01 | NORMAL




NOVIEMBRE, 1983



—Oye, tío Hop —gritó Lauren Carter mientras salía del baño—. Voy a ir a casa de Jonathan para estudiar para nuestro exámen de química. ¿Está bien?

—Sí —respondió Hopper—. ¿Puedes recoger a tu hermano de camino a casa? Ha estado en casa de los Wheeler todo el día.

—Están haciendo su campaña —dijo Lauren, mientras recogía su mochila y agarraba su chaqueta—. Les tomó como dos semanas tenerla lista.

Hopper puso los ojos en blanco—. Bueno, asegúrate de recogerlo. No me gusta la idea de que vuelva a casa solo.

—Me aseguraré de no olvidarlo —dijo Lauren, besando la mejilla de su tío mientras pasaba junto a él—. Hasta luego, tío Hop.

—Ten cuidado —respondió Hopper—. Y estudia mucho.

Lauren sonrió—. Siempre lo hago.

Cuando cumplió 17 años, Hopper le había regalado una camioneta. No confiaba en los modelos nuevos, por lo que cuando apareció un día después de la escuela en una camioneta azul, los ojos de Lauren se abrieron con sorpresa. Hopper le había dicho entonces que era suya si la quería y, aunque no era mucho, Lauren adoraba esa camioneta y la cuidaba lo mejor que podía.

El camino a la casa de los Byers no era muy largo, y cuando Lauren se detuvo afuera, Jonathan ya la estaba esperando en la puerta. Sonrió mientras veía a Lauren salir de la camioneta y resbalar un poco en el barro del camino de entrada, para luego agarrarse de la puerta de la camioneta y dirigirse a la casa.

Le dio a Jonathan una mirada cuando vio la sonrisa en su rostro—. No viste nada.

—Sí, nada en absoluto —respondió Jonathan—. Mamá está preparando la cena por si quieres.

—Bueno, siempre tengo hambre —dijo Lauren con una sonrisa, mientras se dirigía a la casa—. Hola, Joyce.

—Hola, Lauren —saludó Joyce—. Estoy haciendo ziti horneado por si tienes hambre.

—Siempre —respondió Lauren—. Huele bien.

—Creo que he hecho demasiado —rió Joyce—. Puedes llevar un poco a casa para tu tío y Connor.

—Estoy segura de que les encantaría, Joyce —dijo Lauren.

—De todos modos mamá, tenemos una prueba para la que estudiar —dijo Jonathan, su tono mostraba lo directo que estaba siendo—. Y no quiero fallar.

—Muy bien, lo siento —dijo Joyce, levantando las manos en señal de rendición—. Vete, no te molestaré.

—Llámanos cuando la cena esté lista —dijo Jonathan.

Lauren no siempre había sido amiga de Jonathan, pero estaba muy agradecida de tenerlo como amigo. Él era amable y no la hacía sentir como una "perdedora", como la tildaban personas como Tommy y Carol. Con Jonathan, se sentía como una adolescente normal.

Estudiaron durante unas horas, hasta que Joyce los llamó para cenar. Lauren adoraba a Joyce Byers y la consideraba su madre tanto como Hopper era su tío. Joyce había sido a la que Lauren había acudido cuando tuvo su primer período, con la que había llorado cuando Steve se había olvidado de ella por primera vez, y a la que acudía por cualquier problema por el que no podía acudir a Hopper.

Cuando terminó la cena, Lauren ayudó a Joyce con los platos, secándolos mientras ella los limpiaba. Jonathan llenó un contenedor con el ziti sobrante y lo dejó junto a la mochila de Lauren para que se lo llevara a casa.

Una vez que terminó, Lauren miró la hora.

—Debería irme —dijo Lauren—. Hop quiere que recoja a Connor de camino a casa para que no se pase toda la noche jugando D&D con los chicos.

Joyce sonrió—. Bueno, si ves a Will, envíalo a casa.

—Lo puedo alcanzar si él quiere —ofreció Lauren—. Gracias por la cena, Joyce, y por invitarme.

—Cuando quieras, cariño —respondió Joyce—. Dile a tu tío que dije hola.

—Lo haré —dijo Lauren, recogiendo su mochila y el contenedor antes de dirigirse hacia la puerta.

