60 | LOVER'S LAKE

Era comprensible que Steve no estuviera de acuerdo con que Lauren se marchara sola, pero cuando Connor se ofreció como voluntario para ir con ella, pareció un poco más tranquilo. Tomando prestadas las llaves del auto de Nancy con la promesa de volver, Lauren sintió que la mano de Steve tomaba la suya mientras se dirigía a la entrada.

—Si hay algún problema, llámanos, ¿de acuerdo? —preguntó Steve—. No me importa si tienes que luchar contra Munson por el walkie-talkie, solo hazlo.

Lauren asintió—. Lo haré.

—Y ten cuidado, ¿sí? —añadió Steve.

—Claro —le prometió Lauren—. Tú también.

Steve la besó fugazmente y Lauren sonrió cuando él se apartó. A pesar de todo lo que estaba pasando y la tensión entre ellos, besar a Steve siempre le provocaba mariposas. Cuando soltó su mano y se subió al auto, vio las cejas levantadas de Connor y puso los ojos en blanco.

—¿Qué? —preguntó Lauren.

—Sabes qué —dijo Connor—. Tú y Steve.

—Cállate —dijo Lauren—. Y ponte el cinturón de seguridad.

Cuando llegaron a Lover's Lake, Lauren estacionó el auto lejos de la casa de Rick y los dos llevaron sus provisiones hacia la puerta. Pateándola porque no tenía las manos libres, Lauren esperó a que Eddie los dejara entrar. Vio que la cortina se descorría brevemente, antes de escuchar que se abría el cerrojo y luego apareció Eddie.

—Hola —dijo Lauren, sosteniendo sus bolsas de supermercado—. Suministros.

—¿Mi cerveza? —preguntó Eddie.

—La recogimos en el camino —respondió Lauren, dirigiéndose a la casa—. También tenemos mucha comida.

—Gracias a Dios —respondió Eddie—. Mi desayuno esta mañana fue una lata de espaguetis.

—Qué saludable —respondió Lauren.

Connor colocó sus propias bolsas de supermercado—. Este lugar es un desastre.

—Sí, la limpieza no tiene un lugar muy alto en mi lista de prioridades —dijo Eddie—. Pero siéntete libre de limpiar.

—No.

—Eso pensé.

Lauren puso los ojos en blanco—. Basta —sacó la cerveza y los ojos de Eddie se iluminaron como un árbol de navidad—. Ten.

Tomó una de las cervezas y se la bebió casi al instante. Lauren y Connor observaron, impresionados, mientras Eddie arrugaba la lata y la arrojaba a la bolsa de basura que estaba usando para mantener una casa semi-limpia.

—¿Cómo van las cosas? —preguntó Eddie—. ¿Están cerca de encontrar a Vecna?

—No —respondió Connor—. Pero sabemos cómo detenerlo.

—¿Cómo?

—Bueno, no detenerlo, exactamente —dijo Lauren—. Pero sabemos cómo salvar a la gente de él.

—¿Sí? —preguntó Eddie—. ¿Cómo?

—Con música —respondió Lauren—. Escuchas tu canción favorita y te da un salvavidas a la realidad.

—Salvó a Max.

—¿Max? —preguntó Eddie—. ¿La pelirroja?

—Sí —dijo Lauren—. La salvamos y los demás han ido a la casa de Victor Creel para tratar de averiguar qué diablos está pasando.

—¿Por qué a esa casa? —preguntó Eddie.

—Porque Max la vio en la mente de Vecna —respondió Connor—. Así que asumimos que tiene algo que ver con todo esto.

Eddie asintió—. Voy a necesitar otra cerveza. ¿Se quedarán un rato o tienen que volver a resolver misterios?

—Podemos quedarnos un rato —dijo Lauren.

Eddie parecía agradecido de escuchar eso—. ¿En serio?

Lauren asintió—. Sí, te haremos compañía por un rato.

Connor miró entre los dos, entrecerrando los ojos. Él no era estúpido. Había visto la forma en que Hopper solía mirar a Joyce, y era exactamente la misma forma en que Eddie miraba a Lauren en este momento, sus ojos llenos de una emoción que Connor no podía identificar. No era amor, de eso estaba seguro, pero era algo parecido a la admiración.

Se sentaron juntos, los tres, informando a Eddie sobre los últimos acontecimientos, y las cosas casi se sintieron normales por un tiempo, hasta que escucharon el auto afuera. Los ojos de Lauren se agrandaron mientras se dirigía a la ventana, mirando cuidadosamente. Jason y sus matones estaban saliendo del auto, equipados con palancas y bates de béisbol.

—¡Mierda! —dijo Lauren—. Eddie, Connor, lárguense de aquí.

—¿Qué? —preguntó Connor.

—¡Salgan de aquí! —dijo Lauren, acompañándolos a la puerta trasera—. Es Jason.

—¿Qué? —preguntó Eddie.

—Sí, es él —dijo Lauren—. Y no parece que esté aquí para compartir cervezas. ¡Muévanse!

Eddie lideró el camino hacia el cobertizo para botes y Lauren vaciló junto a la puerta trasera de la casa. Connor se volvió hacia su hermana—. ¿Qué demonios estás haciendo?

—Voy a intentar desviarlos —dijo Lauren.

