03
—¡Y me dijo que tenía un insecto en la cabeza, cuando en realidad era mentira!
Estaban hablando de las ocurrencias de sus amigos, en este caso Hoseok le contaba la broma que le habían hecho en el colegio.
—Pero yo ya me había levantado y gritado como un loco, tratando de alejar con mis manos al insecto —hizo movimientos con sus manos recordando el momento de desesperación que vivió.
Yoongi no pudo mantenerse más en silencio y rompió en una carcajada estruendosa, contagiando al omega.
—Ríete de mis penas —dijo falsamente ofendido y dejando de reír.
—No… yo en serio… —la risa se le esfumó y habló rápidamente para evitar enojar a Hoseok.
—¡Es mentiris! —respondió con voz chillona y golpeando ligeramente el hombro del alfa.
Ya habían terminado de comer y conversaban sentados en el sofá, no era demasiado tarde y Jimin llegaría en cualquier momento.
El alfa mantenía a raya su olor, esa no era su casa y no podía incomodar. Pero se percató que Hoseok mantenía sus niveles de aroma muy bajos, como en la fiesta. Pensó que era también como muestra de consideración, porque si se soltaba su aroma muy fuerte a una persona, eso sería ser intenso y provocador.
Y ya habíamos aclarado que Yoongi no lo era.
Decidió tantear el terreno, ya que no sabía si Hoseok tenía pareja, aunque la casa olía solo a jazmín.
—Me compadezco de tu pareja y tus chistes agrios —dijo entre risas, pero en realidad buscaba una respuesta que le diera un poco de esperanza.
Y esperó a que Hoseok hablara, viendo como tomaba aire y suspiraba.
—Yo también me compadecería, cuando haya tenido al menos una —soltó en un tono de voz diferente al que estaban hablando.
Yoongi no supo que más responder y un pequeño silencio se instaló en la sala, pero no continuó así cuando el ruido de unas llaves en la puerta los hizo girar el rostro en dirección a la entrada.
Y con grito que lo puso en alerta, reconociendo la voz de Park.
—¡Llegué! —Jimin dijo desde la entrada. De seguro estaba dejando su chaqueta y llaves en el perchero —. Y estoy triste —se escuchó acercando sus pasos.
Se escuchaba como arrastraba los pies y venía despacio.
—¿Por qué? —el tono preocupado de Hoseok se notó y se cambió de posición para levantarse e ir al encuentro de su amigo.
—¡Porque no soy la perra de Henry Cavill! —lloriqueó entrando a la sala y quedando pasmado al ver al joven Yoongi ahí.
La situación era un poco graciosa, porque Jimin llegó con una mano en su frente y otra en su pecho, inclinando su cuerpo para atrás de manera exagerada y dramática.
El color se le subió al rostro y se disculpó con una vaga reverencia, caminando a su habitación sin mirar a nadie, luego de murmurar un saludo para el alfa.
—Pensó que estábamos solos —lo disculpó Hoseok —. A veces lo digo yo, porque si le tengo una envidia a la mascota de ese guapote —dijo sin pena.
Yoongi parpadeó esperando algún sonrojo en Hoseok por hablar sobre un alfa muy apuesto y deseado en la comunidad de Hollywood, pero no sucedió.
No pudo quedarse más tiempo del que deseaba porque ya era tarde, tenía que regresar a casa para descansar, olvidando su agotamiento por completo cuando recordó al omega.
Con una promesa de responder los mensajes del alfa, Hoseok despidió a Yoongi en la puerta de su casa y observó como se marchaba, dejando su esencia que denotaba felicidad.
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La jornada laboral estaba por terminar y Hoseok lo agradecía. Él operaba una de las maquinarias que se encargaban en triturar la roca, para luego llevarla a un horno y separar los minerales que se adhieren a la mena.
—Revisión sorpresa —murmuraban sus compañeros betas.
¿Revisión sorpresa? Hoseok no entendía.
No llevaba mucho tiempo y no le habían explicado que era eso. Aunque solo un bobo no entendería, pero igual estuvo atento a lo que decían sus colegas.
—Viene el dueño o hijo del dueño y supervisa el trabajo que hacemos. Nunca se sabe cuando puede suceder —le comentó su compañero Lee.
No podía sucederle en ese momento. Esperaba y rogaba que fuera el señor SeokJin o su esposo los que visitaran el área, porque si Yoongi iba, se llevaría una gran sorpresa al verlo ahí.
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Yoongi visitaba el área de selección de menas y piedras preciosas, para luego tratarlo y obtener unos cuantos gramos de esta. Como en el caso del oro, había implementado una nueva manera de obtención sin tantos químicos nocivos, como el mercurio, que podría contaminar el agua y tierra de la ciudad, afectando a la ganadería y agricultura.
El jefe de ese sector y encargado —el Beta Han—, recibió con educación al hijo del dueño y supervisor de esa área. El alfa miraba a su alrededor y anotaba en una libreta cada detalle que debía ser revisado.
No tuvo que avanzar mucho, porque de manera natural y sin esfuerzo, reconoció el olor a jazmín que lo hizo levantar el rostro.
Una cabellera rubia y rizada resaltaba en el grupo.
Caminó hasta el Omega y siendo presa de sus pensamientos estereotipados con respecto a los omegas, dijo sin ningún cuidado.
