24 | BILLY

El ruido del metal golpeando el piso llevó a Lauren a la cocina, donde encontró a Dustin vaciando el refrigerador de Joyce—. ¿Qué demonios estás haciendo?

—De acuerdo, ahora debería caber —dijo Dustin, tirando una estantería.

—¿Qué cosa? —preguntó Lauren.

Luego vio a Steve sosteniendo al demodogo muerto, envuelto en una manta—. ¿Es muy necesario?

—Sí —replicó Dustin—. Es un hallazgo científico revolucionario. No podemos enterrarlo como a un mamífero común, ¿de acuerdo? No es un perro.

—O tu gato —agregó Lauren en voz baja.

—De acuerdo —respondió Steve, moviéndose hacia el refrigerador—. Pero tú se lo explicarás a la Sra. Byers.

Steve intentó meter el demodogo en el refrigerador sin éxito, y miró a Lauren y Dustin en busca de ayuda.

—Necesito ayuda.

—¿Qué hacemos? —preguntó Dustin.

—Yo no voy a tocar eso —dijo Lauren.

—Cierra la puerta —dijo Steve.

—¿La puerta? Muy bien —dijo Dustin, mientras Steve metía el demodogo en el refrigerador.

—Cielos —dijo Steve, retrocediendo cuando Dustin cerró la puerta del refrigerador.

Steve extendió sus manos hacia Lauren, quien levantó la mano—. Ni se te ocurra acercarte —Steve dio un paso más cerca—. Steve, lo juro. ¡Steve!

Steve se rió y dio un paso atrás, dirigiéndose al fregadero—. No te consideraba una cobarde.

—No soy una cobarde —protestó Lauren.

—En todo caso, es exactamente lo contrario —dijo Dustin—. Es como la Mujer Maravilla.

—Esa es una buena idea para un disfraz de Halloween —dijo Lauren.

—El año que viene —dijo Dustin.

Aventurándose en la sala de estar, Lauren encontró al resto de los chicos limpiando el desorden dejado por la ventana rota. Mike caminaba ansiosamente de un lado a otro, mientras Connor se arrodillaba en el suelo junto a Max, recogiendo fragmentos de vidrio con los dedos.

—Connor, ten cuidado —dijo Lauren—. Lucas está literalmente barriendo.

—Lucas es demasiado lento —dijo Connor.

—¡Oye! —protestó Lucas—. No es mi culpa que esté distraído. Mike, ¿te quedas quieto?

—No estabas ahí, Lucas —respondió Mike—. En el laboratorio hay cientos de esos perros.

—¡Demodogos! —gritó Dustin desde la cocina.

—El jefe la cuidará —dijo Connor.

—No necesita protección —murmuró Max.

—Si el entrenador dicta una jugada, no se discute. Se hace —dijo Steve, saliendo de la cocina con una toalla en las manos.

—Uno, esto no es un estúpido partido —dijo Mike—. Dos, ni siquiera estamos jugando. Estamos en el banco.

—Lo que digo es que —comenzó Steve, callándose—... sí, estamos en el banco. No podemos hacer nada.

—Eso no es totalmente cierto —respondió Dustin—. Los demodogos tienen mente de enjambre. Huyeron del autobús porque los llamaron.

—Si los distraemos...

—Podemos alejarlos del laboratorio —finalizó Max.

—Y despejar el camino al portal —dijo Mike.

—Y luego nos morimos —dijo Steve.

—Ese es un punto de vista —respondió Lauren.

—No es un punto de vista, Lauren —dijo Steve—. Es un hecho.

Mike pasó junto a ellos—. Ya sé —los condujo a la habitación contigua, señalando un punto en el mapa—. El jefe cavó el pozo aquí. Así bajaremos a los túneles —Mike se levantó y se movió de nuevo—. Esto es como una cueva. Los túneles convergen aquí. Si incendiamos esto...

—De ninguna manera —intervino Steve.

—El desuellamentes traería a su ejército —dijo Connor.

