27 | SE TERMINÓ
—Dios —jadeó Lucas, mientras miraba con asombro.
—¿Qué es este sitio? —preguntó Max.
—Vamos, chicos —dijo Steve—. No se detengan.
Lauren solo dio unos cinco pasos más antes de escuchar a Dustin y Connor gritar de miedo en algún lugar detrás de ellos. Inmediatamente, se volvió y corrió hacia el sonido de los gritos.
—¡Connor! —gritó Lauren.
—¡Mierda! —chilló Dustin—. ¡Socorro! ¡Socorro!
—¡Lauren! —gritó Connor; el miedo predominaba en su voz.
—¡Connor! —gritó Lauren, doblando la esquina—. ¡Mierda! ¿Qué pasó?
—Está en mi boca —gritó Dustin—. ¡Algo se me metió en la boca! ¡MIERDA!
Connor se quitó el pañuelo, con una mano agarrando la camisa de Lauren mientras lo hacía. Se aferró a su hermana mientras tosía todo lo que tenía en la boca, y Lauren miró el lugar donde habían estado los chicos, preguntándose qué había sucedido.
Finalmente, Connor se recostó y miró a sus amigos—. Estoy bien.
—Yo también —dijo Dustin.
—¿En serio? —preguntó Max.
—Muy gracioso —comentó Steve detrás de Lauren.
—Qué idiotas —murmuró Max.
—No me asusten así, idiotas —dijo Lauren, ayudando a los chicos a ponerse de pie—. ¿Qué pasó?
—No sé, esa cosa se abrió y nos escupió —dijo Connor—. Perdón por asustarte.
—Está bien —dijo Lauren.
Siguieron caminando hasta que Steve finalmente se detuvo—. De acuerdo, Wheeler. Creo que encontramos tu cueva.
Lauren enfocó su linterna con desconcierto, mirando todas las aberturas del túnel que convergían en la cueva. Era grande y deslumbrante y emitía el mismo tono azul que cualquier otro lugar de los túneles, pero Lauren se sintió un poco más incómoda al estar tan expuesta desde todos los lados.
—Empapémosla —dijo Mike.
Armados con rociadores y latas de gasolina, el Escuadrón se dispuso a cubrir la cueva. Lauren mantuvo un ojo sobre Connor y Dustin mientras derramaba la gasolina de la lata y observaba cómo cubría el piso a sus pies. Steve estaba detrás de ella, vaciando su propia lata de gasolina, y cuando estuvieron vacías, las arrojaron a un lado.
Volviendo a reunirse en la entrada del túnel, Steve sacó su mechero—. Muy bien, ¿están listos?
Un coro de "listos" se hizo eco entre los chicos.
Steve arrojó el encendedor y Lauren vio cómo el centro se incendiaba, quemando la gasolina y prendiendo fuego al lugar con un resplandor anaranjado brillante. Solo podía esperar que no llegaran demasiado tarde y que le hubieran dado a Hopper y El la oportunidad que necesitaban para cerrar el portal.
—¡Vamos! —gritó Steve, conduciendo a todos de regreso a través del túnel.
—Dios mío —murmuró Dustin.
Steve tomó la delantera y Lauren se quedó atrás, observando a los chicos para asegurarse de que ninguno se perdiera. Cuando Mike tropezó, Lauren casi cayó sobre él. Se las arregló para no hacerlo, y luego vio que la enredadera se envolvía alrededor de la pierna de Mike.
—¡Socorro! —gritó Mike—. ¡Socorro!
Lauren agarró a Mike mientras Steve pasaba corriendo junto a los chicos—. ¡Retrocedan!
Steve golpeó la enredadera con su bate de béisbol hasta que liberó a Mike. Lauren lo ayudó a ponerse de pie y lo abrazó—. Dios, chicos, deben dejar de meterse en problemas.
Un gruñido detrás de ellos hizo que todos se volvieran, y Dustin, que ahora estaba al frente del grupo, miró a los ojos del demodogo que se encontraba frente a ellos.