—¿Qué demonios haces aquí Hoseok? —gruñó para mal gusto de él mismo.
La voz le salió fuerte, ocasionando que algo dentro de Hoseok quisiera agachar las orejas y bajar el rostro lleno de miedo. No era una voz de mando como tal, pero si la de un alfa enojado que exudaba feromonas agrias.
Hoseok quiso contestarle de manera grosera, de la misma manera como fue preguntado, pero estaba empezando en el trabajo y quería mantenerlo. El salario en las minas era uno de los más altos y así mismo, más agotadores.
Y aunque hubiera querido, su lobo se encogió ante el grito del alfa.
—¡Responde! —se acercó más a él. Quería que le respondiera, pero solo lo observaba sin expresión y un ligero olor a miedo.
El animal de Hoseok tuvo miedo, pero él no. Y por eso no bajaba su mirada de los ojos dilatados del alfa.
Al no obtener respuesta, miró al beta Han y le preguntó. —¿Quién lo ha contratado?
JiSung conocedor del temperamento del alfa, no se inmutó. Él no tomaba esas decisiones.
—Su padre, el Señor SeokJin lo contrató.
Se lo imaginó.
Solo a su padre se le ocurría contratar a un omega en uno de los trabajos más pesados.
No podía comportarse como un energúmeno e intenso alfa idiota.
Aun cuando ya lo había hecho.
Y por eso no arrastró a Hoseok lejos, porque se dijo no ser lo más le avergonzaba.
Salió de ahí, dejando la revisión para otro momento, uno donde no estuviera enojado y gruñendo como un cavernícola. Llegaría a casa y buscaría a su padre para que le explique que clase de broma estaba jugando.
Hoseok, por otro lado, sabía que tarde o temprano Yoongi se enteraría. Solo que había sucedido una semana después de la cena en su casa, con muchos mensajes y horas de desvelo juntos. Donde el corazón de cada uno empezó a emocionarse al simple pensamiento del otro y sus lobos aullaban contentos.
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—Yoongi baja la voz.
Jungkook habló con autoridad sin necesidad de gritar. Él era un alfa que no necesitaba usar sus dotes o voz para tener el control de la situación. SeokJin estaba sentado en la silla de la oficina de su esposo y miraba a su hijo con desaprobación.
—¿Te das cuenta de lo irresponsable que es tener un omega, en esa área? —cuestionó sin dejar de moverse.
—No, es un trabajador con un desempeño impecable —el omega respondió.
—Su celo puede ocasionar problemas con los demás compañeros —añadió como punto importante.
—Hay solo betas, todos los alfas están en la montaña, picando y sacando tierra.
—Pero… —insistió esta vez con la voz un poco más baja.
—Si fuera el caso de los celos en los omegas, no habría ninguno trabajando en los campos con la siembra de arroz o en el ganado. Ve al grano Yoongi —pidió ya cansado.
Llevaban un buen rato escuchando las quejas de su hijo y todos los puntos en contra al tener a un omega en esa área.
—No lo entiendes —se sentó en un pequeño sillón a un lado de la oficina y agarró sus cabellos en un mensaje claro de nerviosismo.
—Cariño mío, déjame solo con nuestro hijo —pidió de manera amable al alfa.
Yoongi escuchó como su padre besaba la mejilla de su otro padre y le decía cuanto lo amaba, para después salir.
—Te escucho —habló cuando ya estaban solos.
SeokJin era un omega con carácter, que opinaba y también decidía en su hogar.
—Me gusta Hoseok —confesó finalmente. Había estado con esa sensación desde el día comieron juntos.
—¿Cuál es el problema en eso? —SeokJin preguntó —. Sabes que tu padre o yo, jamás nos interpondríamos. Son libres de decidir a quién amar.
—El problema es que no es nada de lo que yo pensé que tendría un omega —suspiró —. Estaba confundido y no quise ver más allá de como se mostraba mientras charlábamos por celular.
—¿Y por eso? No seas tonto hijo mío, eso no influye en que Hoseok sea buen muchacho, no tienes por qué encasillar a ese tipo de omega.
—Es difícil padre —respondió masajeando sus cejas.
—No lo es —el omega se levantó —. Me imagino el desastre que armaste cuando lo viste —meneó la cabeza.
Yoongi asintió apenado.
—Mi mejor consejo es que pidas disculpas de tus actos, converses como te sientas y lo que pensabas. Pídele que te escuche, pero de él depende si te disculpa o no.
Volvió asentir cuál cachorro regañado adolescente. Pero unos brazos rodeándolo lo reconfortaron.
—Gracias padre.
Y salió de la oficina para ir a ver a Hoseok. El alfa Jeon entró cuando su hijo salió corriendo y el ambiente se sentía pesado, una mezcla de frustración y tristeza. Caminando sin apartar la mirada de su esposo, lo abrazó y mordió en la marca para tranquilizarlo.
SeokJin se mantuvo tranquilo y ronroneó a gusto cuando sintió los colmillos de su esposo.
—Hoseok es como yo —murmuró SeokJin.
—Lo sé cariño, lo sé —murmuró lamiendo la herida.
El omega esperaba que su hijo resolviera todo con Hoseok.
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