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—Buen día.—Susurro al oído de Jungkook mientras se recostaba en el pecho desnudo del alfa, dejando un suave beso en el lunar que estaba en medio.

—Buen día.—Susurro de vuelta con la voz ronca, pasando sus manos por la cintura de Jimin, acercándolo mas hacia su cuerpo, besando su frente y abrazándolo mas a su lado.

El omega soltó una suave risilla mientras abrazaba de vuelta a Jungkook, apachurrando los dos cuerpos mientras seguía con aquella sonrisa sobre su rostro. Experimentando tanta felicidad, creía que sería envidiado por las estrellas por todo el brillo que transmitía cuando estaba con Jungkook. Era muy probable.

—¿Dormiste bien?—Preguntó Jimin, aun acurrucado en el pecho de Jungkook, mirándolo a los ojos cual gatito.

—Cual bebé.—Sonrió desordenando los cabellos rubios del omega que le miraba con ojos grandes y expectantes.—¿Y tú?

—También.—Asintió sonriendo.—Se siente muy bien volver a dormir contigo.—Lo abrazó del cuello, plantando un beso en su mejilla y sonriendo.—Aún más cuando soy tu prometido y tú eres el mio.

Jungkook sonrió, llevando sus manos al mentón de Jimin, logrando que el omega lo mire, acercando sus labios hacia los pomposos del omega; empezando un tierno beso lleno de sonrojos por parte de ambos.

Comenzando una típica mañana entre ellos, siempre comenzando el día a las nueve o un poco más temprano, o un poco más tarde. Rodando por las sábanas para comenzar con la limpieza, tendiendo la cama mientras reían o simplemente se concentraban para que quede muy lisa. Tirándose a las colchas cuando todo estaba listo, siendo felices en su pequeña casa en los suburbios.

Siendo felices en su pequeña burbuja, cocinando juntos un desayuno de panqueques, Jungkook preparándole a Jimin los más grandes y deliciosos, mientras que el omega lavaba las fresas para hacer la malteada que acompañaría la masa dulce.

—La primera vez que volví a probar tus panqueques quise llorar.—Dijo cortando las hojas de la fruta.

—¿Por qué?—Frunció el ceño curioso y confundido, sin quitar la vista de los panqueques, no quería que ninguno se queme.

—Porque.—Soltó una risita.—Cuando nos separamos extrañaba tus panqueques, una vez Tae me los hizo pero no eran los tuyos, entonces, cuando los volví a probar me gano el sentimiento, pero no quería asustarte y no llore en ese momento. Pero ¿recuerdas que me mandaste los que sobraron? pues llegue a casa me prepare un chocolate y llore mientras los comía.

Jungkook siguió con el ceño fruncido pero esta vez soltando pequeñas risas, teniendo sentimientos confusos respecto a imaginar a Jimin llorando mientras comía panqueques porque los había extrañado. Se le hacía adorable de todas formas.

—Fue como una escena de los Simpsons.

—¿Cuál?—Se dio la vuelta, aun soltando pequeñas risas por la imagen creada en su cabeza.

—Esa donde Homero le ofrece a Marge la última chuleta y ella llora de felicidad porque nunca lo había hecho, también dice "las lágrimas son la salsa más dulce".—Dijo imitando la voz. Logrando que Jungkook continúe con su risa.—Hey, no te rías, fue un momento de vulnerabilidad.

—Uno que comparaste con una escena de los Simpsons.

—Bueno, yo también me reía. Esos días fueron muy sentimentales, casi siempre llorábamos.

Dijo colocando todas las fresas en la licuadora. Ambos recordando mientras la licuadora hacia su ruido incesante aquellos momentos de vulnerabilidad que tuvieron al volver juntos, aquellos donde a veces se miraban a los ojos por tanto tiempo que terminaban con lágrimas en las mejillas, o aquellos donde sus besos terminaban salados por las lágrimas, nunca faltando las palabras "te extraño", nunca faltando el "me hacías tanta falta".

Fueron momentos delicados para ellos, momentos donde reconstruían su alma que había sido rasgada por la mitad, con pequeños trazos la volvían a unir. Ahora en la actualidad ya estaban completos, una alma misma, una alma que se había permanecido junta en distintas épocas, porque eso era lo que pasaba con los destinados. Eran dos almas separadas hasta que encontraban a quien el destino había escrito para ellos.

El sonido de la licuadora cesó, el fuego de la hornilla se apagó, estaban los dos, alfa y omega frente a frente compartiendo su desayuno hecho con pedazos de alegría.

—Mira es una malcriada, quiere que le des un poco de tu panqueque.—Dijo Jimin señalando a Maya quien estaba parada en sus dos patas sosteniéndose del muslo de Jungkook.

—Un poco no le hará mal.—Dijo sonriendo mientras picaba un poco de su panqueque, dándoselo a Maya.

—La vas a malcriar.—Se quejó Jimin.—Maya, sentada.—Dijo en dirección de la perrita, esta obedeció al acto, aun mirando expectante a Jungkook.

—Quien diría que Park Jimin fuese estricto.

—Así ella estará bien, tener un poquito de educación no le hará mal.—Frunció el ceño sacándole la lengua a Jungkook.—Aunque si, quien lo diría.

—Todos pensarían que ese soy yo.

—Si todos supieran que eres tú quien malcría a todos.

—Incluso a ti.—Susurro.

—Incluso a mi.—Soltó una suave risilla.

Se miraron por unos segundos, sonriéndose felices, continuando con su desayuno. Transcurriendo como normalmente hacían.

Dándose a veces de comer e intercambiando sus malteadas para ver si tenían distintos sabores, lavando los platos y barriendo juntos, transcurriendo como siempre habían deseado, expuestos a la luz mientras sus anillos lucían relucientes en sus finos dedos.

Felices en su casa ubicada en los suburbios.














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bueno amigasss vayan diciéndole adiós a gold rush que ya se acaba :D

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