42 | LA MORDIDA
Corrieron hacia sus amigos y Dustin se rió—. ¡Lo lanzaste como un Hot Wheel!
—¡Jonathan! —jadeó Lauren, corriendo hacia su amigo.
—¿Lauren? —respondió Jonathan—. ¿Qué le pasó a tu cara?
—Larga historia —respondió Lauren.
—¡¿Lucas?! —exclamó Erica.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Lucas.
—Pregúntales —respondió Erica, señalando a Steve, Lauren y Robin—. Es su culpa.
—Cierto —dijo Steve—. Es totalmente culpa nuestra.
—No entiendo qué le pasó con el auto —dijo Robin.
—El tiene superpoderes —dijo Connor.
—¿Qué?
—Superpoderes —dijo Lauren—. Lo tiró con la mente.
—¿Ella es El? —preguntó Erica.
—¿Quién es El? —preguntó Robin.
—¡Ya te lo dijimos! —dijo Connor exasperado.
—Lo siento, ¿quién eres tú? —le preguntó Nancy a Robin.
—Soy Robin —dijo ella—. Trabajo con Steve y Lauren.
—Descifró el código ultrasecreto con Lauren —dijo Dustin.
—Así nos enteramos de los rusos —agregó Steve.
—¿Rusos? ¿Qué rusos? —preguntó Jonathan.
—Los rusos —dijo Lauren, señalando a los hombres en el suelo.
—¿Esos eran rusos? —preguntó Max.
—Algunos —dijo Erica.
—¿De qué hablan? —preguntó Lucas.
—¿No escuchaste el código rojo?—preguntó Dustin.
—Sí, me perdí la mitad —respondió Mike.
—Maldita batería baja —maldijo Dustin.
—¿Cuántas veces te advertí sobre eso? —preguntó Steve.
—Todo salió bien, ¿no? —preguntó Dustin.
—¿Bien? ¡Casi morimos! —replicó Erica.
—Sí, pero no lo hicimos —dijo Dustin.
—Estuvo bastante cerca —dijo Lauren—. A Steve y a mí nos usaron como sacos de boxeo.
—¿Esos rusos están trabajando para el gobierno ruso? —preguntó Lucas.
—¿Qué es lo que no entiendes? —preguntó Dustin.
Lauren notó que Eleven se separaba del grupo, alejándose de Jonathan para seguirla. Podía escuchar al grupo hablando detrás de ella, pero cuando se acercó a Eleven, los desconectó.
—¿El? —dijo Lauren en voz baja—. El, ¿estás bien? Háblame.
Eleven se tapó los oídos con las manos antes de colapsar. Lauren se lanzó hacia adelante y logró atraparla, pero sus piernas cedieron y las dos cayeron al suelo.
—¡El! —exclamó Mike—. ¡El!
Erica preguntó—: ¿Qué le pasa?
—¿Qué pasa? —preguntó Lauren—. ¿Qué pasa, El?
—Mi pierna —jadeó Eleven—. Mi pierna.
—La pierna —dijo Jonathan—. Bien...
—¿Qué le pasó a su pierna? —preguntó Lauren, notando el vendaje cuando Jonathan comenzó a quitárselo—. ¿Qué demonios pasó?
—Fuimos atacados —dijo Mike.
—Quítale eso —dijo Jonathan, mientras él y Nancy trabajaban para quitar el vendaje ensangrentado.
Revelaron una herida, y Lauren acunó a Eleven en sus brazos. Algo se movió debajo de la piel de Eleven, quien agarró la camisa de Lauren mientras apretaba los dientes y gritaba de dolor.
—El —dijo Mike—. ¡El!
Eleven gimió y se aferró a Lauren, quien sintió que no podía respirar—. El, ¿estás bien? ¡¿El?!
Eleven abrió la boca y gritó. Lauren la acercó a su pecho mientras seguía gritando.
Miró a su alrededor con desesperación—. ¿Qué hacemos? Dios mío, El.
—¿Qué es eso? —preguntó Erica.
—Tiene algo dentro —dijo Mike.
—¡No! —gritó Eleven.
—Que siga hablando —dijo Jonathan—. Que no se duerma.
—El —dijo Lauren—. Estarás bien. Te vamos a ayudar. Solo tienes que quedarte despierta por mí, ¿de acuerdo?
Eleven asintió con la cabeza, los ojos cerrados con fuerza mientras el dolor la abrumaba. Mike se agachó junto a Lauren, que todavía sostenía a la chica en sus brazos mientras se inclinaba contra Steve.
—No es tan grave, en realidad —dijo Robin—. A la arquera de mi equipo de fútbol, Beth Wildfire, se le salió el hueso de la rodilla, como 15 centímetros. Horrible.
—Robin —intervino Steve.
—¿Sí?
—Eso no ayuda.
—Lo siento.
Jonathan reapareció con un cuchillo en la mano—. De acuerdo. El, esto te va a doler mucho.
—Está bien —lloró Eleven.
—Necesito que te quedes muy quieta —dijo Jonathan—. Vas a querer morder esto, ¿de acuerdo?
Lauren colocó la cuchara de madera entre los dientes de Eleven mientras Jonathan levantaba el cuchillo caliente. Eleven estaba agarrando la mano de Lauren al igual que la de Mike, y Lauren dijo—: Hazlo —mientras envolvía su mano libre alrededor del pecho de Eleven y la abrazaba con fuerza.
