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El reloj y las manijas eran rápidas al mover los días, cada anochecer traía un amanecer en el que los días restantes para su boda se hacían más cortos. Contemplaban la rotación del mundo con muchas ansias y nervios.

Ahora el reloj marcando las siete de la noche, con el calor del horno por sus rodillas, terminando con la pequeña cena que habían preparado. Listos para dirigirse a su habitación; tal vez para ver alguna película o para hablar sin parar, o bien, para que Jungkook escuche atento todo lo que se le pasaba por la cabeza a Jimin.

La cena terminó con un sorbo a su jugo de ciruelas, recogiendo los platos y limpiando la cocina juntos, en silencio, haciéndose compañía en sus actividades diarias, como siempre hacían. El silencio siempre se sentía bien entre ellos, el silencio siempre era abrazador cuando estaban cerca y juntos.

Al terminar con la limpieza salieron de la cocina, aun en silencio siguiendo los pasos de su pareja, hasta que Jimin se detuvo en medio del camino, dándose la vuelta; completamente rojo hasta las orejas, soltando un pequeño suspiro.

—Jungkookie.

—¿Pasa algo? —Pregunto preocupado, claro que lo estaría cuando apenas había escuchado una palabra de Jimin en todo el trayecto desde la cocina hasta el pasillo que los llevaba a su habitación.

—Yo...—Bajo su mirada hacia sus manos, volviendo a suspirar mientras pasaba sus palmas por su rostro, claramente frustrado. —No quiero meter alguna presión respecto a esto...pero ayer estaba pensando y leyendo...y—Volvió a suspirar. —Y... ¿Cuándo me vas a marcar?

Ahora quien estaba rojo como un tomate era Jungkook, quien tenía los ojos abiertos y las mejillas sonrojadas.

Aquello lo había estado posponiendo hasta que Jimin se lo pidiera, siempre pondría los deseos de Jimin por encima de lo que está mandado por la sociedad. Su comodidad estaba antes de lo que decía la gente. Pero nunca se le vino por la mente que Jimin uno de estos días antes de la boda se lo pidiera.

—Quisiera...quisiera entrar al altar con tu marca, sería muy precioso, es lo que creo. —Dijo en un tono bajo y con una pequeña sonrisa sobre sus labios, aun demostrando lo avergonzado que se sentía.

—Lo iba a hacer cuando me lo pidieras. —Dijo el alfa, caminando hacia Jimin para tomar sus manos contra las suyas. —Nunca antepondría mis instintos ante ti.

El omega sonrió, abrazando a Jungkook fuertemente entre sus brazos, sonriendo contra el pecho de su alfa por los latidos erráticos que tenía su corazón, la mejor melodía para sus oídos.

—Y...yo, yo ¿podría marcarte también? No es común que los omegas lo hagan, pero...también sería muy lindo que los dos tuviésemos una marca nuestra ¿no?

Jungkook sonrió, tomando las mejillas del omega para que este lo viese a los ojos, mirándose profundamente beso su nariz, después su frente, después sus mejillas y finalizó en sus pomposos labios. Aquellos besos habían bastado para darle la respuesta a Jimin; el alfa jamás podría decirle que no a su omega.

Se tomaron de las manos, comenzando con la plática que Jimin siempre tenía para ofrecer, contándole cada pequeño pensamiento que tenía en su cabeza hasta entrar a su habitación, cuando pasaron por la puerta una vez más el omega se puso silencioso; claramente nervioso.

La marca era otro gran paso que dar, muchas parejas esperaban mucho incluso después del matrimonio, tenían que estar seguros de darle la marca a alguien; que ese alguien estaría unido a su vida mediante dicha marca. Pero ellos sabían que estarían unidos por el resto de sus eternidades desde que se enamoraron, así que no habría que esperar más.

Jungkook levantó a Jimin en sus brazos para que vuelva a ser tan parlanchín como lo era, levantándolo en sus brazos de forma nupcial dando unas dos vueltas con él en sus brazos, escuchó las primeras risillas por parte del omega. Lo dejó al borde de la cama y se sentó a su lado, llevando su mano hacia la mejilla del omega, acariciando la suave y nívea piel, sonriéndole con toda el alma.

—No estés nervioso.

—No lo estoy, estoy ansioso que es diferente. —Sonrió.

—Bueno. —Asintió, acariciando aún la piel porcelana del omega, acercándolo suavemente hacia su rostro. Acariciando los labios pomposos con los suyos hasta que lo beso.

Un beso ligero para quitar el nerviosismo de Jimin, funcionando al instante, embobándolo con sus labios. Escucho un quejido cuando se separó del omega.

—Tu empieza, así tus ansias se irán reduciendo. —Dijo mostrando su cuello, solamente poniendo a Jimin más nervioso.

El omega suspiro, cerrando sus ojos y tomando una respiración profunda. Se acercó a Jungkook, pero solamente para repartir besos por todo su rostro, robándole sonrojos al alfa, besando sus lunares, sus mejillas, su nariz y su frente. Tomando su rostro entre sus suaves manos para plantar un beso sobre los labios del pelinegro. Besándose por unos cuantos segundos.

—Ya. —Jimin se susurró a sí mismo, separándose de los labios de Jungkook hasta dirigir sus labios al cuello del alfa.

Dando unos cuantos besos sobre la piel, haciendo suspirar al alfa por su accionar, hasta que los colmillos se incrustaron en su piel. Dejando la marca del omega sobre la piel del alfa.

El dolor de la mordida fue momentáneo, la felicidad fue quien se llevó la mayor parte. Con un poco de sangre sobre la herida Jungkook le sonrió a Jimin, tomando su mano para besarla.

—Ya soy completamente tuyo, amor. —Susurro contra su mano.

Jungkook nuevamente se acercó a Jimin para copiar lo que el omega había hecho con él, llenarlo de besos hasta llegar al cuello de su prometido. Las risillas nerviosas del omega jamás faltaron, siempre estaban presentes haciendo que el corazón del alfa enloquezca en amor; por ser el causante de aquella felicidad que desprendía de su gran amor.

Antes de llegar al cuello del omega lo miro a los ojos, profundamente y le sonrió.

—Te amo con toda el alma, Jimin.

—Y yo también, Jungkookie.

—Estas marcas serán las que unan nuestras vidas para siempre, para la eternidad.

—¿Y ya no lo están? —Sonrió, sin contener el que sus ojos se llenaran de lágrimas. —Somos destinados después de todo.

—Lo somos, amor, lo somos. —Sonrió limpiando las lágrimas que recorrían las mejillas rosadas de Jimin, besándolo en la nariz y en la frente.

Beso la piel del cuello de Jimin, dando ligeros besos sobre el lugar hasta que hundió los colmillos para hacer la marca. Escuchando el pequeño quejido de Jimin por el dolor, la marca de un alfa dolía mas que la de un omega. Beso aún más la marca al retirar sus colmillos.

—Ahora los dos estamos marcados. —Dijo Jimin, limpiando la escurridiza lágrima de su mejilla.

—Ahora lo estamos. —Susurro de vuelta, tomando las manos de Jimin contra las suyas.

Mirándose a los ojos con sonrisas en sus labios, se abrazaron en la oscuridad de su habitación, se sostuvieron con la luna a sus espaldas, con las estrellas observando la felicidad de sus pupilas.

La unión de dos almas que estaban hechas el uno para el otro, entre abrazos y besos.

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