Jonathan la siguió—. ¿Estás lista para la prueba?

—Tan lista como es posible —dijo Lauren.

—Oye, lo harás genial —prometió Jonathan—. Tranquila.

Lauren asintió—. Sí, tengo que irme. Nos vemos mañana.

—Nos vemos mañana —replicó Jonathan—. No te resbales.

—Cállate —respondió Lauren, dirigiéndose a su camioneta.

La casa de los Wheeler estaba en camino de regreso a la casa de Hopper, por lo que Lauren giró en su camino de entrada y apagó el motor. Se dirigió a la puerta y esperó hasta que ésta se abrió, revelando a Nancy Wheeler.

—Lauren, hola —saludó Nancy—. Supongo que estás aquí por Connor.

—Sí, ¿está en el sótano? —preguntó Lauren.

Nancy asintió—. Donde han estado todo el día.

Mientras Lauren entraba en la casa de los Wheeler, se encontró con Mike, quien le rogaba a su madre y a su padre unos minutos extra de tiempo de juego. La Sra. Wheeler sonrió y levantó una mano a modo de saludo cuando vio a Lauren, quien correspondió al gesto antes de dirigirse al sótano. Nancy desapareció escaleras arriba, y mientras Lauren bajaba al sótano, escuchó al resto de los chicos.

—Hola —saludó Lauren mientras llegaba al pie de los escalones—. Con, ¿estás listo?

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Connor.

—Hop me pidió que te recogiera de camino a casa —respondió Lauren—. Así que aquí estoy.

—Iba a volver en bicicleta —dijo Connor.

—Bueno, ahora vienes conmigo —dijo Lauren—. Vamos. No tengo todo el día.

—Oye, Lauren —sonrió Dustin, sosteniendo una caja de pizza—. ¿Quieres el último trozo?

—No, pero gracias Dustin —respondió Lauren.

Dustin sonrió como si le hubieran ofrecido el mayor cumplido, pero Lauren no se dio cuenta, estaba demasiado ocupada agarrando a su hermano menor porque la llamaba "tonta" en voz baja.

—¿Qué dijiste? —preguntó Lauren, alborotando el pelo de Connor mientras él gritaba.

—Dije que eres una tonta —gritó Connor, mientras trataba de luchar contra su hermana.

Lauren lo soltó y miró a su alrededor—. ¿Cuánto tiempo han estado aquí abajo?

—Diez horas —respondió Lucas tímidamente.

—¿Diez horas? —repitió Lauren con incredulidad—. Cielos, no me extraña que huela tan mal.

—Ah, cállate —rió Connor—, no huele tan mal.

—Eso es porque estás acostumbrado. Apesta, pero de todos modos, tenemos que irnos —dijo Lauren—. Di adiós, Con.

—Nos vemos mañana, chicos —dijo Connor, saludando a sus amigos mientras él y Lauren regresaban al piso de arriba.

En la cocina, la señora Wheeler los atrapó—. Lauren, hola.

—Hola, Sra. Wheeler —saludó Lauren—. Gracias por cuidar de Con hoy.

—No ha sido un problema —respondió la Sra. Wheeler—. Hasta pronto, Connor.

—Gracias, señora Wheeler —dijo Connor, sonriéndole a la mujer.

Lauren llevó a su hermano pequeño fuera de la casa y hacia su camioneta. Connor empujó su bicicleta hacia atrás y esperó a que Lauren la subiera a la caja de la camioneta. Cuando estuvo seguro de que su preciosa bicicleta estaba a salvo, se subió al asiento delantero de la camioneta de Lauren y se acercó al lado del conductor.

—¿Puedo conducir a casa? —preguntó Connor cuando Lauren apareció en la ventana.

—No —respondió Lauren—, muévete.

—¿Puedo conducir por el camino de entrada? —preguntó Connor.

Lauren lo pensó por un momento—. Tal vez, si te comportas.

Connor se reclinó en su asiento—. Genial.

Aunque ninguno de los hermanos Carter lo sabía, sus vidas estaban a punto de dar un vuelco, ya que Will Byers desapareció esa misma noche, sin dejar rastro alguno.

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