12 | EN LAS DUCHAS
Steve se puso de pie en la ducha. Estaba completamente molesto con Billy, quien había estado fanfarroneando durante su juego de baloncesto sobre Lauren. Sabía que nada de lo que dijo era cierto, y no quería nada más que golpear a Billy por hablar tantas tonterías sobre su amiga.
Billy apareció en la ducha junto a Steve—. No te preocupes, Harrington. Hoy no es tu día.
—Sí. Ni tu semana —dijo Tommy—. La princesa y tú rompen por un día, y ya te deja por el hermano del raro —Tommy rió cuando vio la expresión de Steve—. Mierda, no lo sabes. Ayer Jonathan y la princesa faltaron a clase, y todavia no aparecieron. Pero debe ser pura coincidencia, ¿verdad?
Tommy se alejó, dejando a Billy sonriendo levemente—. No te amargues. Para un galán como tú, eso no es nada —se inclinó más cerca—. Lo que sobran son mujeres, ¿no? —apagó la ducha de Steve—. Como tu amiga Lauren. Oye, ¿crees que aceptará salir de nuevo conmigo?
Steve lo ignoró.
Billy rió—. Ya veo. ¿Tienen algún tipo de historia? —Steve, de nuevo, no respondió y en su lugar volvió a abrir la ducha—. Tomaré tu silencio como un sí. Maldita sea, eso debe ser duro. Fue bastante fácil lograr que aceptara salir conmigo.
Steve se volvió hacia Billy—. Sí, tal vez lo fue, pero ¿qué hiciste? Apostar sobre ello. Qué movimiento idiota.
—Después de la noche que tuvimos, valió la pena —dijo Billy.
—Deja de mentir, idiota —dijo Steve—. Sé que no te acostaste con ella después de la fiesta.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Billy.
—Porque la llevé a casa —respondió Steve—. Me aseguré de que estuviera bien después de que la humillaras.
Billy pareció impresionado por la confianza de Steve—. Maldita sea, ya veo. Crees que tienes una oportunidad. Bueno, déjame decirte que me va a perdonar en un abrir y cerrar de ojos.
—Buena suerte con eso —murmuró Steve.
—Me aseguraré de dejarla para ti cuando termine con ella —dijo Billy, envolviendo una toalla alrededor de su cintura y alejándose.
Steve apretó los dientes, pasando su mano por su pelo mientras apagaba la ducha enojado y alcanzaba su toalla.
—
Lauren estaba esperando a Steve fuera del vestuario. Vio como los chicos iban saliendo uno por uno, sin rastro de Steve entre ellos. Probablemente todavía estaba perfeccionando su pelo, pero Lauren estaba contenta de esperarlo.
Hasta que Billy Hargrove salió del vestuario y la vió.
Una sonrisa se formó en su rostro—. Hola, princesa.
—Billy —dijo Lauren, hablando en voz baja.
—Te extrañé en la fiesta —dijo Billy—. Pero créeme, me divertí mucho.
—¿Por qué les dijiste a todos que me acosté contigo? —preguntó Lauren—. ¿Qué ganaste con eso?
—Unos... veinte dólares —dijo Billy.
Lauren inhaló bruscamente—. Eres un idiota.
—Lo sé —respondió Billy—. Entonces, ¿salimos esta noche? ¿Quizás podemos comer algo, dar una vuelta en el coche? Podrías mostrarme...
El golpe de la mano de Lauren en la mejilla de Billy hizo eco en el pasillo casi vacío, y Tommy hizo un ruido de "oh" cuando vio lo que sucedía. Billy se volvió para mirar a Lauren, su sonrisa todavía estaba plasmada en su rostro.
—Eso fue por apostar por mí, idiota —dijo Lauren.
—No deberías haber hecho eso —dijo Billy.
—¿Qué? ¿Esto? —preguntó Lauren, golpeándolo de nuevo—. Eso fue por decirles a todos que me acosté contigo.
—Te lo advierto —dijo Billy—. Aléjate ahora.
—No te tengo miedo —dijo Lauren—. Ayer conocí a tu hermana.
—No es mi...
—Francamente, no me importa —interrumpió Lauren—. Parece mucho más amable que tú, así que quizás deberías aprender algo de ella.
Billy estaba intentando controlar su rabia mientras agarraba la muñeca de Lauren—. Lo juro por Dios, si sigues hablando...
—Déjala ir —dijo la voz de Steve, cuando apareció por la puerta del vestuario.
Billy soltó a Lauren con un empujón y ella se tambaleó un poco hacia atrás, sin anticipar la fuerza. Con un bufido, Billy miró a Steve y luego a Lauren—. Te has ganado un enemigo, Carter. Un gran error.
—No, el gran error fue ir a esa fiesta contigo —dijo Lauren, sin retroceder. Hopper le había enseñado a siempre mantenerse firme—. Ese fue el error, cerdo misógino.
Billy dio un paso adelante, pero Steve se interpuso entre él y Lauren y lo empujó hacia atrás—. Solo vete.
—Es toda tuya, Harrington —espetó Billy—. Lo que sobran son mujeres, ¿verdad?
—Sí —respondió Steve—. Sal de aquí.
Cuando Billy se fue, Lauren se volvió hacia Steve.
—No tenías que hacer eso.
—Por mucho que me hubiera gustado verte golpearlo, sentí que debía ser el héroe —dijo Steve encogiéndose de hombros—. ¿Estás bien?
—Sí —dijo Lauren—. Se sintió bien sacar mi enojo, y mira que estoy muy enojada con Jonathan y Nancy porque no fueron a clase ayer y no he vuelto a saber de ellos desde entonces.
—Aparecerán —dijo Steve.
Lauren suspiró—. Sí, quizás. Simplemente apesta.
—¿Por qué? —preguntó Steve.
—Porque significa que estoy sola —respondió Lauren—. Y debo almorzar sola en mi camioneta, como en los viejos tiempos.
—¿Te importa si me uno a ti? —preguntó Steve.
Lauren parecía sorprendida, pero sonrió de todos modos—. No, por supuesto que no me importa. Al menos no estaré completamente sola.
Los dos se dirigieron a la camioneta, y cuando Steve vio lo feliz que Lauren estaba, sonrió. Quizás había algo de verdad en las palabras de Billy. Tal vez esperaba que hubiera una oportunidad para él cuando se trataba de Lauren, pero acababa de romper con Nancy y no estaba seguro de estar listo para poder confiar de nuevo en alguien.
Sin embargo, por ahora, sentado en la parte trasera de la camioneta de Lauren sobre la manta que guardaba debajo del asiento para estos escenarios específicos, Steve estaba feliz de tener una amiga.
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