49
Jimin tenía un mandil envuelto en su cintura mientras movía sus caderas al ritmo de la música, horneaba uno de sus típicos pasteles de fin de semana; en la noche vendría Soojin y Yoongi para tomar el té, les consentiría preparándoles el pastel que tanto les gustaba. Uno de fresas y chocolate. El favorito de muchos.
Hizo un pequeño puchero al recordar que su mejor amigo no vendría a tomar el té, pero debía de darle su espacio después de lo que pasó entre ellos.
Suspiro, no podía creer que había sido una semana de confesiones, esperaba que nada más viniera a perturbar su calma y el horneado del pastel, pues con tan solo algún movimiento brusco la masa podría arrebatarse. Por eso salió de la cocina cuando metió el molde al horno, tomando a Margarita en sus brazos y besando su nariz, dirigiéndose a su sala, viendo en el gran ventanal que el sol comenzaba a esconderse tras las montañas; pronto las lindas estrellas le harían compañía.
Antes de que se pusiese cómodo, escuchó el sonido del timbre, se le hizo bastante raro, sobre todo porque aún no era la hora para que sus amigos llegarán a su hogar. Aun con el mandil atado fue hacia la puerta de entrada, peinando sus cabellos. Sin imaginarse lo que venía.
Más confesiones, que moverían el piso en el que se había asentado.
No pudo ocultar la sorpresa de su rostro en cuanto vio a Alyssa y a Jungkook frente a él. Tampoco pudo contenerse al mirar directamente a Jungkook. Sus ojos habían ido directo al alfa.
Su alfa.
Sus almas se atraían, se llamaban.
Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuvieron tan cerca. Jungkook se sentía nervioso, no había visto a Jimin en demasiado tiempo. Se conservaba intacto como en sus recuerdos; con sus mejillas rosadas, sus ojos encantadores, sus labios pomposos y aquellas pecas que pasó una tarde entera en contarlas. Lucia tan bello como siempre, iluminando el lugar con sus bellos ojos rasgados.
Su corazón se sintió cálido con tan solo tenerlo cerca, lo había extrañado una eternidad.
—Hola.—Susurro Jimin, rompiendo el silencio entre los tres, rompiendo la burbuja en donde Jungkook lo observaba profundamente.
—Buenas tarde Jimin.—Sin querer, las palabras salían de su boca muy fríamente, ocultando aquel gran sentimiento en su pecho.—Lamento la molestia y la pérdida de tiempo, pero es algo importante, Alyssa tiene que decirte algo.
Jimin asintió, pasando su mirada hacia la modelo al lado de Jungkook, le sonrió por cortesía, esperando a que hablara.
Ella suspiró, rodando los ojos disimuladamente, arreglando su cabello y poniendo un mechón tras su oreja, luego llevando su mano hacia su barriga; aquello fue notado por Jimin. La barriga de embarazo se notaba muy bien, era redonda y puntiaguda, el omega sonrió, feliz y herido, solo deseando lo mejor para el hijo de Jungkook.
—Primero, quiero pedirte una disculpa por si herí tus sentimientos con algo que te dije.—Soltó, mirándolo a los ojos.
Claro que lo había herido, lo había lastimado en lo más profundo, dejando marcas sobre su autoestima y en su sonrisa. Pero aquello no le importaba a Alyssa, solo le importaba el salvarse de la soga que ataba su cuello, era todo.
—Y en segundo.—Soltó una pequeña bocanada de aire, ignorando la mirada dura que Jungkook tenía sobre ella.—Jungkook no es el padre del bebe que espero.
Lo dijo de forma sencilla, como si no hubiese tirado una cubeta de agua fría encima de Jimin, quien había deseado a las estrellas que el hijo de Jungkook nazca sano y que sean muy felices en su pequeña familia. Como si no tuviese un mundo oculto entre esas cortas palabras, como si no hubiese devuelto el aire a los pulmones de Jimin.
—Él jamás me tocó.—Continuo.—No hubo nada entre nosotros.
Jimin no podía decir nada, tenía la lengua trabada, enredada cual trabalenguas. Solo preguntas rondaban su cabeza.
—¿Qué? Entonces....—Susurro.
—Él no te engañó.—Alyssa completo.
Jamas podría. Pensó.
—Pero...¿cómo?—Siguió cuestionando, ser alguien curioso y en busca de toda la verdad se mostraba muy bien.