—¿Qué? ¡No! —dijo Eddie—. Esa es probablemente la idea más tonta que he escuchado —se abalanzó sobre Lauren y agarró su mano—. No tenemos tiempo para actos heroicos, Carter. Te lo agradezco, pero no hoy.

Lauren asintió mientras Eddie la arrastraba al cobertizo para botes, cerrando la puerta detrás de ambos y echando el cerrojo desde adentro. El corazón de Lauren latía con fuerza en su pecho cuando escuchó a Eddie hablar por el walkie-talkie.

—Oye, Dustin. ¿Me copias? —preguntó Eddie—. Habla Eddie. Me recuerdas, ¿verdad? Oigan, si hay alguien ahí, creo que los Carter y yo estamos en un problemas. ¿Wheeler? —Eddie golpeó la radio—. ¿Alguien?

—Mierda —susurró Lauren—. ¿Qué pasa si vieron el auto de Nancy?

—¿A quién le importa? —preguntó Eddie—. ¿Y si nos vieron a nosotros? Ahora estás en esto por asociación, Carter. ¿Dónde está alguno de tus planes cuando lo necesitamos?

Lauren miró a su alrededor, tratando de calmarse y formular un plan que no implicara cruzarse con Jason—. Dame una oportunidad.

La oscuridad llegó más rápido de lo que esperaban, y en ese tiempo Lauren había intentado comunicarse con Steve en el walkie-talkie, pero no recibió respuesta. Todavía estaba tratando de pensar en una salida para ellos, pero no podía precisar un plan.

—¿Podemos correr hacia el auto? —sugirió Connor una vez más, habiendo hecho la misma sugerencia tres veces en las últimas dos horas.

—Esa es una idea realmente tonta —dijo Eddie—. ¿A dónde iríamos?

—No lo sé —dijo Connor sarcásticamente—. Tal vez a cualquier lugar donde no corramos el riesgo de ser atacados con palancas.

—¡Dios, cállense! —dijo Lauren con dureza—. No están ayudando —se dio la vuelta y caminó hacia el costado de un estante, su espinilla se conectó con él dolorosamente—. Auch, maldición —luego se detuvo, mirando el bote—. Perfecto.

—¿Qué? —preguntó Eddie—. ¿Estás bien?

—El bote —dijo Lauren—. Nos llevamos el bote.

—Odio decírtelo, Carter, pero esa cosa no parece que vaya a flotar, y mucho menos alejarnos del escuadrón de matones —dijo Eddie.

—Solo ten un poco de fe, Munson —dijo Lauren—. Ayúdame.

Cinco minutos después, estaban todos en el bote, a la deriva en el lago mientras Eddie intentaba poner en marcha el motor. Connor estaba sentado detrás de Lauren y Eddie, vigilando, y cuando dejó escapar un—: Mierda —ambos se volvieron.

—¡Oye, raro! —gritó Jason—. ¿A dónde crees que vas?

—Mierda —susurró Eddie, tirando de la cadena del motor—. ¡Arranca! ¡Pedazo de mierda! —el motor chisporroteó pero no arrancó, y Lauren observó a Jason meterse en el agua.

—Eddie —dijo Lauren.

—¡Lo veo! —dijo Eddie, todavía luchando con el motor—. ¡Maldición! ¿No? Está bien. ¡Carter, el remo!

—Mierda —dijo Lauren, agarrando uno de los remos mientras Eddie agarraba el otro. Juntos, comenzaron a remar, tratando de poner la mayor distancia posible entre ellos y Jason.

—¡Retrocede! —gritó Eddie, balanceando su remo a la defensiva—. ¡Retrocede!

—¡Ya casi lo tenemos! —gritó Jason—. ¡Oye, Patrick! ¡Patrick!

Los ojos de Lauren se agrandaron cuando Patrick se hundió en el agua como si algo lo hubiera sumergido. Se puso de pie con cuidado, sujetando el brazo de Eddie para mantener el equilibrio mientras Connor se aferraba al costado del bote.

—Dios mío —susurró Lauren, mientras Patrick salía disparado del agua y se elevaba en el aire.

Solo la vista fue suficiente para que Eddie cayera hacia atrás, llevándose a Lauren con él. Los dos cayeron de espaldas al lago, y Lauren sintió que se le escapaba el aliento cuando el frío envió ondas de choque a través de su sistema. Podía sentir a Eddie agitándose a su lado, sus manos agarrando su chaqueta, y los dos salieron a la superficie.

—¿Estás bien? —farfulló Eddie, todavía sosteniendo su chaqueta en una mano para ayudarla a mantenerse a flote.

Lauren asintió, tosiendo agua—. ¿Y tú?

Por encima de ellos, los huesos de Patrick comenzaron a romperse, y Lauren, que aún no había presenciado el evento antes de este momento, sintió que sus ojos se agrandaban y jadeó, olvidándose temporalmente de patear sus pies. Ella se hundió bajo la superficie, y Eddie tiró de ella hacia arriba de nuevo, pasando su brazo alrededor de su cintura mientras veían cómo Patrick se rompía el cuello y su cuerpo volvía a caer al agua.

Connor estaba gritando en el bote, completamente aterrorizado, y Lauren y Eddie nadaron de regreso lo mejor que pudieron cuando sus cuerpos enteros temblaban. Eddie se metió de nuevo en el bote y ayudó a Lauren, que temblaba incontrolablemente cuando se volvió a sentar, con una expresión de conmoción en el rostro.

No quiero terminar así.

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