35 | HELADO GRATIS PARA ERICA
Erica miró por el ducto de ventilación—. Sí, no lo sé.
—¿No sabes si entras? —preguntó Dustin.
—Entro —respondió ella—. Pero no sé si quiero.
—¿Eres claustrofóbica? —preguntó Robin.
Erica se rió disimuladamente—. No tengo fobias.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó Steve.
—El problema es que aún no sé qué gana Erica —respondió Erica.
Steve, Lauren y Robin se miraron. Lauren suspiró—. ¿Helado gratis de por vida?
Erica parecía feliz con eso, así que la llevaron a un asiento y le dieron todo el helado que pidió. Steve no se veía muy feliz cuando él y Lauren sirvieron helado en cuatro conos diferentes.
—Esto es ridículo —dijo Steve—. Si come todo esto, nunca entrará.
Lauren se rió—. ¿Ese es tu problema con esto?
—¡Sí!
Lauren se acercó a Steve—. ¿Crees que si consigo que Connor escupa en su batido se dará cuenta?
—Eso es repugnante —dijo Steve, arrebatándole el batido a Lauren—. Pero una idea muy buena.
Cuando se unieron a sus amigos y a Erica en la mesa, ella empujó el helado hacia Steve—. Más chocolate, por favor —hizo un movimiento para que Steve se fuera—. Ve.
Steve se levantó para conseguir más chocolate y Robin sacó los planos—. De acuerdo. ¿Ves el plano? Este es el camino que harás. Esperamos que salga la última entrega. Luego tiras la rejilla, bajas y abres la puerta.
—¿Y averiguarán qué hay en esas cajas? —preguntó Erica.
—Exacto —dijo Lauren.
—Dicen que el guardia está armado —dijo Erica.
—Sí, pero no estará —dijo Connor.
—¿Alguna trampa cazabobos?
—¿Trampas? —preguntó Robin.
—Láseres, clavos en la pared.
—¿Qué? —se burló Lauren.
—¿Saben qué creo que hará este plan de aficionados? —preguntó Erica—. Poner en peligro a una niña.
—Hablaremos por radio todo el tiempo...
—Poner en peligro a una niña —intervino Erica.
—¿Erica? —habló Dustin—. Hola, creemos que los rusos quieren hacerle daño a nuestro país. Un gran daño. ¿No amas a tu país?
—No se puede deletrear "América" sin "Erica".
Lauren frunció el ceño—. Sí. Curiosamente, eso es totalmente cierto.
—No hagas esto por nosotros —dijo Connor—. Hazlo por tu país. Hazlo por tus compatriotas. Hazlo por América... Erica.
—Ah —dijo Erica—. Tengo escalofríos. Sí, por el helado, no por tu discurso. ¿Saben qué es lo que más amo de este país? El capitalismo. ¿Saben qué es el capitalismo?
—Sí.
—Hay un sistema de libre mercado —dijo Erica—. Lo que significa que cobras por los servicios que das, según lo valioso que sea tu aporte. Y a mí me parece que mi capacidad para entrar en ese ducto es muy valiosa para todos ustedes. ¿Quieren que los ayude? Entonces este helado será el primero de muchos. Me refiero a helado gratis de por vida, como ella dijo.
Erica señaló a Lauren, quien asintió—. Sí, lo que quieras.
—
—Erica, ¿me copias?
—Te copio. ¿Están en posición, nerds?
—Sí, en posición —dijo Robin, mientras ella, Steve, Connor, Dustin y Lauren se sentaban en el techo—. Todo tranquilo aquí. Tienes luz verde.
—Luz verde, entendido —dijo Erica—. Inicio Operativo Pongamos en Peligro a la Niña.
—¿No podemos usar otro nombre? —preguntó Robin.
—Nos vemos del otro lado, nerds —dijo Erica.
Lauren miró a Steve—. Si los rusos no nos matan, me gustaría hacer algo contigo alguna vez.