—Dile todo.—Dijo Jungkook, exigiéndole a Alyssa para que dijera absolutamente todo, hasta el mínimo detalle.
—Jungkook...—Era vergonzoso para ella, cuando se había mostrado tan firme con la paternidad de alfa, tanto que podría haber ido hasta Jimin y decirle cara a cara que el alfa la había embarazado.
Por maldad pura.
—Díselo.—Exigió, ordenó, casi con su voz de mando. Necesitaba limpiar su nombre manchado por las lágrimas derramadas de quien alguna vez formó parte de su universo.
Alyssa suspiro, cerrando los ojos y abriéndolos, después de un par de segundos.—Yo...yo puse pastillas de dormir en un jugo que le di a Jungkook, por eso él creyó que entre ambos había pasado algo, cuando no fue así. Él jamás me tocó, él jamás te engañó.
—¿Hiciste que?—Jimin frunció el ceño, confundido, enojado, triste. Demasiados sentimientos que rondaban por su cabeza.—¿Por qué harías algo así? Se te pudo pasar la mano y...oh dios, ¿qué te sucede?
—Hay cosas que jamás entenderás, Jimin, sobre todo cuando tienes que mantener tu puesto en la cima. Como a ti todos te aman, pues no es necesario esforzarse.—Alyssa se defendió, con el ceño fruncido y la cara seria.
—¿Y eso qué tiene que ver? Drogaste a Jungkook y solo para darle la paternidad de tu hijo, yo...tu...eres muy mala.
—No lo hice porque odio a Jungkook, él estaba ahí y pasó, ya.—Rodó los ojos.—Tu amado no te engaño, deberías de estar feliz.
—¿!Cómo podría cuando me dices que lo drogaste poniendo su vida en riesgo?!—Alzó la voz aun con el ceño fruncido, demasiado enojado.
—Ya no te quitamos tiempo, eso fue todo.—Interrumpió Jungkook.—Buenas noches, Jimin.
La despedida fue espantosa, realmente no querían hacerlo, no cuando las cosas habían sido aclaradas; cuando las estrellas y nubes robadas volvían a posicionarse en la noche diurna y nocturna.
—Buenas noches, Jungkook.—Respondió Jimin, soltando la bocanada de aire que contenía su enojo. Lo único que importaba ahora era que Jungkook estaba bien y no le había pasado nada.
El bienestar del otro fue lo que mantuvo esa chispa de conformidad, siempre había sido lo único que importaba, después de todo.
El alfa y el omega entraron al auto, Jungkook viendo de reojo una última vez a Jimin; deseándole toda la felicidad del mundo, para que volviese a brillar tras la noche de las lágrimas robadas. Se vieron tras la ventana, por milésimos segundos, perdiéndose en el deseo del alma.
—Llévame a mi casa.—Pidió Alyssa.
Jungkook asintió, encendiendo el auto y colocándose el cinturón de seguridad, aun Jimin se mantenía en su puerta; asegurándose que se fueran tranquilos y bien. Después de preparar el auto arrancó, lejos del hogar de Jimin ubicado en los suburbios.
Encendió la radio y miró de reojo a Alyssa, ella lucía calmada, claro, se aseguro de quitarse la soga del cuello, o eso creía.
—Mañana en la mañana tendremos una reunión.
—Está bien.
—Llama a tus abogados.
—¿Para qué?
—Para que te defiendan en la demanda.—Dijo tan calmado como Alyssa al relatar su crimen.
—No no no, tu me dijiste que si le decía a Jimin lo que había pasado tu no meterías ninguna demanda.—Por fin vio miedo en los ojos de Alyssa.
—Ups.
Alyssa no dijo nada, abrió y cerró la boca. Viendo tras el camino el principio del fin.
Porque por su avaricia había herido un lazo, por su avaricia había roto dos corazones que aún se llamaban a pesar de las cortaduras. Había robado muchas lágrimas, había herido y había hecho sangrar.
Le robó los suspiros enamorados a Jimin, los convirtió en murmullos que soltaba al llorar toda la noche.
Pero de aquella herida, nuevamente salían pétalos de un amor que jamás podría encontrar el fin, porque ahora mismo, Jimin yacía contra la puerta, con una sonrisa sobre su rostro y lágrimas de felicidad rodando por sus mejillas.
Jungkook jamás podría herirlo, lo amaba con todas sus fuerzas, con su vida entera.
Se amaban con la fuerza de todos los vientos y con la profundidad de todos los océanos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top