—Está bien —dijo Jonathan en voz baja.
Jonathan cortó la herida y cuando hizo una incisión lo suficientemente profunda, metió dos dedos debajo de la piel. Lauren cerró los ojos mientras Eleven gritaba, y tomó su mano tan fuerte como pudo. Sus gemidos eran dolorosos de escuchar.
—¡NO! —gritó Eleven—. ¡BASTA! ¡BASTA! Puedo hacerlo yo.
—Muy bien, te tengo —dijo Lauren, ayudando a Eleven a sentarse.
Usando sus poderes, Eleven comenzó a sacar lo que se movía dentro de su pierna, y con un prolongado grito de dolor, la ventana detrás de ellos se hizo añicos y Eleven arrojó a la criatura al otro lado del centro comercial. Alguien la pisó y la aplastó, y cuando Lauren vio quién era, soltó un sollozo.
—Mierda —jadeó Lauren—. Papá.
Dejó a Eleven en manos de Mike y se puso de pie mientras Connor gritaba—: ¡Papá!
Ambos se estrellaron contra los brazos de Hopper—. ¿Están bien? ¿Qué pasó? Lauren, ¿quién te hizo eso? ¿Qué demonios está pasando?
Lauren no dijo nada, eligiendo concentrarse en el hecho de que Hopper estaba ahí y ella todavía estaba viva.
Mike dio un paso adelante—. Tenemos mucho de que hablar.
Y así, todos se lanzaron a contar sus aventuras. Resultó que Nancy y Jonathan habían estado investigando ratas mutantes que infectaban a los humanos con una enfermedad que los pudría de adentro hacia afuera; los chicos habían estado cazando a Billy, quien se había convertido en parte del ejército del desuellamentes y estaba reclutando gente para dicho ejército; Hopper y Joyce encontraron a un científico ruso y trataron de resolver un misterio que lo rodeaba, y luego Lauren y su equipo tuvieron la oportunidad de contar su historia.
Era mucho para asimilar, así que mientras Lauren estaba de pie con los brazos de Steve envueltos alrededor de sus hombros, y los de ella alrededor de su cintura, Mike trató de reunir los detalles necesarios. Lauren tenía la cabeza apoyada en el pecho de Steve, incapaz de sacar los gritos de Eleven de su cabeza.
—El desuellamentes —dijo Mike—, creó este monstruo en Hawkins para detener a El, matarla y entrar a este mundo.
—Y casi lo logra —dijo Nancy—. Eso era solo una pequeña parte.
—¿Qué tan grande es esta cosa? —preguntó Hopper, acunando a Eleven y Connor en sus brazos.
—Es grande —respondió Jonathan—. Nueve metros como mínimo.
—Sí —dijo Lucas—. Destruyó tu cabaña. Lo siento.
—A ver si entendí. ¿Esa especie de araña que lastimó a El es parte de un arma gigantesca? —preguntó Steve.
—Sí —dijo Nancy.
—¿Pero en vez de tornillos y metal, el desuellamentes hizo su arma con gente derretida? —preguntó Lauren.
—Sí, exacto —dijo Nancy.
—De acuerdo —dijo Steve—. Solo quería confirmar.
—¿Estamos seguros de que todavía está vivo? —preguntó Joyce.
—El le dio una paliza, pero sí, sigue vivo —dijo Max.
—Cerrando el portal separamos la mente del cuerpo —comenzó Will.
—Y lo matamos —terminó Lucas—. En teoría.
—¡Miren! —exclamó Murray, marchando hacia ellos con un papel en mano. Lo dejó sobre la mesa mientras todos se paraban a su alrededor—. Esto es lo que Alexei llamaba "el centro". El centro lleva a la sala de la bóveda.
—¿Dónde está el portal? —preguntó Hopper.
—Aquí mismo —dijo Murray—. Desconozco la escala, pero debe estar cerca de la sala de la bóveda, quizá a unos 15 metros.
—Más bien 150 —dijo Erica—. ¿Entrarán alegremente como si fuera un Disneyland comunista?
—Lo siento, ¿quién eres tú? —preguntó Murray.
—Erica Sinclair —respondió ella—. ¿Quién eres tú?
—Murray... Bauman.
—Escuche, señor "Bunman" —espetó Erica—. No le diré cómo hacer las cosas, pero pasé 24 horas en ese pozo inmundo. Con todo respeto, si hacen lo que dice este hombre, morirán.
—Lo siento, ¿por qué me habla esta niña de 4 años? —preguntó Murray.
—Tengo 10 años, calvo desgraciado.
—¡Erica! —la regañó Lucas.
—Es la verdad —respondió ella.
—Tiene razón —dijo Dustin—. Así van a morir, pero pueden evitarlo. Disculpe, ¿me permite?
—Adelante —dijo Murray.
Dustin se sentó y acercó los papeles—. ¿Ven esta sala de aquí? Es un depósito. Hay una escotilla que va al sistema de ventilación subterráneo. Eso lleva a la base del arma. Ahí abajo es un laberinto, pero Connor, Erica y yo podemos guiarlos.
—¿Ustedes pueden guiarnos? —preguntó Hopper.
—No se preocupe, usted lucha y hace lo peligroso y heroico —dijo Dustin—. Y nosotros somos sus... navegantes.
—No —dijo Hopper, negando con la cabeza—. No.
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