radio comenzó a hablar, solo que la voz no era del locutor de siempre.

«Cariño, no puedes destruirte de esta manera. Por favor, vuelve a casa».

Tiré la pequeña radio contra el espejo, ya roto, que tenía junto al televisor y apreté la mandíbula mientras miraba mi reflejo. No necesitaba que mi puto cerebro me hablase. No necesitaba seguir recordando la voz de mi madre y, sobre todo, no necesitaba sentir pena ni sentirme mal. El reflejo del espejo me saludaba con burla, la sonrisa de labios gruesos ladeada, la melena negra y lisa algo más larga de los hombros; los ojos de color miel sonriendo divertidos y maliciosos, las sombras violetas bajo estos.

Le di un gran sorbo a la botella sintiendo como el contenido me quemaba la garganta a su paso. Le hice una peineta a mi propio reflejo distorsionado por lo roto que estaba el espejo y por lo borracha y drogada que iba.

Lo siento, mamá. Pero ya es tarde.

¡Hola!

Hasta aquí el primer capítulo de la nueva historia. Poco a poco conoceremos más a Ivy y el por qué de su forma de ser. Es una historia diferente a las otras que he escrito, pero tengo muchas ganas de ella.

¿Cómo veis el inicio de la historia?

¿Qué os ha parecido Ivy? ¿Tenéis alguna idea de lo que le pasa?

Espero que os haya gustado y si veis algún problema, decídmelo :)

El horario de los capítulos serán a las 21:00 (hora española) los miércoles

Os recuerdo que podéis seguirme en Redes Sociales y si queréis comentar la historia sería increíble. Os dejo mis redes sociales donde suelo subir avances y memes ;)

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