—Para detenernos —dijo Lucas.

—¡Oye!

—Luego volvemos a la salida —dijo Mike.

—Chicos.

—Y para cuando vean que nos fuimos...

—El estaría en el portal —concluyó Max.

—¡Oigan! —interrumpió Steve en voz alta, aplaudiendo para llamar la atención de los chicos—. Esto no sucederá.

—Pero...

—No. Sin peros —espetó Steve—. Prometí cuidarlos, idiotas, y eso es exactamente lo que planeo hacer. Nos quedamos aquí, en el banco, y esperamos que el equipo titular haga lo suyo. ¿Está claro?

—No es un estúpido partido —dijo Mike.

—Pregunté si estaba claro —repitió Steve, blandiendo una toalla a Mike—. Necesito un sí.

Ninguno de los chicos respondió, y Lauren escuchó un motor rugir afuera. Con los ojos muy abiertos, se preguntó quién podría estar visitándolos a esta hora. Hopper y Joyce ya se habían ido, así que dudaba que fueran ellos, y cuando vio a Max y Lucas correr hacia la ventana, miró a Steve.

—¿Quién es? —preguntó Lauren.

Steve se encogió de hombros, pero Max dijo—: Es mi hermano. No puede saber que estoy aquí. Me matará. Nos matará.

Lauren negó con la cabeza—. De ninguna manera. Hoy no.

Agarró su bate y se dirigió hacia la puerta, sintiendo que alguien la agarraba del brazo. Steve la estaba reteniendo, mirando el bate en sus manos—. ¿Qué demonios estás haciendo?

—Voy a golpearlo con esto, ¿qué parece que estoy haciendo? —preguntó Lauren.

—Está bien, no —dijo Steve, arrancando el bate de las manos de Lauren—. Sé que tu papá es el jefe y todo eso, pero no creo que el asalto y la agresión sea algo que pueda dejar pasar.

Lauren suspiró—. Bien, pero no pondrá una mano sobre mis chicos.

—No lo hará —respondió Steve—. Vamos.

Steve se dirigió afuera, así que Lauren se volvió hacia los chicos, señalándolos mientras decía—: No se muevan y, por el amor de Dios, que no los vea.

Luego siguió a Steve afuera, cerrando la puerta mientras Billy salía de su auto y exhalaba humo de su boca. Estaba mirando a Lauren y Steve con una sonrisa en su rostro, y Steve sutilmente empujó a Lauren hacia atrás.

—¿Estoy soñando, o eres tú, Harrington?

—Sí, soy yo, no te entusiasmes.

Billy se quitó la chaqueta—. ¿Qué haces aquí, amigo?

—Podría preguntarte lo mismo —respondió Steve, acercándose a Billy y dejando a Lauren en el porche—, amigo.

—Busco a mi hermanastra —dijo Billy—. Un pajarito me dijo que estaba aquí.

—Qué raro —dijo Steve—. No la conozco.

—¿Pequeña? —dijo Billy—. ¿Pelirroja? Medio desgraciada.

—No me suena conocida —respondió Steve—. Lo siento.

—No lo sé —dijo Billy, chasqueando la lengua—. Toda esta situación, Harrington... me está dando escalofríos.

—¿En serio? ¿Por qué?

Lauren todavía estaba de pie en el porche observando la interacción con una expresión preocupada en su rostro. Billy todavía no había dicho nada sobre ella, pero sabía que la había visto de pie con Steve. No es que no tuviera fe en Steve si se trataba de una pelea; era el hecho de que Billy era más fuerte e indudablemente más violento que él.

Billy dio una calada a su cigarrillo—. Mi hermana de 13 años no aparece en todo el día, y luego la encuentro contigo en la casa de un desconocido. Y me mientes al respecto.

—¿Te golpeaste muchas veces de niño? —preguntó Steve, riendo—. No sé qué te cuesta entender de lo que te dije. Ella no está aquí.

Billy apuntó su cigarrillo a la ventana—. ¿Y quién es esa?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top