—Dart —dijo Dustin, dando un paso adelante solo para encontrarse con protestas de sus amigos—. ¡Shh! Alto. Confíen en mí, por favor —se acercó a Dart—. Hola, soy yo. Soy tu amigo. Dustin. ¿Me recuerdas? ¿Nos dejas pasar?
Dart gruñó y Lauren se estremeció, agarrando instintivamente el brazo de Steve.
—Está bien —dijo Dustin—. Lo siento. Lamento lo del sótano. Fue muy sucio de mi parte. ¿Tienes hambre? ¿Sí?
—Está loco —susurró Lucas.
—¡Cállate! —siseó Max.
—Tengo nuestro preferido —dijo Dustin—. Nougat —lo desenvolvió y se lo tendió a Dart—. Mira eso. Delicioso. Aquí tienes. Come, amigo —Dustin hizo un gesto a sus amigos para que pasaran sigilosamente mientras Dart estaba distraído. Cuando todos pasaron, Dustin se puso de pie y miró a Dart—. Adiós, amigo.
—Andando —dijo Lauren en voz baja.
—Sí, vamos —dijo Steve.
El túnel de repente comenzó a retumbar y el suelo bajo los pies de Lauren se movió. Tropezó hacia atrás y chocó contra Connor; los dos cayeron al suelo, poniéndose de pie con la misma rapidez. Se escuchó un chillido bajo detrás de ellos.
—¿Qué fue eso? —preguntó Max.
—Vienen hacia acá —dijo Mike—. ¡Corran!
Llegaron a la cuerda que dejaron atrás, y Steve se propuso levantar a cada chico. Max, Lucas, Mike, Dustin y Connor. Cuando solo quedaron Lauren y Steve, Lauren escuchó el gruñido y se volvió hacia el túnel con su bate de béisbol en la mano.
—Oye, Steve —dijo Lauren en voz baja, mirando las sombras moverse alrededor de la esquina, sabiendo que no tenían suficiente tiempo para salir—. ¿A dónde me llevarás en la cita?
—No lo sé —respondió Steve, de pie junto a Lauren—. Quizás a un buen restaurante, cenaremos...
—¡Lauren! ¡Steve! —gritaron los chicos.
—Luego te llevaré a casa y te acompañaré hasta la puerta —continuó Steve.
—Eso suena bien —dijo Lauren, mientras los demodogos doblaban la esquina.
—¡LAUREN! —gritó Connor.
Steve atrajo a Lauren hacia él y la abrazó mientras ambos cerraban los ojos. Anticiparon ser despedazados, pero no pasó nada. En cambio, Lauren sintió que los demodogos pasaban por delante de sus piernas y miró hacia abajo con sorpresa al notar que la ignoraban por completo, a ella y a Steve, sino que corrían por el túnel, casi como si les hubieran dicho que fueran por ese camino.
—¿Qué demonios? —jadeó Lauren mientras Steve mantenía su brazo firmemente alrededor de ella.
—Eleven —dijo Mike.
—¡Lauren! —gritó Connor—. ¡Vamos!
—¿Lista? —preguntó Steve, ahuecando sus manos para que Lauren las usara como impulso.
—Vas a venir inmediatamente después, ¿verdad? —preguntó Lauren.
—Estaré justo detrás de ti.
Lauren usó a Steve como impulso y salió del agujero. Sintió unas manos en sus brazos y la parte de atrás de su camisa, tirándola hacia arriba. Connor se arrodilló junto a su hermana y la abrazó con fuerza mientras Steve salía del agujero.
—Dios, no me asustes así —susurró Connor, con la cara presionada contra el hombro de Lauren—. Por favor.
—Lo siento —susurró Lauren, abrazando a su hermano—. Estoy bien.
Cuando los hermanos Carter se arrodillaron en el suelo, rodeados de sus amigos, los faros del coche de Billy de repente brillaron más que antes, casi cegándolos hasta que finalmente se atenuaron y volvieron a su brillo normal.
—¿Es todo? —preguntó Lauren—. ¿Se terminó?
Steve asintió—. Se terminó.
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