—¿Qué? —preguntó Steve.
—Ya sabes, como una cita —dijo Lauren—. No sé, tal vez podemos ir al cine, o algo así.
Una expresión de comprensión cruzó el rostro de Steve—. Ya entiendo. Estás citando...
—La última vez que nos pusimos a nosotros mismos y a los demás en peligro, sí —terminó Lauren, empujando ligeramente a Steve—. Entonces, ¿qué dices? ¿Una cita?
—Claro que sí, Carter —dijo Steve, inclinándose para besar a Lauren.
Connor se atragantó—. Asqueroso, ¿pueden no hacer eso?
—Anoche nos besamos en tu cama.
—¡Cállate, no lo hicieron!
Lauren se rió mientras Steve miraba a Connor—. Está bromeando, no lo hicimos... o sí.
Dustin hizo una mueca—. Ustedes son asquerosos.
—Estoy bromeando —dijo Lauren—. Sobre estar en tu habitación, no sobre la parte de besarnos.
—¡Asqueroso! —gritaron Dustin y Connor.
Robin se rió—. ¿Están a punto de enfrentarse a rusos malos y la idea de que estos dos idiotas se besen los hace sentir raro?
—¡Sí!
Lauren sonrió—. Funciona de maravilla.
—Todo el tiempo —dijo Steve, chocando los cinco con su novia.
—Muy bien, nerds —llegó la voz de Erica—. Estoy aquí.
—¿Ves algo? —preguntó Rocbin.
—Sí, veo esas cajas aburridas que los emociona tanto —dijo Erica.
—¿Hay guardias?
—Negativo.
—¿Trampas?
—Si pudiera verlas, serían muy malas, ¿no crees?
Pasaron unos segundos antes de que Erica volviera a hablar—. Estoy dentro.
—Cielos —susurró Steve.
Las puertas se abrieron y salió Erica—. Helado gratis de por vida.
Lauren se puso de pie—. Vamos.
Entraron en la sala de almacenamiento, viéndola llena de las cajas que estaban cazando. Steve sacó una navaja de bolsillo y cortó la cinta que sujetaba una de las cajas, abriéndola para revelar un recipiente de metal de algún tipo. La abrió y el aire siseó cuando se descomprimió el contenido. Lauren miró dentro de la caja.
—Definitivamente no es comida china.
—Deberían alejarse un poco —sugirió Steve.
Lauren, Connor, Robin y Erica se alejaron, pero Dustin dijo—: No.
—Solo da un paso atrás, ¿de acuerdo?
—No.
—Hazlo.
—¡No! —espetó Dustin—. Si tú mueres, yo también.
Lauren soltó una carcajada cuando Steve se encogió de hombros—. De acuerdo.
—¿En serio? —preguntó Lauren.
Steve abrió uno de los contenedores y reveló una sustancia verde brillante—. ¿Qué demonios?
—¿Qué es eso? —preguntó Robin.
La habitación se estremeció y Connor agarró el brazo de Lauren—. ¿Soy yo o la habitación se movió?
—Trampas cazabobos —susurró Erica.
—Tomemos eso y vámonos —dijo Robin, tomando el contenedor de las manos de Steve.
Dustin intentó abrir las puertas—. ¿Cuál oprimo, Erica?
—Oprime el maldito botón, nerd.
—¿Cuál? Es lo que estoy haciendo.
—Oprime "abrir puerta".
—Eso hago.
Todos empezaron a discutir sobre qué botón presionar, Steve y Dustin discutiendo en el panel y presionando los botones esporádicamente. Lauren se interpuso entre ellos y los apartó del panel.
—¡Basta! —dijo Lauren—. Obviamente no está funcionando.
De repente, una segunda puerta se cerró y los atrapó en la habitación. Con un escalofrío, la habitación comenzó a dispararse hacia abajo a una velocidad que hizo que el estómago de Lauren se revolviera.
Agarró el brazo de Steve mientras él soltaba un silencioso—: Mierda.
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